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La palabra sondusta
Cómo se escribe

Comó se escribe sondusta o conducta?

Cual es errónea Conducta o Sondusta?

La palabra correcta es Conducta. Sin Embargo Sondusta se trata de un error ortográfico.

El Error ortográfico detectado en el termino sondusta es que hay un Intercambio de las letras c;s con respecto la palabra correcta la palabra conducta

Más información sobre la palabra Conducta en internet

Conducta en la RAE.
Conducta en Word Reference.
Conducta en la wikipedia.
Sinonimos de Conducta.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece conducta

La palabra conducta puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 2063
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y el valentón apoyaba con razones su conducta. ...

En la línea 109
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Montenegro recordaba la estupefacción de la gente un año antes, cuando un perro de los que guardaban por la noche las bodegas mordió a varios trabajadores. Dupont había acudido en su auxilio, temiendo que el mordisco les produjera la hidrofobia y, para evitarla, les hizo tragar en el primer momento, en forma de píldoras, una estampa de santo milagroso que guardaba su madre. Era tan estupendo aquello, que Fermín, después de haber presenciado el hecho, comenzaba a dudar, con el transcurso del tiempo, de que fuese cierto. Bien es verdad que después, el mismo don Pablo pagó con largueza el viaje a los enfermos para que fuesen curados por un médico célebre. Dupont explicaba su conducta cuando le hablaban de este suceso con una sencillez que daba espanto: «Primero, la Fe; después, la Ciencia, que algunas veces hace grandes cosas, pero es porque se lo permite Dios». ...

En la línea 179
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Ya no estoy allá, ¿sabe usté? Me han despedío esta mañana. Al presentarme en la bodega, el encargao me ha dicho, de parte de don Pablo, que estaba de más. ¡Después de cuatro años de trabajo y buena conducta! ¿Es esto justicia, don Fermín?... ...

En la línea 1237
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El calavera había acabado por asombrar con su nueva conducta al poderoso primo... ¡Ni mujeres ni escándalos! La _Marquesita_ ya no se acordaba de él: ofendida por sus desvíos, había vuelto a unirse con el tratante de cerdos, «el único hombre que sabía hacerla marchar». ...

En la línea 1511
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Fermín la habló como a una niña revoltosa. Estaba mintiendo: se lo conocía en la cara. No podía ocultar que seguía amando a Rafael. Algo había en todo aquello, que era preciso que él conociera para bien de los dos novios, para juntarlos de nuevo. ¡Mentira aquel aburrimiento! ¡Mentira aquella energía de moza bravucona con que se expresaba Mariquita al justificar su rompimiento con Rafael! Ella no era mala; no podía tratar con tanta crueldad a su antiguo novio. ¡Qué! ¿así se rompen unos amores comenzados casi en la infancia? ¿Así se despide a un hombre después de haberlo tenido durante años y años, como quien dice, cosido a las faldas? Algo había en su conducta que no podía explicarse, y era preciso que ella se lo dijese. ¿No era su hermano único y el mejor de sus amigos? ¿No le contaba todas las cosas que no se atrevía a decir al padre, por el respeto que éste le inspiraba?... ...

En la línea 512
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Ahora, joven, regulad vuestra conducta sobre esto, y si tenéis, bien por familia, bien por amigos, bien por propio instinto, alguna de esas enemistades contra el cardenal semejante a las que vemos manifestarse en los gentileshombres, decidme adiós y despidámonos. ...

En la línea 1584
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Y ahora, señores -dijo D'Artagnan sin tomarse el trabajo de explicar su conducta a Porthos-, todos para uno y uno para todos, esa es nuest ra divisa, ¿no es as¡?-Pero. ...

En la línea 2525
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Tengo el honor de informara Vuestra Majestad -continuó el señor de Tréville en el mismo tono-de que una partida de procura dores, de comisarios y de gentes de policía, gentes todas muy estimables pero muy encarnizadas, según parece, contra el uniforme, se ha permitido arrestar en una casa, llevar en plena calle y arrojar en el Fort-l'Evêque, y todo con una orden que se han negado a presentar, a uno de mis mosqueteros, o mejor dicho, de los vuestros, sire, de conducta irreprochable, de reputación casi ilustre y a quien Vuestra Majestad co noce favorablemente: el señor Athos. ...

En la línea 2739
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Queréis pues, hacer las cosas fáciles? -Esa conducta es de una violencia infame, ¿lo sabíais, señor?-El rey manda, señora, perdonadme. ...

En la línea 116
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Excarcelado Borrow, supo por el ministro británico la parte que la conducta de Graydon había tenido en sus persecuciones, y se le ocurrió escribir sendas cartas al _Correo Nacional_ y a la Sociedad Bíblica desautorizando y condenando el proceder de su colega. ...

En la línea 248
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... «La generosa conducta de Francisco González, y los altos hechos de Ruy Díaz el Cid se cantan todavía entre las asperezas de Sierra Morena». ...

En la línea 828
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Mucho me contentaría poder decir otro tanto de nuestros hermanos irlandeses; pero su conducta ha sido detestable. ...

En la línea 841
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Me parece execrable la conducta de los liberales de Madrid, que asesinaron el año pasado a los indefensos padres, por cuyas solicitud y sabiduría se han desarrollado dos de los más brillantes talentos de la España actual: Toreno y Martínez de la Rosa, gala de la causa liberal y de la literatura moderna de su país... ...

