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La palabra espectadorres
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Comó se escribe espectadorres o espectadores?

Cual es errónea Espectadores o Espectadorres?

La palabra correcta es Espectadores. Sin Embargo Espectadorres se trata de un error ortográfico.

La falta ortográfica detectada en la palabra espectadorres es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra espectadores

Más información sobre la palabra Espectadores en internet

Espectadores en la RAE.
Espectadores en Word Reference.
Espectadores en la wikipedia.
Sinonimos de Espectadores.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Espectadores

Cómo se escribe espectadores o hespectadores?
Cómo se escribe espectadores o espectadorres?
Cómo se escribe espectadores o ezpectadorez?


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece espectadores

La palabra espectadores puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1994
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los espectadores más inmediatos miraban los naipes a cada uno por encima del hombro para convencerse de que jugaba bien. ...

En la línea 2000
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los espectadores, contagiados por los del juego, se pasaban de mano en mano los jarros pagados a escote, y era aquello una verdadera inundación de aguardiente, que, desbordándose fuera de la taberna, bajaba como oleada de fuego a todos los estomagos. ...

En la línea 2035
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Hablar de arrendamientos y de pagas en aquel sitio, cuando entre actores y espectadores se había consumido el aguardiente a cántaros!. ...

En la línea 1748
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Asomaron a la puerta varios espectadores, atraídos por la noticia de la invasión que llenaba las calles. Uno de ellos, con capa y sombrero de señorito, osó avanzar hasta aquellos hombres envueltos en mantas, que formaban un grupo frente al teatro. ...

En la línea 1749
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Cayeron sobre él, rodeándolo, con las podaderas y las hoces en alto, mientras los otros espectadores huían, refugiándose en el teatro. ¡Ya tenían, por fin, lo que buscaban! Era el burgués, el burgués ahíto, al que había que sangrar, para que devolviese al pueblo toda la substancia que había sorbido... ...

En la línea 945
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por desgracia para D'Artagnan, entre los espectadores se encon traba un guardia de SuEminencia, el cual, todo enardecido aun por la derrota de sus compañeros, y llegado la víspera solamente, se había prometido aprovechar la primera ocasión de vengarla. ...

En la línea 7856
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Todos los espectadores le devolvieron el saludo, acompañando esta cortesía con un gran hu rra que llegó hasta ellos. ...

En la línea 8094
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No veo la tostada, decía, refiriéndose a cualquier comedia en que no había una lección moral, o por lo menos no la había al alcance de Redondo; y en no viendo él la tostada, condenaba al autor y hasta decía que defraudaba a los espectadores, haciéndoles perder un tiempo precioso. ...

En la línea 8188
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Juan Tenorio en la Edad media por culpa de Perales —con los espectadores que la rodeaban a ella en aquel instante, era un triste despertar. ...

En la línea 8197
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Al ver a doña Inés en su celda, sintió la Regenta escalofríos; la novicia se parecía a ella; Ana lo conoció al mismo tiempo que el público; hubo un murmullo de admiración y muchos espectadores se atrevieron a volver el rostro al palco de Vegallana con disimulo. ...

En la línea 10505
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... A veces son espectadores de aquella algazara algunos adolescentes y pollos con cascarón que tienen en los bancos de la plataforma sus amores. ...

En la línea 1011
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Una vez más, el rey Fu-Fu I anduvo con los vagabundos y los forajidos como blanco de sus groseras burlas y de sus torpes ultrajes, y a veces víctima del despecho de Canty y de Hugo, cuando el jefe volvía la espalda. No le detestaban más que Hugo y Canty. Algunos de los demás le querían, y todos admiraban su valor y su ánimo. Durante dos o tres días, Hugo, a cuyo cargo y custodia se hallaba el rey, hizo tortuosamente cuanto pudo para molestar al niño, y de noche, durante las orgías acostumbradas, divirtió a los reunidos haciéndole pequeñas perrerías, siempre como por casualidad. Dos veces pisó los pies del rey, como sin querer, y el rey, según convenía a su realeza, despectivamente, fingió no darse cuenta de ello; pero a la tercera vez que Hugo se permitió la misma broma, Eduardo lo derribó al suelo de un garrotazo, con inmenso júbilo de la tribu. Hugo, lleno de ira y de vergüenza, dio un salto, tomó a su vez un garrote y se lanzó con furia contra su pequeño adversario. Al momento se formó un ruedo en torno de los gladiadores y comenzaron las apuestas y los vítores. Pero el pobre Hugo estaba de mala suerte. Su torpe e inadecuada esgrima no podía servirle de nada frente a un brazo que había sido educado por los primeros maestros de Europa con las paradas, ataques y toda clase de estocadas y cintarazos. El reyecito, alerta pero con graciosa soltura, desviaba y paraba la espesa lluvia de golpes con tal facilidad y precisión que tenía admirados a los espectadores; y de cuando en cuando, no bien sus expertos ojos descubrían la ocasión, caía un golpe como un relámpago en la cabeza de Hugo, con lo cual la tormenta de aplausos y risas que despertaba era cosa de maravilla. Al cabo de quince minutos, Hugo, apaleado, contuso y blanco de un implacable bombardeo de burlas, abandonó el campo, y el ileso héroe de la lucha fue acogido y subido en hombros de la alegre chusma hasta el lugar de honor, al lado del jefe, donde con gran ceremonia fue coronado Rey de los Gallos de Pelea, declarándose al mismo tiempo solemnemente cancelado y abolido su anterior título de menos monta, y dictándose un decreto de destierro de la cuadrilla contra todo el que en adelante lo insultase. ...

