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La palabra janado
Cómo se escribe

Comó se escribe janado o ganado?

Cual es errónea Ganado o Janado?

La palabra correcta es Ganado. Sin Embargo Janado se trata de un error ortográfico.

El Error ortográfico detectado en el termino janado es que hay un Intercambio de las letras j;g con respecto la palabra correcta la palabra ganado


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece ganado

La palabra ganado puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 567
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Bien se lo había ganado. ...

En la línea 1258
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Todos sabían que llegando el viejo con su ganado había un par de horas de asueto. ...

En la línea 233
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El señor Fermín, influido por sus antiguos respetos a las jerarquías históricas, admiraba a aquel noble y alegre vividor. Estaba devorando los últimos restos de la gran fortuna de su familia, y había influido en el casamiento de su hermana con Dupont, para tener así un refugio cuando le llegase la hora de la total ruina. Su nobleza era de lo más antiguo de Jerez. El pendón de las Navas de Tolosa que sacaban con gran pompa de la casa municipal en determinadas fiestas, lo había ganado a golpes de hacha uno de sus ascendientes. Su título de marqués llevaba el nombre del santo patrón de la ciudad. En su estirpe figuraban toda clase de glorias: amigos de monarcas; Adelantados que infundían miedo a la morisma; virreyes de las Indias, santos arzobispos, almirantes de las galeras reales; pero el alegre marqués daba de barato tantos honores y tan preclaros ascendientes, pensando que hubiera sido mejor para él poseer una fortuna como la de su cuñado Dupont, aunque sin las obligaciones y trabajos de éste. Vivía en un caserón señorial, último resto de una fortaleza sarracena, restaurada y transformada por sus abuelos. En los salones, casi vacíos, sólo quedaban como recuerdos del antiguo esplendor algunos tapices astrosos, cuadros negruzcos con santos ensangrentados en posturas horripilantes, sillerías de estilo Imperio con la seda deshilachada; todo lo que no habían querido los corredores de antigüedades de Sevilla, a los que llamaba el marqués en sus momentos de apuro. Lo demás, trípticos y tablas, espadas y armaduras de los Torreroel de la Reconquista, las riquezas exóticas traídas de las Indias por los virreyes, y los regalos que varios monarcas de Europa habían hecho a sus abuelos, embajadores que dejaron en las cortes más famosas el recuerdo de su fastuosidad principesca, todo había ido desapareciendo después de noches terribles en que la fortuna le volvía la espalda en la mesa de juego, consolándose de su desgracia con _juergas_ estruendosas, de las que hablaba Jerez durante mucho tiempo. ...

En la línea 252
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pensaba con orgullo en los millones que tendrían sus hijos, y al mismo tiempo despreciaba a los que los habían amasado. Recordaba mentalmente con cierta vergüenza el origen de los Dupont, del que hablaban los más viejos de Jerez al comentar su escandalosa fortuna. El primero de la dinastía llegaba a la ciudad a principios del siglo, como un pordiosero, para entrar al servicio de otro francés que había establecido una bodega. Durante la guerra de la Independencia, el amo huía por miedo a las cóleras populares, dejando toda su fortuna confiada al compatriota, que era su servidor de confianza, y éste, en fuerza de dar gritos contra su país y vitorear a Fernando VII, conseguía que le respetasen y hacía prosperar los negocios de la bodega, que se acostumbraba a considerar como suya. Cuando, terminada la guerra, volvía el verdadero dueño, Dupont se negaba a reconocerle, alegándose a sí mismo, para tranquilidad de la conciencia, que bien había ganado la propiedad de la casa haciendo frente al peligro. Y el confiado francés, enfermo y agobiado por la traición, desaparecía para siempre. ...

En la línea 367
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... _Zarandilla_ descolgaba la escopeta del arzón, arma que más de una vez tenía que echarse a la cara el aperador para imponer respeto a los arrieros que bajaban carbón de la sierra y al detenerse al borde del camino, soltaban a pacer sus bestias en los _manchones_, tierras sin cultivar reservadas para el ganado del cortijo cuando no estaba en la dehesa. Después recogía la _chivata_ caída en el suelo, una larga pértiga de acebuche, que el jinete llevaba atravesada en la silla, para arrear a las reses que encontraba dentro de los sembrados. ...

