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La palabra juizio
Cómo se escribe

Comó se escribe juizio o juicio?

Cual es errónea Juicio o Juizio?

La palabra correcta es Juicio. Sin Embargo Juizio se trata de un error ortográfico.

El Error ortográfico detectado en el termino juizio es que hay un Intercambio de las letras c;z con respecto la palabra correcta la palabra juicio


la Ortografía es divertida


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras c;z

Reglas relacionadas con los errores de c;z

Las Reglas Ortográficas de la Z

Se escribe z y no c delante de a, o y u.

Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.

Ejemplos: pedazo, terraza

Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.

Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez

La X y la S


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece juicio

La palabra juicio puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 763
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Marchando junto a sus carros cargados de estiércol o montados en sus borricos sobre los serones vacíos, encontró en el hondo camino de Alboraya a muchos de los que habían presenciado el juicio. ...

En la línea 1072
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Aceptáis su juicio?-Indudablemente. ...

En la línea 2695
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... La desgraciada reina, a la que amenazaba constantemente con el divorcio, el exilio e incluso el juicio, palideció bajo el rougey no pudo impedirse decir:-Pero ¿porqué esta visita, sire? ¿Qué va a decirme el señor canci ller que Vuestra Majestad no pueda decirme por sí misma?El rey giró sobre sus talones sin responder y casi en ese mismo instante el capitán de los guardias, el señor de Guitaut, anunció la visita del señor canciller. ...

En la línea 5174
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Athos no estáis en vuestro sano juicio, ¡os lo juro!-Querido, ayer, cuando os contaba mis tontas historias, era cuando teníais que decirme eso, y no esta mañana. ...

En la línea 7406
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Pero ¿cómo?-Escuchad, trata d de encontraros con ella y de tener una explica ción; decidle: ¡La paz o la guerra! Palabra de gentilhombre de que nunca diré nada de vos, de que jamás haré nada contra vos; por vuestra par te, juramento solemne de permanecer neutral respecto a mí; si no, voy en busca del canciller, voy en busca del rey, voy en busca del verdugo, amotino la corte contra vos, os denuncio por marcada, os hago meter a juicio, y si os absuelven, pues entonces os mato, palabra de gentil hombre, en la esquina de cualquier guardacantón, como mataría a un perro rabioso. ...

En la línea 192
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... No se negará que asi los alcaldes mayores en sus provincias como los cabezas de Barangay en los pueblos encargados de cobrar inmediatamente el tributo de los indios, hayan influido alguna cosa en la necesidad de conmutar el pago del tributo de dinero á especie, para hacer unos y otros mejor su negocio; pero en mi juicio no es esta sola la causa que ha introducido ese sistema de cobranzas perjudicial á todos, porque el indio no es tan tonto ó inocente que dejase de vender las producciones de su agricultura á quien se las pagase en mayor precio que el del arancel, bajo el cual se le reciben en especie por los cabezas y alcaldes mayores. ...

En la línea 283
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... De cualquiera de los dos modos que se montase serian ventajosos para la hacienda nacional los resultados, y mas porque consecuencia lejítima era que la real botica desapareciese, y con ella se quitase á la contaduría mayor ese juicio de cuentas de la botica y sus emanaciones: cuentas que es imposible ajustarlas cual corresponde, y menos ponerlas en el punto de vista conveniente para cerciorarse de la lejitimidad de sus ingresos y egresos con la debida claridad; porque si el boticario dice tales y cuales medicinas que se vendieron al público, tanto; tal cantidad por las que se consumieron en el establecimiento, tal por las que se deterioraron, inutilizaron ó se perdieron enteramente: ¿quien puede averiguar y saber lo cierto? ¿quien puede tachar esto, aunque particularmente sepa lo contrario? pues ¿y la puerta al fraude que tiene abierta el boticario por tantos conceptos para gozar cuanto quiera si se dejase llevar de la ambicion ó de un mal deseo? ¿quien podrá juzgar de todo esto? nadie: y si al boticario agrada especular de su cuenta y comprar medicinas bajo el nombre de un tercero, que sabe ha de comprar el hospital y ser él el abaluador, ¿que puerta no se le abre para ganar cuanto quiera y vender sus drogas al precio que guste ponerlas? Son muchas las anomalías de este establecimiento, con conocida esposicion de gravar al erario: asi, pues, esa botica debe desaparecer, porque si en su oríjen pudo ser de utilidad y mucha, segun se montó, ya en el dia segun su planta es por judicialísima y gravosa al erario. ...

