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La palabra estremezimiento
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Comó se escribe estremezimiento o estremecimiento?

Cual es errónea Estremecimiento o Estremezimiento?

La palabra correcta es Estremecimiento. Sin Embargo Estremezimiento se trata de un error ortográfico.

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Errores Ortográficos típicos con la palabra Estremecimiento

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la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece estremecimiento

La palabra estremecimiento puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1557
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Batiste, al entrar en el estudi e inclinarse sobre la cama, se agitó con un estremecimiento de frío, algo así como si acabasen de soltarle un chorro de agua por la espalda. ...

En la línea 1381
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Luis no estaba menos turbado que su pareja. Respiraba sofocado por el peso de la moza. Estremecíase con el contacto fresco y suave de sus brazos, con el perfume de hermosura sana, que parecía surgir en chorro voluptuoso del escote de su pecho. El soplo de sus labios le erizaba la epidermis del cuello, esparciendo un estremecimiento por todo su cuerpo... Cuando, abrumado por el cansancio, volvió a Mariquita a su asiento, la muchacha quedó tambaleando, pálida, con los ojos cerrados. ...

En la línea 1946
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y los dos jóvenes se abrazaron en la entrada de la casucha, juntando sus bocas sin ningún estremecimiento de pasión carnal, manteniéndose largo rato unidos, como si despreciasen el escándalo de las gentes, como si con su amor desafiaran los aspavientos de un mundo viejo que iban a abandonar. ...

En la línea 7273
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Una ligera sacudida el ruido seco de tres balas que agujereaban las carnes, un último grito un estremecimiento de agonía le probaron a D’Artagnan que el que había querido asesinarlo acababa de salvarle la vida. ...

En la línea 7356
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... D'Artagnan palide ció y un estremecimiento convulsivo agitó sus miembros. ...

En la línea 8349
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Más de una vez un estremecimiento insuperable se apoderó de ellos cuando se los llamó para algún servicio inesperado. ...

En la línea 8557
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por mucho que fuera el poder que tuviera sobre sí misma, Milady no pudo impedirestremecerse, y como al pronunciar las últimas palabras que había dicho, lord de Winter había puesto la mano en el brazo de su hermana, ese estremecimiento no se le escapó. ...

En la línea 4201
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Cuando se fue la de Jáuregui, dejando sola a su sobrina, esta mudó de sitio por no ver los pies de Mauricia, calzados con bonitas botas de caña clara; pies preciosísimos que no darían ya un solo paso, Doña Fuensanta salió y le dijo algunas palabras. Un ratito después, abriose la puerta de la estancia mortuoria, y Fortunata tuvo un estremecimiento nervioso, creyendo al pronto que era la propia Mauricia que aparecía… Pero no, era Guillermina. Desde que dio esta el primer paso en la sala, fijáronse sus ojos en la joven, quien otra vez tuvo miedo. La santa iba derecha a ella, mirándola como no la había mirado nunca. ...

En la línea 1368
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Hemos visto que este conjunto de damas está sembrado de diamantes, y vemos también que constituye un maravilloso espectáculo, pero… , ahora estamos a punto de asombrarnos de verdad. Cerca de las nueve, de pronto se rasgan las nubes y una saeta de luz de sol hiende la tibia atmósfera y recorre lentamente las filas de damas, y cada, fila que toca se enciende con un delumbrante esplendor de fuegos multicolores, y a nosotros nos hormiguean hasta las puntas de los dedos con el estremecimiento eléctrico que nos atraviesa por la sorpresa y la belleza del espectáculo. Ahora un enviado especial de algún lejano rincón del Oriente entra con el cuerpo de embajadores extranjeros; cruza aquella barra de luz de sol, y nosotros retenemos el aliento, tan subyugante es el fulgor que irradia y centellea a su alrededor, pues está cubierto de piedras preciosas de pies a cabeza, y al más ligero movimiento derrama en tomo suyo una radiante danza de luces. ...

En la línea 289
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... El libro estaba cubierto de caracteres finos y elegantes, pero no pudo comprender palabra alguna, aun cuando se asemejaban a los de la lengua del portugués Yáñez. Cogió con delicadeza la flor y la contempló largo rato. La olió varias veces, procurando no estropearla con sus dedos que nunca tocaron otra cosa que la empuñadura de la cimitarra. Experimentó de nuevo una sensación extraña, un estremecimiento misterioso. Casi con pesar colocó la flor entre las páginas y cerró el libro. ...

En la línea 322
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... El pirata sintió un estremecimiento que le llegó hasta el fondo del alma. Aquel hombre tan fiero, tan sanguinario, se sintió fascinado, por primera vez en su vida, ante aquella flor que surgía bajo los bosques de Labuán. Su corazón ardía y le pareció que corría fuego por sus venas. ...

En la línea 2472
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Mariana al ver a Yáñez no pudo evitar un estremecimiento, pero no dijo nada. Había comprendido todo de una sola mirada. ...

En la línea 1518
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Al decir esto, Raskolnikof acercó nuevamente su cara a la de Zamiotof y le miró tan fijamente, que esta vez el secretario no pudo evitar un estremecimiento. ...