En la línea 378
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Al volver de sus viajes, Rafael hablaba con cierta admiración del yegüero y de los _veladores_ a sus órdenes que cuidaban el ganado durante la noche. Eran hombres de una honradez primitiva, con el espíritu petrificado por la soledad y la monotonía de su existencia. ...

En la línea 154
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Justamente las grandes y arraigadas simpatías que don Ángel se había ganado en todo Laguna y sus parroquias rurales nacían de esta atmósfera de vida, robustez, apetito y sosiego que rodeaba a nuestro hombre. ...

En la línea 156
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Si algún lector supone que esto es inverosímil, recordando que don Ángel vestía de negro y enseñaba apenas un centímetro de cuello de camisa, y esto poco no muy blanco, a ese lector le diré con buenos modos que, por culpa de su indiscreta advertencia, tengo que declarar lo siguiente: que la limpieza material no había sido una de las virtudes cívicas por las cuales había ganado la ciudad años atrás el título de heroica y muy leal: los lagunenses, que cuando eran alcaldes o barrenderos no barrían bien las calles, y que fuesen lo que fuesen las ensuciaban sin escrúpulo, no tenían clara conciencia de que Mahoma había obrado como un sabio, imponiendo a sus creyentes el deber de lavarse tantas veces. ...

En la línea 881
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... En efecto, la suerte cambiaba, y como el rey empezaba a perder lo que había ganado, no era difícil encontrar un pretexto para hacer - perdónesenos esta expresión de jugador, cuyo origen, lo confesa mos, lo desconocemos-para hacer el carlomagno. ...

En la línea 1759
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Las que eran ricas daban además una parte de su dinero, y se podría citar un buen número de héroes de esa galante época que no hubieran ganado ni sus espuelas primero, ni sus batallas luego, sin la bolsa más o menos provista que su amante ataba al arzón de su silla. ...

En la línea 2711
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Al salir del convento entró en la magistratura, se convirtió en presi dente con birrete en el puesto de su tío, abrazó el partido del cardenal, cosa que no probaba poca sagacidad; se hizo canciller, sirvió a su emi nencia con celo en su odio contra la reina madre y en su venganza contra Ana de Austria; estimuló a los jueces en el asunto de Chalais, alentó los ensayos del señor de Laffemas, gran ahorcador de Francia; finalmente, investido de toda la confianza del cardenal, confianza que tan bien se había ganado, vino a recibir la singular comisión para cuya eje cución se presentaba en el aposento de la reina. ...

En la línea 2909
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... El terror había ganado a la pobre muchacha hasta el punto de que no había dejado de andar desde Paris hasta Bourgogne, su país natal. ...

En la línea 1670
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Con todo, he tenido buena suerte; en ocasiones, una suerte extraordinaria, y he ganado más que muchos otros entregados por completo al comercio y que se matan a trabajar. ...

En la línea 1878
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Difícil sería decir por qué le hicieron ministro de Marina, ya que España no tiene ninguna; acaso lo fué por su dominio del inglés, idioma que hablaba y escribía tan bien como el suyo propio, habiéndose ganado la vida durante su estancia en Inglaterra, principalmente, escribiendo artículos para los periódicos y revistas; ocupación muy honrosa, pero que pocos de los extranjeros desterrados en Inglaterra son capaces de desempeñar. ...

En la línea 1972
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Mendizábal y los liberales le han ganado a usted por la mano. ...

En la línea 2903
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Hemos vivido juntos y muy unidos, como buenos _Caloré_; hemos ganado dinero. ...

En la línea 466
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Respondióles Sancho que aquello le tocaba a él ligítimamente, como despojos de la batalla que su señor don Quijote había ganado. ...

En la línea 520
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Viendo, pues, ya acabada la pendencia, y que su amo volvía a subir sobre Rocinante, llegó a tenerle el estribo; y antes que subiese se hincó de rodillas delante dél, y, asiéndole de la mano, se la besó y le dijo: -Sea vuestra merced servido, señor don Quijote mío, de darme el gobierno de la ínsula que en esta rigurosa pendencia se ha ganado; que, por grande que sea, yo me siento con fuerzas de saberla gobernar tal y tan bien como otro que haya gobernado ínsulas en el mundo. ...

