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La palabra durrmiendo
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Comó se escribe durrmiendo o durmiendo?

Cual es errónea Durmiendo o Durrmiendo?

La palabra correcta es Durmiendo. Sin Embargo Durrmiendo se trata de un error ortográfico.

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Más información sobre la palabra Durmiendo en internet

Durmiendo en la RAE.
Durmiendo en Word Reference.
Durmiendo en la wikipedia.
Sinonimos de Durmiendo.

Algunas Frases de libros en las que aparece durmiendo

La palabra durmiendo puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 459
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero el asesino vagó como un loco por la huerta, huyendo de las gentes, tendiéndose detrás de los ribazos, agazapándose bajo los puentecillos, escapando a través de los campos, asustado por el ladrido de los perros, hasta que al día siguiente lo sorprendió la Guardia Civil durmiendo en un pajar. ...

En la línea 528
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... En unos cuantos años de fatigosa peregrinación por las carreteras de la provincia, comiendo mal, durmiendo al raso y sufriendo el tormento de pasar meses enteros lejos de la familia, a la que adoraba con el afecto reconcentrado del hombre rudo y silencioso, Batiste sólo experimentó pérdidas y vio su situación cada vez más comprometida. ...

En la línea 688
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los viñadores, que todos los sábados marchaban a Jerez al caer la tarde para ver a sus familias, estaban durmiendo cerca de allí. Eran más de trescientos: el amo les había ordenado que se quedasen para asistir a la misa y la procesión. Con don Pablo vendrían todos sus parientes, los señores del escritorio y mucha gente de la bodega. Una gran fiesta, a la que forzosamente asistiría su hermano. Y ella reía pensando en la cara de Fermín, en lo que diría después cuando viniese a la viña y se encontrara con Salvatierra, que de tarde en tarde visitaba con cierto recato a su antiguo amigo el capataz. ...

En la línea 1910
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Era dinero que le enviaba el contrabandista y que el viejo entregaba silencioso a su hija. El muchacho jamás se presentaba. De tarde en tarde aparecía en Jerez, y esto bastaba para que el _Chivo_ y otros acólitos del difunto Dupont, se ocultaran en sus casas, evitando el mostrarse en las tabernas y cafetines frecuentados por el contrabandista. ¡Aquel _gachó_ venía con las de Caín, y les guardaba ojeriza, por su antigua amistad con el señorito! Y no es que le tuviesen miedo. Ellos eran valientes... pero de ciudad, y no iban a medirse con un bruto, que se pasaba la semana durmiendo en la sierra con los lobos. ...

En la línea 6035
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¿Estáis durmiendo? ¿Por qué no venís cuando llamo?Y D'Artagnan oyó que abrían violentamente la puerta de comuni cación. ...

En la línea 8871
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Y Milady se acostó y se durmió con la sonrisa en los labios; quien la hubiera visto durmiendo la habría supuesto una muchacha soñando con la corona de flores que debía poner sobre su frente en la próxima fiesta. ...

En la línea 2684
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Lo que ocurría era que el anciano cura estaba durmiendo la _siesta_ y lo mismo toda su familia, compuesta de una sirvienta vieja y de un gato. ...

En la línea 2685
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Movíamos tanto ruido y dábamos tantas voces, impacientados por el hambre, que el bueno del cura acabó por despertarse, y saltando de la cama corrió presuroso a la puerta, lleno de confusión, y al vernos se deshizo en excusas por estar durmiendo en el punto y hora en que, según dijo, debía hallarse en la azotea acechando la llegada de su huésped. ...

En la línea 2947
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Dijéronme que el señor estaba durmiendo la _siesta_. ...

En la línea 3950
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Le di voces preguntándole si pensaba pasarse el día durmiendo en lugar de llevarme a Finisterre; al oírme se dejó caer sobre las piernas, arrebató el sombrero que yacía en la mesa, y en el acto salió por la puerta corriendo y gritando: —Sí, sí, ya me acuerdo; sígame, capitán, y le llevaré a Finisterre en un vuelo. ...

En la línea 906
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Había el arriero concertado con ella que aquella noche se refocilarían juntos, y ella le había dado su palabra de que, en estando sosegados los huéspedes y durmiendo sus amos, le iría a buscar y satisfacerle el gusto en cuanto le mandase. ...

En la línea 2229
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Ella no me preguntó nada -dijo Sancho-, mas yo le dije de la manera que vuestra merced, por su servicio, quedaba haciendo penitencia, desnudo de la cintura arriba, metido entre estas sierras como si fuera salvaje, durmiendo en el suelo, sin comer pan a manteles ni sin peinarse la barba, llorando y maldiciendo su fortuna. ...