En la línea 2094
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Oh, no! Es verdaderamente un hombre despiadado. No puedo imaginarme nada más horrible ‑repuso la joven con un ligero estremecimiento. ...

En la línea 2912
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Algún mal propósito abriga contra mí ‑murmuró, como si hablara consigo misma y con un leve estremecimiento. ...

En la línea 3379
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Pero ¿hasta qué punto estaba en peligro? La situación empezaba a aclararse. No pudo evitar un estremecimiento de inquietud al recordar la escena que se había desarrollado entre Porfirio y él. Claro que no podía prever las intenciones del juez de instrucción ni adivinar sus pensamientos, pero lo que había sacado en claro le permitía comprender el peligro que había corrido. Poco le había faltado para perderse irremisiblemente. El temible magistrado, que conocía la irritabilidad de su carácter enfermizo, se había lanzado a fondo, demasiado audazmente tal vez, pero casi sin riesgo. Sin duda, él, Raskolnikof, se había comprometido desde el primer momento, pero las imprudencias cometidas no constituían pruebas contra él, y toda su conducta tenía un valor muy relativo. ...

En la línea 753
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Algún tiempo después, el señor Magdalena fue nombrado alcalde. La primera vez que Javert vio al señor Magdalena revestido de la banda que le daba toda autoridad sobre la población, experimentó la especie de estremecimiento que sentiría un mastín que olfateara a un lobo bajo los vestidos de su amo. Desde aquel momento huyó de él todo cuanto pudo, y cuando las necesidades del servicio lo exigían imperiosamente, y no podía menos de encontrarse con el señor alcalde, le hablaba con un respeto profundo. ...

En la línea 801
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Los paseantes comenzaban a retirarse, y el leve crujido de la arena revelaba sus pasos lejanos. Pero ambas amigas acostumbraban, como suele decirse, llevarse las llaves del parque, porque justamente a la puesta del sol era cuando Lucía lo encontraba más hermoso, en aquella melancólica estación otoñal. Bajos ya y moribundos los rayos solares, caían casi horizontalmente sobre los pradillos de hierba, inflamándolos en tonos ardientes como de oro en fusión. Los obscuros conos del alerce cortaban este océano de luz, en el cual se prolongaban sus sombras. Deshojábanse los plátanos y castaños de Indias, y de cuando en cuando caía, con golpe seco y mate, algún erizo, que, abriéndose, dejaba rodar la reluciente castaña. En las grandes canastillas, que se destacaban sobre el fondo de césped, las pálidas eglantinas, a la menor brisa otoñal, soltaban sus frágiles pétalos, las verbenas se arrastraban lánguidas, como cansadas de vivir, descomponiendo con sus caprichosos tallos la forma oval del macizo; los ageratos se erguían, todos llovidos de estrellas azules y los peregrinos colios lucían sus exóticos matices, sus coloraciones metálicas y sus hojas atigradas, semejantes a escamas de reptil, ya blancas con manchas negras, ya verdes con vetas carne, ya amaranto obscuro cebradas de rosa cobrizo. Profundo estremecimiento, precursor del invierno, atravesaba por la Naturaleza toda, y dijérase que antes de morir, quería vestirse sus más ricas galas: así la viña virgen tenía tan espléndido traje de púrpura, y el álamo blanco elevaba con tal coquetería el penacho de cándidos airones de su copa; así la coralina se adornaba con innumerables sartas y zarcillos de sangriento coral, y las cinias recorrían toda la escala de los colores vivos con sus festoneadas enaguas. El maíz listado sacudía su brial de seda verde y blanca a rayas, con melodioso susurro, y allá en las lindes de la pradera bañada por el sol, unos arbolillos tiernos inclinaban su joven copa. De tal suerte mullían las hojas secas el piso de las calles, que se enterraba Lucía hasta el tobillo, con placer. El roce de su traje producía en ellas un ruido continuo, rápido, parecido a la respiración jadeante de alguien que la siguiera; y presa de pueril temor, volvía a veces el rostro atrás, riéndose al convencerse de su ilusión. Hojas había muy diferentes entre sí: unas, obscuras, en descomposición, vueltas ya casi mantillo: otras secas, quebradizas, encogidas; otras amarillas, o aun algo verdosas, húmedas todavía, con los jugos del tronco que las sustentara. Hacíase la alfombra más tupida al acercarse a los parajes sombríos del borde del estanque, cuya superficie rielaba como cristal ondulado, estremeciéndose al leve paso del aura vespertina, y rizándose en mil ondas chiquitas en choque continuo las unas con las otras. ...

En la línea 1432
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Picaporte sintió cierto estremecimiento; pero sus convicciones respecto de la no culpabilidad de su amo, siguieron inalterables. ...


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Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras c;z

Reglas relacionadas con los errores de c;z

Las Reglas Ortográficas de la Z

Se escribe z y no c delante de a, o y u.

Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.

Ejemplos: pedazo, terraza

Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.

Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez

La X y la S

Más información sobre la palabra Estremecimiento en internet

Estremecimiento en la RAE.
Estremecimiento en Word Reference.
Estremecimiento en la wikipedia.
Sinonimos de Estremecimiento.

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