Cual es errónea Conocido o Sonosido?
La palabra correcta es Conocido. Sin Embargo Sonosido se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino sonosido es que hay un Intercambio de las letras c;s con respecto la palabra correcta la palabra conocido
Más información sobre la palabra Conocido en internet
Conocido en la RAE.
Conocido en Word Reference.
Conocido en la wikipedia.
Sinonimos de Conocido.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Conocido
Cómo se escribe conocido o conozido?
Cómo se escribe conocido o sonosido?

la Ortografía es divertida

El Español es una gran familia
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras c;s
Reglas relacionadas con los errores de c;s
Las Reglas Ortográficas de la S
Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz
Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad
Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa
Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso
Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima
Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.
Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.
Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.
Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.
Algunas Frases de libros en las que aparece conocido
La palabra conocido puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 672
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Sobre robustos pedestales exhibíanse los doce apóstoles; pero tan desfigurados, tan maltrechos, que no los hubiera conocido Jesús: los pies, roídos; las narices, rotas; las manos, cortadas; una fila de figurones, que más que apóstoles parecían enfermos escapados de una clínica, mostrando dolorosamente sus informes muñones. ...
En la línea 953
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Roseta se mostraba tranquila; había conocido a su compañero apenas la saludó. ...
En la línea 1271
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Usted no los ha conocido; pero también los de usted eran mejores que éstos. ...
En la línea 2069
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Bueno; él no trabajaba mucho, porque era listo y había conocido la farsa de la vida. ...
En la línea 70
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Ríe, muchacho, ríe. Todos sois lo mismo: no habéis conocido lo bueno y os extraña que los viejos encontremos tan malo lo presente. ¿Sabes a cómo se pagaba antes la bota de treinta y una arrobas? Pues llegó a valer 230 pesos; y ahora se ha vendido en algunos años a 21 pesos. ...
En la línea 71
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pregúntale a tu padre, que aunque menos viejo que yo, también ha conocido los tiempos de oro. El dinero circulaba en Jerez lo mismo que el aire. Había cosecheros que usaban calañés y vivían en un casucho de las afueras como pobres, alumbrándose con un velón; pero al pagar una cuenta tiraban de un saco que tenían debajo de la mesilla de pino como si fuese un saco de patatas, y ¡eche usté onzas! Los trabajadores de las viñas cobraban de treinta a cuarenta reales de jornal, y se permitían la fantasía de ir al tajo en calesín y con zapatos de charol. Nada de periódicos, ni de soflamas, ni de mítines. Allí donde se reunía la gente sonaba la guitarra, soltándose cada seguidilla y cada martinete que a Dios le temblaban la carne de gusto... Si entonces hubiese aparecido Fernando Salvatierra, el amigote de tu padre, con todas esas cosas de pobres y ricos, de repartos de tierras y rivoluciones, le habrían ofrecido una caña y le hubieran dicho: «Siéntese su mercé en el corro, camará; beba, cante, eche un baile con las mocitas si en ello tiene gusto y no se haga mala sangre pensando en nuestra vida, que no es de las peores»... Pero los ingleses apenas nos beben: el dinero entra con menos frecuencia en Jerez, y se oculta de tal modo el condenado, que nadie lo ve. Los trabajadores de las viñas ganan diez reales y tienen cara de vinagre. Por si han de podar con cuchilla o con tijeras, se matan entre ellos; hay _Mano Negra_ y en la plaza de la cárcel se da garrote a los hombres, lo que no se había visto en Jerez en muchísimos años. El jornalero pincha como un erizo apenas se le habla, y el amo es peor que antes. Ya no se ve a los señores alternando con los pobres en las vendimias, bailando con las muchachas y requebrándolas como un gañán joven. La guardia civil corre el campo como en los tiempos que salían bandidos a las carreteras... ¿Y todo por qué, señor? Por lo que yo digo: porque los ingleses se han aficionado al maldito _whischy_ y no hacen caso del buen _palo cortado_, ni de la _palma_, ni de ninguna otra de las exelencias de esta bendita tierra... Lo que yo digo: dinero, venga dinero: que vuelvan aquí, como en otros tiempos, las libras, las guineas y los chelines ¡y se acabaron las huelgas, y los sermones de Salvatierra y sus partidarios, y los malos gestos de los civiles, y todas las miserias y vergüenzas que ahora vemos!... ...
En la línea 132
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --¡Mi padre!--contestó Dupont con cierta indecisión.--También era como era: hijo de una época de revueltas y un poco tibio en lo que más debe importarle al hombre: la religión... Además, Fermín, los tiempos han cambiado; aquellos republicanos de entonces eran muchos de ellos personas extraviadas, pero de excelente corazón. Yo he conocido algunos que no podían pasar sin su misa y eran unos santos varones que odiaban a los reyes, pero respetaban a los sacerdotes de Dios. ¿Tú crees, Fermín, que a mí me asusta la República? Yo soy más republicano que tú; yo soy un hombre moderno. ...
En la línea 361
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... III Cuando la docena de perros, bien contada, que tenía el cortijo de Matanzuela, galgos, mastines y podencos, olfateaban a medio día el regreso del aperador, saludaban con fieros aullidos y tirones de cadena el trote de la jaca, y avisado por estas señales el tío Antonio, conocido por el apodo de _Zarandilla_, asomábase al portalón para recibir a Rafael. ...
