Cual es errónea Intentaba o Hintentaba?
La palabra correcta es Intentaba. Sin Embargo Hintentaba se trata de un error ortográfico.
La falta ortográfica detectada en la palabra hintentaba es que se ha eliminado o se ha añadido la letra h a la palabra intentaba
Errores Ortográficos típicos con la palabra Intentaba
Cómo se escribe intentaba o hintentaba?
Cómo se escribe intentaba o intentava?

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece intentaba
La palabra intentaba puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 2141
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Las mismas que horas antes hablaban pestes de él, escandalizadas por su apuesta de borracho, lo compadecían, se enteraban de si su herida era grave, y clamaban venganza contra aquel muerto de hambre, aquel ladrón, que, no contento con apoderarse de lo que no era suyo, todavía intentaba imponerse por el terror, atacando a los hombres de bien. ...
En la línea 2204
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Le venían siguiendo: alguien intentaba sorprenderle traidoramente por la espalda. ...
En la línea 2258
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Le había oído arrastrarse del mismo modo un cuarto de hora antes, cuando intentaba, sin duda, matarlo por la espalda, y al verse descubierto huyó a gatas del camino para apostarse más allá, en el frondoso cañar, y acecharlo sin riesgo. ...
En la línea 2358
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... No dormía, no; escuchaba los ronquidos de su mujer, acostada junto a él, la de sus hijos, abrumados por el cansancio; pero los oía cada vez más hondos, como si una fuerza misteriosa se llevase lejos, muy lejos, la barraca, y él, sin embargo, permaneciese allí, inerte, sin poder moverse por más esfuerzos que intentaba, viendo la cara de Pimentó junto a la suya, sintiendo en su rostro la cálida respiración de su enemigo. ...
En la línea 1082
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y herido en su arrogancia, miraba con aire de reto a Juanón y a los más bravos, llevando preparada la navaja en un bolsillo de la chaqueta, siempre a punto de caer sobre ellos, a la más leve provocación. Para demostrar que no tenía miedo a una gente ansiosa por dar salida a los antiguos rencores contra el vigilante de su trabajo, Rafael intentaba justificar al amo. ...
En la línea 1223
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero los amos de los cortijos protestaban indignados, al ver que se intentaba arrojar sobre ellos todo el peso del peligro. Si no retribuían mejor al bracero, era porque el producto del cortijo no daba para más. ...
En la línea 1451
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y Fermín, con tono zumbón, intentaba consolar a su amigo. Aquella mala racha pasaría. ¡Caprichos de mujeres, que se ponen de morros y fingen enfado para que las quieran más! El día en que menos lo pensase, vería a María de la Luz ir hacia él, diciendo que todo había sido una broma, para poner a prueba su cariño, y que lo quería más que antes. ...
En la línea 1483
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Al salir Rafael, marchó directamente a la calle, temiendo que el amo le viese con los ojos enrojecidos. Fermín asomó la cabeza al cuarto de la juerga, y después de aceptar una copa de Dupont huyó de éste, que intentaba cogerle por las solapas, para que se quedase. ...
En la línea 2538
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Quizás en ninguna parte del mundo abundan los criados tanto como en Madrid; al menos, los individuos dispuestos a ofrecer sus servicios a cambio de la soldada y la comida, aunque de los servicios efectivos que sean capaces de prestar se pueda decir muy poco; pero mi criado tenía que ser de condición poco común, inteligente, activo, capaz, en casos de apuro, de darme un consejo útil; además, valiente, porque se requería, en verdad, cierto valor para seguir a un amo resuelto a explorar la mayor parte de España, y que intentaba viajar sin protección de arrieros y carreteros, en _cabalgaduras_ propias. ...
En la línea 2606
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Temeroso de las graves dificultades con que tropezaría si intentaba difundir, solo y sin ayuda, el Evangelio de Dios por una parte considerable de España, había resuelto Mr. ...
En la línea 3720
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Porque Antonio se quejó de la calidad de algunos de los comestibles que nos servía, empezó a maldecirle violentamente en la lengua del país, única que sabía hablar, y le amenazó, si intentaba producir desorden en la casa, con echarle a la calle a él, a los caballos y a su amo. ...
