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La palabra terminar
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la palabra terminar

La palabra Terminar ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece terminar.

Estadisticas de la palabra terminar

Terminar es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 1755 según la RAE.

Terminar tienen una frecuencia media de 54.46 veces en cada libro en castellano

Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la terminar en 150 obras del castellano contandose 8278 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Terminar

Cómo se escribe terminar o terrminarr?

Más información sobre la palabra Terminar en internet

Terminar en la RAE.
Terminar en Word Reference.
Terminar en la wikipedia.
Sinonimos de Terminar.


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece terminar

La palabra terminar puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1255
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El señorito conocía el medio de terminar esta anarquía. Al gobierno tocaba gran parte de culpa. A aquellas horas, habiéndose iniciado la huelga, debía tener en Jerez un batallón, un ejército, si era preciso, y cañones, muchos cañones. Y se quejaba amargamente del descuido de los de arriba, como si el ejército de España tuviese por única misión guardar a los ricos de Jerez para que viviesen tranquilos, y equivaliese a una felonía el no llenar calles y campos de pantalones rojos y brillantes bayonetas, apenas los viñadores mostraban cierto descontento. ...

En la línea 1337
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Al terminar la vendimia, Luis mostrose orgulloso, como si finalizase una obra grande. ...

En la línea 1412
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Fermín Montenegro contemplaba tristemente el curso de esta lucha sorda, que había de terminar forzosamente con algo ruidoso; pero de lejos, rehuyendo el trato con los rebeldes, ya que no estaba en Jerez su maestro Salvatierra. Callaba también en el escritorio, cuando en su presencia manifestaban los amigos de don Pablo los crueles deseos de una represión que atemorizase a los trabajadores. ...

En la línea 1793
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pensó por un momento en retirarse a su hospedaje. Pero sus asuntos no eran de los que podían dejarse para el día siguiente. Era preciso aquella misma noche, en seguida, terminar la cuestión que le hizo salir como un loco del hotel de don Pablo, separándose de éste para siempre. ...

En la línea 356
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Pero acordándose casi al punto de la antecá mara y haciendo a D'Artagnan un gesto con la mano, como para pe dirle permiso para terminar con los otros antes de comenzar con él, llamó tres veces, aumentando la voz cada vez, de suerte que recorrió todos los tonos intermedios entre el acento imperativo y el acento irri tado:-¡Athos! ¡Porthos! ¡Aramis!Los dos mosqueteros con los que ya hemos trabado conocimiento, y que respondían a los dos últimos de estos tres nombres, dejaron en seguida los grupos de que formaban parte y avanzaron hacia el gabinete cuya puerta se cerró detrás de ellos una vez que hubieron fran-queado el umbral. ...

En la línea 832
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Jus sac, queriendo terminar, lanzó una terrible estocada a su adversario ti rándose a fondo; pero éste paró primero, y mientras Jussac se ponía en pie, deslizándose como una serpiente bajo su acero, le pasó su es pada a través del cuerpo. ...

En la línea 846
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡No lo matéis, joven, os lo suplico; tengo un viejo asunto que terminar con él cuando esté curado y con buena salud! Desarmadle solamente, quitadle la espada. ...

En la línea 855
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Sin embargo, había que terminar. ...

En la línea 1912
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El secretario comenzó acto seguido a escribir no sé qué cosa, y, al terminar, sacó una caja de cigarros, encendió uno, después de ofrecerme otro que rehusé, porque no fumo, y apoyando los pies en la mesa me dirigió en francés el siguiente discurso: —Me alegro mucho de ver a usted en esta capital, y aún de verle trabajar en ese asunto. ...

En la línea 2503
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Lo mejor que puede usted hacer es comenzar y terminar la obra lo más pronto posible, sin nuevas peticiones; y si alguien pretende interrumpirle, no tiene usted más que acudir a mí; ya sabe que puede mandarme cuanto quiera.» Salí de la entrevista muy contento, y en seguida comencé los preparativos para ejecutar lo que me había llevado a España. ...

En la línea 2532
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Pero la verdad es que los generales carlistas no deseaban terminar la guerra, porque mientras en el país continuasen la efusión de sangre y la anarquía, podían ellos saquear y ejercer esa desenfrenada autoridad tan grata a los hombres de brutales e indómitas pasiones. ...

En la línea 4799
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Mucho antes de terminar la comida, un individuo sentado junto al catalán corpulento monopolizó la atención y las conversaciones de todos. ...