En la línea 331
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Aquí todos están convencidos de que esa es la más justa de las guerras, porque va dirigida contra los salvajes. ¿Quién podría creer que se cometan tantas atrocidades en un país cristiano y civilizado? Se perdona a los niños, a los cuales se vende o se da para hacerlos criados domésticos, o más bien esclavos, aunque sólo por el tiempo que sus poseedores puedan persuadirles de que son esclavos. Pero creo, en último caso, que les tratan bastante bien. Durante el combate huyeron juntos cuatro hombres: persiguiéronlos; uno de ellos fue muerto y los otros tres apresados con vida. Eran mensajeros o embajadores de un considerable cuerpo de indios reunidos para la defensa común junto a las Cordilleras. La tribu, a la cual habían sido enviados, estaba a punto de celebrar gran consejo, estaba dispuesto el banquete de carne de yegua, iba a empezar el baile y al siguiente día los embajadores iban a regresar a las Cordilleras. Esos embajadores eran unos guapos mozos, muy rubios, de más de seis pies de estatura; ninguno de ellos tenía arriba de treinta años. Los tres supervivientes poseían informes preciosos; para sacárselos, les pusieron en fila. Interrogóse a los dos primeros, quienes se limitaron a responder: No sé; y se les fusiló uno tras otro. El tercero también contestó: No sé, y añadió: «Tirad, soy hombre, sé morir». Ninguno dé ellos quiso decir ni una sílaba que pudiese perjudicar a la causa de su país. El cacique de que antes hablé adoptó una conducta enteramente opuesta: para salvar su vida, reveló el plan que sus compatriotas se proponían seguir para continuar la guerra, y el sitio donde las tribus debían concentrarse en los Andes. Creíase en aquel momento que ya estaban reunidos 600 ó 700 indios, y que durante el verano se duplicaría ese número. Además, como ha poco dije, aquel cacique había indicado el campamento de una tribu junto a las Salinas Pequeñas, cerca de Bahía Blanca, tribu a la cual iban a enviarse embajadores; lo cual prueba que las comunicaciones son activas entre los indios desde las Cordilleras hasta las costas del Atlántico. ...

En la línea 670
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Aunque los tres comprendían y hablaban el inglés, era muy difícil saber por ellos las costumbres de sus compatriotas. Provenía esto en parte, creo, de que les era muy difícil comprender la menor alternativa. Todo el que tenga costumbre de tratar a niños sabe cuán difícil es obtener de ellos una respuesta a las más sencillas preguntas, por ejemplo: ¿es blanca o negra una cosa? La idea de negro y la idea de blanco llena alternativamente su espíritu. Lo mismo sucedió con los fueguenses; por lo que la mayor parte de las veces era imposible saber, al interrogarles de nuevo, si habían comprendido bien lo que se les dijo al principio. Tenían la vista muy penetrante; sabido es que los marinos, por su larga costumbre, distinguen un objeto mucho antes que un hombre habituado a vivir en tierra; pero York y Jemmy eran bajo este punto de vista muy superiores a todos los marinos de a bordo. Muchas veces habían anunciado que veían una cosa, nombrando lo que percibían; todo el mundo dudaba, y, sin embargo, el anteojo probaba que tenían razón. Tenían plena confianza de esta facultad, y así, cuando Jemmy tenía alguna pequeña reyerta con el oficial de guardia no dejaba de decirle: «Yo ver barco, yo no decir». Nada más curioso de observar que la conducta de los salvajes con Jemmy Button cuando desembarcamos. Inmediatamente notaron la diferencia entre él y nosotros, lo que dio lugar a una muy animada conversación entre ellos. Después el viejo re dirigió un largo discurso; parece que le excitaba a quedarse con ellos; pero Jemmy comprendía muy poco su lenguaje y además parecía avergonzarse de sus compatriotas. Cuando York Minster vino a tierra también le conocieron enseguida y le dijeron que debía afeitarse, y eso que apenas tenía veinte pelos microscópicos en la cara, mientras que todos nosotros llevábamos barba corrida. ...

En la línea 725
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... 6 de febrero.- Hemos llegado a Woollya, y se queja tanto Matthews de la conducta de los fueguenses, que el capitán se decide a volverlo a bordo del Beagle; más tarde lo dejamos en Nueva-Zelanda, donde su hermano era misionero. En cuanto nos separamos comenzaron los indígenas a despojarlo de todo lo que tenía; todos los días llegaban nuevos grupos de fueguenses; York y Jemmy habían perdido muchas cosas y Matthews todo lo que no había tenido la precaución de enterrar. Se creía que los indígenas habían roto o desgarrado todo cuanto habían cogido, distribuyéndose los pedazos. Matthews estaba destrozado de cansancio; de día y de noche le rodeaban los indígenas, haciendo, para que no durmiese, un ruido horrible junto a su cabeza. Un día le mandó a un viejo que se marchase de su choza, pero volvió a poco con una piedra tremenda en la mano. Otro día acudió un pelotón armado de piedras y palos y Matthews tuvo que aplacarlos a fuerza de regalos. Otros quisieron despojarlo de las ropas y pelarlo enteramente. Creo que llegamos a tiempo justo de salvarle la vida. Los parientes de Jemmy habían sido lo bastante vanos y lo bastante locos para enseñarles a sus vecinos de otras tribus todo lo que habían adquirido y para decirles cómo se lo habían proporcionado. Bien triste era tener que dejar a nuestros tres fueguenses en medio de sus salvajes compatriotas, pero como ellos no sentían ningún temor, este pensamiento nos servía de gran consuelo. York, hombre fuerte y resuelto, estaba casi seguro de salir sano y salvo, lo mismo que Fuegía, su mujer, de las emboscadas que pudieran tenderle. ...

