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La palabra garraz
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Comó se escribe garraz o garras?

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Más información sobre la palabra Garras en internet

Garras en la RAE.
Garras en Word Reference.
Garras en la wikipedia.
Sinonimos de Garras.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Garras

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Algunas Frases de libros en las que aparece garras

La palabra garras puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1329
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Güeno; pues que el hermano se meta las manos donde le quepan. Ande suelta la lengua too lo que quieras; pero si sacas las garras, niño, encárgate otra cara, porque esa te la eshago de un revés. ...

En la línea 4806
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Soy Flinter el irlandés y acabo de escaparme de las garras de don Carlos en las Provincias Vascongadas. ...

En la línea 4688
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Lloraba Sancho la muerte de su señor, que aquella vez sin duda creía que llegaba en las garras de los leones; maldecía su ventura, y llamaba menguada la hora en que le vino al pensamiento volver a servirle; pero no por llorar y lamentarse dejaba de aporrear al rucio para que se alejase del carro. ...

En la línea 5673
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Luego el Demonio, sin apearse, encaminando la vista a don Quijote, dijo: -A ti, el Caballero de los Leones (que entre las garras dellos te vea yo), me envía el desgraciado pero valiente caballero Montesinos, mandándome que de su parte te diga que le esperes en el mismo lugar que te topare, a causa que trae consigo a la que llaman Dulcinea del Toboso, con orden de darte la que es menester para desencantarla. ...

En la línea 6024
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Prosiguió, pues, don Quijote, y dijo: -En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel escremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero: puerco y extraordinario abuso. ...

En la línea 6183
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... ¡Bonita es la niña! ¡Otros gatos me han de echar a las barbas, que no este desventurado y asqueroso! ¡Tenazas y martillos, mazos y escoplos no serán bastantes a sacármela de las uñas, ni aun garras de leones: antes el ánima de en mitad en mitad de las carnes! -Ella tiene razón -dijo el hombre-, y yo me doy por rendido y sin fuerzas, y confieso que las mías no son bastantes para quitársela, y déjola. ...

En la línea 1023
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... bita este animal las comarcas más diversas; lo mismo se le encuentra en los bosques ecuatoriales y en los desiertos de la Patagonia que bajo las latitudes (53 y 540) frías y húmedas de la Tierra del Fuego. observado huellas suyas en la cordillera de Chile central en una altitud de más de 10.000 pies. la provincia de la Plata se alimenta el puma, en primer término, de ciervos, avestruces, de liebres (viscachas) y otros pequeños cuadrúpedos, rara vez ataca a los bueyes y caballos, y con menos frecuencia al hombre. Chile, por el contrario, destruye muchos potros y terneros, quizá por la escasez de los cuadrúpedos menores; y he sabido que durante mi estancia habían matado a dos hombres y a una mujer. asegura que el puma mata siempre su presa saltándole a los hombros y tirando hacia sí con una de sus garras de la cabeza de la víctima hasta que se rompe o disloca la columna vertebral; y en Patagonia he visto esqueletos de guanacos con el cuello dislocado en esa forma. ...

En la línea 1221
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... a se oye el ladrido del guid-guid, ora el huitreu del cheucan, ora también el grito del reyezuelo negro de la Tierra del Fuego; el trepador (Oxyurus) acompaña con sus silbidos a todo el que se atreve a penetrar en la selva; de vez en cuando se ve pasar el pájaro-mosca como un relámpago; salta de un lado a otro como un insecto y deja oír su canto agudo; por 2 Se dice que algunos pájaros de presa llevan a sus nidos las víctimas todavía vivas. es cierto, podrá suceder que alguna vez hayan logrado salir algunos de las garras de los pájaros jóvenes. recurriendo a causas de esta naturaleza puede explicarse la presenecia de estos pequeños roedores en islas tan distantes entre sí. ...

En la línea 2118
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Es peculiar de este archipiélago un género muy notable de lagarto, el Amblyrhynchus, del cual hay dos especies que se parecen mucho, aunque una es terrestre y la otra acuática Esta última (Amblyrhynchus cristatus) fue descrita por primera vez por Mister Bell, el cual viendo su cabeza ancha y corta y sus fuertes garras de igual longitud, predijo que sus costumbres deberían ser muy originales y diferir mucho de las de su pariente más próximo, la iguana ...

En la línea 2124
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... s miembros y sus poderosas garras están perfectamente dispuestos para arrastrarse por las masas de lava rugosa y llena de fisuras que forman estas costas ...

En la línea 13426
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... El Magistral iba presidiendo el duelo de familia: no era pariente del difunto, pero le había sacado de las garras del Demonio, según Glocester, que se quedó en la sala capitular murmurando. ...

