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La palabra crrimen
Cómo se escribe

Comó se escribe crrimen o crimen?

Cual es errónea Crimen o Crrimen?

La palabra correcta es Crimen. Sin Embargo Crrimen se trata de un error ortográfico.

La falta ortográfica detectada en la palabra crrimen es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra crimen

Más información sobre la palabra Crimen en internet

Crimen en la RAE.
Crimen en Word Reference.
Crimen en la wikipedia.
Sinonimos de Crimen.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Crimen

Cómo se escribe crimen o crrimen?
Cómo se escribe crimen o srimen?

Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r

Reglas relacionadas con los errores de r

Las Reglas Ortográficas de la R y la RR

Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.

En castellano no es posible usar más de dos r


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece crimen

La palabra crimen puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1725
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Hasta llegó a sospechar si todo lo que llevaba hecho contra Batiste y su familia era un crimen. ...

En la línea 623
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Más de mil años se habían resignado los parias, con el pensamiento puesto en el cielo, confiando en una compensación eterna. Pero el cielo estaba vacío. ¿Qué desgraciado podía ya creer en él? Dios se había ido con los ricos; apreciaba como una virtud digna de la gloria eterna, el que de tarde en tarde repartiesen éstos un fragmento de su fortuna, conservándola íntegra y reputando como un crimen las reclamaciones de bienestar de los de abajo. ...

En la línea 1457
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Rafael recordaba el final de su última entrevista. Cansado de suplicar, de llorar agarrado a la reja, de arrodillarse como un chiquillo, la desesperación le había hecho prorrumpir en amenazas. ¡Que le perdonase Fermín! pero en aquel momento se sintió capaz del crimen. La muchacha, cansada de sus ruegos, asustada de sus maldiciones, acabó por cerrar de golpe la ventana. ¡Y hasta ahora! Dos veces había ido de día a Marchamalo con la excusa de ver al señor Fermín; pero María de la Luz escondíase, apenas adivinaba su caballo galopando por la carretera. ...

En la línea 1528
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Había jurado que si se consideraba indigna de él, le abandonaría, aunque con esto destrozase su alma. Era un crimen premiar aquel amor tan intenso introduciendo en su futura existencia algo que pudiese afrentar a Rafael, tan bueno, tan noble, tan amoroso. ...

En la línea 1553
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La mano de Fermín volvió a caer sin rozarla. Fue un relámpago de ferocidad; nada más. Montenegro se reconocía sin derecho para castigar a su hermana. En las nieblas de color de sangre que pasaban ante sus ojos, creyó ver el brillo de las gafas azules de Salvatierra, su sonrisa fría de inmensa bondad. ¿Qué haría el maestro de estar allí?... Perdonar, indudablemente: envolver a la víctima en la conmiseración sin límites que le inspiraban los pecados de los débiles. Además, estaba el vino como principal culpable: el veneno de oro, el diablo de color de ámbar, esparciendo con su perfume la locura y el crimen. ...

En la línea 1663
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Creo que su úni co crimen es tener a la vez la dicha y la desgracia de ser vuestro marido. ...

En la línea 2048
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Además, Germain era adicto a losintereses de la reina, y si algo pasaba, la señora Bonacieux sería acusada de haberintroducido a su amante en el Louvre, eso es todo; cargaba con el crimen: su reputación estaba perdida, cierto, pe ro ¿qué valor tiene en el mundo la reputación de una simple mercera?Un vez entrados en el interior del patio, el duque y la joven siguie ron el pie de los muros durante un espacio de unos veinticinco pasos; recorrido ese espacio la señora Bonacieux empujó una pequeña puerta de servicio, abierta durante el día,pero cerrada generalmente por la noche; la puerta cedió; los dos entraron y se encontraron en la oscuri dad, pero la señora Bonacieux conocía todas las vueltas y revueltas de aquella parte del Louvre, destinada a las personas de la servidum bre. ...

En la línea 2182
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Sin embargo, es preciso que hayáis cometido un crimen, puesto que estáis aquí acusado de alta traición. ...

En la línea 2212
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... La desgracia ha caído sobre mi cabeza; mi mujer habrá cometido algún crimen espantoso; me creen su cómplice, y me castigarán con ella; ella habrá hablado, habrá confesado que me había dicho todo; una mujer, ¡es tan débil! ¡Un calabozo, e l primero que sea! ¡Eso es! Una noche pasa pronto; y mañana a la rueda, a la horca. ...