En la línea 418
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... de un suscriptor, sin que se atreva á estampar el suyo propio, temeroso sin duda de que se descubra el interes particular que le mueve, y no el jeneral que afecta tener por el bien del estado; como empleado que soy del ramo, y á condicion de estampar mi nombre y apellido si aquel se descubre, voy á ocuparme á contestar al incógnito, no para su satisfaccion, y sí para la del público, á fin de que no forme un juicio equivocado sobre la nueva organizacion que se ha dado á la administracion principal de correos de Filipinas. ...

En la línea 2501
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Le pregunté si, a juicio suyo, podía aventurarme a imprimir las Escrituras sin dirigir nuevas peticiones al Gobierno. ...

En la línea 2675
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Montaba una mula de alquiler, extremadamente ruin en apariencia, incapaz, a juicio mío, de seguir el paso de nuestros fogosos caballos; parecía hermana gemela de la mula de Gil Pérez, en la que su sobrino hizo el famoso viaje de Oviedo a Peñaflor. ...

En la línea 2786
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Hace un mes se le ahogó un hijo en esa poza, y desde entonces ha perdido el juicio. ...

En la línea 5086
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Celebró varias entrevistas con Ofalia sobre esta cuestión, y en ellas le significó su juicio acerca de la injusticia y tiranía con que en aquel caso había sido tratado su compatriota. ...

En la línea 103
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara para sólo ello. ...

En la línea 107
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... En resolución, él se enfrascó tanto en su letura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio. ...

En la línea 114
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... En efeto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo; y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama. ...

En la línea 168
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... El ventero, que, como está dicho, era un poco socarrón y ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped, acabó de creerlo cuando acabó de oírle semejantes razones, y, por tener qué reír aquella noche, determinó de seguirle el humor; y así, le dijo que andaba muy acertado en lo que deseaba y pedía, y que tal prosupuesto era propio y natural de los caballeros tan principales como él parecía y como su gallarda presencia mostraba; y que él, ansimesmo, en los años de su mocedad, se había dado a aquel honroso ejercicio, andando por diversas partes del mundo buscando sus aventuras, sin que hubiese dejado los Percheles de Málaga, Islas de Riarán, Compás de Sevilla, Azoguejo de Segovia, la Olivera de Valencia, Rondilla de Granada, Playa de Sanlúcar, Potro de Córdoba y las Ventillas de Toledo y otras diversas partes, donde había ejercitado la ligereza de sus pies, sutileza de sus manos, haciendo muchos tuertos, recuestando muchas viudas, deshaciendo algunas doncellas y engañando a algunos pupilos, y, finalmente, dándose a conocer por cuantas audiencias y tribunales hay casi en toda España; y que, a lo último, se había venido a recoger a aquel su castillo, donde vivía con su hacienda y con las ajenas, recogiendo en él a todos los caballeros andantes, de cualquiera calidad y condición que fuesen, sólo por la mucha afición que les tenía y porque partiesen con él de sus haberes, en pago de su buen deseo. ...

En la línea 693
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Las diferentes tribus no tienen gobierno, ni jefe, y están rodeadas por otras tribus hostiles que hablan dialectos distintos. Están separadas unas de otras por un territorio neutral que permanece desierto; la principal causa de sus guerras perpetuas parece ser la dificultad que experimentan para proporcionarse alimentos. Todo el país no es más que una enorme masa de rocas abruptas, de colinas elevadas, de inútiles bosques, envueltos en brumas perpetuas y atormentados por tempestades incesantes. La tierra habitable se compone sólo de las piedras de la costa. Para encontrar alimento han de errar constantemente de playa en playa, y es tan escarpada la costa que no pueden cambiar de domicilio sino mediante sus miserables canoas. No pueden conocer las dulzuras del hogar doméstico, y menos aún las del afecto conyugal, porque el hombre no es más que el dueño brutal de su mujer o más bien de su esclava. ¡Qué acto se habrá cometido jamás tan horrible como aquel de que Byron fue testigo en la costa occidental! Vio a una desgraciada mujer recogiendo el cadáver sangriento de su hijo, a quien su marido había estrellado contra las rocas porque el niño había derramado un cesto de huevos de mar. ¿Hay, por lo demás, en su existencia nada que pueda desarrollar facultades intelectuales elevadas? ¿Necesitan imaginación, razón, ni juicio? Nada tienen que imaginar, nada que comparar, nada que decidir. Para despegar una lapa de las piedras, ni aun necesita emplear la astucia, esa ínfima facultad del espíritu. En cierto modo pueden compararse sus escasas facultades al instinto de los animales, puesto que no se aprovechan de la experiencia. Su producción más ingeniosa, la canoa, tan primitiva como es, no ha hecho ningún progreso durante los doscientos cincuenta años últimos; para convencernos de ello no tenemos más que abrir los relatos del viaje de Drake. ...