En la línea 1327
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Desde España, el primer político de la época, que lo veía todo por oculto que estuviese—y lo que no sabía lo adivinaba—, había acabado por presentir la maquinación papal y francesa. Fernando el Católico se indigno al ver que un español convertido en Pontífice intentaba moverse solo, siguiendo una política independiente que podía resultar contraria a la suya. Como era hombre de acciones múltiples y contradictorias, valiéndose a la vez de minas y contraminas, hasta el punto de enmarañar las cosas de tal modo que, finalmente, sólo él conocía el hilo conductor, buscó ponerse de acuerdo en secreto con el rey de Francia para repartirse entre ambos los territorios de Nápoles, si es que la tal partición resultaba inevitable, y envió al mismo tiempo una embajada amenazadora al Papa, pretendiendo asustarlo. ...
En la línea 1737
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... En realidad, hacía esfuerzos sobrehumanos para guardar su aspecto impasible y no desmayarse. Al amparo de él salió del Vaticano toda la familia Borja. Su madre, la Vannoza, había ido a pedirle protección, pues al conocerse la muerte del Pontífice el populacho intentaba asaltar y robar su casa. ...
En la línea 1801
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Hubo un momento en que don Fernando creyó que Gonzalo de Córdoba intentaba traicionarle, apropiándose el reino de Nápoles, y su conocimiento de las cosas de Italia le hizo pensar en el duque de las Romanas como el jefe más idóneo para combatir al Gran Capitán. En aquellos mismos días los partidarios de Felipe el Hermoso proyectaban poner en libertad a César Borgia, considerándolo el mejor caudillo para vencer a Fernando el Católico, si es que estallaba una guerra civil. ...
En la línea 1819
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La armadura colocada con precipitación, tenía algunas piezas sueltas, y uno de los atacantes consiguió meterle un lanzazo por el sobaco, que le hirió de muerte, derribándolo de su corcel. Como aún intentaba defenderse en el suelo, lo remataron a golpes, despojándolo de su envoltura metálica, así como de gran parte de sus ropas valiosas. ...
En la línea 326
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Durante mucho tiempo solo se oyeron estornudos. Hasta el infatigable Gurdilo, que intentó aprovecharse de una ocasión tan propicia para protestar contra el gobierno, no pudo conseguir su propósito. Cada vez que intentaba un apóstrofe oratorio tenía que cortarlo para dar salida a un estornudo. ...
En la línea 374
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Si intentaba ir hacia la capital, o si avanzaba por el lado opuesto mas allá del río, sentiría inmediatamente en su cuello el enroscamiento de uno de aquellos hilos de platino que le amenazaban con la decapitación. Imposible también salir durante la noche, pues los ojos de las bestias aéreas partían incesantemente la sombra con sus cuchillos luminosos. ...
En la línea 1436
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Sonrió el profesor al acordarse de sus preocupaciones pecuniarias algunos días antes, cuando intentaba ayudar a la alimentación del gentleman con sus modestos recursos. ...
En la línea 1465
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Luego pensó que Ra-Ra era una reducción de su persona, y esto le hizo encontrar más lógica la conducta de miss Margaret, o sea de Popito. Pero ¿qué podía hacer el, pobre gigante, para salvarse a si mismo?… Quedó pensativo, mientras la joven, imaginándose que aun intentaba resistirse a sus ruegos, los repetía con una expresión trágicamente desesperada. ...
En la línea 2603
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Otra visita notable fue la de Juan Pablo, a quien llevó su hermano. Doña Lupe y el mayor de los Rubines no se hablaban después de la marimorena que tuvieron al repartir la herencia. Con gran sorpresa de la novia, Juan Pablo estuvo afectuoso con ella. Creeríase que intentaba hacer rabiar a su tía, concediendo su benevolencia a la persona de quien aquella había dicho tantas perrerías. Durante la visita, que no fue breve, sentose Fortunata en el borde de una silla, como una paleta, algo atontada y no sabiendo qué decir para sostener la conversación con un hombre que se expresaba tan bien. Al despedirse, diole Juan Pablo un fuerte apretón de manos, diciéndole que asistiría a la boda. ...