En la línea 640
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Ya en este tiempo era muerto el padre de nuestro Grisóstomo, y él quedó heredado en mucha cantidad de hacienda, ansí en muebles como en raíces, y en no pequeña cantidad de ganado, mayor y menor, y en gran cantidad de dineros; de todo lo cual quedó el mozo señor desoluto, y en verdad que todo lo merecía, que era muy buen compañero y caritativo y amigo de los buenos, y tenía una cara como una bendición. ...

En la línea 658
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pero hételo aquí, cuando no me cato, que remanece un día la melindrosa Marcela hecha pastora; y, sin ser parte su tío ni todos los del pueblo, que se lo desaconsejaban, dio en irse al campo con las demás zagalas del lugar, y dio en guardar su mesmo ganado. ...

En la línea 135
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Está construida como todas las de este país, cruzándose las calles en ángulo recto y con una gran plaza en el centro, cuya extensión hace resaltar aún más el escaso número de habitantes. Apenas hay algo de comercio; las exportaciones se limitan a algunas pieles y algunas cabezas de ganado vivo. La población se compone principalmente de propietarios, algunos tenderos y los artesanos necesarios, tales como herreros y carpinteros, que ejecutan todos los trabajos en un radio de 50 millas. La población está separada del río por una hilera de colinas de arena como de una milla de anchura (1.609 metros); la rodea por las otras partes una planicie ligeramente ondulada y cubierta por una capa uniforme de hermoso césped, el cual ramonean innumerables rebaños de ganado vacuno, lanar y caballar. Hay muy pocas tierras cultivadas, hasta en los alrededores más próximos a la población. Algunos setos de cactus y de agaves indican los sitios donde se ha sembrado un poco de trigo o de maíz. El terreno conserva el mismo carácter en casi toda la extensión de la margen septentrional del Plata; la única diferencia consiste quizá en que las colinas de granito son aquí un poco más elevadas. ...

En la línea 135
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Está construida como todas las de este país, cruzándose las calles en ángulo recto y con una gran plaza en el centro, cuya extensión hace resaltar aún más el escaso número de habitantes. Apenas hay algo de comercio; las exportaciones se limitan a algunas pieles y algunas cabezas de ganado vivo. La población se compone principalmente de propietarios, algunos tenderos y los artesanos necesarios, tales como herreros y carpinteros, que ejecutan todos los trabajos en un radio de 50 millas. La población está separada del río por una hilera de colinas de arena como de una milla de anchura (1.609 metros); la rodea por las otras partes una planicie ligeramente ondulada y cubierta por una capa uniforme de hermoso césped, el cual ramonean innumerables rebaños de ganado vacuno, lanar y caballar. Hay muy pocas tierras cultivadas, hasta en los alrededores más próximos a la población. Algunos setos de cactus y de agaves indican los sitios donde se ha sembrado un poco de trigo o de maíz. El terreno conserva el mismo carácter en casi toda la extensión de la margen septentrional del Plata; la única diferencia consiste quizá en que las colinas de granito son aquí un poco más elevadas. ...

En la línea 139
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Pasamos la primera noche en una casita de campo aislada. Noto allí bien pronto que poseo dos o tres objetos (y sobre todo una brújula de bolsillo) que producen el más extraordinario asombro. En todas las casas me piden que enseñe la brújula e indique en un mapa la dirección de diferentes ciudades. Produce la más intensa admiración el que yo, un extranjero, pueda indicar el camino (porque camino y dirección son dos voces sinónimas en este país llano), para dirigirse a tal o cual punto donde jamás estuve. En una casa, una mujer joven y enferma en cama, hace que me rueguen ir a enseñarla la famosa brújula. Si grande es su sorpresa, aún es mayor la mía al ver tanta ignorancia entre gentes dueñas de miles de cabezas de ganado y de estancias de grandísima extensión. Sólo puede explicarse esta ignorancia por la escasez de visitas de forasteros en este remoto rincón. Me preguntan si es la tierra o el sol quien se mueve, si en el norte hace más calor o más frío, dónde está España y otra multitud de cosas por el estilo. Casi todos los habitantes tienen una vaga idea de que Inglaterra, Londres y América del Norte son tres nombres diferentes de un mismo lugar; los más instruidos saben que Londres y la América del Norte son países separados, aunque muy cerca uno de otro, y que Inglaterra ¡es una gran ciudad que está en Londres! Llevaba conmigo algunas cerillas químicas, y las encendía con los dientes. No tenía límites el asombro, a la vista de un hombre que producía fuego con los dientes; así es que acostumbraba a reunirse toda la familia para presenciar ese espectáculo. Un día me ofrecieron un peso por una sola cerilla. En el pueblecillo de Las Minas me vieron jabonarme, lo cual dio margen a comentarios sin cuento; uno de los principales negociantes me interrogó con cuidado acerca de esta práctica tan singular; preguntóme también por qué a bordo llevábamos barba, pues había oído decir a nuestro guía que entonces gastábamos barba. ...