En la línea 748
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Durante nuestra estancia en Puerto-Desolación vinieron los fueguenses a molestarnos por dos veces. Habíamos desembarcado gran cantidad de herramientas y ropas, y teníamos algunos hombres en tierra; por lo cual creyó el capitán que convenía mantener a los salvajes a distancia. La primera vez se dispararon algunos tiros al aire, cuando estaban bastante lejos y de modo que no se les alcanzase. Era muy curioso observar con los anteojos la conducta de los indios en tales momentos. A cada bala que caía al suelo recogían piedras para tirarlas contra el barco, que estaría a milla y media de distancia. Mandóse luego una chalupa con orden de aproximarse y hacer algunas descargas de mosquetería cerca de ellos. Se ocultaron entonces detrás de los árboles, y tras de cada descarga disparaban ellos sus flechas, que no podían llegar hasta la chalupa, como por señas, y riéndose, lo hacía observar el oficial que la mandaba Se encolerizaron tanto entonces, que sacudían con rabia los abrigos; pero no tardaron en comprender que las balas alcanzaban a los árboles por encima de sus cabezas y escaparon. Desde ese día nos dejaron en paz y no trataron de aproximarse a nosotros. ...

En la línea 1308
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Toda la nobleza vetustense aprobaba la conducta de aquellas señoritas, que vieron un castigo de Dios en el desgraciado puerperio de la modista italiana, su cuñada indigna. ...

En la línea 1314
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Tiempo había para proteger a la niña, sin menoscabo de la dignidad, si, como era de presumir, la conducta loca de su padre le arrastraba a la pobreza. ...

En la línea 1456
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Creyó en una gran injusticia que era la ley del mundo, porque Dios quería, tuvo miedo de lo que los hombres opinaban de todas las acciones, y contradiciendo poderosos instintos de su naturaleza, vivió en perpetua escuela de disimulo, contuvo los impulsos de espontánea alegría; y ella, antes altiva, capaz de oponerse al mundo entero, se declaró vencida, siguió la conducta moral que se le impuso, sin discutirla, ciegamente, sin fe en ella, pero sin hacer traición nunca. ...

En la línea 1723
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Mientras la joven estuvo entre la vida y la muerte, doña Anuncia encontró irreprochable su conducta. ...

En la línea 213
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... — Y yo no puedo defenderlos desembarazadamente. Soy un sacerdote, y cada vez que tomo la pluma para escribir sobre ellos, dudo, siento miedo, me parece que voy a faltar a los deberes que me impone la disciplina de la Iglesia. Debo justificar la conducta de este Pontífice, relatando los escándalos de otros pontífices de su época. Necesito recordar lo que olvidaron muchos maliciosamente para ir concentrando sobre el Papa español todas las maldades de su tiempo, presentándolo como si fuese un, caso único. ¿Puedo hacer yo esto, un canónigo, con entera tranquilidad de conciencia?… Tú eres otra cosa. Eres un laico, y te es posible decir la verdad sin faltar a ningún misterio sagrado. ...

En la línea 332
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Figueras habló con indignación contra los historiadores que censuraban al Papa que hubiera nombrado cardenal a su sobrino Rodrigo de Borja, y nada decían de Nicolás III, Paulo II, Sixto IV, Inocencio VIII, Julio II y otros, que dieron el capelo a personas más indignas y de triste celebridad. Pedro y Rafael Riario, sobrinos de Papa o tal vez hijos, eran unos cardenales de conducta más escandalosa que los Borgias, y sin la elegancia de éstos, bestialmente groseros en sus pasiones. ...

En la línea 389
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Mostró el cardenal Rodrigo en esta ocasión una conducta más valerosa y audaz que la de su hermano. ...

En la línea 391
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... No le hizo retroceder el furor del populacho contra los catalanes. Su palacio acababa de ser asaltado y saqueado muchos proferían en las calles gritos de muerte contra el cardenal de Valencia; mas no por esto cambió de conducta. ...

En la línea 1248
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Un griterío de mil voces acogió la aparición de este rostro gigantesco que iba elevándose poco a poco sobre el palacio como surge el sol por detrás de las montañas. Después del regocijo provocado por su presencia, las amazonas quedaron como asombradas de la conducta impúdica del coloso. ¡Era un hombre!… ¡Y este hombre, en vez de huir con el recato propio de su sexo, osaba permanecer allí, contemplando a todo un batallón desnudo!… ...

En la línea 1465
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Luego pensó que Ra-Ra era una reducción de su persona, y esto le hizo encontrar más lógica la conducta de miss Margaret, o sea de Popito. Pero ¿qué podía hacer el, pobre gigante, para salvarse a si mismo?… Quedó pensativo, mientras la joven, imaginándose que aun intentaba resistirse a sus ruegos, los repetía con una expresión trágicamente desesperada. ...