En la línea 3611
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Entre paréntesis: he oído decir que ustedes los ingleses miran con la más extremada aversión el homicidio; ¿creen ustedes, en efecto, que es un crimen enorme? —¿Pues no lo hemos de creer?—repliqué.—En todos los demás cabe reparación; pero si quitamos la vida lo quitamos todo. ...

En la línea 5295
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ¡Vean los frívolos y vanidosos cuán bien se armonizan el crimen y la vanidad! Los ladrones españoles son tan amigos de este género de ostentación como sus hermanos de otras tierras, y tanto en la cárcel como fuera de ella, su mayor contento es lucir su profusión de ropa blanca, ya recostados al sol, ya paseándose gentilmente de aquí para allá. ...

En la línea 5310
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... ¡Qué enigma es este mundo! ¡Qué obscuras y misteriosas las fuentes de lo que llaman crimen y virtud! Si aquel desventurado niño es, con el tiempo, un asesino como su padre, ¿podría culpársele por ello? Arrullado por ladrones, ya vestido de ladrón, hijo de un ladrón cuya historia fué quizás igual a ésta, ¿es justo...? ¡Oh hombre! ¡Hombre! No intentes penetrar en el misterio del bien y del mal morales; reconoce que eres un gusano, arrójate al suelo y murmura con los labios pegados al polvo: ¡Jesús! ¡Jesús! Lo que más me sorprendió fué el buen comportamiento de los presos; lo llamo bueno después de considerar bien todas las cosas y de compararlo con el de la generalidad de los presos en otros países. ...

En la línea 5361
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Candelas había ya expiado su crimen en el patíbulo; pero Balseiro, que era, en opinión común, el peor de los dos bandidos, había logrado salvar la vida a fuerza de dinero, un aliado con que su compañero no contaba; le conmutaron la pena de muerte, a que fué sentenciado, por la de veinte años de cadena en el _presidio_ de Málaga. ...

En la línea 522
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Durante los seis meses últimos he tenido ocasión de estudiar el carácter de los habitantes de estas provincias. Los gauchos o campesinos son muy superiores a los habitantes de la ciudad. Invariablemente, el gaucho es muy servicial, muy cortés, muy hospitalario; nunca he visto un ejemplo de grosería o de inhospitalidad Lleno de modestia cuando habla de sí mismo o de su país, al mismo tiempo es atrevido y valiente. Por otra parte, siempre se oye hablar de robos y homicidios; la costumbre de llevar cuchillo es la principal causa de estos últimos. Es deplorable pensar en el número de muertes causadas por insignificantes disputas. Cada uno de los combatientes trata de tocar a su adversario en la cara, de cortarle la nariz o de arrancarle los ojos; prueba de ello, las horribles cicatrices que casi todos llevan. Los robos provienen naturalmente de las arraigadas costumbres de jugar y beber de los gauchos y de su indolencia suma. Una vez pregunté en Mercedes a dos hombres, con quienes me encontré, por qué no trabajaban. «Los días son demasiado largos», me respondió el uno; «soy demasiado pobre», me contestó el otro. Hay siempre un número de caballos tan grande y tal profusión de alimentos, que no se siente la necesidad de industria. Además, es incalculable el número de los días feriados; por último, una empresa no tiene algunas probabilidades de buen éxito sino comenzándola en luna creciente; de suerte que estas dos causas hacen perder la mitad del mes. Nada hay menos eficaz que la policía y la justicia. Si un hombre pobre comete un homicidio, se le encarcela y hasta quizá se le fusila; pero si es rico y tiene amigos, puede contar con que el asunto no tendrá ninguna mala consecuencia para él. Es de advertir que la mayoría de los habitantes respetables del país ayudan invariablemente a los homicidas a escaparse; parecen pensar que el asesino ha cometido un delito contra el gobierno y no un crimen contra la sociedad. Un viajero no tiene otra protección sino sus armas de fuego, y el hábito constante de llevarlas es lo único que impide mayor frecuencia en los robos. ...

En la línea 1088
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... tiguamente todo el que aparecía convicto de este crimen era enviado a la Inquisición a Lima ...

En la línea 1916
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... mbién tenían los habitantes sus penas domésticas; porque poco tiempo antes se habían introducido tres carpinteros franceses una noche en las dos iglesias del pueblo y habían robado todos los vasos sagrados; uno de los ladrones confesó al fin el crimen y pudieron recuperarse los objetos robados ...