En la línea 205
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Un hombre que vivía en una de esas «estancias» cuando uno de los ataques, me refirió cómo habían pasado las cosas. Prevenidos con tiempo los habitantes, pudieron meter todo el ganado vacuno y caballar en el corral1 que rodeaba la casa y montar algunos cañoncitos. Los indios (araucanos de Chile meridional), en número de varios centenares, y perfectamente disciplinados, aparecieron bien pronto sobre una colina próxima, divididos en dos columnas; apeáronse de los caballos, se quitaron los mantos de pieles y avanzaron desnudos por completo en son de ataque. La única arma de un indio consiste en un bambú (chuzo) muy largo, adornado con plumas de avestruz y terminado por una punta de lanza muy acerada. Mi acompañante aún parecía sentir profundo terror al recordar aquellos sucesos. Así que llegó cerca de la estancia, el cacique Pincheira intimó a los sitiados a la rendición, amenazándoles, de lo contrario, con la muerte. Como en todas las circunstancias hubiera sido ese el resultado de la entrada de los indios, respondióseles con una descarga de fusilería. Los indios, sin asustarse, se aproximaron a la empalizada del corral; pero, con gran sorpresa suya, advirtieron que las estacas estaban clavadas unas a otras, en vez de estar atadas con tiras de cuero como de costumbre, y en vano intentaron abrir brecha con los cuchillos. ...

En la línea 270
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Horas y horas, hasta el crepúsculo, pasaba soñando despierto, en una cumbre, oyendo las esquilas del ganado esparcido por el cueto ¿y qué soñaba? que allá, allá abajo, en el ancho mundo, muy lejos, había una ciudad inmensa, como cien veces el lugar de Tarsa, y más; aquella ciudad se llamaba Vetusta, era mucho mayor que San Gil de la Llana, la cabeza del partido, que él tampoco había visto. ...

En la línea 2280
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Cuando, ya cerca de la noche, mientras subían cuestas que el ganado tomaba al paso, el nuevo Presidente de Sala le preguntaba si era él por su ventura el primer hombre a quien había querido, Ana inclinaba la cabeza y decía con una melancolía que le sonaba al marido a voluptuoso abandono: —Sí, sí, el primero, el único. ...

En la línea 3042
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En casa de Vegallana había ganado sus más heroicas victorias de amor. ...

En la línea 5251
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Había estudiado poco, pero había ganado mucho. ...

En la línea 354
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fortunata no tenía educación; aquella boca tan linda se comía muchas letras y otras las equivocaba. Decía indilugencias, golver, asín. Pasó su niñez cuidando el ganado. ¿Sabes lo que es el ganado? Las gallinas. Después criaba los palomos a sus pechos. Como los palomos no comen sino del pico de la madre, Fortunata se los metía en el seno, ¡y si vieras tú qué seno tan bonito!, sólo que tenía muchos rasguños que le hacían los palomos con los garfios de sus patas. Después cogía en la boca un buche de agua y algunos granos de algarroba, y metiéndose el pico en la boca… les daba de comer… Era la paloma madre de los tiernos pichoncitos… Luego les daba su calor natural… les arrullaba, les hacía rorrooó… les cantaba canciones de nodriza… ¡Pobre Fortunata, pobre Pitusa!… ¿Te he dicho que la llamaban la Pitusa? ¿No?… pues te lo digo ahora. Que conste… Yo la perdí… sí… que conste también; es preciso que cada cual cargue con su responsabilidad… Yo la perdí, la engañé, le dije mil mentiras, le hice creer que me iba a casar con ella. ¿Has visto?… ¡Si seré pillín!… Déjame que me ría un poco… Sí, todas las papas que yo le decía, se las tragaba… El pueblo es muy inocente, es tonto de remate, todo se lo cree con tal que se lo digan con palabras finas… La engañé, le garfiñé su honor, y tan tranquilo. Los hombres, digo, los señoritos, somos unos miserables; creemos que el honor de las hijas del pueblo es cosa de juego… No me pongas esa cara, vida mía. Comprendo que tienes razón; soy un infame, merezco tu desprecio; porque… lo que tú dirás, una mujer es siempre una criatura de Dios, ¿verdad?… y yo, después que me divertí con ella, la dejé abandonada en medio de las calles… justo… su destino es el destino de las perras… Di que sí». ...