En la línea 2349
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Antes de llegar a esta isla había yo leído muchos relatos contradictorios sobre el carácter de sus habitantes, y por lo tanto deseaba más juzgar por mí de su estado moral, por más que este juicio hubiera de ser necesariamente imperfecto ...

En la línea 3129
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... nto más notable es el hecho cuanto que apenas hace sesenta años, un hombre cuyo excelente juicio no puede ponerse en duda, el capitán Cook, no preveía cambio semejante; a pesar de lo cual se han realizado por el espíritu filantrópico de la nación inglesa3 . ...

En la línea 88
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Escribo tan sólo un juicio formado en los días de la primera salida de la hermosa novela, y lo que intenté decir entonces, tributando al compañero y amigo el debido homenaje, lo digo ahora, seguro de que en esta manifestación tardía el tiempo avalora y aquilata mi sinceridad. ...

En la línea 1722
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Las señoritas de Ozores y la nobleza de Vetusta suspendieron el juicio que iba a merecerles la hija de don Carlos y de la modista italiana hasta poder reunir datos suficientes. ...

En la línea 2729
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Quiero saber —añadió —si se piensa que yo soy capaz de poner en tela de juicio la virtud de esa señora tan respetable. ...

En la línea 4880
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Los ojos azules, claros, sin expresión, muy abiertos, de doña Paula, alejaban la posibilidad de toda sospecha; por los ojos se le conocía que no toleraba que se pusiese en tela de juicio la pureza de costumbres de su hijo y la inocencia de su sueño; ni al mismo Provisor le hubiera consentido media palabra de protesta, ni una leve objeción en nombre del qué dirán. ...

En la línea 1369
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Este nombramiento no resultaba extraordinario. Era un gobierno político, sin ningún carácter religioso, y muchos estados Italianos vivían regidos por mujeres. Lucrecia, de juicio claro y tranquilo para resolver los asuntos públicos, fue objeto de las alabanzas de sus administrados. Más tarde, el Papa le dio el gobierno de Nepi, y al casarse con el duque de Ferrara administró igualmente, en ausencia de su esposo, este principado importante, demostrando poseer las mismas condiciones políticas de su padre y de su hermano César. ...

En la línea 1506
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Luego de una especie de juicio muy rápido, Vitellozzo-Vitelli y Oliveretto da Permo eran estrangulados en la mañana siguiente en presencia de don Michelotto. César no gustaba de presidir las ejecuciones ordenadas por él. Su elegancia sólo consentía la vista de la muerte en los campos de batalla. Era el sanguinario y puntual Micalet quien atendía a estos quehaceres, inevitables en aquella época. ...

En la línea 1511
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La astucia de Sinigaglia fue comentada en toda Europa con admiración. El duque de las Romanas había informado a las cortes del juicio y muerte de los culpables, así como de las medidas tomadas en Roma contra la facción Orsini. Casi todos los soberanos respondieron con cartas laudatorias. ...

En la línea 1913
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El mayor defecto de Rodrigo de Borgia había sido tomar, a risa lo que inventaban contra él: su falta de miedo al juicio de la posteridad, su bondadosa pereza, que nunca se tomó el trabajo de rectificar la mentira diaria. ...

En la línea 49
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... El inventario de abanicos, tela de nipis, crudillo de seda, tejidos de Madrás y objetos de marfil también arrojaba cifras muy altas, y se hizo minuciosamente. Entonces pasaron por las manos de Barbarita todas las preciosidades que en su niñez le parecían juguetes y que le habían producido fiebre. A pesar de la edad y del juicio adquirido con ella, no vio nunca con indiferencia tales chucherías, y hoy mismo declara que cuando cae en sus manos alguno de aquellos delicados campanarios de marfil, le dan ganas de guardárselo en el seno y echar a correr. ...