En la línea 2805
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al oír esto, vio Fortunata levantarse en su espíritu la imagen ideal, o más bien, el espectro de su perversidad. Lo que acababa de hacer era de lo que apenas tiene nombre, por lo muy extraordinario y anormal, en el registro de las maldades humanas. El lugar, la ocasión daban a su acto mayor fealdad, y así lo comprendió en un rápido examen de conciencia; pero tenía la antigua y siempre nueva pasión tanto empuje y lozanía, que el espectro huyó sin dejar rastro de sí. Se consideraba Fortunata en aquel caso como ciego mecanismo que recibe impulso de sobrenatural mano. Lo que había hecho, hacíalo, a juicio suyo, por disposición de las misteriosas energías que ordenan las cosas más grandes del universo, la salida del Sol y la caída de los cuerpos graves. Y ni podía dejar de hacerlo, ni discutía lo inevitable, ni intentaba atenuar su responsabilidad, porque esta no la veía muy clara, y aunque la viese, era persona tan firme en su dirección, que no se detenía ante ninguna consecuencia, y se conformaba, tal era su idea, con ir al infierno. ...
En la línea 5379
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Su vida era muy metódica; no se le permitía leer nada, ni él lo intentaba tampoco, y siempre que iba a la calle, doña Lupe le fijaba la hora a que había de volver. Ni una sola vez dejó de entrar a la hora que se le mandaba. Para que tales días se pareciesen más a los de marras, el único gusto del joven era pasear por las calles sin rumbo fijo, a la ventura, observando y pensando. Una diferencia había entre la deambulación pasada y la presente. Aquella era nocturna y tenía algo de sonambulismo o de ideación enfermiza; esta era diurna, y a causa de las buenas condiciones del ambiente solar en que se producía, resultaba más sana y más conforme con la higiene cerebro-espinal. En aquella, la mente trabajaba en la ilusión, fabricando mundos vanos con la espuma que echan de sí las ideas bien batidas; en esta trabajaba en la razón, entreteniéndose en ejercicios de lógica, sentando principios y obteniendo consecuencias con admirable facilidad. En fin, que en la marcha que llevaba el proceso cerebral, le sobrevino el furor de la lógica, y se dice esto así, porque cuando pensaba algo, ponía un verdadero empeño maniático en que fuera pensado en los términos usuales de la más rigurosa dialéctica. Rechazaba de su mente con tenaz repugnancia todo lo que no fuera obra de la razón y del cálculo, no desmintiendo esto ni en las cosas más insignificantes. ...
En la línea 550
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Ya sabía que intentaba asesinarme a traición! ¡Vamos, milord, ábrame paso o me arrojo sobre usted! ...
En la línea 608
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Ya sabía que intentaba asesinarme a traición! ¡Vamos, milord, ábrame paso o me arrojo sobre usted! ...
En la línea 1450
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Ya sé que vino usted ‑respondió‑; ya me lo han dicho… Usted me buscó la bota… ¿Sabe que tiene subyugado a Rasumikhine? Dice que estuvieron ustedes dos en casa de Luisa Ivanovna, aquella a la que usted intentaba defender el otro día. Ya sabe lo que quiero decir. Usted hacía señas al «teniente Pólvora» y él no lo entendía. ¿Se acuerda usted? Sin embargo, no hacía falta ser un lince para comprenderlo. La cosa no podía estar más clara. ...
En la línea 1944
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Lo que más le abochornaba era recordar hasta qué extremo se había mostrado innoble, pues, además de estar ebrio, se había aprovechado de la situación de la muchacha para criticar ante ella, llevado de un sentimiento de celos torpe y mezquino, al hombre que era su prometido, ignorando los lazos de afecto que existían entre ellos y, en realidad, sin saber nada de aquel hombre. Por otra parte, ¿con qué derecho se había permitido juzgarle y quién le había pedido que se erigiera en juez? ¿Acaso una criatura como Avdotia Romanovna podía entregarse a un hombre indigno sólo por el dinero? No, no cabía duda de que Piotr Petrovitch poseía alguna cualidad. ¿El alojamiento? Él no podía saber lo que era aquella casa. Les había buscado hospedaje; por lo tanto, había cumplido su deber. ¡Ah, qué miserable era todo aquello, y qué inadmisible la razón con que intentaba justificarse: su estado de embriaguez! Esta excusa le envilecía más aún. La verdad está en la bebida; por lo tanto, bajo la influencia del alcohol, él había revelado toda la vileza de su corazón deleznable y celoso. ...