En la línea 354
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fortunata no tenía educación; aquella boca tan linda se comía muchas letras y otras las equivocaba. Decía indilugencias, golver, asín. Pasó su niñez cuidando el ganado. ¿Sabes lo que es el ganado? Las gallinas. Después criaba los palomos a sus pechos. Como los palomos no comen sino del pico de la madre, Fortunata se los metía en el seno, ¡y si vieras tú qué seno tan bonito!, sólo que tenía muchos rasguños que le hacían los palomos con los garfios de sus patas. Después cogía en la boca un buche de agua y algunos granos de algarroba, y metiéndose el pico en la boca… les daba de comer… Era la paloma madre de los tiernos pichoncitos… Luego les daba su calor natural… les arrullaba, les hacía rorrooó… les cantaba canciones de nodriza… ¡Pobre Fortunata, pobre Pitusa!… ¿Te he dicho que la llamaban la Pitusa? ¿No?… pues te lo digo ahora. Que conste… Yo la perdí… sí… que conste también; es preciso que cada cual cargue con su responsabilidad… Yo la perdí, la engañé, le dije mil mentiras, le hice creer que me iba a casar con ella. ¿Has visto?… ¡Si seré pillín!… Déjame que me ría un poco… Sí, todas las papas que yo le decía, se las tragaba… El pueblo es muy inocente, es tonto de remate, todo se lo cree con tal que se lo digan con palabras finas… La engañé, le garfiñé su honor, y tan tranquilo. Los hombres, digo, los señoritos, somos unos miserables; creemos que el honor de las hijas del pueblo es cosa de juego… No me pongas esa cara, vida mía. Comprendo que tienes razón; soy un infame, merezco tu desprecio; porque… lo que tú dirás, una mujer es siempre una criatura de Dios, ¿verdad?… y yo, después que me divertí con ella, la dejé abandonada en medio de las calles… justo… su destino es el destino de las perras… Di que sí». ...

En la línea 595
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Porque Juan era la inconsecuencia misma. En los tiempos de Prim, manifestose entusiasta por la candidatura del duque de Montpensier. «Es el hombre que conviene, desengañaos, un hombre que lleva al dedillo las cuentas de su casa, un modelo de padre de familia». Vino D. Amadeo, y el Delfín se hizo tan republicano que daba miedo oírle. «La Monarquía es imposible; hay que convencerse de ello. Dicen que el país no está preparado para la República; pues que lo preparen. Es como si se pretendiera que un hombre supiera nadar sin decidirse a entrar en el agua. No hay más remedio que pasar algún mal trago… La desgracia enseña… y si no, vean esa Francia, esa prosperidad, esa inteligencia, ese patriotismo… esa manera de pagar los cinco mil millones… ». Pues señor, vino el 11 de Febrero y al principio le pareció a Juan que todo iba a qué quieres boca. «Es admirable. La Europa está atónita. Digan lo que quieran, el pueblo español tiene un gran sentido». Pero a los dos meses, las ideas pesimistas habían ganado ya por completo su ánimo. «Esto es una pillería, esto es una vergüenza. Cada país tiene el Gobierno que merece, y aquí no puede gobernar más que un hombre que esté siempre con una estaca en la mano». Por gradaciones lentas, Juanito llegó a defender con calor la idea alfonsina. «Por Dios, hijo—decía D. Baldomero con inocencia—, si eso no puede ser» y sacaba a relucir los jamases de Prim. Poníase Barbarita de parte del desterrado príncipe, y como el sentimiento tiene tanta parte en la suerte de los pueblos, todas las mujeres apoyaban al príncipe y le defendían con argumentos sacados del corazón. Jacinta dejaba muy atrás a las más entusiastas por D. Alfonso. «¡Es un niño!»… Y no daba más razón. ...