En la línea 174
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La boda se verificó en Mayo del 71. Dijo D. Baldomero con muy buen juicio que pues era costumbre que se largaran los novios, acabadita de recibir la bendición, a correrla por esos mundos, no comprendía fuese de rigor el paseo por Francia o por Italia, habiendo en España tantos lugares dignos de ser vistos. Él y Barbarita no habían ido ni siquiera a Chamberí, porque en su tiempo los novios se quedaban donde estaban, y el único español que se permitía viajar era el duque de Osuna, D. Pedro. ¡Qué diferencia de tiempos!… Y ahora, hasta Periquillo Redondo, el que tiene el bazar de corbatas al aire libre en la esquina de la casa de Correos había hecho su viajecito a París… Juanito se manifestó enteramente conforme con su papá, y recibida la bendición nupcial, verificado el almuerzo en familia sin aparato alguno a causa del luto, sin ninguna cosa notable como no fuera un conato de brindis de Estupiñá, cuya boca tapó Barbarita a la primera palabra; dadas las despedidas, con sus lágrimas y besuqueos correspondientes, marido y mujer se fueron a la estación. La primera etapa de su viaje fue Burgos, a donde llegaron a las tres de la mañana, felices y locuaces, riéndose de todo, del frío y de la oscuridad. En el alma de Jacinta, no obstante, las alegrías no excluían un cierto miedo, que a veces era terror. El ruido del ómnibus sobre el desigual piso de las calles, la subida a la fonda por angosta escalera, el aposento y sus muebles de mal gusto, mezcla de desechos de ciudad y de lujos de aldea, aumentaron aquel frío invencible y aquella pavorosa expectación que la hacían estremecer. ¡Y tantísimo como quería a su marido!… ¿Cómo compaginar dos deseos tan diferentes; que su marido se apartase de ella y que estuviese cerca? Porque la idea de que se pudiera ir, dejándola sola, era como la muerte, y la de que se acercaba y la cogía en brazos con apasionado atrevimiento, también la ponía temblorosa y asustada. Habría deseado que no se apartara de ella, pero que se estuviera quietecito. ...

En la línea 268
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y no paraba aquí la observadora. En aquella excursión por el campo instructivo de la industria, su generoso corazón se desbordaba en sentimientos filantrópicos, y su claro juicio sabía mirar cara a cara los problemas sociales. «No puedes figurarte—decía a su marido, al salir de un taller—, cuánta lástima me dan esas infelices muchachas que están aquí ganando un triste jornal, con el cual no sacan ni para vestirse. No tienen educación, son como máquinas, y se vuelven tan tontas… más que tontería debe de ser aburrimiento… se vuelven tan tontas digo, que en cuanto se les presenta un pillo cualquiera se dejan seducir… Y no es maldad; es que llega un momento en que dicen: 'Vale más ser mujer mala que máquina buena'». ...

En la línea 430
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y de tal modo se iba enseñoreando de su alma el afán de la maternidad, que pronto empezó a embotarse en ella la facultad de apreciar las ventajas que disfrutaba. Estas llegaron a ser para ella invisibles, como lo es para todos los seres el fundamental medio de nuestra vida, la atmósfera. ¿Pero qué hacía Dios que no mandaba uno siquiera de los chiquillos que en número infinito tiene por allá? ¿En qué estaba pensando su Divina Majestad? Y Candelaria, que apenas tenía con qué vivir, ¡uno cada año!… Y que vinieran diciendo que hay equidad en el Cielo… Sí; no está mala justicia la de arriba… sí… ya lo estamos viendo… De tanto pensar en esto, parecía en ocasiones monomaniaca, y tenía que apelar a su buen juicio para no dar a conocer el desatino de su espíritu, que casi casi iba tocando en la ridiculez. ¡Y le ocurrían cosas tan raras… ! Su pena tenía las intermitencias más extrañas, y después de largos periodos de sosiego se presentaba impetuosa y aguda, como un mal crónico que está siempre en acecho para acometer cuando menos se le espera. A veces, una palabra insignificante que en la calle o en su casa oyera o la vista de cualquier objeto le encendían de súbito en la mente la llama de aquel tema, produciéndole opresiones en el pecho y un sobresalto inexplicable. ...