En la línea 582
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... A poco de acostarse notó Jacinta que su marido dormía profundamente. Observábale desvelada, tendiendo una mirada tenaz de cama a cama. Creyó que hablaba en sueños… pero no; era simplemente quejido sin articulación que acostumbraba a lanzar cuando dormía, quizá por causa de una mala postura. Los pensamientos políticos nacidos de las conversaciones de aquella noche, huyeron pronto de la mente de Jacinta. ¿Qué le importaba a ella que hubiese República o Monarquía, ni que D. Amadeo se fuera o se quedase? Más le importaba la conducta de aquel ingrato que a su lado dormía tan tranquilo. Porque no tenía duda de que Juan andaba algo distraído, y esto no lo podían notar sus padres por la sencilla razón de que no le veían nunca tan cerca como su mujer. El pérfido guardaba tan bien las apariencias, que nada hacía ni decía en familia que no revelara una conducta regular y correctísima. Trataba a su mujer con un cariño tal, que… vamos, se le tomaría por enamorado. Sólo allí, de aquella puerta para adentro, se descubrían las trastadas; sólo ella, fundándose en datos negativos, podía destruir la aureola que el público y la familia ponían al glorioso Delfín. Decía su mamá que era el marido modelo. ¡Valiente pillo! Y la esposa no podía contestar a su suegra cuando le venía con aquellas historias… Con qué cara le diría: «Pues no hay tal modelo, no señora, no hay tal modelo, y cuando yo lo digo, bien sabido me lo tendré». ...

En la línea 582
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... A poco de acostarse notó Jacinta que su marido dormía profundamente. Observábale desvelada, tendiendo una mirada tenaz de cama a cama. Creyó que hablaba en sueños… pero no; era simplemente quejido sin articulación que acostumbraba a lanzar cuando dormía, quizá por causa de una mala postura. Los pensamientos políticos nacidos de las conversaciones de aquella noche, huyeron pronto de la mente de Jacinta. ¿Qué le importaba a ella que hubiese República o Monarquía, ni que D. Amadeo se fuera o se quedase? Más le importaba la conducta de aquel ingrato que a su lado dormía tan tranquilo. Porque no tenía duda de que Juan andaba algo distraído, y esto no lo podían notar sus padres por la sencilla razón de que no le veían nunca tan cerca como su mujer. El pérfido guardaba tan bien las apariencias, que nada hacía ni decía en familia que no revelara una conducta regular y correctísima. Trataba a su mujer con un cariño tal, que… vamos, se le tomaría por enamorado. Sólo allí, de aquella puerta para adentro, se descubrían las trastadas; sólo ella, fundándose en datos negativos, podía destruir la aureola que el público y la familia ponían al glorioso Delfín. Decía su mamá que era el marido modelo. ¡Valiente pillo! Y la esposa no podía contestar a su suegra cuando le venía con aquellas historias… Con qué cara le diría: «Pues no hay tal modelo, no señora, no hay tal modelo, y cuando yo lo digo, bien sabido me lo tendré». ...

En la línea 1549
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Quien manda, manda. Resolviose la cuestión del Pituso conforme a lo dispuesto por don Baldomero, y la propia Guillermina se lo llenó una mañanita a su asilo, donde quedó instalado. Iba Jacinta a verle muy a menudo, y su suegra la acompañaba casi siempre. El niño estaban tan mimado, que la fundadora del establecimiento tuvo que tomar cartas en el asunto, amonestando severamente a sus amigas y cerrándoles la puerta no pocas veces. En los últimos días de aquel infausto año, entráronle a Jacinta melancolías, y no era para menos, pues el desairado y risible desenlace de la novela Pitusiana hubiera abatido al más pintado. Vinieron luego otras cosillas, menudencias si se quiere, pero como caían sobre un espíritu ya quebrantado, resultaban con mayor pesadumbre de la que por sí tenían. Porque Juan, desde que se puso bueno y tomó calle, dejó de estar tan expansivo, sobón y dengoso como en los días del encierro, y se acabaron aquellas escenas nocturnas en que la confianza imitaba el lenguaje de la inocencia. El Delfín afectaba una gravedad y un seso propios de su talento y reputación; pero acentuaba tanto la postura, que parecía querer olvidar con una conducta sensata las chiquilladas del periodo catarral. Con su mujer mostrábase siempre afable y atento, pero frío, y a veces un tanto desdeñoso. Jacinta se tragaba este acíbar sin decir nada a nadie. Sus temores de marras empezaban a condensarse, y atando cabos y observando pormenores, trataba de personalizar las distracciones de su marido. Pensaba primero en la institutriz de las niñas de Casa-Muñoz, por ciertas cosillas que había visto casualmente, y dos o tres frases, cazadas al vuelo, de una conversación de Juan con su confidente Villalonga. Después tuvo esto por un disparate y se fijó en una amiga suya, casada con Moreno Vallejo, tendero de novedades de muy reducido capital. Dicha señora gastaba un lujo estrepitoso, dando mucho que hablar. Había, pues, un amante. A Jacinta se le puso en la cabeza que este era el Delfín, y andaba desalada tras una palabra, un acento, un detalle cualquiera que se lo confirmase. Más de una vez sintió las cosquillas de aquella rabietina infantil que le entraba de sopetón, y daba patadillas en el suelo y tenía que refrenarse mucho para no irse hacia él y tirarle del pelo diciéndole: pillo… farsante, con todo lo demás que en su gresca matrimonial se acostumbra. Lo que más la atormentaba era que le quería más cuando él se ponía tan juicioso haciendo el bonitísimo papel de una persona que está en la sociedad para dar ejemplo de moderación y buen criterio. Y nunca estaba Jacinta más celosa que cuando su marido se daba aquellos aires de formalidad, porque la experiencia le había enseñado a conocerle, y ya se sabía, cuando el Delfín se mostraba muy decidor de frases sensatas, envolviendo a la familia en el incienso de su argumentación paradójica, picos pardos seguros. ...