En la línea 88
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Decididamente este caballo es, o mejor, fue en su juventud bo tón de oro -dijo el desconocido continuando las investigaciones co menzadas y dirigiéndose a sus oyentes de la ventana, sin aparentar en modo alguno notar la exasperación d e D'Artagnan, que sin embargo estaba de pie entre él y ellos-; es un color muy conocido en botánica, pero hasta el presente muy raro entre los caballos. ...
En la línea 593
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por despacio que hubiera andado el des conocido, había hecho camino; quizá también había entrado en alguna casa. ...
En la línea 960
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... En efecto, el nombre de Bernajoux era conocido de todo el mundo, a excepción quizá de D'Artagnan solamente; porque era uno de esos que figuraba la mayoría de las veces en las riñas cotidianas que todos los edictos del rey y del cardenal no habían podido reprimir. ...
En la línea 2232
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¡Ah? A fe qu e no pido otra cosa -exclamó Bonacieux -, no me molestará ver un rostro conocido. ...
En la línea 488
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El caballero espoleó el caballo y me abordó, pero no en portugués, francés ni italiano, sino en el inglés más puro que he oído hablar a un extranjero; no había en su pronunciación ni el más leve acento extranjero, y, a no haber conocido en su rostro que mi interlocutor no era inglés (como todos saben, hay en el semblante de un inglés una particularidad indescriptible que le delata), hubiera creído que se trataba de un compatriota. ...
En la línea 703
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Algunos borrachos he conocido en Portugal, pero, sin excepción, eran individuos que, después de viajar fuera de su tierra, como aquel cochero, regresaban llenos de desprecio hacia su patria y manchados con los peores vicios de los países donde habían vivido. ...
En la línea 726
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... He conocido casos análogos en personas de extraordinaria valentía. ...
En la línea 920
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Es un hecho conocido de mucha gente, y comprobado con frecuencia, según creo, que ningún perro o animal mayor y fiero, de cualquier especie que sea, con excepción del toro, que cierra los ojos y embiste a ciegas, se atreve a atacar a un hombre que le haga cara con firme y sereno continente. ...
En la línea 132
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mesmo y diciendo: -¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salidad tan de mañana, desta manera?: «Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel». ...
En la línea 597
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Porque sé que eres sabida, en que me quieres me afirmo; que nunca fue desdichado amor que fue conocido. ...
En la línea 726
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Sólo Sancho Panza pensaba que cuanto su amo decía era verdad, sabiendo él quién era y habiéndole conocido desde su nacimiento; y en lo que dudaba algo era en creer aquello de la linda Dulcinea del Toboso, porque nunca tal nombre ni tal princesa había llegado jamás a su noticia, aunque vivía tan cerca del Toboso. ...
En la línea 1302
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -No dices mal, Sancho -respondió don Quijote-; mas, antes que se llegue a ese término, es menester andar por el mundo, como en aprobación, buscando las aventuras, para que, acabando algunas, se cobre nombre y fama tal que, cuando se fuere a la corte de algún gran monarca, ya sea el caballero conocido por sus obras; y que, apenas le hayan visto entrar los muchachos por la puerta de la ciudad, cuando todos le sigan y rodeen, dando voces, diciendo: ''Éste es el Caballero del Sol'', o de la Sierpe, o de otra insignia alguna, debajo de la cual hubiere acabado grandes hazañas. ...
En la línea 150
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Regresamos a Maldonado por un camino un poco diferente. Paso un día en casa de un viejo español muy hospitalario, cerca del «Pan de Azúcar», sitio muy conocido para quien haya remontado el Plata. Una mañana temprano subimos a la «Sierva de las Animas». Gracias a la salida del sol, el paisaje es casi pintoresco. Al poniente se extiende la vista por una inmensa llanura hasta la montaña de Montevideo, y al oriente por la región ondulosa de Maldonado. En la cúspide de la montaña hay varios montoncitos de piedras, que evidentemente están allí desde hace mucho tiempo. Mi compañero de viaje me asegura que son obra de los indios antiguos. Esos montones se parecen, en pequeño, a los que con tanta frecuencia se encuentran en el país de Gales. ...
En la línea 169
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El hombre que me los había proporcionado me afirmó que se encuentran gran número de ellos ciegos. Un ejemplar que conservé en espíritu de vino, hallábase en ese estado; Mr. Reed piensa que su ceguera proviene de una inflamación de la membrana nisctitante. Estando vivo el animal, puse un dedo a media pulgada de su cabeza y no lo vio; sin embargo, se dirigía por la estancia casi tan bien como los otros. Dadas las costumbres estrictamente subterráneas del tucutuco, la ceguera, aun siendo tan común, no puede ser para él una grave desventaja; sin embargo, parece extraño que un animal, sea cual fuere, tenga un órgano sujeto a alterarse con tanta frecuencia. Lamarck hubiera sacado mucho partido de este hecho, si lo hubiese conocido cuando discutía (probablemente con más verdad de la que por lo común se encuentra en él) la ceguera adquirida gradualmente por el Aspalax7, un roedor que vive debajo de tierra, y por el 6 En las márgenes del río Negro, en la Patagonia septentrional, hay un animal que tiene las mismas costumbres. ...