En la línea 2664
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Cuando se libera a un hombre, y obtiene esta liberación si se porta bien durante un número de años proporcional a la magnitud de la pena impuesta, puede circular libremente en una región dada mientras no se haga sospechoso de ningún crimen. todas maneras, sin contar con la prisión en Inglaterra y la terrible travesía, los años que tiene que pasar en Australia como penado son desdichadísimos ...

En la línea 419
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¿Y adónde iba? A luchar con la tentación al aire libre; a cansar la carne con paseos interminables; y un poco también a olfatear el vicio, el crimen pensaba él, crimen en que tenía seguridad de no caer, no tanto por esfuerzos de la virtud como por invencible pujanza del miedo que no le dejaba nunca dar el último y decisivo paso en la carrera del abismo. ...

En la línea 599
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Hubo en el Cabildo épocas de negra intransigencia en que se persiguió la manía de Ripamilán como si fuera un crimen, y se habló de escándalo, y de quemar un libro de versos que publicó el Arcipreste a costa del marqués de Corujedo, gran protector de las letras. ...

En la línea 1278
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Aquel mismo don Álvaro que tenía fama de atreverse a todo y conseguirlo todo, la quería, la adoraba sin duda alguna, estaba segura; más de dos años hacía que ella lo había conocido, pero él no había hablado más que con los ojos, donde Ana fingía no adivinar una pasión que era un crimen. ...

En la línea 1752
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No pagar una visita de clase, les parecía el mayor crimen que se podía cometer en una sociedad civilizada. ...

En la línea 180
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... — Pío II—continuó don Baltasar—, al que tú llamas algunas veces el Papa novelista, cuando hizo su entrada en Ferrara en mil cuatrocientos cincuenta y nueve, fue recibido por siete príncipes reinantes en Italia, y ni uno solo de ellos era hijo legitimo. Nadie se indignaba ante las irregularidades de los señores laicos y- eclesiásticos. La gente reía de las concupiscencias de los grandes personajes de la Iglesia, pero sin considerar un crimen su lubricidad, ya que de un extremo a otro de Italia reinaba un libertinaje tranquilo que nos es imposible concebir en los tiempos actuales. ...

En la línea 200
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... — ¿Qué le echan en cara a Alejandro Sexto?… ¿Que tuvo hijos? También los tenían varios de los papas que se sentaron antes en el trono de San Pedro, y los tuvieron Igualmente después otros pontífices. Su crimen consistió en que algunos de sus hijos fueron personalidades enérgicas, ardorosas en sus deseos, inteligentes y audaces, como verdaderos Borjas, ansioso de poder y de gloria; y los hijos de los otros papas no pasaron de simples parásitos del Vaticano, atentos únicamente a engordar como sanguijuelas con la sangre de la Iglesia, a vender empleos y reunir tesoros. Tampoco puede atacarse a nuestro Papa como una especialidad por sus malas costumbres. En tal caso, hay que extender la censura a otros pontífices anteriores y posteriores a él, igualmente aficionados a carnalidades con hembras o a vicios más horrendos ...

En la línea 1180
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Los escritores protestantes—continuaba don Manuel—lo descubrieron con verdadero regocijo, y allí donde el texto no se dejaba entender lo interpretaron suponiendo un nuevo crimen de los Borgias. ...

En la línea 1214
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Riñó el prefecto de Roma al humilde mercader de leña y al batelero por no denunciar antes dicho crimen; pero ambos respondieron con sencillez que habían visto en el curso de su vida arrojar al Tiber más de cien cadáveres durante la noche, sin que nadie se inquietase al otro día en averiguar su procedencia. ...

En la línea 1331
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Popito le avisó a usted hace días que algunos de estos hombres que le rodean proyectan asesinarlo. Hasta ayer solo tenía vagas noticias de ello; ahora puedo darle un aviso concreto. Creo que es mañana cuando intentarán el golpe contra usted, gentleman. En cuanto a los instigadores del crimen, tengo formada mi convicción y nadie me hará desistir de ella. Son Momaren y Golbasto los que desean su exterminio, y ya que no han podido lograr que el gobierno favoreciese sus deseos, se valen de esta chusma que rodea a usted. ...