En la línea 4750
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Llegó a la plaza del Mercado. Estaba llena de gente. Le molestaba codearse con aquella multitud, sí, le molestaba profundamente, pero no por eso dejaba de dirigirse a los lugares donde la muchedumbre era más compacta. Habría dado cualquier cosa por estar solo, pero, al mismo tiempo, se daba cuenta de que no podría soportar la soledad un solo instante. En medio de la multitud, un borracho se entregaba a las mayores extravagancias: intentaba bailar, pero lo único que conseguía era caer. Los curiosos le habían rodeado. Raskolnikof se abrió paso entre ellos y llegó a la primera fila. Estuvo contemplando un momento al borracho y, de pronto, se echó a reír convulsivamente. Poco después se olvidó de todo. Estuvo aún un momento mirando al hombre bebido y luego se alejó del grupo sin darse cuenta del lugar donde se hallaba. Pero, al llegar al centro de la plaza, le asaltó una sensación que se apoderó de todo su ser. ...
En la línea 778
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Discutían con animación y hasta habían cerrado la puerta…, cosa que nunca hacían. Al acercarme, oí voces, las frases impertinentes y sarcásticas de Des Grieux, las vociferaciones injuriosas de la señorita Blanche y la entonación lamentable del general, que por lo visto intentaba justificarse de algo. ...
En la línea 314
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Pero, al final, la tenacidad de Buck fue recompensada, porque el lobo, al comprender que aquel animal no intentaba hacerle daño, acabó por acercarle el hocico para que se olfateasen el uno al otro. Después se hicieron amigos y estuvieron jugueteando de la forma nerviosa y un poco tímida con que los animales salvajes encubren su ferocidad. Al cabo de un rato, el lobo se puso a andar con paso ligero revelando que se dirigía a alguna parte. Con su actitud dejó claro que Buck había de acompañarlo. Y los dos marcharon de lado en la penumbra por el lecho del riachuelo, rumbo a la garganta donde nacía la corriente, y cruzaron la divisoria de las aguas. ...
En la línea 330
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... A partir de ese momento, día y noche, Buck no abandonó su presa, no le dio un instante de descanso ni le dejó morder las hojas de los árboles o los tiernos brotes de abedules y sauces. Tampoco le dio oportunidad de aplacar la ardiente sed en los exiguos cursos de agua que cruzaban. Muchas veces, desesperado, huía repentinamente a la carrera durante un largo rato. En tales ocasiones, Buck no intentaba detenerlo, sino que lo seguía al trote largo, contento al ver la forma en que se desarrollaba la partida, tumbándose cuando el alce paraba, atacándolo ferozmente cuando trataba de comer o de beber. ...

El Español es una gran familia
Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra h
Reglas relacionadas con los errores de h
Las Reglas Ortográficas de la H
Regla 1 de la H Se escribe con h todos los tiempos de los verbos que la llevan en sus infinitivos. Observa estas formas verbales: has, hay, habría, hubiera, han, he (el verbo haber), haces, hago, hace (del verbo hacer), hablar, hablemos (del verbo hablar).
Regla 2 de la H Se escriben con h las palabras que empiezan con la sílaba hum- seguida de vocal. Observa estas palabras: humanos, humano.
Se escriben con h las palabras que empiezan por hue-. Por ejemplo: huevo, hueco.
Regla 3 de la H Se escriben con h las palabra que empiezan por hidro- `agua', hiper- `superioridad', o `exceso', hipo `debajo de' o `escasez de'. Por ejemplo: hidrografía, hipertensión, hipotensión.
Regla 4 de la H Se escriben con h las palabras que empiezan por hecto- `ciento', hepta- `siete', hexa- `seis', hemi- `medio', homo- `igual', hemat- `sangre', que a veces adopta las formas hem-, hemo-, y hema-, helio-`sol'. Por ejemplo: hectómetro, heptasílaba, hexámetro, hemisferio, homónimo, hemorragia, helioscopio.
Regla 5 de la H Los derivados de palabras que llevan h también se escriben con dicha letra.
Por ejemplo: habilidad, habilitado e inhábil (derivados de hábil).
Excepciones: - óvulo, ovario, oval... (de huevo)
- oquedad (de hueco)
- orfandad, orfanato (de huérfano)
- osario, óseo, osificar, osamenta (de hueso)
Más información sobre la palabra Intentaba en internet
Intentaba en la RAE.
Intentaba en Word Reference.
Intentaba en la wikipedia.
Sinonimos de Intentaba.
Palabras parecidas a intentaba
La palabra escandalizadas
La palabra pestes
La palabra pasmosa
La palabra verdadera
La palabra conducido
La palabra contado
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