En la línea 413
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Las estancias distan mucho unas de otras; en efecto, hay muy pocos pastos buenos, estando el suelo cubierto en casi todas partes por una especie de trébol acre o por cardo gigante. Esta última planta, tan bien conocida desde la admirable descripción que de ella hizo Sir F. Head, en esa estación del año no había llegado sino a los dos tercios de su altura; en algunas partes los cardos se elevan hasta la grupa de mi caballo; en otras no han brotado aún de la tierra, y entonces el suelo está tan desnudo y polvoriento como pueda estarlo en nuestras grandes carreteras. Los tallos, de un color verde brillante, dan al paisaje el aspecto de un bosque en miniatura. En cuanto los cardos crecen todo lo que han de crecer, los llanos que recubren se vuelven impenetrables en absoluto, excepto en algunos senderos, verdadero laberinto sólo conocido por los ladrones que se guarecen allí en esa estación y salen para robar y asesinar a los viajeros. Un día preguntaba yo en una casa «si había por allá muchos ladrones» y me respondieron, sin comprender yo al pronto el alcance de la contestación: «todavía no han brotado los cardos». Casi nada de interés hay que observar en los parajes invadidos por los cardos, pues pocos mamíferos o aves habitan en ellos, a no ser el viscache y su amigo el búho pequeño. ...
En la línea 484
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Sin embargo, eso se consigue con bastante facilidad basándose en el principio de que los animales se clasifican por sí mismos juntándose en grupos de cuarenta a cien individuos. Cada grupo se conoce por algunos individuos de señas particulares; conocido también el número de cabezas de que consta cada grupo, bien pronto se nota si un solo buey falta al llamamiento entre 10.000. Durante una noche de tempestad, todos los animales se confunden, pero a la mañana siguiente todos se separan como antes; por tanto, cada animal debe de conocer a sus compañeros en medio de otros diez mil. ...
En la línea 531
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Miró don Saturno con sonrisa de lástima y dijo: —Sí, es bonito; pero muy conocido. ...
En la línea 741
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¿Estarían allí todavía aquellas señoras? Al bajar de la torre y pasar por el trascoro las había visto, las había conocido, eran la Regenta y Visitación; estaba seguro. ...
En la línea 967
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Se acordó de que no había conocido a su madre. ...
En la línea 1278
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Aquel mismo don Álvaro que tenía fama de atreverse a todo y conseguirlo todo, la quería, la adoraba sin duda alguna, estaba segura; más de dos años hacía que ella lo había conocido, pero él no había hablado más que con los ojos, donde Ana fingía no adivinar una pasión que era un crimen. ...
En la línea 135
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Don Baltasar ponía la cara triste. Ramona había muerto ocho años antes. Las dos mujeres que ahora cuidaban de él no habían conocido a Claudio. Eran a modo de extranjeras dentro de aquella casa de tres siglos, con un escudo sobre su puerta cuyos cuarteles estaban borrosos por las roeduras del tiempo y semejaban una piedra informe extraída del fondo de un río. ...
En la línea 176
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Otro humanista todavía más escéptico, Becadelli, el autor de El hermafrodita, se unía a Valla, defendiendo ambos el deleite sensual como soberano bien, y declarando la virginidad voluntaria como un vicio del cristianismo, un crimen contra la benigna Naturaleza. Presentaban los amores de los dioses paganos como regla de vida. Todos los seres del Olimpo, exceptuando a. Minerva, habían conocido el ayuntamiento carnal, y Júpiter, en cuanto dependió de él, no pudo consentir jamás cerca de su persona ninguna virginidad. ...
En la línea 228
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Rosaura lo invitó por segunda vez a almorzar, mostrando repentino interés por su gran empresa en favor de los Borgias. Era, sin duda, una amabilidad de última hora, un deseo de serle agradable, ya que no lo iba a ver más. Y escuchó atenta la descripción que el canónigo fue haciendo de la ciudad de Játiva, donde los árabes españoles fabricaron el primer papel conocido en Europa. ...
En la línea 411
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Empezó a considerar muy lógica y puesta en razón cierta costumbre seguida por algunas parejas británicas y norteamericanas que él había conocido en París y la Costa Azul. Se amaban, pero tenían la certeza de que el amor no puede luchar a la larga con la monotonía del tiempo y necesita el auxilio del espacio para rehacerse con una separación momentánea. Todos los años estas parejas se partían, alejándose por algunos meses. Uno quedaba en Europa, el otro iba a América o a dar la vuelta al mundo. Se escribían como si fuesen novios y, transcurrido el plazo, tornaban a juntarse, con Ilusiones y entusiasmos nupciales. ¿Por qué no hacer lo mismo Rosaura y él?… ...
En la línea 149
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Algunos, -contestó el sabio-. Recuerde usted que la visita de ese Gulliver fue hace muchos años, muchísimos, un espacio de tiempo que corresponde, según creo, a lo que los Hombres-Montañas llaman dos siglos. Imagínese cuantos naufragios pueden haber ocurrido durante un periodo tan largo; cuantos habrán venido a visitarnos forzosamente de esos hombres gigantescos que navegan en sus casas de madera mas allá de la muralla de rocas y espumas que levantaron nuestros dioses para librarnos de su grosería monstruosa… . Nuestras crónicas no son claras en este punto. Hablan de ciertas visitas de Hombres-Montañas que yo considero apócrifas. Pero con certeza puede decirse que llegaron a esta tierra unos catorce seres de tal clase en distintas épocas de nuestra historia. De esto hablaremos más detenidamente, si el destino nos permite conversar en un sitio mejor y con menos prisa. El último gigante que llegó lo vi cuando estaba todavía en mi infancia; el único que hemos conocido después del triunfo de la Verdadera Revolución. Era un hombre de manos callosas y piel con escamas de suciedad. Bebía un líquido blanco y de hedor insufrible, guardado en una gran botella forrada de juncos. Este líquido ardiente parecía volverle loco. Nuestros sabios creen que era un simple esclavo de los que trabajan en los buques enormes de los mares sin límites. Como el tal líquido despertaba en el una demencia destructiva, mató a varios miles de los nuestros, nos causo otros daños, y tuvimos que suprimirle, encargándose nuestra Facultad de Química de disolver y volatilizar su cadáver para que tanta materia en putrefacción no envenenase la atmósfera. Creo necesario hacerle saber que desde entonces decidimos suprimir todo Hombre-Montaña que apareciese en nuestras costas. ...