En la línea 297
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¿Has perdido el juicio, hombre? El sello pequeño, que antaño solía yo llevar conmigo de viaje, está en mi tesoro. Y, puesto que el gran sello ha desaparecido, ¿no bastará? ¿Has perdido el juicio? ¡Vete! Y escucha: no vuelvas aquí hasta que me traigas su cabeza. ...

En la línea 297
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¿Has perdido el juicio, hombre? El sello pequeño, que antaño solía yo llevar conmigo de viaje, está en mi tesoro. Y, puesto que el gran sello ha desaparecido, ¿no bastará? ¿Has perdido el juicio? ¡Vete! Y escucha: no vuelvas aquí hasta que me traigas su cabeza. ...

En la línea 318
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Oh, mi pobre niño! ¡Finalmente tus necias lecturas han tenido su efecto y te han trastornado el juicio! ¡Ay! ¿Por qué te aferrabas a ellas cuando tanto te prevenía yo en contra? ¡Has desgarrado el corazón de tu madre! ...

En la línea 320
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Tu hijo está bien y no ha perdido el juicio, buena mujer. Consuélate. Llévame al palacio donde se halla, y el rey, mi padre, te lo devolverá inmediatamente. ...

En la línea 999
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –¡No, que no seas… bruto! Estáte quieto. Y si quieres más confianzas sacude esa pereza, busca de veras trabajo, y lo demás ya lo sabes. Conque, a ver si tienes juicio, ¿eh? Mira que ya otra vez te di una bofetada. ...

En la línea 1237
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Y ese mismo hombre, recuérdenlo — prosiguió el caballero, señalando al señor Wopsle con su índice —, ese mismo hombre podría haber sido nombrado jurado en este juicio, y, después de pecar, volvería satisfecho al seno de su familia y apoyaría la cabeza en la almohada, eso después de jurar que examinaría lealmente el caso pendiente entre nuestro soberano, el rey, y el preso del banquillo, y que pronunciaría un veredicto justo, de acuerdo con las evidencias que se le ofrecieran, para que Dios le ayudase luego por su rectitud. ...

En la línea 1377
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Ayudado por el buen juicio del señor Trabb, elegí la tela para un traje, y entonces volvimos al salón para tomar las medidas. Porque a pesar de que el señor Trabb ya las tenía y de que estuvo satisfecho de ellas, díjome entonces que, en las actuales circunstancias, no las consideraba convenientes. Por eso el señor Trabb me midió y me calculó en la sala como si yo fuese un terreno y él un agrimensor distinguido, y se dió a sí mismo tanto trabajo, que llegué a sentir la duda de que el precio del traje no llegaría a recompensarle sus molestias. Cuando por fin hubo terminado y convino en mandar el traje el jueves siguiente a casa del señor Pumblechook, dijo, mientras tenía la mano en el cierre de la puerta del salón: ...

En la línea 1458
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Cuando dije al empleado que iba a salir a dar una vuelta al aire libre para esperar, me aconsejó que me dirigiese hacia la esquina, y así llegaría a Smithfield. Así, pues, fui a Smithfield, y aquel lugar, sucio, lleno de inmundicia, de grasa, de sangre y de espuma, me desagradó sobremanera. Por eso me alejé cuanto antes y me metí en una callejuela, desde la que vi la cúpula de San Pablo sobresaliendo de un edificio de piedra que alguien que estaba a mi lado dijo que era la cárcel de Newgate. Siguiendo el muro de la prisión observé que el arroyo estaba cubierto de paja, para apagar el ruido de los vehículos, y a juzgar por este detalle y por el gran número de gente que había por allí oliendo a licores y a cerveza deduje que se estaba celebrando un juicio. ...