En la línea 1333
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Al principio, estos dos personajes proyectaron matarle a usted por medio de una inyección venenosa. Ignoro como pensaban realizarlo, pero de su intención no me cabe ninguna duda. Deseaban que usted apareciese muerto un amanecer, aquí en la playa, y que la gente creyese en un fallecimiento ordinario. Pero como no han podido realizar este plan hipócrita de venganza, apelan ahora al asesinato. Ya lo sabe, gentleman; esta noche y la siguiente no duerma usted. Yo creo que el golpe lo intentarán mañana, pero le aconsejo que, de todos modos, se guarde esta noche, pues bien podrían haber adelantado la fecha de su crimen. ...

En la línea 1335
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Los que le rodean, gentleman, son personas de malos antecedentes, pero no creo que todos ellos vayan a intervenir en el crimen. Según mis informes, los únicos que han tomado algún dinero para ejecutarlo y desean ganar el resto de la cantidad son esos bigotudos de Blefuscu, que tan orgullosos se muestran de su fuerza. No los pierda nunca de vista, pues en ellos esta el peligro. ...

En la línea 952
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Dando trompicones, entró Ido en una de las alcobas, y apoyando la rodilla en el camastro que allí había empezó a dar golpes con el palillo, pronunciando torpemente estas palabras: «Adúlteros, expiad vuestro crimen». Los que desde el corredor le oían, reíanse a todo trapo, y Nicanora arengaba al público diciendo: «pronto se le pasará; cuanto más fuerte, menos le dura». ...

En la línea 1102
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Usted me quema la sangre… —¿Con que destino, y si no no? Tijeretas han de ser. A fe que está el hombre cortadito para administrador. Sr. Izquierdo, dejemos las bromas a un lado; me da mucha lástima de usted; porque, lo digo con sinceridad, no me parece tan mala persona como cree la gente. ¿Quiere usted que le diga la verdad? Pues usted es un infelizote que no ha tenido parte en ningún crimen ni en la invención de la pólvora. ...

En la línea 1752
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Lo que desconcertó a Rubín cuando creyó concluida su faena, fue la aprensión de advertir que la hucha nueva no se parecía nada a la sacrificada. ¿Cómo antes del crimen las vio tan iguales que parecían una misma? Error de los sentidos. También podía ser error la diferencia que después del crimen notaba. ¿Se equivocó antes o se equivocaba después? En la enorme turbación de su ánimo no podía decidir nada. «Pero si, basta tener ojos—decía—, para conocer que esta hucha no es aquella… En esta el barro es más recocho, de color más oscuro, y tiene por aquí una mancha negra… A la simple vista se ve que no es la misma… Dios nos asista. ¿A ver el peso?… Pues el peso me parece que es menor en esta… No, más bien mayor, mucho mayor… ¡Fatalidad!». ...

En la línea 1752
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Lo que desconcertó a Rubín cuando creyó concluida su faena, fue la aprensión de advertir que la hucha nueva no se parecía nada a la sacrificada. ¿Cómo antes del crimen las vio tan iguales que parecían una misma? Error de los sentidos. También podía ser error la diferencia que después del crimen notaba. ¿Se equivocó antes o se equivocaba después? En la enorme turbación de su ánimo no podía decidir nada. «Pero si, basta tener ojos—decía—, para conocer que esta hucha no es aquella… En esta el barro es más recocho, de color más oscuro, y tiene por aquí una mancha negra… A la simple vista se ve que no es la misma… Dios nos asista. ¿A ver el peso?… Pues el peso me parece que es menor en esta… No, más bien mayor, mucho mayor… ¡Fatalidad!». ...

En la línea 663
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Quiero enterarme mejor de este asunto. Dice ese hombre que su crimen no se le probó. Cuéntame lo que sepas de ello. ...

En la línea 688
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Se les imputa, señor, un negro crimen y bien probado, por lo cual los jueces han decretado, con apego a la ley, que sean ahorcadas. Se han vendido al diablo. Tal es su crimen. ...

En la línea 688
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Se les imputa, señor, un negro crimen y bien probado, por lo cual los jueces han decretado, con apego a la ley, que sean ahorcadas. Se han vendido al diablo. Tal es su crimen. ...

