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La palabra deznudo
Cómo se escribe

Comó se escribe deznudo o desnudo?

Cual es errónea Desnudo o Deznudo?

La palabra correcta es Desnudo. Sin Embargo Deznudo se trata de un error ortográfico.

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Más información sobre la palabra Desnudo en internet

Desnudo en la RAE.
Desnudo en Word Reference.
Desnudo en la wikipedia.
Sinonimos de Desnudo.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece desnudo

La palabra desnudo puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1523
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Aún tuvo que beber una segunda copa, obsequio del gitano, y, al fin, cortando en seco su raudal de ofrecimientos y zalamerías cogió el ronzal de su nuevo caballo, y con ayuda del ágil Monote, montó en el desnudo lomo saliendo a paso corto del ruidoso mercado. ...

En la línea 30
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Después, los amigos, al remontarse en su memoria hasta las conspiraciones en Cádiz, antes de la sublevación de la escuadra, habían recordado a la madre de Salvatierra... ¡Mamá! Los ojos del revolucionario se mostraron más lacrimosos y brillantes detrás de las gafas azuladas. ¡Mamá!... Su gesto, sonriente y bondadoso, se borró bajo una contracción de dolor. Era su única familia, y había muerto mientras él permanecía en el presidio. Todos estaban acostumbrados a oírle hablar con infantil sencillez de aquella buena anciana, que no tenía una palabra de reproche para sus audacias y encontraba aceptables sus prodigalidades de filántropo, que le hacían volver a casa medio desnudo si encontraba un _compañero_ falto de ropa. Era como las madres de los santos de la leyenda cristiana, cómplices sonrientes de todas las generosas locuras y disparatados desprendimientos de sus hijos. «Esperad que avise a mamá, y soy con vosotros», decía horas antes de una intentona revolucionaria, como si esta fuese su única precaución personal. Y mamá había visto sin protesta cómo en estas empresas se gastaba la modesta fortuna de la familia, y le seguía a Ceuta cuando le indultaban de la pena de muerte por la de reclusión perpetua; siempre animosa y sin permitirse el más leve reproche, comprendiendo que la vida de su hijo había de ser así forzosamente, no queriendo causarle molestias con inoportunos consejos, orgullosa, tal vez, de que su Fernando arrastrase a los hombres con la fuerza de los ideales y asombrara a los enemigos con su virtud y su desinterés. ¡Mamá!... Todo el cariño de célibe, de hombre que, subyugado por una pasión humanitaria, no había tenido ocasión de fijarse en la mujer, lo concentraba Salvatierra en su animosa vieja. ¡Y ya no vería más a mamá! ¡no encontraría aquella vejez que le rodeaba de mimos maternales como si viese en él un eterno niño!... ...

En la línea 290
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Cuando el herido abandonó la cama, acompañábale María de la Luz en sus vacilantes paseos por la explanada y los senderos inmediatos. Entre los dos había vuelto a reaparecer esa pudibundez de los amantes campesinos, ese recato tradicional que hace que los novios se adoren sin decírselo, sin declararse su pasión, bastándoles el expresarla mudamente con los ojos. La muchacha, que había vendado su herida, que había visto desnudo su pecho robusto, perforado por aquel rasguño de labios violáceos, no osaba ahora, que le veía de pie, ofrecerle su brazo cuando paseaba vacilante, apoyándose en un bastón. Entre los dos marcábase un ancho espacio, como si sus cuerpos se repeliesen instintivamente; pero los ojos se buscaban, acariciándose con timidez. ...

En la línea 6660
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Me has traicionado cobardemente, ¡y además conoces mi secreto! ¡Morirás!Y corrió al cofre de marquetería puesto sobre el tocador, lo abrió con mano febril y temblorosa, sacó de él un pequeño puñal de mango de oro, de hoja aguda y delgada, y volvió de un salto sobre D'Artag nan medio desnudo. ...

En la línea 8803
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Milady, que se había levantado, se lanzó vi vamente sobre su sillón, la cabeza echada hacia atrás, sus hermosos cabellos sueltos y esparcidos, su pecho medio desnudo bajo sus enca jes chafados, una mano sobre el corazón y la otra colgando. ...

En la línea 10622
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Entre el bosque y aquel lugar desnudo, un poco antes de la tierra lastimada, se encontraba la misma hue lla de breves pasos que en el jardín; el coche se había detenido. ...