En la línea 1636
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Tiempo hacía que las deudas socavaban la casa, y se sostenía apuntalada por las consideraciones personales que los acreedores tenían a su dueño. El motivo de la ruina, según opinión de todos los amigos de la familia, fue la mala conducta de la esposa de Nicolás Rubín, mujer desarreglada y escandalosa, que vivía con un lujo impropio de su clase, y dio mucho que hablar por sus devaneos y trapisondas. Diversas e inexplicables alternativas hubo en aquel matrimonio, que tan pronto estaba unido como disuelto de hecho, y el marido pasaba de las violencias más bárbaras a las tolerancias más vergonzosas. Cinco veces la echó de su casa y otras tantas volvió a admitirla, después de pagarle todas sus trampas. Cuentan que Maximiliana Llorente era una mujer bella y deseosa de agradar, de esas que no caben en la estrechez vulgar de una tienda. Se la llevó Dios en 1867, y al año siguiente pasó a mejor vida el pobre Nicolás Rubín, de una rotura de varisis, no dejando a sus hijos más herencia que la detestable reputación doméstica y comercial, y un pasivo enorme que difícilmente pudo ser pagado con las existencias de la tienda. Los acreedores arramblaron por todo, hasta por la anaquelería, que sólo sirvió para leña. Era contemporánea del Conde-Duque de Olivares. ...

En la línea 783
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Cierto que lo era. Bess, la negra, su socorrida, es de los nuestros todavía, pero se ha ido hacia el este. Muchacha lista y de conducta ordenada. Nadie la ha visto borracha más de cuatro días por semana. ...

En la línea 790
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Yo soy Yokel, y fui en otro tiempo un labrador próspero, con una esposa amante y chiquillos; y ahora soy algo muy distinto por mi estado y profesión. Mi mujer y mis hijos murieron. Tal vez estén en el cielo, o tal vez… en el otro sitio… Pero, ¡Dios sea loado!, ya no tienen nada que ver con Inglarterra. Mi buena madre, que era de conducta intachable, trató de ganarse el pan asistiendo a los enfermos, pero uno de ellos se murió sin que el médico supiera de qué, y por lo tanto quemaron a mi madre por bruja, mientras mis niños lo contemplaron, gimiendo. ¡Ley de Inglaterra! ¡Levantad el vaso y bebamos todos juntos a la salud de las misericordiosas leyes inglesas, que la libraron del infierno de Inglaterra! ¡Gracias, camaradas, gracias a todos! Yo pedí limosna de casa en casa con mi mujer, llevando a los famélicos niños; pero como es un delito tener hambre en Inglaterra, nos desnudaron y nos llevaron por tres pueblos dándonos azotes. ¡Bebamos todos otra vez por las piadosas leyes inglesas, porque su látigo se bebió la sangre de mi María, y así llegó muy pronto su bendita libertad! Ahora duerme en la bendita tierra, a salvo de todo daño; y los niños… Los niños, mientras la ley me iba azotando de pueblo en pueblo, se murieron de hambre. ¡Bebed, muchachos, bebed, aunque no sea más que una gota, por los pobres niños que no hicieron nunca daño a nadie! Yo volví a mendigar en busca de un mendrugo, y me pusieron en la picota y perdí una oreja… Mirad, aquí está lo que de ella queda. Volví a pedir limosna, y, para que no se me olvide, aquí tenéis lo que resto de la otra. Volví otra vez, y me vendieron como esclavo. Aquí, en la mejilla, debajo de esta mancha, si me lavara, podríais ver la S roja que dejó la marca del hierro al rojo vivo. ¡Esclavo! ¿Comprendéis esta palabra? ¡Un esclavo inglés es el que tenéis delante! Me he escapado de mi amo, y cuando me encuentren –¡caiga la maldición del cielo sobre la tierra que lo ha ordenado!–, cuando me encuentren, me ahorcarán.[11] ...

En la línea 1179
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –No, no es extraño, señor. Conozco a mi hermano y su conducta es muy natural. Ha sido un bellaco desde que nació. ...

En la línea 1192
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Qué conducta tan rara ha sido la suya! –dijo entre dientes–. Yo creo que ella me ha conocido… , y creo que no me ha conocido. Estas opiniones son contradictorias, lo veo claro. No me es posible conciliarlas ni desechar ninguna de las dos, ni siquiera que una gane a la otra. El caso sencillamente es éste: ha de haber conocido mi cara, mi figura y mi voz, porque ¿cómo podría ser de otro modo? Sin embargo, ha dicha que no me conocía, y eso es una prueba absoluta, porque no es capaz de mentir. ¡Pero… , un momento!… Creo que empiezo a comprender. Acaso él ha influido en ella, le ha obligado a que mienta, le ha exigido mentir. Ésa es la solución: el enigma está descifrado. Parecía muerta de terror… Sí estaba bajó su poder. Yo la veré, yo la encontraré. Ahora que él está fuera, ella me dirá la verdad, recordará los antiguos tiempos en que éramos compañeros de juegos y esto le ablandará el corazón y no me negará más, sino que confesará quién soy. Por sus venas no corre sangre engañosa. No; siempre ha sido honesta y fiel. Me amaba en aquellos días de antaño. Esa es mi seguridad, porque no se puede hacer traición a quien se ha amado. ...