En la línea 156
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Es verdaderamente extraordinario -continuó el profesor- que haya conocido usted el nuevo sol que ve en estos instantes. Estaba acordado el matarle, mientras dormía, con una segunda inyección de veneno, cuyos efectos son muy rápidos. Pero los encargados del registro de su persona se apiadaron al enterarse de la categoría a que indudablemente pertenece usted en su país. Le diré que yo tuve el honor de figurar entre ellos, y he contribuido, en la medida de mi influencia, a conseguir que las altas personalidades del Consejo Ejecutivo respeten su vida por el momento. Como la lengua de todos los Hombres-Montañas que vinieron aquí ha sido siempre el inglés, el gobierno consideró necesario que yo abandonase la Universidad por unas horas para prestar el servicio de mi ciencia. Ha sido una verdadera fortuna para usted el que reconociésemos que es un gentleman. ...
En la línea 160
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... También he registrado hasta hace unos momentos el enorme navío que le trajo a nuestras costas. He examinado todo lo que hay en el; he traducido los rótulos de las grandes torres de hoja de lata cerradas por todos lados, que, según revela su etiqueta, guardan conservas animales y vegetales. Los encargados de hacer el inventario han podido adivinar que era usted un gentleman porque tiene la piel fina y limpia, aunque para nosotros siempre resulta horrible por sus manchas de diversos colores y los profundos agujeros de sus poros. Pero este detalle, para un sabio, carece de importancia. También han conocido que es usted un gentleman porque no tiene las manos callosas y porque su olor a humanidad es menos fuerte que el de los otros Hombres-Montañas que nos visitaron, los cuales hacían irrespirable el aire por allí donde pasaban. Usted debe bañarse todos los días, ¿no es cierto, gentleman?… Además, el pedazo de tela blanca, grande como una alfombra de salón, que lleva usted sobre el pecho, junto con el reloj, ha impregnado el ambiente de un olor de jardín. ...
En la línea 168
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¿Y en qué ha conocido usted que soy mujer? ...
En la línea 106
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fuera del platicar, Estupiñá no tenía ningún vicio, ni se juntó jamás con personas ordinarias y de baja estofa. Una sola vez en su vida tuvo que ver con gente de mala ralea, con motivo del bautizo del chico de un sobrino suyo, que estaba casado con una tablajera. Entonces le ocurrió un lance desagradable del cual se acordó y avergonzó toda su vida; y fue que el pillete del sobrinito, confabulado con sus amigotes, logró embriagarle, dándole subrepticiamente un Chinchón capaz de marear a una piedra. Fue una borrachera estúpida, la primera y última de su vida; y el recuerdo de la degradación de aquella noche le entristecía siempre que repuntaba en su memoria. ¡Infames, burlar así a quien era la misma sobriedad! Me le hicieron beber con engaño evidente aquellas nefandas copas, y después no vacilaron en escarnecerle con tanta crueldad como grosería. Pidiéronle que cantara la Pitita, y hay motivos para creer que la cantó, aunque él lo niega en redondo. En medio del desconcierto de sus sentidos, tuvo conciencia del estado en que le habían puesto, y el decoro le sugirió la idea de la fuga. Echose fuera del local pensando que el aire de la noche le despejaría la cabeza; pero aunque sintió algún alivio, sus facultades y sentidos continuaban sujetos a los más garrafales errores. Al llegar a la esquina de la Cava de San Miguel, vio al sereno; mejor dicho, lo que vio fue el farol del sereno, que andaba hacia la rinconada de la calle de Cuchilleros. Creyó que era el Viático, y arrodillándose y descubriéndose, según tenía por costumbre, rezó una corta oración y dijo: «¡que Dios le dé lo que mejor le convenga!». Las carcajadas de sus soeces burladores, que le habían seguido, le volvieron a su acuerdo, y conocido el error, se metió a escape en su casa, que a dos pasos estaba. Durmió, y al día siguiente como si tal cosa. Pero sentía un remordimiento vivísimo que por algún tiempo le hacía suspirar y quedarse meditabundo. Nada afligía tanto su honrado corazón como la idea de que Barbarita se enterara de aquel chasco del Viático. Afortunadamente, o no lo supo, o si lo supo no se dio nunca por entendida. ...
En la línea 243
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Paréceme—indicó la esposa, agarrándose más al brazo de su marido y pegándose mucho a él—, que nos lo ha conocido en la cara». ...
En la línea 244
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¿Qué nos ha conocido? ...