En la línea 1536
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Torvo el semblante, el gitano empuñaba un cuchillo desnudo, y de vez en cuando clavábalo en la tierra, exclamando: ¡Todos! ¡Todos! —Hermano—dijo al fin—no puedo ir ya más lejos contigo; el asunto que me llevaba a _Castumba_ está ya arreglado. ...

En la línea 2776
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Al cabo, ante cierta observación hecha por la mujer, el hombre se levantó y sacando de la faja un gran cuchillo le tiró un golpe a su compañera en el pecho desnudo; la mujer, empero, interpuso la palma de la mano y recibió en ella el navajazo. ...

En la línea 3666
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Era cierto: un leproso, medio desnudo, descubiertas las relucientes escamas, aparecía sentado al pie de una cerca ruinosa. ...

En la línea 4815
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Hacía mucho frío, yo estaba desnudo, pero no me desanimé por eso: mi indomable espíritu no podía sentir tal flaqueza. ...

En la línea 209
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y, a pocos pasos que entró por el bosque, vio atada una yegua a una encina, y atado en otra a un muchacho, desnudo de medio cuerpo arriba, hasta de edad de quince años, que era el que las voces daba; y no sin causa, porque le estaba dando con una pretina muchos azotes un labrador de buen talle, y cada azote le acompañaba con una reprehensión y consejo. ...

En la línea 1025
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y has de saber, Sancho, que este que viene por nuestra frente le conduce y guía el grande emperador Alifanfarón, señor de la grande isla Trapobana; este otro que a mis espaldas marcha es el de su enemigo, el rey de los garamantas, Pentapolén del Arremangado Brazo, porque siempre entra en las batallas con el brazo derecho desnudo. ...

En la línea 1508
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Figurósele que iba desnudo, la barba negra y espesa, los cabellos muchos y rabultados, los pies descalzos y las piernas sin cosa alguna; los muslos cubrían unos calzones, al parecer de terciopelo leonado, mas tan hechos pedazos que por muchas partes se le descubrían las carnes. ...

En la línea 1636
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Cuanto más, que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano; mas que lo fuesen, ¿qué me va a mí? Y muchos piensan que hay tocinos y no hay estacas. ...

En la línea 115
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Una pequeña hormiga negra viaja con frecuencia en cantidades infinitas. Cierto día, estando en Bahía, me chocó muchísimo ver a gran número de arañas, cucarachas y otros insectos—así como de lagartijas, atravesar un terreno desnudo dando señales de la mayor agitación. Detrás, a corta distancia, vi enteramente negros de hormigas los árboles y las hojas. Aquella tropa, después de haber atravesado el terreno desnudo, dividióse y descendió a lo largo de un vetusto paredón; así consiguió envolver a algunos insectos, que hicieron pasmosos esfuerzos para librarse de una terrible muerte. ...

En la línea 122
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Puede juzgarse la virulencia de este veneno por el hecho de que abrí el capullo al medio minuto y estaba muerta ya una gran avispa contenida en él. Esta Epeira se coloca siempre cabeza abajo hacia el centro de su tela. Cuando se la molesta, obra de diverso modo según las circunstancias: si hay una espesura debajo de su tela, se deja caer de golpe. He podido ver a varias de estas arañas alargar el hilo que las retiene en la tela, para prepararse a caer. Por el contrario, si el suelo está desnudo, la Epeira rara vez se deja caer, sino que pasa con rapidez de un lado al otro de la tela por un paso central que existe al efecto. Si se la vuelve a molestar, se entrega a una curiosa maniobra: puesta en el centro de la tela, que está sujeta a ramas elásticas, la agita con violencia hasta que adquiere un movimiento vibratorio tan rápido que llega a hacerse invisible el cuerpo de la araña. ...