En la línea 869
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «¡Qué horror!… ¡Ah!, tunantes… ¡Bendito Dios!, ¡cómo le han puesto!… Anda, ¡que apañado estás!… ». Las vecinas se enracimaban en las puertas riendo y alborotando. Jacinta estaba atónita y apenada. Pasáronle por la mente ideas extrañas; la mancha del pecado era tal, que aun a la misma inocencia extendía su sombra; y el maldito se reía detrás de su infernal careta, gozoso de ver que todos se ocupaban de él, aunque fuera para escarnecerle. Nicarona dejó sus pinturas para correr detrás de los bergantes y de la zancuda, que también debía de tener alguna parte en aquel desaguisado. La osadía del negrito no conocía límites, y extendió sus manos pringadas hacia aquella señora tan maja que le miraba tanto. «Quita allá, demonio… quita allá esas manos» le gritaron. Viendo que no le dejaban tocar a nadie, y que su facha causaba risa, el chico daba patadas en medio del corro, sacando la lengua y presentando sus diez dedos como garras. De este modo tenía, a su parecer, el aspecto de un bicho muy malo que se comía a la gente, o por lo menos que se la quería comer. ...

En la línea 2048
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Durante todo el almuerzo hablaron del servicio, y a cada cosa que decían miraban a Maximiliano como impetrando su asentimiento. El joven observó que su hermano estaba serio con él, pero aquella seriedad indicaba que le reconocía hombre, pues hasta entonces le trató siempre como a un niño. El estudiante esperaba burlas, que era lo que más temía, o una reprimenda paternal. Ni una cosa ni otra se apuntaba en el lenguaje indiferente y frío de Juan Pablo. Este, después de almorzar, sintiose amagado de la jaqueca y se echó de muy mal humor en su cama. Toda la tarde y parte de la noche estuvo entre las garras de aquella desazón más molesta que grave. No eran sus ataques tan penosos como los de Maximiliano, y generalmente le era fácil anegar el dolor hemicráneo en la onda del sueño. Ya sabía que el cansancio de los viajes consecutivos le producía el ataque, y que este se pasaba en la noche mas no por esto lo llevaba con paciencia. Renegando de su suerte estuvo hasta muy tarde, y al fin descansó con sosegado sueño. ...

En la línea 5460
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al llegar a la calle del Ave María, Rubín se pasó a la acera de los impares y se puso en acecho en la esquina de la calle de San Simón, en la sombra. Detuviéronse: Aurora parecía decir a su galán que no siguiese más. Era prudente esta indicación, y el galán se despidió apretándole la mano. Maxi le miró subir hacia la calle de la Magdalena, y sentía deseos de gritar e írsele encima: «Ratero de mi honor y de todos los honores… ahora las vas a pagar todas juntas». Creía que se le afilaban las uñas haciéndosele como garras de tigre. En un tris estuvo que Maxi diese el salto y cayese sobre la presa. La lógica le salvó. «Soy mucho más débil, y me destrozará… Un revólver, un rifle es lo que yo necesito». ...

En la línea 5687
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Bofetada más sonora y tremenda no se ha dado nunca. Todas las ofícialas corrieron espantadas al auxilio de su jefe; pero por pronto que acudieron, no fue posible impedir que Fortunata, empuñando su llave con la mano derecha, le descargase a la otra un martillazo en la frente; y después, con indecible rapidez y coraje, le echó ambas manos al moño y tiró con toda su fuerza. Los chillidos de Aurora se oían desde la calle. Las dos señoras aquellas salieron a la escalera pidiendo socorro. Gracias que las oficialas sujetaron a la fiera en el momento en que clavaba sus garras en el pelo de la víctima, que si no, allí da cuenta de ella. Sujetada por tantas manos, Fortunata hizo esfuerzos por desasirse y seguir la gresca; pero al fin el número, que no el valor, venció su increíble pujanza. A una de las modistillas la tiró patas arriba de una manotada; a otra le puso un ojo como un tomate. Dando resoplidos, lívida y sudorosa, los ojos despidiendo llamas, Fortunata continuaba con su lengua la trágica obra que sus manos no podían realizar. «Eso para que vuelvas, so tunanta, a meter tus dedos en el plato ajeno… Embustera, timadora, comedianta, que eres capaz de engañar al Verbo Divino. ¡Lástima de agua del bautismo la que te echaron! Tramposa, chalana… Te pateo la cara aunque me deshonre las suelas de las botas». ...