En la línea 1459
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Al mirar alrededor de mí, un ministro de la justicia, muy sucio y bastante bebido, me preguntó si me gustaría entrar y presenciar un juicio; me informó, al mismo tiempo, que podría darme un asiento en primera fila a cambio de media corona y que desde allí vería perfectamente al presidente del tribunal, con su peluca y su toga. Mencionó a tan temible personaje como si fuese una figura de cera curiosa y me ofreció luego el precio reducido de dieciocho peniques. Como yo rehusara la oferta, con la excusa de que tenía una cita, fue lo bastante amable para hacerme entrar en un patio a fin de que pudiera ver dónde se guardaba la horca y también el lugar en que se azotaba públicamente a los condenados. Luego me enseñó la puerta de los deudores, por la que salían los condenados para ser ahorcados, y realzó el interés que ofrecía tan temible puerta, dándome a entender que «cuatro de ellos saldrían por aquella puerta pasado mañana, para ser ajusticiados en fila». Eso era horrible y me dio muy mala idea de Londres: mucho más al observar que el propietario de aquella figura de cera que representaba al presidente del tribunal llevaba, desde su sombrero hasta sus botas, incluso su pañuelo, un traje roído de polillas, que no le había pertenecido siempre, sino que me figuré que lo habría comprado barato al ejecutor de la justicia. En tales circunstancias me pareció barato librarme de él gracias a un chelín que le di. ...

En la línea 495
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En el momento de cometer el crimen, el culpable estaba afectado de una pérdida de voluntad y raciocinio, a los que sustituía una especie de inconsciencia infantil, verdaderamente monstruosa, precisamente en el momento en que la prudencia y la cordura le eran más necesarias. Atribuía este eclipse del juicio y esta pérdida de la voluntad a una enfermedad que se desarrollaba lentamente, alcanzaba su máxima intensidad poco antes de la perpetración del crimen, se mantenía en un estado estacionario durante su ejecución y hasta algún tiempo después (el plazo dependía del individuo), y terminaba al fin, como terminan todas las enfermedades. ...

En la línea 906
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Entonces, ¿a qué diablos has venido? Has perdido el juicio. Esto es una ofensa para mí. No consentiré que te vayas así. ...

En la línea 908
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Pero escucha un momento, botarate! ¿Es que te has vuelto loco? Puedes hacer lo que quieras, pero yo tampoco tengo lecciones y me río de eso. Estoy en tratos con el librero Kheruvimof, que es una magnífica lección en su género. Yo no lo cambiaría por cinco lecciones en familias de comerciantes. Ese hombre publica libritos sobre ciencias naturales, pues esto se vende como el pan. Basta buscar buenos títulos. Me has llamado imbécil más de una vez, pero estoy seguro de que hay otros más tontos que yo. Mi editor, que es poco menos que analfabeto, quiere seguir la corriente de la moda, y yo, naturalmente, le animo… Mira, aquí hay dos pliegos y medio de texto alemán. Puro charlatanismo, a mi juicio. Dicho en dos palabras, la cuestión que estudia el autor es la de si la mujer es un ser humano. Naturalmente, él opina que sí y su labor consiste en demostrarlo elocuentemente. Kheruvimof considera que este folleto es de actualidad en estos momentos en que el feminismo está de moda, y yo me encargo de traducirlo. Podrá convertir en seis los dos pliegos y medio de texto alemán. Le pondremos un título ampuloso que llene media página y se venderá a cincuenta kopeks el ejemplar. Será un buen negocio. Se me paga la traducción a seis rublos el pliego, o sea quince rublos por todo el trabajo. Ya he cobrado seis por adelantado. Cuando terminemos este folleto traduciremos un libro sobre las ballenas, y para después ya hemos elegido unos cuantos chismes de Les Confessions. También los traduciremos. Alguien ha dicho a Kheruvimof que Rousseau es una especie de Radiscev. Naturalmente, yo no he protestado. ¡Que se vayan al diablo… ! Bueno, ¿quieres traducir el segundo pliego del folleto Es la mujer un ser humano? Si quieres, coge inmediatamente el pliego, plumas, papel (todos estos gastos van a cargo del editor), y aquí tienes tres rublos: como yo he recibido seis adelantados por toda la traducción, a ti te corresponden tres. Cuando hayas traducido el pliego, recibirás otros tres. Pero que te conste que no tienes nada que agradecerme. Por el contrario, apenas te he visto entrar, he pensado en tu ayuda. En primer lugar, yo no estoy muy fuerte en ortografía, y en segundo, mis conocimientos del alemán son más que deficientes. Por eso me veo obligado con frecuencia a inventar, aunque me consuelo pensando que la obra ha de ganar con ello. Es posible que me equivoque… Bueno, ¿aceptas? ...