En la línea 402
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pasaban meses, pasaban años, y en aquella dichosa casa todo era paz y armonía. No se ha conocido en Madrid familia mejor avenida que la de Santa Cruz, compuesta de dos parejas; ni es posible imaginar una compatibilidad de caracteres como la que existía entre Barbarita y Jacinta. He visto juntas muchas veces a la suegra y a la nuera, y por Dios que se manifestaba muy poco en ellas la diferencia de edades. Barbarita conservaba a los cincuenta y tres años una frescura maravillosa, el talle perfecto y la dentadura sorprendente. Verdad que tenía el cabello casi enteramente blanco; el cual más parecía empolvado conforme al estilo Pompadour, que encanecido por la edad. Pero lo que la hacía más joven era su afabilidad constante, aquel sonreír gracioso y benévolo con que iluminaba su rostro. ...
En la línea 735
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Sentóse a la mesa sin quitarse su gorro, y lo hizo sin el menor embarazo, porque el comer con el gorro puesto era la única costumbre regia en que los reyes y los Canty se hallaban en terreno conocido, ya que ninguno de ellos aventajaba a los otros en esa familiaridad con el gorro. Rompió filas el cortejo, se agrupó pintorescamente y todos permanecieron con las cabezas descubiertas. ...
En la línea 1192
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Qué conducta tan rara ha sido la suya! –dijo entre dientes–. Yo creo que ella me ha conocido… , y creo que no me ha conocido. Estas opiniones son contradictorias, lo veo claro. No me es posible conciliarlas ni desechar ninguna de las dos, ni siquiera que una gane a la otra. El caso sencillamente es éste: ha de haber conocido mi cara, mi figura y mi voz, porque ¿cómo podría ser de otro modo? Sin embargo, ha dicha que no me conocía, y eso es una prueba absoluta, porque no es capaz de mentir. ¡Pero… , un momento!… Creo que empiezo a comprender. Acaso él ha influido en ella, le ha obligado a que mienta, le ha exigido mentir. Ésa es la solución: el enigma está descifrado. Parecía muerta de terror… Sí estaba bajó su poder. Yo la veré, yo la encontraré. Ahora que él está fuera, ella me dirá la verdad, recordará los antiguos tiempos en que éramos compañeros de juegos y esto le ablandará el corazón y no me negará más, sino que confesará quién soy. Por sus venas no corre sangre engañosa. No; siempre ha sido honesta y fiel. Me amaba en aquellos días de antaño. Esa es mi seguridad, porque no se puede hacer traición a quien se ha amado. ...
En la línea 1192
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Qué conducta tan rara ha sido la suya! –dijo entre dientes–. Yo creo que ella me ha conocido… , y creo que no me ha conocido. Estas opiniones son contradictorias, lo veo claro. No me es posible conciliarlas ni desechar ninguna de las dos, ni siquiera que una gane a la otra. El caso sencillamente es éste: ha de haber conocido mi cara, mi figura y mi voz, porque ¿cómo podría ser de otro modo? Sin embargo, ha dicha que no me conocía, y eso es una prueba absoluta, porque no es capaz de mentir. ¡Pero… , un momento!… Creo que empiezo a comprender. Acaso él ha influido en ella, le ha obligado a que mienta, le ha exigido mentir. Ésa es la solución: el enigma está descifrado. Parecía muerta de terror… Sí estaba bajó su poder. Yo la veré, yo la encontraré. Ahora que él está fuera, ella me dirá la verdad, recordará los antiguos tiempos en que éramos compañeros de juegos y esto le ablandará el corazón y no me negará más, sino que confesará quién soy. Por sus venas no corre sangre engañosa. No; siempre ha sido honesta y fiel. Me amaba en aquellos días de antaño. Esa es mi seguridad, porque no se puede hacer traición a quien se ha amado. ...
En la línea 1230
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Loado sea Dios, que por fin habéis venido! ¡He estado siete años creyendo que habíais muerto, y ahora os veo vivo! Os he conocido en el momento de miraros, y mucho trabajo me ha costado conservarme impasible y fingir no ver aquí más que a un bribón de siete suelas y basura de la calle. Soy viejo y pobre, sir Miles, pero decid una palabra y saldré a proclamar la verdad, aunque me ahorquen por ello. ...
En la línea 378
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... »¡Qué vida esta, Orfeo, qué vida, sobre todo desde que murió mi madre! Cada hora me llega empujada por las horas que le precedieron; no he conocido el porvenir. Y ahora que empiezo a vislumbrarlo me parece se me va a convertir en pasado. Eugenia es ya casi un recuerdo para mí. Estos días que pasan… este día, este eterno día que pasa… deslizándose en niebla de aburrimiento. Hoy como ayer, mañana como hoy. Mira, Orfeo, mira la ceniza que dejó mi padre en aquel cenicero… ...
En la línea 1997
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Aquella tempestad del alma de Augusto terminó, como en terrible calma, en decisión de suicidarse. Quería acabar consigo mismo, que era la fuente de sus desdichas propias. Mas antes de llevar a cabo su propósito, como el náufrago que se agarra a una débil tabla, ocurriósele consultarlo conmigo, con el autor de todo este relato. Por entonces había leído Augusto un ensayo mío en que, aunque de pasada, hablaba del suicidio, y tal impresión pareció hacerle, así como otras cosas que de mí había leído, que no quiso dejar este mundo sin haberme conocido y platicado un rato conmigo. Emprendió, pues, un viaje acá, a Salamanca, donde hace más de veinte años vivo, para visitarme. ...
En la línea 2169
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -No se inquiete -me dijo el capitán-. Es Nicolás, del cabo Matapán, apodado «El Pez». Es muy conocido en todas las Cícladas. Un audaz buceador. El agua es su elemento. Vive más en el agua que en tierra, yendo sin cesar de una isla a otra y hasta a Creta. ...