En la línea 2247
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... ¿Sabes de qué estoy maravillado, Sancho? De que me parece que fuiste y veniste por los aires, pues poco más de tres días has tardado en ir y venir desde aquí al Toboso, habiendo de aquí allá más de treinta leguas; por lo cual me doy a entender que aquel sabio nigromante que tiene cuenta con mis cosas y es mi amigo (porque por fuerza le hay, y le ha de haber, so pena que yo no sería buen caballero andante); digo que este tal te debió de ayudar a caminar, sin que tú lo sintieses; que hay sabio déstos que coge a un caballero andante durmiendo en su cama, y, sin saber cómo o en qué manera, amanece otro día más de mil leguas de donde anocheció. ...

En la línea 2419
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Cuando Dios crió a nuestro primero padre en el Paraíso terrenal, dice la Divina Escritura que infundió Dios sueño en Adán, y que, estando durmiendo, le sacó una costilla del lado siniestro, de la cual formó a nuestra madre Eva; y, así como Adán despertó y la miró, dijo: ''Ésta es carne de mi carne y hueso de mis huesos''. ...

En la línea 896
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Es justo reconocer que Rodrigo de Borja mostró al principio un afecto sincero por Fernando e Isabel reyes de origen no muy legítimo, a los que había ayudado en sus primeros años de matrimonio, cuando no eran más que príncipes. Después de la toma de Granada, apenas ascendido al Papado, les dio el título de Reyes Católicos, que aún usan los actuales monarcas españoles. Todo lo que le pedía don Fernando se apresuraba a concederlo, entre otras cosas, los maestrazgos de las Ordenes militares, regalo que representaba cuantiosas rentas. En realidad, el Papa Borgia dio a los Reyes Católicos más que éstos a él. Las exigencias continuas de Fernando fueron causa de que el Pontífice, aconsejado por su hijo César, se inclinase finalmente al lado del rey de Francia, más atento con su persona y con los suyos. En los primeros tiempos de su Pontificado admiraba a Isabel la Católica corno una de las damas más hermosas y prudentes de aquella época. Aficionada a trajes costosos y ricas alhajas, era, sin embargo, de una virtud escrupulosa, exagerándola hasta la austeridad. Cuando su marido estaba ausente, aunque sólo fuese por una noche, hacía colocar su lecho en un gran salón, durmiendo rodeada de sus hijos y las damas de Palacio, encargadas de velar el sueño de los reyes, que recibían el titulo de cobíjeras. Así se ponía a cubierto de maliciosas suposiciones en aquel tiempo de grandes escándalos. Todos los héroes de la guerra contra los moros estaban enamorados de doña Isabel, románticamente sin esperanza y sin carnales deseos. Tenían por dama de sus pensamientos a esta reina de rublo indiscutible, con ojos azules, grandes y tranquilos. ...

En la línea 689
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - No hay duda; estoy durmiendo, -volvió a decirse-. Esto es imposible. ...

En la línea 780
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Barbarita, que tanto apreciaba a su buen amigo, estaba, como suele decirse, al quite de estas bromas que tanto le molestaban. «Hijo, no te pongas tan pesado… deja marchar a Plácido. Tú, como te estás durmiendo hasta las once de la mañana, no te acuerdas del que madruga». ...

En la línea 1152
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Aquel día, que era el 22, empeoró el Delfín a causa de su impaciencia y por aquel afán de querer anticiparse a la naturaleza, quitándole a esta los medios de su propia reparación. A poco de levantarse tuvo que volverse a la cama, quejándose de molestias y dolores puramente ilusorios. Su familia, que ya conocía bien sus mañas, no se alarmaba, y Barbarita recetábale sin cesar sábanas y resignación. Pasó la noche intranquilo; pero se estuvo durmiendo toda la mañana del 23, por lo que pudo Jacinta dar otro salto, acompañada de Rafaela, a la calle de Mira el Río. Esta visita fue de tan poca sustancia, que la dama volvió muy triste a su casa. No vio al Pituso ni al Sr. Izquierdo. Díjole Severiana que Guillermina había estado antes y echado un largo parlamento con el endivido, quien tenía al chico montado en el hombro, ensayándose sin duda para hacer el San Cristóbal. Lo único que sacó Jacinta en limpio de la excursión de aquel día fue un nuevo testimonio de la popularidad que empezaba a alcanzar en aquellas casas. Hombres y mujeres la rodeaban y poco faltó para que la llevaran en volandas. Oyose una voz que gritaba: «¡viva la simpatía!» y le echaron coplas de gusto dudoso, pero de muy buena intención. Los de Ido llevaban la voz cantante en este concierto de alabanzas, y daba gozo ver a D. José tan elegante, con las prendas en buen uso que Jacinta le había dado, y su hongo casi nuevo de color café. El primogénito de los claques fue objeto de una serie de transacciones y reventas chalanescas, hasta que lo adquirió por dos cuartos un cierto vecino de la casa, que tenía la especialidad de hacer el higuí en los Carnavales. ...