En la línea 2674
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... En efecto, pese a sus esfuerzos, pese a los potentes medios empleados para romper los hielos, el Nautilus se vio reducido a la inmovilidad. Por lo común, a quien no puede ir más lejos le queda la solución de retroceder. Pero allí retroceder era tan imposible como avanzar, pues los pasos se habían cerrado tras nosotros, y por poco tiempo que permaneciera nuestro aparato estacionario no tardaría en quedar totalmente bloqueado. Eso es lo que ocurrió hacia las dos de la tarde, cuando el hielo comprimió sus flancos con una asombrosa rapidez. La conducta del capitán Nemo me pareció sobrepasar los límites de la imprudencia. ...

En la línea 3192
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El capitán Nemo retornó a su camarote, y durante bastante tiempo no volví a verle. De su tristeza, desesperación e irresolución cabía hacerse una idea por la conducta del navío de quien él era el alma y al que comunicaba todas sus impresiones. El Nautilus no seguía ya ninguna dirección determinada; iba, venía y flotaba como un cadáver a merced de las olas. La hélice estaba ya liberada, pero apenas se servía de ella. Navegaba al azar. Parecía no poder arrancarse al escenario de su última lucha, a ese mar que había devorado a uno de los suyos. ...

En la línea 556
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... La educación que me dio mi hermana me había hecho muy sensible. En el pequeño mundo en que los niños tienen su vida, sea quien quiera la persona que los cría, no hay nada que se perciba con tanta delicadeza y que se sienta tanto como una injusticia. Tal vez ésta sea pequeña, pero también el niño lo es, así como su mundo, y el caballo de cartón que posee le parece tan alto como a un hombre un caballo de caza irlandés. En cuanto a mí, desde los primeros días de mi infancia, siempre tuve que luchar con la injusticia. Desde que fui capaz de hablar me di cuenta de que mi hermana, con su conducta caprichosa y violenta, era injusta conmigo. Estaba profundamente convencido de que el hecho de haberme criado «a mano» no le daba derecho a tratarme mal. Y a través de todos mis castigos, de mis vergüenzas, de mis ayunos y de mis vigilias, así como otros castigos, estuve persuadido de ello. Y por no haber tenido nadie con quien desahogar mis penas y por haberme visto obligado a vivir solo y sin protección de nadie, era moralmente tímido y muy sensible. ...

En la línea 832
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Y en tal estado he pasado horas y horas, a causa de la conducta extraña e inexplicable de Mateo, y, sin embargo, nadie me ha dado las gracias. ...

En la línea 873
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Esta conducta, digna de un buey, además de ser una libertad que se tomaba conmigo, resultaba especialmente desagradable después de haber comido pan y carne. Por consiguiente, le di un golpe, y me disponía a repetirlo, cuando él dijo: ...

En la línea 998
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Si aquel villano se hubiese interrumpido entonces, su caso habría sido ya suficientemente desagradable; pero aumentó todavía su pecado apresurándose a tomarme bajo su custodia con tal expresión de superioridad que dejó muy atrás toda su criminal conducta. ...

En la línea 221
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Marfa Petrovna quedó por segunda vez estupefacta, como herida por un rayo, según su propia expresión, pero no dudó ni un momento de la inocencia de Dunia, y al día siguiente, que era domingo, lo primero que hizo fue ir a la iglesia e implorar a la Santa Virgen que le diera fuerzas para soportar su nueva desgracia y cumplir con su deber. Acto seguido vino a nuestra casa y nos refirió todo lo ocurrido, llorando amargamente. En un arranque de remordimiento, se arrojó en los brazos de Dunia y le suplicó que la perdonara. Después, sin pérdida de tiempo, recorrió las casas de la ciudad, y en todas partes, entre sollozos y en los términos más halagadores, rendía homenaje a la inocencia, a la nobleza de sentimientos y a la integridad de la conducta de Dunia. No contenta con esto, mostraba y leía a todo el mundo la carta escrita por Dunetchka al señor Svidrigailof. E incluso dejaba sacar copias, cosa que me parece una exageración. Recorrió las casas de todas sus amistades, en lo cual empleó varios días. Ello dio lugar a que algunas de sus relaciones se molestaran al ver que daba preferencia a otros, lo que consideraban una injusticia. Al fin se determinó con toda exactitud el orden de las visitas, de modo que cada uno pudo saber de antemano el día que le tocaba el turno. En toda la ciudad se sabía dónde tenía que leer Marfa Petrovna la carta tal o cual día, y el vecindario adquirió la costumbre de reunirse en la casa favorecida, sin excluir aquellas familias que ya habían escuchado la lectura en su propio hogar y en el de otras familias amigas. Yo creo que en todo esto hay mucha exageración, pero así es el carácter de Marfa Petrovna. Por otra parte, es lo cierto que ella ha rehabilitado por completo a Dunetchka. Toda la vergüenza de esta historia ha caído sobre el señor Svidrigailof, a quien ella presenta como único culpable, y tan inflexiblemente, que incluso siento compasión de él. A mi juicio, la gente es demasiado severa con este insensato. ...