En la línea 610
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Cuando salieron las dos damas, Santa Cruz pensó un ratito en su mujer, formulando un panegírico mental. ¡Qué ángel! Todavía no había acabado él de cometer una falta, y ya estaba ella perdonándosela. En los días precursores del catarro, hallábase mi hombre en una de aquellas etapas o mareas de su inconstante naturaleza, las cuales, alejándole de las aventuras, le aproximaban a su mujer. Las personas más hechas a la vida ilegal sienten en ocasiones vivo anhelo de ponerse bajo la ley por poco tiempo. La ley las tienta como puede tentar el capricho. Cuando Juan se hallaba en esta situación, llegaba hasta desear permanecer en ella; aún más, llegaba a creer que seguiría. Y la Delfina estaba contenta. «Otra vez ganado—pensaba—. ¡Si la buena durara!… ¡si yo pudiera ganarle de una vez para siempre y derrotar en toda la línea a las cantonales… !». ...

En la línea 913
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El alto seto le ocultó muy pronto a la vista de la casa; y entonces, bajo la excitación de un terrible espanto, apeló el niño a todas sus fuerzas y se encaminó corriendo a un bosque lejano. No volvió atrás la vista hasta que casi hubo ganado el refugio del bosque, y, entonces, divisó a lo lejos dos figuras. No necesitó más. No se detuvo el rey a examinarlas acuciosamente, sino que siguió corriendo, sin aminorar el paso hasta que estuvo muy adentro en la oscuridad crepuscular del bosque. Entonces se detuvo, persuadido de que estaba ya bastante seguro. Escucho atentamente, pero la calma era profunda y solemne… , y hasta pavorosa y deprimente para el ánimo. Sus oídos en tensión percibían con largos intervalos algunos ruidos, pero tan remotos, tan huecos y tan misteriosos, que no parecían ser verdaderos sonidos, sino sólo espectros gemebundos y plañideros. Así resultaban más pavorosos todavía que el silencio que quebraban. ...

En la línea 880
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Pasé la velada leyendo, escribiendo y pensando. Luego, ganado por el sueño, me acosté y me dormí profundamente, mientras el Nautilus se deslizaba a través de la rápida corriente del río Negro. ...

En la línea 1385
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Subí a la plataforma. Había sobrevenido de golpe la noche, pues a tan baja latitud el sol se pone rápidamente, sin crepúsculo. Se veía ya muy confusamente el perfil de la isla Gueboroar, pero las numerosas fogatas que iluminaban la playa mostraban que los indígenas no pensaban abandonarla. Permanecí así, solo, durante varias horas. Pensaba en aquellos indígenas, ya sin temor, ganado por la imperturbable confianza del capitán. Les olvidé pronto, para admirar los esplendores de la noche tropical. Siguiendo a las estrellas zodiacales, mi pensamiento voló a Francia, que habría de ser iluminada por aquéllas dentro de unas horas. ...

En la línea 1653
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Los peces continuaban sumiéndonos en la mayor admiración, cuando a través de los cristales del Nautilus sorprendíamos los secretos de su vida acuática. Vi algunas especies que no me había sido dado poder observar hasta entonces. Entre ellas citaré los ostracios, habitantes del mar Rojo, de las aguas del Indico y de las que bañan las costas de la América equinoccial. Estos peces, al igual que las tortugas, los armadiros, los erizos de mar y los crustáceos, se protegen bajo una coraza que no es pétrea ni cretácea, sino verdaderamente ósea. Algunos de estos ostracios o peces cofre tienen una forma triangular y otros cuadrangular. Entre los triangulares, había algunos de medio decímetro de longitud, de una carne excelente, marrones en la cola y amarillos en las aletas, cuya aclimatación a las aguas dulces yo recomendaría. Hay un cierto número de peces marinos que pueden acostumbrarse fácilmente al agua dulce. Citaré también ostracios cuadrangulares, de cuyo dorso sobresalían cuatro grandes tubérculos, y otros con manchitas blancas en la parte inferior, que son tan domesticables como los pájaros; trigones, provistos de aguijones formados por la prolongación de sus placas óseas, a los que su singular gruñido les ha ganado el nombre de «cerdos marinos», y los llamados dromedarios por sus gruesas gibas en forma de cono, cuya carne es dura y coriácea. ...