En la línea 184
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... De acuerdo con los chimangos, intentan arrancar las costras que se forman en las heridas de los caballos y las mulas han podido hacerse en los lomos. Por un lado el pobre animal con las orejas colgando y encorvado er espinazo, por otro lado el ave amenazadora echando miradas de gula a esta presa asquerosa: todo ello forma un cuadro, descrito por el capitán Head con su ingenio y su exactitud habituales. Estas falsas águilas rarísimas veces atacan a un cuadrúpedo o a un ave vivos. Quien ha tenido ocasión de pasar la noche tumbado entre su manta en las desoladas llanuras de la Patagonia, cuando por la mañana abre los ojos y se ve rodeado a distancia por esas aves que le vigilan inmediatamente comprende las costumbres de buitre de esos comedores de carnaza; por supuesto, este es uno de los caracteres de aquellos países que no se olvida con facilidad y que reconoce todo el que los ha recorrido. Si un grupo de hombres va de caza, juntamente con caballos y con perros; muchas de esas aves les acompañan toda la jornada. En cuanto la carrancha se ha hartado, su buche desnudo se proyecta adelante; entonces (como siempre, por otra parte) está inactiva, pesada, floja; su vuelo perezoso y lento se parece al de la grulla inglesa; rara vez se cierne en los aires; sin embargo, dos veces vi a una de ellas cerniéndose a gran altura; entonces parecía moverse en el aire con mucha facilidad. En vez de saltar corre, pero no con tanta rapidez como algunas de sus congéneres. A veces, aunque muy pocas, deja oír la carrancha un grito; ese grito, fuerte, muy penetrante y singularísimo, puede compararse al sonido de la g gutural española seguido por una doble rr; cuando prorrumpe en ese grito eleva la cabeza cada vez más, hasta que, a la postre y abierto el pico cuan grande es, el vértice de la cabeza casi toca a la parte inferior de su dorso. Este hecho se ha negado; pero he podido observar frecuentemente a esas aves con la cabeza tan echada hacia atrás, que casi forman un círculo. Apoyándome en la elevada autoridad de Azara puedo añadir a estas observaciones: que la carrancha se alimenta de gusanos, moluscos acuáticos, limacos, saltamontes y ranas; que mata a los corderillos arrancándoles el cordón umbilical; y que persigue al gallinazo con tanto encarnizamiento, que este último se ve obligado a expeler la carnaza tragada por él recientemente. Azara afirma que a menudo se reúnen cinco o seis carranchas para dar caza a grandes aves y aun a las garzas reales. Todos estos hechos prueban que este ave es muy variable en sus gustos y que está dotada de una gran espontaneidad. ...

En la línea 308
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ejemplo: en la punta de una estaca, en un peñasco desnudo o en un cactus. Ese nido se compone de barro y pedazos de paja, con unas paredes muy gruesas y muy sólidas; su forma es enteramente la misma de un horno o de una colmena achatada. La abertura del nido es ancha y en forma de bóveda; frente por frente de esa abertura, en el interior del nido, hay un tabique que sube casi hasta el techo, formando así un corredor o una antecámara que precede al mismo nido. ...

En la línea 956
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Un brazo desnudo se apoyaba en la cabeza algo inclinada, y el otro pendía a lo largo del cuerpo, siguiendo la curva graciosa de la robusta cadera. ...

En la línea 1494
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Vean ustedes, yo entrego a mi hija esos grabados que representan el arte antiguo, con todas las bellezas del desnudo que en vano querríamos imitar los modernos. ...

En la línea 1495
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡Ya no hay desnudo! Y suspiraba. ...

En la línea 1499
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Por fortuna en el espíritu de Ana la impresión más fuerte del arte antiguo y de las fábulas griegas, fue puramente estética; se excitó su fantasía, sobre todo, y, gracias a ella, no a don Carlos, aquel inoportuno estudio del desnudo clásico no causó estragos. ...

En la línea 1140
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Repetidas veces llevaba hecha esta excursión, admirando los siete salones donde vivó Alejandro VI. El Pinturicchio había pintado sus bóvedas y los dos tercios superiores de sus muros, quedando desnudo el tercio inferior para cubrirlo con tapices. ...

En la línea 1704
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Como todo lo de César debía ser extraordinario, el populacho romano inventó unos terribles procedimientos terapéuticos empleados por el médico español Gaspar Torrella para salvarlo de su crisis mortal, y que únicamente un hombre de su temple podía soportar. Habían abierto el vientre a una mula, según unos, y a un toro, según otros, para meter desnudo al enfermo dentro del cuerpo de dicho animal, aun chorreando sangre y agitado por las convulsiones agónicas. A continuación sumergían al paciente en una enorme tinaja llena de agua casi congelada, ...

En la línea 1820
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Al ver el conde de Lerín la riqueza de dicha armadura, de las más finas que se fabricaban en Italia, quedó absorto, no pudiendo adivinar quién sería este enemigo poderoso, muerto sin gloria en un barranco. Al volver al sitio de la lucha con un grupo de los suyos, vio el cadáver del misterioso jinete, medio desnudo, y arrodillado junto a él llorando, a un mozo con aspecto de paje. ...

En la línea 1248
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Un griterío de mil voces acogió la aparición de este rostro gigantesco que iba elevándose poco a poco sobre el palacio como surge el sol por detrás de las montañas. Después del regocijo provocado por su presencia, las amazonas quedaron como asombradas de la conducta impúdica del coloso. ¡Era un hombre!… ¡Y este hombre, en vez de huir con el recato propio de su sexo, osaba permanecer allí, contemplando a todo un batallón desnudo!… ...