En la línea 1802
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En los comienzos de aquella vida, Maximiliano abandonó mucho sus estudios; pero cuando fue metodizando su amor, la conciencia de la misión moral que se proponía cumplir le estimuló al estudio, para hacerse pronto hombre de carrera. Y era muy particular lo que le ocurría. Se notaba más despierto, más perspicaz para comprender, más curioso de los secretos de la ciencia, y le interesaba ya lo que antes le aburriera. En sus meditaciones, solía decir que le había entrado talento, como si dijese que le había entrado calentura. Indudablemente no era ya el mismo. En media hora se aprendía una lección que antes le llevaba dos horas y al fin no la sabía. Creció su admiración al observarse en clase contestando con relativa facilidad a las preguntas del profesor y al notar que se le ocurrían apreciaciones muy juiciosas; y el profesor y los alumnos se pasmaban de que Rubinius vulgaris se hubiera despabilado como por ensalmo. Al propio tiempo hallaba vivo placer en ciertas lecturas extrañas a la Farmacia, y que antes le cautivaban poco. Algunos de sus compañeros solían llevar al aula, para leer a escondidas, obras literarias de las más famosas. Rubín no fue nunca aficionado a introducir de contrabando en clase, entre las páginas de la Farmacia químico-orgánica, el Werther de Goëthe o los dramas de Shakespeare. Pero después de aquella sacudida que el amor le dio, entrole tal gusto por las grandes creaciones literarias, que se embebecía leyéndolas. Devoró el Fausto y los poemas de Heine, con la particularidad de que la lengua francesa, que antes le estorbaba, se le hizo pronto fácil. En fin, que mi hombre había pasado una gran crisis. El cataclismo amoroso varió su configuración interna. Considerábase como si hubiera estado durmiendo hasta el momento en que su destino le puso delante la mujer aquella y el problema de la redención. ...

En la línea 2971
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Volviendo a la sala, apoderose de la señora de Jáuregui el frenesí de las disposiciones. La primera fue que se quedaría allí aquella noche. Después mandó a Patricia a su casa con un recado, llamando a Nicolás, que aquel día había llegado de Toledo. «Que venga mi sobrino inmediatamente, y si está durmiendo, encargue usted a Papitos que le despierte». ...

En la línea 664
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Con la venia de Vuestra Majestad. En el juicio se demostró que ese hombre entró en una casa de la aldea de Islington, donde había un enfermo; tres testigos dicen que entró a las diez de la mañana y otros dos que unos minutos más tarde. El enfermo estaba a la sazón solo y durmiendo. Ese hombre no tardó en salir y proseguir su camino. El enfermo murio al cabo de una hora, desgarrado por espasmos y estremecimientos. ...

En la línea 872
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Al punto vinieron a su mente pensamientos placenteros; la vida adquirió un cariz más alegre. Estaba liberado de las garras de la servidumbre y del crimen, libre de la compañía de villanos y brutales forajidos. Estaba caliente, cobijado; es decir, era feliz. Soplaba el viento de la noche en pavorosas ráfagas que hacían estremecer y temblar el viejo granero, y luego su fuerza expiraba a intervalos, y continuaba mugiendo y gimiendo por los rincones… Pero todo ello era una agradable música para el rey, una vez arropado y cómodo. Soplara y enfureciérase cuanto quisiera, azotara y golpeara, gimiera y rugiere, al rey no le importaba, antes bien gozaba con ello. Se acurrucó más cerca de su amiga, con sibaritismo de cálida alegría, y como un bendito perdió la conciencia del mundo y se sumió en un sueño profundo y sin pesadillas, en paz y sosiego. A lo lejos aullaban los perros, mugían melancólicamente las vacas y el viento seguía rugiendo, en tanto que furiosos aguaceros se abatían sobre el tejado; mas la Majestad de Inglaterra siguió durmiendo imperturbable, y otro tanto la ternera, animal sencillo, y que no se turbaba fácilmente por las tempestades, ni le causaba embarazo dormir con un rey. ...