En la línea 121
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... La fragata, siguiendo por el lado de New Jersey, la admirable orilla derecha del río bordeada de hotelitos, pasó entre los fuertes, que saludaron su paso con varias salvas de sus cañones de mayor calibre. El Abraham Líncoln respondió al saludo arriando e izando por tres veces el pabellón norteamericano, cuyas treinta y nueve estrellas resplandecían en su pico de mesana. Luego modificó su marcha para tomar el canal balizado que sigue una curva por la bahía interior formada por la punta de Sandy Hook, y costeó esa lengua arenosa desde la que algunos millares de espectadores lo aclamaron una vez más. ...

En la línea 376
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Lo vas a matar! ‑grita uno de los espectadores. ...

En la línea 382
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Es duro de pelar! ‑exclama uno de los espectadores. ...

En la línea 1570
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Acudía la gente; las dos orillas se llenaron de espectadores; la multitud de curiosos aumentaba en torno a Raskolnikof y le prensaba contra el pretil. ...

En la línea 1718
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Los curiosos habían abierto de nuevo las puertas de comunicación. En el vestíbulo se hacinaba una multitud cada vez más compacta de espectadores. Todos los habitantes de la casa estaban allí reunidos, pero ninguno pasaba del umbral. La escena no recibía más luz que la de un cabo de vela. ...

En la línea 715
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Condujeron el sillón hacia la puerta, al otro extremo de la sala. La abuela estaba radiante. Nuestras gentes hicieron corro en torno suyo para felicitarla. Por excéntrica que hubiese sido la conducta de la abuela, su triunfo compensaba muchas cosas, y el general ya no temía que su parentesco con una mujer tan original le comprometiese. Con risueña y alegre condescendencia familiar, como quien halaga a un niño, felicitó a la anciana. Se le notaba visiblemente emocionado, lo mismo que todos los espectadores. ...

En la línea 1138
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Todos quedaron helados con esa voz, tan lastimoso era su acento. Las miradas se volvieron hacia el sitio de donde saliera. En el lugar destinado a los espectadores privilegiados había un hombre que acababa de levantarse y, atravesando la puertecilla que lo separaba del tribunal, se había parado en medio de la sala. El presidente, el fiscal, veinte personas lo reconocieron y exclamaron a la vez: ...

En la línea 1164
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Los espectáculos sublimes se apoderan del alma, y convierten a todos los que los presencian en meros espectadores. Tal vez ninguno podía explicarse lo que experimentaba; ninguno podía decir que veía allí una gran luz, y, sin embargo, interiormente todos se sentían deslumbrados. ...

En la línea 192
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Uno de los espectadores, que había estado apretando los dientes para no estallar, habló entonces: ...

En la línea 195
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Unos ciudadanos de buen corazón detuvieron a los perros y recogieron los bártulos desperdigados. Les dieron, además, sanos consejos. Reducir la carga a la mitad y duplicar el número de perros era la fórmula, si querían llegar alguna vez a Dawson. Hal, su hermana y su cuñado escucharon de mala gana, montaron la tienda y pasaron revista a sus posesiones. La aparición de alimentos enlatados provocó la risa entre los espectadores, ya que a nadie se le ocurriría llevar latas en la Larga Marcha. ...

En la línea 292
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Los espectadores recobraron el aliento y volvieron a respirar con normalidad sin percatarse de que por un momento habían dejado de hacerlo. Thornton iba corriendo detrás, animando a Buck con palabras de aliento. Se había medido la distancia y, según se aproximaban a la pila de leña que marcaba el fin del recorrido de cien metros, empezó a surgir un creciente murmullo que explotó en un rugido cuando Buck alcanzó la meta y se detuvo a la voz de alto. Todo el mundo, incluido Matthewson, estaba entusiasmado. Volaban por el aire guantes y sombreros. Los presentes se daban la mano, sin importarles con quién, y hablaban a gritos como en una incoherente babel. ...

En la línea 297
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Buck cogió entre los dientes una mano de Thornton que no dejaba de mecerlo. Como animados por un mismo impulso, los espectadores retrocedieron hasta una respetuosa distancia; ninguno quería ser tan indiscreto como para interrumpirlos. ...

En la línea 1324
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Aquella barahúnda se acercó a la escalera y afluyó sobre las primeras gradas. Uno de los partidarios era evidentemente rechazado, sin que los simples espectadores pudieran reconocer si la ventaja estaba de parte de Madiboy o de Kamerfield. ...


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Reglas relacionadas con los errores de r

Las Reglas Ortográficas de la R y la RR

Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.

En castellano no es posible usar más de dos r


Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r

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