En la línea 250
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «Cierto ‑prosiguió, cazando al vuelo los pensamientos que cruzaban su imaginación‑, cierto que para conocer a un hombre es preciso observarlo largo tiempo y de cerca, pero el carácter del señor Lujine es fácil de descifrar. Lo que más me ha gustado es el calificativo de hombre de negocios y eso de que parece bueno. ¡Vaya si lo es! ¡Encargarse de los gastos de transporte del equipaje, incluso el gran baúl… ! ¡Qué generosidad! Y ellas, la prometida y la madre, se ponen de acuerdo con un mujik para trasladarse a la estación en una carreta cubierta (también yo he viajado así). Esto no tiene importancia: total, de la casa a la estación sólo hay noventa verstas. Después se instalarán alegremente en un vagón de tercera para recorrer un millar de verstas. Esto me parece muy natural, porque cada cual procede de acuerdo con los medios de que dispone. Pero usted, señor Lujine, ¿qué piensa de todo esto? Ella es su prometida, ¿no? Sin embargo, no se ha enterado usted de que la madre ha pedido un préstamo con la garantía de su pensión para atender a los gastos del viaje. Sin duda, usted ha considerado el asunto como un simple convenio comercial establecido a medias con otra persona y en el que, por lo tanto, cada socio debe aportar la parte que le corresponde. Ya lo dice el proverbio: 'El pan y la sal, por partes iguales; los beneficios, cada uno los suyos'. Pero usted sólo ha pensado en barrer hacia dentro: los billetes son bastante más caros que el transporte del equipaje, y es muy posible que usted no tenga que pagar nada por enviarlo. ¿Es que no ven ellas estas cosas o es que no quieren ver nada? ¡Y dicen que están contentas! ¡Cuando pienso que esto no es sino la flor del árbol y que el fruto ha de madurar todavía! Porque lo peor de todo no es la cicatería, la avaricia que demuestra la conducta de ese hombre, sino el carácter general del asunto. Su proceder da una idea de lo que será el marido, una idea clara… ...

En la línea 253
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »¿Qué misterio es éste? ¿Dónde está la clave del enigma? La cosa no puede estar más clara: ella no se vendería jamás por sí misma, por su bienestar, ni siquiera por librarse de la muerte. Pero lo hace por otro; se vende por un ser querido. He aquí explicado el misterio: se dispone a venderse por su madre y por su hermano… Cuando se llega a esto, incluso violentamos nuestras más puras convicciones. La persona pone en venta su libertad, su tranquilidad, su conciencia. 'Perezca yo con tal que mis seres queridos sean felices.' Es más, nos elaboramos una casuística sutil y pronto nos convencemos a nosotros mismos de que nuestra conducta es inmejorable, de que era necesaria, de que la excelencia del fin justifica nuestro proceder. Así somos. La cosa está clara como la luz. ...

En la línea 1042
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑El mal está, querido Rodia, en que desde el principio seguiste una conducta equivocada. Procediste con ella con gran torpeza. Esa mujer tiene un carácter lleno de imprevistos. En fin, ya hablaremos de esto en mejor ocasión. Pero es incomprensible que hayas llegado a obligarla a retirarte la comida… ¿Y qué decir del pagaré? Sólo no estando en tu juicio pudiste firmarlo. ¡Y ese proyecto de matrimonio con Natalia Egorovna… ! Ya ves que estoy al corriente de todo… Pero advierto que estoy tocando un punto delicado… Perdóname; soy un asno… Y, ya que hablamos de esto, ¿no opinas que Prascovia Pavlovna es menos necia de lo que parece a primera vista? ...

En la línea 439
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —También yo —dijo Mr. Astley—. En lo que concierne a miss Paulina… usted sabe perfectamente que entablamos relaciones hasta con gentes que detestamos, cuando la necesidad nos obliga a ello. Puede que en este caso existan relaciones que dependan de circunstancias accesorias que usted ignora. Yo creo que puede usted medio tranquilizarse… En cuanto a la conducta de Paulina, ayer fue realmente extraña… Admito que haya querido desembarazarse de usted, entregándole a los bastonazos del barón (y no comprendo cómo no se sirviera de él teniéndolo a mano)… Semejante modo de obrar es verdaderamente sorprendente en una persona tan… tan distinguida. Naturalmente, no iba ella a imaginar que usted cumpliera a rajatabla su deseo… ...

En la línea 715
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Condujeron el sillón hacia la puerta, al otro extremo de la sala. La abuela estaba radiante. Nuestras gentes hicieron corro en torno suyo para felicitarla. Por excéntrica que hubiese sido la conducta de la abuela, su triunfo compensaba muchas cosas, y el general ya no temía que su parentesco con una mujer tan original le comprometiese. Con risueña y alegre condescendencia familiar, como quien halaga a un niño, felicitó a la anciana. Se le notaba visiblemente emocionado, lo mismo que todos los espectadores. ...

En la línea 1050
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Se habrá usted, sin duda, dado cuenta de que he evitado con toda intención una explicación definitiva con usted hasta que todas las circunstancias estuviesen aclaradas. La llegada de la vieille dame, su parienta y su conducta extravagante han puesto fin a mis perplejidades. La difícil situación de mis negocios me veda al fomentar las dulces esperanzas que había osado concebir durante algún tiempo. Deploro lo ocurrido, pero espero que no encontrará usted nada en mi conducta que sea indigno d’un gentilhomme et d’un honnête homme. Habiendo perdido casi todo mi dinero para regular las deudas del general, me veo en la necesidad de sacar partido de lo que aún me queda: he avisado ya a mis amigos de Petersburgo para que proceda inmediatamente a la venta de los bienes hipotecados a mi favor. Sabiendo, sin embargo, que en su ligereza, el general ha disipado la fortuna de usted, he decidido perdonarle cincuenta mil francos y devolverle una parte de los pagarés por dicha suma. De modo que ahora queda usted en situación de recobrar lo perdido y reivindicar su fortuna por vía judicial. Creo, mademoiselle, que en la actual situación mi proceder le será muy ventajoso. Espero también cumplir de este modo el deber de un galant homme. Esté cierta de que su recuerdo quedará para siempre grabado en mi corazón.” ...