En la línea 1015
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... En la mañana que siguió a aquel combate, Hugo se levantó con el corazón lleno de deseos de venganza contra el rey. En especial tenía dos planes. Uno de ellos consistía en infligir una humillación singular al altivo espíritu y a la 'imaginaria' realeza de aquel muchacho y, de no lograrlo, su otro plan era imputar al rey un crimen de cualquier género, y entregarlo a las implacables garras de la justicia. Prosiguiendo su primer plan, pensó poner un 'clima' en la pierna del rey juzgando, con razón, que le mortificaría en alto grado, y en cuanto el 'clima' surtiera su efecto, se proponía conseguir la ayuda de Canty y obligar al rey a exponer la pierna en un camino y pedir limosna. 'Clima' era la palabra usada por los ladrones para designar a una fingida llaga. Para producirla, se hacía una pasta o cataplasma de cal viva, jabón y orín de hierro viejo y se extendía sobre un pedazo de cuero, que después se sujetaba fuertemente a la pierna. Esto desprendía muy pronto la piel y dejaba la carne viva y muy irritada. Luego frotaban sangre sobre el sitio, la cual, al secarse, tomaba un color oscuro y repulsivo, y por último ponían un vendaje de trapos manchados, con mucho ingenio para que asomara la repugnante úlcera, y despertar la compasión de los transeúntes. ...

En la línea 1019
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Hugo no cabía en sí de gozo. Ya había tratado de hacer que Eduardo robara, sin conseguirlo, pero ahora ya quedaba todo arreglado, porque, como es natural, no se atrevería el rey ni por sueños a desobedecer una orden terminante emanada del jefe. Así planeó una incursión para aquella misma noche, con el propósito de hacer caer al niño en las garras de la ley, y, de lograrlo, con tan ingeniosa estratagema, que pareciese cosa accidental y no intencionada, porque el Rey de los Gallos de Pelea era ya popular, y la partida no habría de tratar con excesiva dulzura a un individuo antipático que les hiciese tan grave traición como la de entregarlo al enemigo común, que era la justicia. ...

En la línea 1200
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Os he prevenido y debo preveniros una vez más que os vayáis de de aquí. De lo contrario, ese hombre os perderá. Es un tirano que no conoce la compasión. Yo, que soy su esclava encadenada, lo sé muy bien. El pobre Miles, y Arturo, y mi querido tutor sir Ricardo están libres de él y reposan. Más os valdría estar con ellos que quedaron aquí, en las garras de ese malvado. Vuestras pretensiones son una amenaza para su título y sus bienes. Le habéis agredido en su propia casa y estáis perdido si os quedáis. No vaciléis. Si os falta dinero, tomad esta bolsa que os ofrezco, y sobornad a los criados para que os dejen salir. ¡Oh! Escuchad mi aviso, infeliz, y escapaos mientras estáis a tiempo. ...

En la línea 454
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... El oficial, que lo precedía unos diez pasos, al oírlo acercarse apuntó rápidamente el fusil e hizo fuego sobre el tigre, que estaba al pie de un gran árbol, con las pupilas contraídas, abiertas las poderosas garras y dispuesto a lanzarse sobre cualquiera. ...

En la línea 1558
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... La pantera no pudo sostenerse y cayó al agua. Pero apenas había caído, volvió a lanzarse sobre la rama y de ahí se arrojó sobre el mono, incrustándole las garras en los hombros y en las costillas. ...

En la línea 272
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... El Eldorado arrojó a sus parroquianos a la calle para presenciar la prueba. Las mesas quedaron desiertas, y los traficantes y los cazadores se acer caron a ver el resultado de la apuesta y a hacer las suyas. Varios centenares de hombres, con abrigo y guantes de piel, rodearon el trineo a prudente distancia. El trineo de Matthewson, cargado con quinientos kilos de harina, llevaba un par de horas detenido, y bajo el intenso frío (más de quince grados bajo cero), los patines congelados se habían incrustado en la nieve compacta. Hubo apuestas de dos contra uno a que Buck no lograría moverlo. Se inició una discusión acerca del término «arrancar». OTrien sostuvo que Thornton tenía derecho a liberar los patines para que Buck «arrancara» el trineo. Matthewson insistió en que «arrancar» incluía liberar los patines de las heladas garras de la nieve. La mayoría de los que habían sido testigos de la apuesta inicial se pusieron a favor de Matthewson, con lo cual las apuestas subieron en contra de Buck a razón de tres a uno. ...


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Reglas relacionadas con los errores de s;z

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.

Las Reglas Ortográficas de la Z

Se escribe z y no c delante de a, o y u.

Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.

Ejemplos: pedazo, terraza

Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.

Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez

La X y la S


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;z


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