En la línea 928
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Ahora recordaba aquellas incertidumbres, aquellas vagas sensaciones, y este recuerdo, a su juicio, no era puramente casual. El simple hecho de haberse detenido en el mismo sitio que antaño, como si hubiese creído que podía tener los mismos pensamientos e interesarse por los mismos espectáculos que entonces, e incluso que hacía poco, le parecía absurdo, extravagante y hasta algo cómico, a pesar de que la amargura oprimía su corazón. Tenía la impresión de que todo este pasado, sus antiguos pensamientos e intenciones, los fines que había perseguido, el esplendor de aquel paisaje que tan bien conocía, se había hundido hasta desaparecer en un abismo abierto a sus pies… Le parecía haber echado a volar y ver desde el espacio como todo aquello se esfumaba. ...

En la línea 372
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raramente amable por naturaleza, el francés lo es siempre por encargo o por cálculo. Si, por ejemplo, ve la necesidad de mostrarse fantástico, original, sus fantasías más absurdas y más barrocas revisten formas convencidas de antemano y desde hace mucho tiempo intrascendentes. La naturaleza del francés es producto del “positivismo” más burgués, más meticuloso, más rutinario… En una palabra, son las criaturas más aburridas que puede imaginarse. Según mi opinión, los franceses no pueden interesar más que a las jovencitas y sobre todo a las muchachas rusas que se desviven por ellos. Cualquier persona de mediano juicio descubre inmediatamente esa frívola mezcla de amabilidad de salón, de desenvoltura y jovialidad. ...

En la línea 649
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Estaba pálido, sus ojos chispeaban, sus manos temblaban. Hacía posturas sin contar, tomando el dinero a puñados. Sin embargo, no cesaba de ganar y de aumentar de oro y billetes el montón. Las ujieres se agrupaban, solícitos, en torno suyo, separaban las sillas, hacían sitio para que estuviese cómodo, para que no le apretasen… todo esto con vistas a recibir una buena propina. Con la alegría de la ganancia, algunos jugadores repartían propinas sin mirar lo que daban. Cerca de aquel joven se hallaba un polaco que se estremecía y murmuraba, sin cesar, con tono obsequioso, prodigando sin duda consejos y esforzándose en dirigir el juego, naturalmente esperando una propina. Pero no se fijaba en él, apostaba de cualquier modo y seguía recogiendo. Había perdido evidentemente el juicio. Es un caso corriente en las salas de juego. ...

En la línea 891
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Horriblemente vejado, Des Grieux se encogió de hombros, lanzó una mirada desdeñosa a la abuela y se retiró. Estaba arrepentido de haberse entrometido, por no saber dominar su impaciencia en los asuntos de aquella vieja sin juicio, “tombée en enfance”. ...

En la línea 1188
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... A todo esto, la aventura habíase ya difundido y constituía la comidilla de todo el hotel. En el quiosco del portero y en la oficina del oberkellner, se murmuraba que la Fräulein, a las seis de la mañana, había salido, a pesar de la lluvia, en dirección al Hotel de Inglaterra. Sin embargo, por las reticencias de los criados, comprendí que no ignoraban que había pasado la noche en mi habitación. Por otra parte, ya se murmuraba de toda la familia del general. De él se sabía que la víspera había perdido el juicio y no hacía más que gemir; decían, además, que la abuela era su propia madre, venida de Rusia para oponerse al matrimonio de su hijo con la señorita Blanche de Cominges y desheredarlo en caso de desobediencia. Como no quiso someterse, la condesa, ante sus propios ojos, se había arruinado, adrede, jugando a la ruleta para no dejarle un sólo céntimo. Diese Russen! (¡Esos rusos!), repetía el oberkellner, moviendo la cabeza. Los otros reían. El oberkellner preparaba la nota. Mis ganancias en el juego eran también conocidas. Carlos, el camarero de mi piso, fue el primero en felicitarme. Pero todo eso no me importaba. Corrí al Hotel de Inglaterra. ...