En la línea 2469
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... «La explicación que puede darse me parece resultar de un experimento de todos conocido. Si se colocan en un vaso fragmentos de tapones de corcho o de cualquier cuerpo flotante y se imprime al agua de ese vaso un movimiento circular, se verá cómo esos fragmentos dispersos se agrupan en el centro de la superficie líquida, es decir, en el punto menos agitado. En el fenómeno que nos ocupa, el vaso es el Atlántico, el Gulf Stream es la corriente circular, y el mar de los Sargazos, el punto central en el que vienen a reunirse los cuerpos flotantes. » ...
En la línea 2503
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Quiero decir que no hay nada más fácil que tomar una vista fotográfica de esta región submarina. Apenas había tenido tiempo para expresar la sorpresa que me causó esta nueva proposición cuando, a una simple orden del capitán, se nos trajo una cámara fotográfica. A través de los paneles, el medio líquido, iluminado eléctricamente, se distinguía con una claridad perfecta. No hubiese sido el sol más favorable a una operación de esta naturaleza. Controlado por la inclinación de sus planos y por su hélice, el Nautilus permanecía inmóvil. Se enfocó el instrumento sobre el paisaje del fondo oceánico, y en algunos segundos pudimos obtener un negativo de una extremada pureza. Es el positivo el que ofrezco aquí. Se ven en él esas rocas primordiales que no han conocido jamás la luz del cielo, esos granitos inferiores que forman la fuerte base del Globo, esas grutas profundas vaciadas en la masa pétrea, esos perfiles de una incomparable línea cuyos remates se destacan en negro como si se debieran a los pinceles de algunos artistas flamencos. Luego, más allá, un horizonte de montañas, una admirable línea ondulada que compone los planos de fondo del paisaje. Soy incapaz de describir ese conjunto de rocas lisas, negras, bruñidas, sin ninguna adherencia vegetal, sin una mancha, de formas extrañamente recortadas y sólidamente establecidas sobre una capa de arena que brillaba bajo los resplandores de la luz eléctrica. ...
En la línea 3043
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -En todo caso -añadió Conseil-, el capitán Nemo es un gran hombre, y no lamentaremos haberle conocido. ...
En la línea 126
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Poco después llegué a la Batería, y allí encontré a mi conocido, abrazándose a sí mismo y cojeando de un lado a otro, como si en toda la noche no hubiese dejado de hacer ambas cosas. Me esperaba. Indudablemente, tenía mucho frío. Yo casi temía que se cayera ante mí y se quedase helado. Sus ojos expresaban tal hambre, que, cuando le entregué la lima y él la dejó sobre la hierba, se me ocurrió que habría sido capaz de comérsela si no hubiese visto lo que le llevaba. Aquella vez no me hizo dar ninguna voltereta para apoderarse de lo que tenía, sino que me permitió continuar en pie mientras abría el fardo y vaciaba mis bolsillos. ...
En la línea 219
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Creo que los romanos se debieron de exasperar unos a otros a causa de sus narices. Quizá por esto fueron el pueblo más intranquilo que se ha conocido. Pero sea lo que fuere, la nariz romana del señor Wopsle me irritó de tal manera durante el relato de mis fechorías, que sentí el deseo de tirarle de ella hasta hacerle aullar. Pero lo que había tenido que aguantar hasta entonces no fue nada en comparación con las espantosas sensaciones que se apoderaron de mí cuando se interrumpió la pausa que siguió al relato de mi hermana, y durante la cual todos me miraron, mientras yo me sentía dolorosamente culpable, con la mayor indignación y execración. ...
En la línea 716
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Durante nuestro camino hacia casa, si yo hubiese tenido humor de hablar, la conversación se habría convertido en monólogo, porque el señor Wopsle se despidió de nosotros a la puerta de Los Tres Alegres Barqueros, y Joe, durante todo el camino, tuvo la boca abierta para que el aire hiciese desaparecer de ella el olor del ron. Pero yo estaba tan asombrado de haber encontrado a mi antiguo conocido, que no podía pensar en otra cosa. ...
En la línea 1075
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¿Qué has dicho? — exclamó mi hermana empezando a gritar—. ¿Qué has dicho? ¿Qué acaba de decirme ese bandido de Orlick, Pip? ¿Qué se ha atrevido a decirme, cuando tengo a mi marido al lado? ¡Oh! ¡Oh! — Cada una de estas exclamaciones fue un grito, y he de observar que mi hermana, a pesar de ser la mujer más violenta que he conocido, no se dejaba arrastrar por el apasionamiento, porque deliberada y conscientemente se esforzaba en enfurecerse por grados —. ¿Qué nombre me ha dado ante el cobarde que juró defenderme? ¡Oh! ¡Contenedme! ¡Cogedme! ...
En la línea 90
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Llenó su vaso, lo vació y quedó en una actitud soñadora. En efecto, briznas de heno se veían aquí y allá, sobre sus ropas y hasta en sus cabellos. A juzgar por las apariencias, no se había desnudado ni lavado desde hacía cinco días. Sus manos, gruesas, rojas, de uñas negras, estaban cargadas de suciedad. Todos los presentes le escuchaban, aunque con bastante indiferencia. Los chicos se reían detrás del mostrador. El tabernero había bajado expresamente para oír a aquel tipo. Se sentó un poco aparte, bostezando con indolencia, pero con aire de persona importante. Al parecer, Marmeladof era muy conocido en la casa. Ello se debía, sin duda, a su costumbre de trabar conversación con cualquier desconocido que encontraba en la taberna, hábito que se convierte en verdadera necesidad, especialmente en los alcohólicos que se ven juzgados severamente, e incluso maltratados, en su propia casa. Así, tratan de justificarse ante sus compañeros de orgía y, de paso, atraerse su consideración. ...