En la línea 960
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Volvió a su aposento, recogió aquí un andrajo, allá unas tenazas y allá otro harapo, y después regreso, y con el mayor cuidado se las arregló para atar los tobillos del rey sin despertarlo. Intento luego ligarle las muñecas e hizo varias tentativas para cruzarlas, pero el niño apartaba siempre una u otra en el momento en que se disponía a atarlas con la cuerda; al fin, cuando el arcángel estaba próximo a la desesperación, el rey cruzó las manos por sí mismo y un instante después estuvieron atadas. El ermitaño le pasó luego una venda bajo la barbilla y por encima de la cabeza, donde la ató fuerte y con tanta suavidad, tan despacio y haciendo los nudos tan diestramente y con tanta fuerza, que el niño siguió durmiendo tranquilamente durante toda la maniobra, sin dar señales de vida. ...

En la línea 2177
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... —Sí, durmiendo se me pasará… Pero, di ¿es que no he hecho nunca más que dormir?, ¿más que soñar? ¿Todo eso ha sido más que una niebla? ...

En la línea 2230
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Da gracias a que estoy durmiendo –le dije–, que si no… ...

En la línea 2249
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... »Es un animal enfermo, no cabe duda. ¡Siempre está enfermo! ¡Sólo parece gozar de alguna salud cuando duerme, y no siempre, porque a las veces hasta durmiendo habla! Y esto también nos ha contagiado. ¡Nos ha contagiado tantas cosas! ...

En la línea 460
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Yo ya estoy durmiendo -respondió Ned. ...

En la línea 883
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Me desperté al día siguiente, 9 de noviembre, tras un largo sueño de doce horas. Según su costumbre, Conseil vino a enterarse de «cómo había pasado la noche el señor» y a ofrecerme sus servicios. Había dejado su amigo el canadiense durmiendo como un hombre que no hubiera hecho otra cosa en la vida. ...

En la línea 1248
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Pero ¡qué dice, Ned! -exclamó Conseil-. ¡Usted antropófago! Ya no podré sentirme seguro a su lado, durmiendo en el mismo camarote. ¿Me despertaré un día semidevorado? ...

En la línea 3077
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El Nautilus se aproximó a la costa, hacia un lugar donde vimos un cierto número de tortugas marinas durmiendo en la superficie. Muy dificil hubiese sido apoderarse de esos preciosos reptiles, que se despiertan al menor ruido y cuyo sólido caparazón les hace invulnerables al arpón. Pero los equeneis debían operar esa captura con una seguridad y una precisión extraordinarias. Este animal es, en efecto, un anzuelo vivo cuya posesión aseguraría la felicidad y la fortuna del sencillo pescador de caña. ...

En la línea 170
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Vamos! ¡Levántate ya! ‑le gritó‑. ¿Piensas pasarte la vida durmiendo? Son ya las nueve… Te he traído té. ¿Quieres una taza? Pareces un muerto. ...

En la línea 594
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¿Estarán durmiendo o las habrán estrangulado? ‑murmuró‑. ¡El diablo las lleve! A las dos: a Alena Ivanovna, la vieja bruja, y a Lisbeth Ivanovna, la belleza idiota… ¡Abrid de una vez, mujerucas… ! Están durmiendo, no me cabe duda. ...

En la línea 594
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¿Estarán durmiendo o las habrán estrangulado? ‑murmuró‑. ¡El diablo las lleve! A las dos: a Alena Ivanovna, la vieja bruja, y a Lisbeth Ivanovna, la belleza idiota… ¡Abrid de una vez, mujerucas… ! Están durmiendo, no me cabe duda. ...

En la línea 690
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Abre si no te has muerto! ‑gritó Nastasia sin dejar de golpear la puerta con el puño‑. Siempre está tumbado. Se pasa el día durmiendo como un perro. ¡Como lo que es! ¡Abre ya! ¡Son más de las diez! ...

En la línea 332
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Por fin, al anochecer del cuarto día, logró abatir al gran alce. Un día y una noche enteros permaneció al lado del animal muerto, comiendo y durmiendo. Después, sintiéndose descansado, fresco y fuerte, giró la cabeza en dirección al campamento y a John Thornton. Comenzó a trotar y anduvo por aquel territorio desconocido hora tras hora, sin que lo desorientase la maraña de sendas, siguiendo el rumbo con una certeza que no habría superado el hombre con su aguja magnética. ...

Reglas relacionadas con los errores de r

Las Reglas Ortográficas de la R y la RR

Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.

En castellano no es posible usar más de dos r


Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r


El Español es una gran familia


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