En la línea 2708
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Además, capitán -añadí, cada vez más ganado por el entusiasmo-, ¿por qué no habría de hallarse el mar libre en el Polo Sur como en el Polo Norte? Los polos del frío y los polos terrestres no se confunden ni en el hemisferio austral ni en el boreal y, mientras no se pruebe lo contrario, puede suponerse que ambos puntos se hallen en un continente o en un océano libres de hielos. ...

En la línea 545
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Terminé aquel juego con Estella, que también me lo ganó. Luego arrojó los naipes sobre la mesa, como si se despreciase a sí misma por haberme ganado. ...

En la línea 721
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... En efecto, no menos de dos billetes de una libra esterlina, que parecían haber estado circulando por todos los mercados de ganado del condado. Joe se puso el sombrero otra vez y, llevando los billetes, se encaminó a Los Tres Alegres Barqueros para devolverlos a su propietario. Mientras estuvo fuera me senté en mi taburete acostumbrado, mirando con asombro a mi hermana y sintiendo la convicción de que aquel hombre ya no estaría allí. ...

En la línea 886
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Eso significa que has ganado. ...

En la línea 961
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Pip se ha ganado una recompensa aquí — dijo —. Es ésta. En esta bolsa hay veinticinco guineas. Dalas a tu maestro, Pip. ...

En la línea 1787
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Escucha ‑le dijo con vehemencia Raskolnikof‑. He venido a decirte que has ganado la apuesta y que, en efecto, nadie puede predecir lo que hará. En cuanto a entrar, no me es posible: estoy tan débil, que me parece que voy a caer de un momento a otro. Por lo tanto, adiós. Ven a verme mañana. ...

En la línea 648
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... La abuela, al principio, estuvo mirando a los puntos. Me hacia en voz baja breves preguntas: “¿Quién es ése? ¿Y aquél? …” Se interesó especialmente por un joven que, al extremo de la mesa, jugaba fuerte y habla ganado, según se decía, cuarenta mil francos que tenía amontonados ante él en oro y billetes. ...

En la línea 655
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Allí, a la izquierda, en la otra mitad de la mesa, entre los jugadores, había una joven dama acompañada de un enano. Ignoro si este enano era su pariente o si le llevaba para llamar la atención. Había visto a esa dama todos los días en el casino, a la una de la tarde. Ya la conocían allí e inmediatamente le acercaban una silla. Sacaba un puñado de oro de su bolso, algunos billetes de mil francos, y empezaba a jugar despacito, anotando los números con un lápiz, tratando de averiguar el sistema según el cual se agrupan las suertes. Arriesgaba importantes posturas, y cuando había ganado mil, dos mil, y algunas veces tres mil francos… se retiraba inmediatamente. ...

En la línea 719
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¿Eh, que sí? ¡He ganado doce mil florines! ¡Qué digo doce mil! ¡Con el oro casi hacen trece! ¿Cuánto es eso en rublos? Unos seis mil, ¿no es verdad? ...

En la línea 760
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Otro hecho: aun en la alegría de haber ganado, cuando la abuela distribuía a todos dinero y tomaba a los transeúntes por mendigos, incluso, entonces se le había ocurrido decir al general: “¡No te daré un céntimo!” Era una idea fija, se obstinaba en ella, se lo había prometido a sí misma. ¡Peligroso, muy peligroso! ...

En la línea 349
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Estos seis cubiertos de plata lo obsesionaban. Y estaban allí, a algunos pasos. Y eran macizos. Y de plata antigua. Con el cucharón, valdrían lo menos doscientos francos. Doble de lo que había ganado en diecinueve años. ...