En la línea 872
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Al punto vinieron a su mente pensamientos placenteros; la vida adquirió un cariz más alegre. Estaba liberado de las garras de la servidumbre y del crimen, libre de la compañía de villanos y brutales forajidos. Estaba caliente, cobijado; es decir, era feliz. Soplaba el viento de la noche en pavorosas ráfagas que hacían estremecer y temblar el viejo granero, y luego su fuerza expiraba a intervalos, y continuaba mugiendo y gimiendo por los rincones… Pero todo ello era una agradable música para el rey, una vez arropado y cómodo. Soplara y enfureciérase cuanto quisiera, azotara y golpeara, gimiera y rugiere, al rey no le importaba, antes bien gozaba con ello. Se acurrucó más cerca de su amiga, con sibaritismo de cálida alegría, y como un bendito perdió la conciencia del mundo y se sumió en un sueño profundo y sin pesadillas, en paz y sosiego. A lo lejos aullaban los perros, mugían melancólicamente las vacas y el viento seguía rugiendo, en tanto que furiosos aguaceros se abatían sobre el tejado; mas la Majestad de Inglaterra siguió durmiendo imperturbable, y otro tanto la ternera, animal sencillo, y que no se turbaba fácilmente por las tempestades, ni le causaba embarazo dormir con un rey. ...

En la línea 897
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Me intranquilizó mucho el caso del joven caballero pálido. Cuanto más recordaba la pelea y mentalmente volvía a ver a mi antagonista en el suelo, en las varias fases de la lucha, mayor era la certidumbre que sentía de que me harían algo. Sentía que la sangre del joven y pálido caballero había caído sobre mi cabeza, y me decía que la ley tomaría venganza de mí. Sin tener idea clara de cuáles eran las penalidades en que había incurrido, para mí era evidente que los muchachos de la aldea no podrían recorrer la comarca para ir a saquear las casas de la gente y acometer a los jóvenes estudiosos de Inglaterra, sin quedar expuestos a severos castigos. Durante varios días procuré no alejarme mucho de mi casa, y antes de salir para cualquier mandado miraba a la puerta de la cocina con la mayor precaución y hasta con cierto temblor, temiendo que los oficiales de la cárcel del condado vinieran a caer sobre mí. La nariz del pálido y joven caballero me había manchado los pantalones, y en el misterio de la noche traté de borrar aquella prueba de mi crimen. Al chocar contra los dientes de mi antagonista me herí los puños, y retorcí mi imaginación en un millar de callejones sin salida, mientras buscaba increíbles explicaciones para justificar aquella circunstancia condenatoria cuando me curasen ante los jueces. ...

En la línea 1116
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Como yo estaba enterado de algo más, supuse que pertenecería a mi penado, es decir, que era el mismo que vi limar en los marjales, mas a pesar de ello no le acusaba de haberlo empleado en herir a mi hermana. Y eso porque sospechaba que otras dos personas lo hubiesen encontrado, utilizándolo para cometer el crimen. Sin duda alguna, el asesino era Orlick o bien aquel hombre extraño que me enseñó la lima. Con referencia al primero, se comprobó que había ido a la ciudad, exactamente como nos dijo cuando le encontramos en la barrera. Por la tarde lo vieron varias personas por las calles y estuvo en compañía de 58 otras en algunas tabernas, hasta que regresó conmigo mismo y con el señor Wopsle. De modo que, a excepción de la pelea, no se le podía hacer ningún cargo. Por lo demás, mi hermana se había peleado con él y con todo el mundo más de diez mil veces. En cuanto a aquel hombre extraño, en caso de que hubiese regresado en busca de sus dos billetes de banco, nadie se los habría disputado, porque mi hermana estaba más que dispuesta a devolvérselos. Por otra parte, no hubo altercado, pues era evidente que el criminal llegó silenciosa y repentinamente y la víctima quedó tendida en el suelo antes de poder volver la cabeza. Era horrible pensar que yo había facilitado el arma, aunque, naturalmente, sin imaginar lo que podía resultar; pero apenas podía apartar de mi cerebro aquel asunto. Sufrí angustias indecibles mientras pensaba en si, por fin, debería referir a Joe aquella historia de mi infancia. Todos los días, y durante varios meses siguientes, decidí no decir nada, pero a la mañana siguiente volvía a reflexionar y a contradecirme a mí mismo. Por último tomé una resolución decisiva en el sentido de guardar silencio, porque tuve en cuenta que el secreto ya era muy antiguo, y como me había acompañado durante tanto tiempo, convirtiéndose ya en una parte de mí mismo, no podía decidirme a separarme de él. Además, tenía el inconveniente de que, habiendo sido tan desagradables los resultados de mi conducta, ello me privaría del afecto de Joe, si creía en la verdad de mis palabras, y, en el caso de que no las creyese, irían a sumarse en la mente de mi amigo con mis invenciones de los perros fabulosos y de las costillas de ternera. Pero sea lo que fuere, contemporicé conmigo mismo y resolví revelar mi secreto en caso de que éste pudiera servir para ayudar al descubrimiento del asesino. ...