En la línea 958
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - Esto es lo que ha pasado, señor alcalde. Parece que vivía en las cercanías de Ailly-le-Haut-Clocher un hombrecillo a quien llaman el viejo Champmathieu. Era muy pobre, no llamaba la atención porque nadie sabe cómo viven esas gentes. Este otoño, Champmathieu fue detenido por un robo de manzanas, con escalamiento de pared. Tenía todavía las ramas en la mano cuando fue sorprendido, y lo llevaron a la cárcel. Hasta aquí no había más que un asunto correccional. Pero ya veréis algo que es providencial. Como el recinto carcelario estaba en mal estado, el juez dispuso que se le trasladara a la cárcel provincial de Arras. Había allí un reo llamado Brevet, que estaba preso no sé por qué, y que por buena conducta desempeñaba el cargo de calabocero. Apenas entró Champmathieu, Brevet gritó: '¡Caramba! Yo conozco a este hombre, es un ex forzado. Estuvimos juntos en la cárcel de Tolón hace veinte años. Se llama Jean Valjean'. Champmathieu negaba, pero se hacen indagaciones, y al final se descubre que Champmathieu hace unos treinta años fue podador en Faverolles. Ahora bien, antes de ir a presidio por robo consumado, ¿qué era Jean Valjean? Podador. ¿Dónde? En Faverolles. Otro hecho: el apellido de la madre de Valjean era Mathieu. Nada más natural que al salir de presidio tratara de tomar el apellido de su madre para ocultarse y cambiara su nombre por el de Jean Mathieu. Pasó después a Auvernia; la pronunciación de allí cambia Jean por Chan y se le llama Chan Mathieu; y así nuestro hombre se transforma en Champmathieu. Se hacen averiguaciones en Faverolles; la familia Valjean ha desaparecido. Esas gentes, cuando no son lodo, son polvo. Se piden informes a Tolón, donde quedan dos presidiarios condenados a cadena perpetua, Cochepaille y Chenildieu, que conocieron a Jean Valjean. Se les hace venir y se les pone delante del supuesto Champmathieu, y no dudan un instante. Para ellos, igual que para Brevet, ése es Jean Valjean. Y ese mismo día envié yo mi denuncia a París, y me respondieron que había perdido el juicio, que Jean Valjean estaba en Arras en poder de la justicia. ¡Ya comprenderéis mi asombro! El juez de instrucción me llamó, me presentó a Champmathieu… ...

En la línea 280
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... La multitud guardaba silencio; sólo se oían las voces de los que en vano ofrecían apuestas de dos a uno. Todo el mundo reconocía que Buck era un animal magnífico, pero a juicio de todos veinte sacos de veinticinco kilos de harina abultaban demasiado para que se animasen a jugarse el dinero. ...

En la línea 1239
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Más de dos semanas dio pasto a las lenguas ociosas de León el singular suceso de la llegada de Lucía González, sola, triste, desmejorada y encinta, a la casa paterna. Inventáronse mentiras como castillos para explicar el misterio de su vuelta, el retiro en que se dio a vivir, la tremenda pesadumbre que nublaba el rostro del tío Joaquín González, la desaparición del marido, y tantas y tantas cosas que a escándalo y drama conyugal transcendían. Como suele suceder en casos análogos, rodaron algunos adarmes de verdad envueltos en arrobas de patrañas, y algo se dijo que no iba del todo fuera de camino; mas por falta de datos secretos que enlazara los conocidos, anduvo a tropezones el juicio del público, y allí caigo, y aquí me levanto, acabó por extraviarse del todo. Bien se colige que los despellejadores de oficio hicieron el suyo con diligencia y afán extremado, y quién censuró al maduro pisaverde que buscaba novia de pocos años, quién al padre vanidoso y majadero, que sacrificaba a su hija por afán de hacerla dama, quién a la niña loca que… En suma, pusieron ellos tantas moralejas a la historia de Lucía, que yo creo poder eximirme de añadir ninguna. Lo que con más empeño criticó la gente, fue este moderno requisito del VIAJE DE NOVIOS, costumbre extranjerizada y vitanda, buena sólo para engendrar disturbios y horrores de todo linaje. Sospecho que con el triste ejemplo de Lucía, tradicionalmente conservado y repetido a las niñas casaderas en lo que resta de siglo, no habrá desposados leoneses que osen apartarse de su hogar un negro de uña, al menos en los diez primeros años de matrimonio. ...

En la línea 770
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Phileas Fogg, tan dueño de sí, como si la sentencia no te hubiese alcanzado, no había movido tan siquiera las cejas. Pero en el momento en que el escribano llamaba a otro juicio, se levantó y dijo: ...

Errores Ortográficos típicos con la palabra Juicio

Cómo se escribe juicio o juizio?
Cómo se escribe juicio o guicio?

Más información sobre la palabra Juicio en internet

Juicio en la RAE.
Juicio en Word Reference.
Juicio en la wikipedia.
Sinonimos de Juicio.

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