En la línea 1326
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Transcurrieron varios días de trabajo, de cansancio y de hambre, sin que el coloso recibiese nuevas visitas. Un anochecer, estando sentado en la arena, vio que un hombre saltaba ágilmente sobre una de sus rodillas, corriendo después a lo largo del muslo. Este no llevaba falda ni toca mujeriles. Iba casi desnudo, como los hombres condenados al trabajo, con una tela arrollada a los riñones por toda vestidura y mostrando los musculosos relieves de un cuerpo armoniosamente formado. ...

En la línea 714
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Y a mucha honra… Agradecidísimo, señora; pero créame la señora, se lo digo con la mano puesta en el corazón: más me convendría ropa de niños que ropa de hombre, porque no me importa estar desnudo con tal que mis chicos estén vestidos. No tengo más que una camisa, que Nicanora, naturalmente, me lava ciertas y determinadas noches mientras duermo, para ponérmela por la mañana… pero no me importa. Anden mis niños abrigados, y a mí que me parta una pulmonía. ...

En la línea 1299
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Despidiose de ellas el futuro modelo con toda la urbanidad que en él era posible, y salieron. Rafaela llevaba en brazos el chico. Como a fines de Diciembre son tan cortos los días, cuando salieron de la casa ya se echaba la noche encima. El frío era intenso, penetrante y traicionero como de helada, bajo un cielo bruñido, inmensamente desnudo y con las estrellas tan desamparadas, que los estremecimientos de su luz parecían escalofríos. En la calle del Bastero se insurreccionó el Pituso. Su bellísima frente ceñuda indicaba esta idea: «¿Pero a dónde me llevan estas tías?». Empezó a rascarse la cabeza, y dijo con sentimiento: «Pae Pepe… ». —¿Qué te importa a ti tu papá Pepe? ¿Quieres un rabel? Di lo que quieres. ...

En la línea 1801
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Si en el orden literario no mostraba ninguna aplicación, en lo tocante al arte social no sólo era aplicadísima, sino que revelaba aptitudes notables. Las lecciones que Maximiliano le daba referentes a cosas de urbanidad y a conocimientos rudimentarios de los que exige la buena educación eran tan provechosas, que le bastaban a veces indicaciones leves para asimilarse una idea o un conjunto de ideas. «Aunque te estorbe lo negro—le decía él—, me parece que tú tienes talento». En poco tiempo le enseñó todas las fórmulas que se usan en una visita de cumplido, cómo se saluda al entrar y al despedirse, cómo se ofrece la casa y otras muchas particularidades del trato fino. Y también aprendió cosas tan importantes como la sucesión de los meses del año, que no sabía, y cuál tiene treinta y cuál treinta y un días. Aunque parezca mentira, este es uno de los rasgos característicos de la ignorancia española, más en las ciudades que en las aldeas, y más en las mujeres que en los hombres. Gustaba mucho de los trabajos domésticos, y no se cansaba nunca. Sus músculos eran de acero, y su sangre fogosa se avenía mal con la quietud. Como pudiera, más se cuidaba de prolongar los trabajos que de abreviarlos. Planchar y lavar le agradaba en extremo, y entregábase a estas faenas con delicia y ardor, desarrollando sin cansarse la fuerza de sus puños. Tenía las carnes duras y apretadas, y la robustez se combinaba en ella con la agilidad, la gracia con la rudeza para componer la más hermosa figura de salvaje que se pudiera imaginar. Su cuerpo no necesitaba corsé para ser esbeltísimo. Vestido enorgullecía a las modistas; desnudo o a medio vestir, cuando andaba por aquella casa tendiendo ropa en el balcón, limpiando los muebles o cargando los colchones cual si fueran cojines, para sacarlos al aire, parecía una figura de otros tiempos; al menos, así lo pensaba Rubín, que sólo había visto belleza semejante en pinturas de amazonas o cosa tal. Otras veces le parecía mujer de la Biblia, la Betsabée aquella del baño, la Rebeca o la Samaritana, señoras que había visto en una obra ilustrada, y que, con ser tan barbianas, todavía se quedaban dos dedos más abajo de la sana hermosura y de la gallardía de su amiga. ...