En la línea 1204
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Habíase cometido un crimen que se hizo célebre, y el señor Wopsle estaba enrojecido hasta las cejas. Se deleitaba ante cada uno de los violentos adjetivos de la descripción y se identificaba con cada uno de los testigos de la instrucción del proceso. Con voz débil y quejumbrosa decía «¡Estoy perdido!», cuando se trataba de los últimos momentos de la víctima, y en voz salvaje gritaba: «¡Voy a arreglarte las cuentas!», refiriéndose a las palabras pronunciadas por el asesino. Explicó el examen de los médicos forenses imitando el modo de hablar del practicante del pueblo, y habló con voz tan débil y temblorosa al repetir la declaración del guarda de la barrera que había oído golpes, de un modo tan propio de un paralítico, que llegó a inspirarnos serias dudas acerca de la cordura de aquel testigo. El coroner, en manos del señor Wopsle, se convirtió en Timón de Atenas; el alguacil, en Coriolano. Él disfrutaba lo indecible y nosotros también, aparte de que todos estábamos muy cómodos y a gusto. En aquel estado mental agradable llegamos al veredicto de «asesinato premeditado». ...

En la línea 1764
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... cabezas antes de bajarlas-: Son las dos muy célebres. Fueron dos clientes nuestros que nos acreditaron mucho. Éste - empezó a decir, pero se interrumpió para apostrofar a la cabeza diciéndole-: ¡Caramba! Sin duda has bajado por la noche a mirar el tintero, y por eso te has manchado en la ceja… - Y luego continuó -: Éste asesinó a su amo, y no planeó mal el crimen, porque no se le pudo demostrar.l - ¿Se le parece? - pregunté, retrocediendo, en tanto que Wemmick le escupía sobre la frente y le limpiaba luego con la manga. ...

En la línea 452
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Continúo. Por otro lado tenemos fuerzas frescas, jóvenes, que se pierden, faltas de sostén, por todas partes, a miles. Cien, mil obras útiles se podrían mantener y mejorar con el dinero que esa vieja destina a un monasterio. Centenares, tal vez millares de vidas, se podrían encauzar por el buen camino; multitud de familias se podrían salvar de la miseria, del vicio, de la corrupción, de la muerte, de los hospitales para enfermedades venéreas… , todo con el dinero de esa mujer. Si uno la matase y se apoderara de su dinero para destinarlo al bien de la humanidad, ¿no crees que el crimen, el pequeño crimen, quedaría ampliamente compensado por los millares de buenas acciones del criminal? A cambio de una sola vida, miles de seres salvados de la corrupción. Por una sola muerte, cien vidas. Es una cuestión puramente aritmética. Además, ¿qué puede pesar en la balanza social la vida de una anciana esmirriada, estúpida y cruel? No más que la vida de un piojo o de una cucaracha. Y yo diría que menos, pues esa vieja es un ser nocivo, lleno de maldad, que mina la vida de otros seres. Hace poco le mordió un dedo a Lisbeth y casi se lo arranca. ...

En la línea 452
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Continúo. Por otro lado tenemos fuerzas frescas, jóvenes, que se pierden, faltas de sostén, por todas partes, a miles. Cien, mil obras útiles se podrían mantener y mejorar con el dinero que esa vieja destina a un monasterio. Centenares, tal vez millares de vidas, se podrían encauzar por el buen camino; multitud de familias se podrían salvar de la miseria, del vicio, de la corrupción, de la muerte, de los hospitales para enfermedades venéreas… , todo con el dinero de esa mujer. Si uno la matase y se apoderara de su dinero para destinarlo al bien de la humanidad, ¿no crees que el crimen, el pequeño crimen, quedaría ampliamente compensado por los millares de buenas acciones del criminal? A cambio de una sola vida, miles de seres salvados de la corrupción. Por una sola muerte, cien vidas. Es una cuestión puramente aritmética. Además, ¿qué puede pesar en la balanza social la vida de una anciana esmirriada, estúpida y cruel? No más que la vida de un piojo o de una cucaracha. Y yo diría que menos, pues esa vieja es un ser nocivo, lleno de maldad, que mina la vida de otros seres. Hace poco le mordió un dedo a Lisbeth y casi se lo arranca. ...