En la línea 1050
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Se habrá usted, sin duda, dado cuenta de que he evitado con toda intención una explicación definitiva con usted hasta que todas las circunstancias estuviesen aclaradas. La llegada de la vieille dame, su parienta y su conducta extravagante han puesto fin a mis perplejidades. La difícil situación de mis negocios me veda al fomentar las dulces esperanzas que había osado concebir durante algún tiempo. Deploro lo ocurrido, pero espero que no encontrará usted nada en mi conducta que sea indigno d’un gentilhomme et d’un honnête homme. Habiendo perdido casi todo mi dinero para regular las deudas del general, me veo en la necesidad de sacar partido de lo que aún me queda: he avisado ya a mis amigos de Petersburgo para que proceda inmediatamente a la venta de los bienes hipotecados a mi favor. Sabiendo, sin embargo, que en su ligereza, el general ha disipado la fortuna de usted, he decidido perdonarle cincuenta mil francos y devolverle una parte de los pagarés por dicha suma. De modo que ahora queda usted en situación de recobrar lo perdido y reivindicar su fortuna por vía judicial. Creo, mademoiselle, que en la actual situación mi proceder le será muy ventajoso. Espero también cumplir de este modo el deber de un galant homme. Esté cierta de que su recuerdo quedará para siempre grabado en mi corazón.” ...

En la línea 286
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -De seguro… de seguro que su marido de usted está más disgustado por lo ocurrido que usted misma. Crea usted que algo sucede que no sabemos, y que explicará la conducta de ese señor… Miranda. ¿O tendría usted algún antecedente, algún motivo para sospechar que… que la quiso abandonar? ...

En la línea 528
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Ignacio no contestó. Comenzaba, en efecto, a parecerle algo y aun algos extraña la conducta de aquel recién casado, que así abandonaba a su mujer la noche de novios, dejándola en un vagón de ferrocarril. Por fuerza algún incidente desagradable, imprevisto, había ocurrido al Miranda incógnito, cuyo destino, por singular caso, influía así en el suyo de cuarenta y ocho horas acá. ...

En la línea 1142
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Ni sé cómo llegué al cuarto… tenía miedo, mucho miedo de encontrar con alguien… con el ama Engracia… pero yo decía: adelante: Sardiola asegura que se marcha hoy… y si se marcha… tú también te irás a León… y ya, en toda la vida, y en la eternidad, Lucía, como no le veas en el cielo, no sé yo dónde le verás… Cuando uno piensa cosas así tiene un valor… yo temblaba, temblaba como un azogado: puede que haya roto algo en el cuartito chico… lo sentiría… y también sentiré que afeen mi conducta el Padre Urtazu y el Padre Arrigoitia… la afearán, sí que la afearán… yo les diré que sólo quería verle un minuto… como le daba la luz en la cara, le vi muy bien: está tan descolorido… ¡siempre descolorido! También Pilar lo está… y yo… y todos… y el mundo, sí, el mundo se ha puesto de un color, que… antes era rosa y azul celeste… pero ahora… bueno, pues como quería verle, entré… El comedor es grande. El ama Engracia lavaba la vajilla… Bien que corrí. Casualidad fue acertar con su cuarto. Es un cuarto muy bonito. Tiene el retrato de su madre: ¡pobre señora! Duhamel es un gran médico, pero hay males que sólo se curan, digo yo… en el hoyo. Allí todo se cura. Qué bien se debe estar allí… y aquí también. Se está muy bien… dan ganas de dormir, porque… ...

En la línea 1232
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Pido, sí, pido por amor de Jesucristo… que mañana mismo se vaya usted a España… No me aparto de usted hasta dejarla en el tren… Váyase usted, hija querida, con su padre. ¿No ve usted que tengo razón? Qué creerá su marido de usted si se queda usted aquí… pared por medio… usted es demasiado discreta y buena para intentarlo siquiera. ¡Por esa criaturita! Que su padre se persuada… . porque se persuadirá con el tiempo y su conducta de usted… ¡Ah! ¡No separe el hombre lo que Dios ha unido! Él volverá, volverá al lado de su esposa… , no lo dude usted. Hoy en su cólera… se dejó arrastrar… pero mañana… ...

En la línea 1422
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Esta circunstancia impresionó vivamente a la joven. Esta había cobrado afecto al hombre que, por frío que fuera, le daba diariamente muestras de la más absoluta adhesión. No comprendía, sin duda, toda la profundidad del sentimiento que le inspiraba su salvador, y aunque no daba a este sentimiento otro nombre que el de agradecimiento, había más que esto, sin sospecharlo ella misma. Por eso su corazón se oprimió cuando reconoció al grosero personaje a quien tarde o temprano quería mister Fogg pedir cuenta de su conducta. Evidentemente, era la casualidad sola la que había traído al coronel Proctor; pero, en fin, estaba allí, y era necesario impedir a toda costa que Phileas Fogg percibiese a su adversario. ...


El Español es una gran familia


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras c;s

Reglas relacionadas con los errores de c;s

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Conducta

Cómo se escribe conducta o sondusta?

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