En la línea 1804
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fortunata no tenía criada. Decía que ella se bastaba y se sobraba para todos los quehaceres de casa tan reducida. Muchas tardes, mientras estaba en la cocina, Maximiliano estudiaba sus lecciones, tendido en el sofá de la sala. Si no fuera porque el espectro de la hucha se le solía aparecer de vez en cuando anunciándole el acabamiento del dinero extraído de ella, ¡cuán feliz habría sido el pobre chico! A pesar de esto, la dicha le embargaba. Entrábale una embriaguez de amor que le hacía ver todas las cosas teñidas de optimismo. No había dificultades, no había peligros ni tropiezos. El dinero ya vendría de alguna parte. Fortunata era buena, y bien claros estaban ya sus propósitos de decencia. Todo iba a pedir de boca, y lo que faltaba era concluir la carrera y… Al llegar aquí, un pensamiento que desde el principio de aquellos amores tenía muy guardadito, porque no quería manifestarlo sino en sazón oportuna, se le vino a los labios. No pudo retener más tiempo aquel secreto que se le salía con empuje, y si no lo decía reventaba, sí, reventaba; porque aquel pensamiento era todo su amor, todo su espíritu, la expresión de todo lo nuevo y sublime que en él había, y no se puede encerrar cosa tan grande en la estrechez de la discreción. Entró la pecadora en la sala, que hacía también las veces de comedor, a poner la mesa, operación en extremo sencilla y que quedaba hecha en cinco minutos. Maximiliano se abalanzó a su querida con aquella especie de vértigo de respeto que le entraba en ocasiones, y besándole castamente un brazo que medio desnudo traía, cogiéndole después la mano basta y estrechándola contra su corazón, le dijo: ...

En la línea 1407
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –No, vino algo después y por otro camino. Y fue que un día estando los dos con la niña, la tenía yo sobre mis rodillas y estaba contándole cuentos y besándola y diciéndola bobadas, se acercó su madre y empezó a acariciarla también. Y entonces ella, ¡pobrecilla!, me puso una de sus manitas sobre el hombro y la otra sobre el de su madre y, nos dijo: «Papaíto… mamaíta… ¿por qué no me traéis un hermanito para que juegue conmigo, como le tienen otras niñas, y no que estoy sola… ?» Nos pusimos lívidos, nos miramos a los ojos con una de esas miradas que desnudan las almas, nos vimos estas al desnudo, y luego, para no avergonzarnos, nos pusimos a besuquear a la niña, y alguno de estos besos cambió de rumbo. Aquella noche, entre lágrimas y furores de celos, engendramos al primer hermanito de la hija del ladrón de mi dicha. ...

En la línea 1442
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Pues decía que cuando uno se casa, si lo hace enamorado de veras, al principio no puede tocar el cuerpo de su mujer sin emberrenchinarse y encenderse en deseo carnal, pero que pasa tiempo, se acostumbra, y llega un día en que lo mismo le es tocar con la mano al muslo desnudo de su mujer que al propio muslo suyo, pero también entonces, si tuvieran que cortarle a su mujer el muslo le dolería como si le cortasen el propio. ...

En la línea 1600
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –¿Pornográfico? ¡De ninguna manera! Lo que hay aquí son crudezas, pero no pornografías. Alguna vez algún desnudo, pero nunca un desvestido… Lo que hay es realismo… ...

En la línea 2252
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... »¡Y es claro, el perro que se pone en dos pies va enseñando impúdica, cínicamente, sus vergüenzas, de cara! Así hizo el hombre al ponerse de pie, al convertirse en un mamífero vertical, y sintió al punto vergüenza y la necesidad moral de taparse las vergüenzas que enseñaba. Y por eso dice su Biblia, según les he oído, que el primer hombre, es decir, el primero de ellos que se puso a andar en dos pies, sintió vergüenza de presentarse desnudo ante su Dios. Y para eso inventaron el vestido, para cubrirse el sexo. Pero como empezaron vistiéndose lo mismo ellos y ellas, no se distinguían entre sí, no se conocían siempre y bien el sexo, y de aquí mil atrocidades… humanas, que ellos se empeñan en llamar perrunas o cínicas. Ellos, los hombres, que son quienes nos han pervertido a los perros, quienes nos han hecho perrunos, cínicos, que es nuestra hipocresía. Porque el cinismo es en el perro hipocresía, así como en el hombre la hipocresía es cinismo. Nos hemos contagiado unos a otros. ...


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Reglas relacionadas con los errores de s;z

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.

Las Reglas Ortográficas de la Z

Se escribe z y no c delante de a, o y u.

Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.

Ejemplos: pedazo, terraza

Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.

Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez

La X y la S


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;z

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