En la línea 300
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Al haber ganado en cinco minutos mil seiscientos dólares para John Thornton, Buck hizo posible que su amo pagase deudas y emprendiese con sus socios el viaje hacia el este en busca de una fabulosa mina perdida cuya historia era tan antigua como la de la propia región. Eran muchos los que la habían buscado, pocos los que la habían encontrado y unos cuantos los que nunca habían vuelto. Aquella mina perdida estaba impregnada de tragedia y envuelta en un velo de misterio. Nadie sabía quién la había descubierto. Los más antiguos relatos no daban cuenta de ese momento. Desde el principio había habido allí una vieja cabaña destartalada. Individuos moribundos habían jurado solemnemente que la cabaña existía, lo mismo que la mina cuya ubicación señalaban, y habían confirmado su testimonio con pepitas de oro de una pureza desconocida en la región septentrional. ...

En la línea 211
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -No, señor Fix- respondió el cónsul-. Ha sido visto ayer a la altura de Port Said, y los ciento sesenta, kilómetros del canal, no son nada para un andador como ése. Os repito que el 'Mongolia' ha ganado siempre la prima de veinticinco libras que el gobierno concede por cada adelanto de veinticuatro horas sobre el tiempo reglamentario. ...

En la línea 826
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Al siguiente día, a las cuatro de la mañana, habiendo el 'Rangoon' ganado media jornada sobre la travesía reglametaria, anclaba en Singapore a fin de renovar su provisión de carbones. ...

En la línea 1061
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Era la 'Tankadera' una bonita goleta de veinte toneladas, delgada de proa, franca de corte, muy prolongada en su línea de agua. Parecía un yate de carrera. Sus colores brillantes, sus herrajes galvanizados, su puente blanco como el marfil, indicaban que el patrón John Bunsby entendía muy bien en eso de limpieza y curiosidad. Sus dos mástiles se inclinaban algo hacia atrás. Llevaba cangreja, mesana, trinquete, foques, cuchillos y botalones, y podía aparejar bandola para tiempo en popa. Debía marchar maravillosamente, y de hecho había ganado ya muchos premios en las carreras de barcos pilotos. ...

En la línea 1298
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Mister Fogg no había ganado todavía, ni perdido, un solo día. ...


El Español es una gran familia


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras j;g

Reglas relacionadas con los errores de j;g

Las Reglas Ortográficas de La J

Se escriben con j las palabras que terminan en -aje. Por ejemplo: lenguaje, viaje.

Se escriben con j los tiempos de los verbos que llevan esta letra en su infinitivo. Por ejemplo:

viajemos, viajáis (del verbo viajar); trabajábamos, trabajemos (del verbo trabajar).

Hay una serie de verbos que no tienen g ni j en sus infinitivos y que se escriben en sus tiempos

verbales con j delante de e y de i. Por ejemplo: dije (infinitivo decir), traje (infinitivo traer).

Las Reglas Ortográficas de la G

Las palabras que contienen el grupo de letras -gen- se escriben con g.

Observa los ejemplos: origen, genio, general.

Excepciones: berenjena, ajeno.

Se escriben con g o con j las palabras derivadas de otra que lleva g o j.

Por ejemplo: - de caja formamos: cajón, cajita, cajero...

- de ligero formamos: ligereza, aligerado, ligerísimo...

Se escriben con g las palabras terminadas en -ogía, -ógico, -ógica.

Por ejemplo: neurología, neurológico, neurológica.

Se escriben con g las palabras que tienen los grupos -agi-, -igi. Por ejemplo: digiere.

Excepciones: las palabras derivadas de otra que lleva j. Por ejemplo: bajito (derivada de bajo), hijito

(derivada de hijo).

Se escriben con g las palabras que empiezan por geo- y legi-, y con j las palabras que empiezan por

eje-. Por ejemplo: geografía, legión, ejército.

Excepción: lejía.

Los verbos cuyos infinitivos terminan en -ger, -gir se escriben con g delante de e y de i en todos sus

tiempos. Por ejemplo: cogemos, cogiste (del verbo coger); elijes, eligieron (del verbo elegir).

Excepciones: tejer, destejer, crujir.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Ganado

Cómo se escribe ganado o janado?

Más información sobre la palabra Ganado en internet

Ganado en la RAE.
Ganado en Word Reference.
Ganado en la wikipedia.
Sinonimos de Ganado.

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La palabra cuadro
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La palabra proceder
La palabra animoso
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