En la línea 494
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Al principio ‑de esto hacía ya bastante tiempo‑, lo que más le preocupaba era el motivo de que todos los crímenes se descubrieran fácilmente, de que la pista del culpable se hallara sin ninguna dificultad. Raskolnikof llegó a diversas y curiosas conclusiones. Según él, la razón de todo ello estaba en la personalidad del criminal más que en la imposibilidad material de ocultar el crimen. ...

En la línea 495
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En el momento de cometer el crimen, el culpable estaba afectado de una pérdida de voluntad y raciocinio, a los que sustituía una especie de inconsciencia infantil, verdaderamente monstruosa, precisamente en el momento en que la prudencia y la cordura le eran más necesarias. Atribuía este eclipse del juicio y esta pérdida de la voluntad a una enfermedad que se desarrollaba lentamente, alcanzaba su máxima intensidad poco antes de la perpetración del crimen, se mantenía en un estado estacionario durante su ejecución y hasta algún tiempo después (el plazo dependía del individuo), y terminaba al fin, como terminan todas las enfermedades. ...

En la línea 297
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Después se preguntó si era el único que había obrado mal en tal fatal historia; si no era una cosa grave que él, trabajador, careciese de trabajo; que él, laborioso, careciese de pan; si, después de cometida y confesada la falta, el castigo no había sido feroz y extremado; si no había más abuso por parte de la ley en la pena que por parte del culpado en la culpa; si el recargo de la pena no era el olvido del delito, y no producía por resultado el cambio completo de la situación, reemplazando la falta del delincuente con el exceso de la represión, transformando al culpado en víctima, y al deudor en acreedor, poniendo definitivamente el derecho de parte del mismo que lo había violado; si esta pena, complicada por recargos sucesivos por las tentativas de evasión, no concluía por ser una especie de atentado del fuerte contra el débil, un crimen de la sociedad contra el individuo; un crimen que empezaba todos los días; un crimen que se cometía continuamente por espacio de diecinueve años. ...

En la línea 297
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Después se preguntó si era el único que había obrado mal en tal fatal historia; si no era una cosa grave que él, trabajador, careciese de trabajo; que él, laborioso, careciese de pan; si, después de cometida y confesada la falta, el castigo no había sido feroz y extremado; si no había más abuso por parte de la ley en la pena que por parte del culpado en la culpa; si el recargo de la pena no era el olvido del delito, y no producía por resultado el cambio completo de la situación, reemplazando la falta del delincuente con el exceso de la represión, transformando al culpado en víctima, y al deudor en acreedor, poniendo definitivamente el derecho de parte del mismo que lo había violado; si esta pena, complicada por recargos sucesivos por las tentativas de evasión, no concluía por ser una especie de atentado del fuerte contra el débil, un crimen de la sociedad contra el individuo; un crimen que empezaba todos los días; un crimen que se cometía continuamente por espacio de diecinueve años. ...

En la línea 496
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Mientras lloraba se encendía poco a poco una luz en su cerebro, una luz extraordinaria, una luz maravillosa y terrible a la vez. Su vida pasada, su primera falta, su larga expiación, su embrutecimiento exterior, su endurecimiento interior, su libertad halagada con tantos planes de venganza, las escenas en casa del obispo, la última acción que había cometido, aquel robo de cuarenta sueldos a un niño, crimen tanto más culpable, tanto más monstruoso cuanto que lo ejecutó después del perdón del obispo; todo esto se le presentó claramente; pero con una claridad que no había conocido hasta entonces. ...

En la línea 1028
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Se interrogó sobre esta 'decisión irrevocable', y se confesó que el arreglo que había hecho en su espíritu era monstruoso, porque su 'dejar obrar a Dios' era simplemente una idea horrible. Dejar pasar ese error del destino y de los hombres, no impedirlo, ayudarlo con el silencio, era una imperdonable injusticia, el colmo de la indignidad hipócrita, un crimen bajo, cobarde, abyecto, vil. ...


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