En la línea 336
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En medio del cementerio se alzaba una iglesia de piedra, de cúpula verde. El niño la visitaba dos veces al año en compañía de su padre y de su madre para oír la misa que se celebraba por el descanso de su abuela, muerta hacía ya mucho tiempo y a la que no había conocido. La familia llevaba siempre, en un plato envuelto con una servilleta, el pastel de los muertos, sobre el que había una cruz formada con pasas. Raskolnikof adoraba esta iglesia, sus viejas imágenes desprovistas de adornos, y también a su viejo sacerdote de cabeza temblorosa. Cerca de la lápida de su abuela había una pequeña tumba, la de su hermano menor, muerto a los seis meses y del que no podía acordarse porque no lo había conocido. Si sabía que había tenido un hermano era porque se lo habían dicho. Y cada vez que iba al cementerio, se santiguaba piadosamente ante la pequeña tumba, se inclinaba con respeto y la besaba. ...
En la línea 336
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En medio del cementerio se alzaba una iglesia de piedra, de cúpula verde. El niño la visitaba dos veces al año en compañía de su padre y de su madre para oír la misa que se celebraba por el descanso de su abuela, muerta hacía ya mucho tiempo y a la que no había conocido. La familia llevaba siempre, en un plato envuelto con una servilleta, el pastel de los muertos, sobre el que había una cruz formada con pasas. Raskolnikof adoraba esta iglesia, sus viejas imágenes desprovistas de adornos, y también a su viejo sacerdote de cabeza temblorosa. Cerca de la lápida de su abuela había una pequeña tumba, la de su hermano menor, muerto a los seis meses y del que no podía acordarse porque no lo había conocido. Si sabía que había tenido un hermano era porque se lo habían dicho. Y cada vez que iba al cementerio, se santiguaba piadosamente ante la pequeña tumba, se inclinaba con respeto y la besaba. ...
En la línea 1786
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Le fue fácil encontrar la habitación de Rasumikhine, pues el nuevo inquilino ya era conocido en la casa y el portero le indicó inmediatamente dónde estaba el departamento de su amigo. Aún no había llegado a la mitad de la escalera y ya oyó el bullicio de una reunión numerosa y animada. La puerta del piso estaba abierta y a oídos de Raskolnikof llegaron fuertes voces de gente que discutía. La habitación de Rasumikhine era espaciosa. En ella había unas quince personas. Raskolnikof se detuvo en el vestíbulo. Dos sirvientes de la patrona estaban muy atareados junto a dos grandes samovares rodeados de botellas, fuentes y platos llenos de entremeses y pastelillos procedentes de casa de la dueña del piso. Raskolnikof preguntó por Rasumikhine, que acudió al punto con gran alegría. Se veía inmediatamente que Rasumikhine había bebido sin tasa y, aunque de ordinario no había medio de embriagarle, era evidente que ahora estaba algo mareado. ...
En la línea 451
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Hace dos años la señorita Blanche estaba aquí, en Ruletenburg, en plena temporada. Yo me hallaba aquí también. En aquel tiempo, la señorita Blanche no se llamaba señorita de Cominges, ni tampoco la acompañaba entonces su madre de ahora, la señora viuda de Cominges. Al menos no se hablaba jamás de ella. Des Grieux tampoco estaba aquí. Estoy persuadido de que no son parientes, que no se han conocido hasta hace poco. Des Gricux es un marqués de nuevo cuño, se le ha concedido el título en fecha reciente; cierta circunstancia me permite afirmarlo. Incluso lo ha adoptado también recientemente. Conozco aquí a alguien que le ha conocido usando otro nombre. ...
En la línea 587
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Las contestaciones del oberkellner parecían no agradarle mucho y las consideraba insuficientes. Por otra parte, sus preguntas eran verdaderamente fantásticas. Por ejemplo, se detuvo delante de un cuadro, copia bastante mala de un original conocido, de asunto mitológico. ...
En la línea 496
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Mientras lloraba se encendía poco a poco una luz en su cerebro, una luz extraordinaria, una luz maravillosa y terrible a la vez. Su vida pasada, su primera falta, su larga expiación, su embrutecimiento exterior, su endurecimiento interior, su libertad halagada con tantos planes de venganza, las escenas en casa del obispo, la última acción que había cometido, aquel robo de cuarenta sueldos a un niño, crimen tanto más culpable, tanto más monstruoso cuanto que lo ejecutó después del perdón del obispo; todo esto se le presentó claramente; pero con una claridad que no había conocido hasta entonces. ...
En la línea 508
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Fantina era uno de esos seres que brotan del fondo del pueblo. Había nacido en M. ¿Quiénes eran sus padres? Nadie había conocido a su padre ni a su madre. Se llamaba Fantina. ¿Y por qué se llamaba Fantina? Cuando nació se vivía la época del Directorio. ...
En la línea 729
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - Señor Magdalena, no he conocido más que a un hombre capaz de hacer lo que pedís. ...
En la línea 1004
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Algunas veces estas dos ideas disentían; y entonces el hombre conocido como Magdalena no dudaba en sacrificar la primera a la segunda, su seguridad a su virtud. Así, a pesar de toda su prudencia, había conservado los candelabros del obispo, había llevado luto por su muerte, había interrogado a los saboyanos que pasaban, había pedido informes sobre las familias de Faverolles, y había salvado la vida del viejo Fauchelevent, a pesar de las terribles insinuaciones de Javert. ...
En la línea 65
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Y no abrió los ojos hasta que lo desvelaron los ruidos del campamento, que despertaba. En un primer momento no supo dónde estaba. Había nevado durante la noche y estaba completamente sepultado. Los muros de nieve lo oprimían por todas partes, y un estremecimiento de temor le recorrió el cuerpo: el miedo del animal salvaje a la trampa. Era una evocación inconsciente del temor de sus antepasados, ya que siendo como era un perro civilizado, excesivamente civilizado, que no había conocido ninguna trampa, no podía sentirlo por sí mismo. Todos los músculos de su cuerpo se contraían instintivamente de forma espasmódica, se le erizó el pelo del pescuezo y del lomo, y con un gruñido feroz saltó en vertical hacia la cegadora luz del día provocando a su alrededor una nube de nieve refulgente. Antes de aterrizar sobre las patas vio el blanco campamento extendido ante él y, al tiempo que supo dónde estaba, recordó todo lo ocurrido desde el momento en que salió a dar un paseo con Manuel hasta la noche anterior, cuando había cavado el hoyo. ...
En la línea 104
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Desde entonces hubo guerra abierta entre Buck y Spitz. Spitz, como perro guía y jefe reconocido del equipo, sentía que aquel extraño perro del sur amenazaba su supremacía. Y le resultaba extraño, en efecto, porque de los numerosos perros de esa procedencia que había conocido, ni uno solo había demostrado valer demasiado, ni en el campamento ni en el trabajo. Eran débiles y los mataba el agotamiento, el frío o el hambre. Buck era la excepción. Sólo él había resistido y se había abierto camino, equiparándose a los huskies en fortaleza, coraje e ingenio. Además era un perro dominante, y el hecho de que el garrote del hombre del jersey rojo le hubiera matado toda señal de ciega temeridad y precipitación en el deseo de dominio, lo hacía doblemente peligroso. Era sobre todo astuto y capaz de aguardar el momento oportuno con una paciencia que era, precisamente, primitiva. ...
En la línea 161
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Con la mirada suplicaba que lo dejasen allí. El conductor estaba perplejo. Sus colegas comentaron que a un perro se le podía romper el corazón cuando se le negaba la posibilidad de hacer el trabajo que lo estaba matando, y recordaron a otros perros que habían conocido, demasiado viejos para el trabajo o heridos, que habían muerto al ser excluidos del tiro. Y pensaron que, puesto que de todas formas Dave iba a morir, sería mejor que muriera enganchado, feliz y contento. De modo que le colocaron los arreos y él se puso a tirar con orgullo como antes, aunque más de una vez gimiera sin poder evitar el penetrante dolor de sus entrañas. Muchas veces se desplomó y fue arrastrado por los demás, y en una ocasión el trineo se lo llevó por delante, y a partir de aquel momento se quedó cojeando de una de las patas traseras. ...
En la línea 208
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Con la explicación tan detallada del caso, yo pretendía que Blanca, demasiado instruida ya para comprenderlo, gracias a mí, no se preocupara más de él, sabiendo, sobre todo, que era conocido y corriente.) ...
En la línea 723
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Periquín, reprecioso, anda, mono, ¿verdad que me llevas? Anda, di que sí, bobo, anda. ¡Si vales tú más que todas las cosas! Anda, ¿qué Puertollano ni qué… ? Vamos a Francia, ¡qué gusto, señor! ¡parece mentira! ¡Qué dirán cuando lo sepan Visitación y las de Lomillos! No, ya ves tú, cuando el médico lo dice, hay que hacerlo… ¿Qué te voy a estorbar siempre cosida a ti? Hombre, yo encontraré amigas: ¿no ha de estar allí nadie conocido? Yo me ingeniaré, verás. Voy a hacerme un traje de tela cruda, que hasta allí… Bueno, bueno, hombre, no te pongas hecho una sierpe… Si ya sé que tengo que guardar método, y acostarme temprano… a las ocho con las gallinitas: ¿qué más pides? ¡Ay, qué rico hermano me dio Dios! ¡Así todas se me mueren por él! ...
En la línea 1041
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -¡Señorita! -contestó el vasco con no menor alegría, cordialidad y sorpresa-. ¡Yo que no la había conocido a usted! ¡necio de mí! Ya se ve, son tantos los viajeros que uno lleva y trae y espera y despide en esa bendita estación… ¡Jesús! ...
En la línea 1126
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Y buscó la salida: pero de pronto se detuvo paralizada, como autómata a quien se acaba la cuerda… Oyó pasos en el corredor, pasos que se acercaban, pasos fuertes y resueltos: no eran, no, los del ama Engracia. La puerta de la cámara grande se abrió, y entró una persona. Lucía se hallaba ya en la cámara chica, y se quedó detrás de la cortina. No estaba ésta corrida del todo. Por el resquicio vio que el recién llegado encendía un fósforo y después la bujía de un candelero; mas la luz sobraba, y ya, sin ella, había conocido a Artegui. ...
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