En la línea 537
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Durante nuestras varias travesías al sur del Plata dejaba yo con mucha frecuencia en la estela del buque una red de cáñamo, que me permitió recoger algunos animales curiosos. De este modo recogí algunos crustáceos muy notables pertenecientes a géneros no descritos. Uno de estos crustáceos, relacionado bajo ciertos puntos de vista a los Notopoda (cangrejos que tienen las patas posteriores casi en el dorso, lo que les permite adherirse a la superficie inferior de las rocas), es muy notable por la estructura de dichas patas. La penúltima pieza, en lugar de terminar en una simple pinza, se compone de tres apéndices de desigual longitud, que parecen cerdas: el más largo de estos apéndices lo es tanto como toda la pata. Las pinzas son sumamente delgadas y armadas de dientes muy finos dirigidos hacia atrás; su extremidad encorvada es aplanada, y en la parte plana lleva cinco cupulitas o elevaciones diminutas que parecen gozar de las mismas propiedades que las ventosas de los tentáculos de la jibia. Como este animal vive en alta mar y experimenta probablemente la necesidad del descanso, supongo que esta admirable conformación, aunque muy anormal, le permite adherirse al cuerpo de otros animales marinos. ...

En la línea 1176
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... acias a Dios no estamos destinados a ver el año terminar aquí; esperamos hallarnos para entonces en mitad del océano Pacífico, allí donde una bóveda azulada nos dice que hay un cielo, algo por encima de las nubes que coronan nuestras cabezas. ...

En la línea 2211
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Para terminar la descripción de la historia natural de estas islas diré unas cuantas palabras acerca de la falta de timidez en los pájaros. ...

En la línea 569
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... º de una de sus Vetustas y ya iba a terminar con el epílogo que copiaremos a la letra, cuando Obdulia le interrumpió diciendo: —¡Dios mío! ¿Habrá aquí ratones? Yo creo sentir. ...

En la línea 1561
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¿Aquel vacío de su corazón iba a llenarse? Aquella vida sin alicientes, negra en lo pasado, negra en lo porvenir, inútil, rodeada de inconvenientes y necedades ¿iba a terminar? Como si fuera un estallido, sintió dentro de la cabeza un sí tremendo que se deshizo en chispas brillantes dentro del cerebro. ...

En la línea 3673
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Visita iba señalando en su cuerpo, sin coquetería, sin pensar en lo que hacía, las partes correspondientes de la Regenta, que describía con entusiasmo; y dijo al terminar su descripción apuntando hacia atrás: —Se precia esa otra de buenas formas. ...

En la línea 7467
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Se le sacó y entró en el Seminario, a terminar la teología. ...

En la línea 156
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Cuando seas hombre comprenderás mejor lo que valen estos papeles. Debes consagrarte a una empresa justa que tal vez yo no pueda terminar. Defiende a los tuyos, que son los mayores calumniados de la Historia. ...

En la línea 263
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Nadie pensaba en la posibilidad de un Papa extranjero. El gran Cisma había sido motivado por la oposición de Roma a todo Pontífice que no fuese de Italia. Hasta en el Concilio de Constanza, gran asamblea internacional de la Iglesia, había sido elegido un italiano, Martín V, para terminar el conflicto definitivamente. ...

En la línea 463
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Yo también, Claudio he pensado muchas veces en nuestra vida futura. No creas que para mí lo es todo lucir alhajas y vestidos, ir a comidas y bailes. Tu amor me ha hecho reflexionar sobre cosas serias, aburguesando mi alma, como tú dirías. «Dos años, tres nada más (he pensado muchas veces), lo necesario para que yo me sacie de esta existencia que a él no le gusta. Y luego, cuando ya no me atraigan las diversiones sociales, regularizaremos nuestra situación, nos casaremos ; seré la señora de Borja; me esforzaré en acicalar mi persona para que no se note entre los dos ninguna diferencia de edad; llevaremos una vida de grave apasionamiento, con viajes a países lejanos, tal vez la vuelta al mundo juntos, y vendremos a descansar en este jardín, que ya no será la Venusberg ardiente, sino algo que haga recordar los pequeños jardines de que habla Claudio, por donde paseaban los filósofos griegos, apreciando serenamente las únicas felicidades durables de la existencia y la llegada inevitable de la muerte… » Así he pensado muchas veces y asi puede terminar, con una majestad serena, nuestra vida común… Pero antes nos quedan todavía varios años de juventud y de amor, años de «transportes divinos», como tú dices, en los cuales vale casi tanto el recuerdo como la realidad. Y cuando yo preparo esta dicha futura y hago cuanto puedo por mantener la presente, ¡hablas de marcharte!… ...

En la línea 611
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Escribía novelas, poemas y libros científicos, con arreglo al gusto contemporáneo. Su compendio de geografía, que dejó sin terminar, describiendo el mundo conocido hasta entonces, especialmente Asia, sirvió treinta años después a un visionario llamado Cristóbal Colón, figurando entre su reducido caudal de libros junto con otra enciclopedia cosmográfica escrita en el siglo anterior por el cardenal Pedro de Ailly. ...

En la línea 445
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Una de las mujeres nuevas dedicadas a la ciencia orientó sus estudios hacia una finalidad práctica y humanitaria. Quería terminar las guerras definitivamente, y el medio más seguro era conseguir la anulación de todos los descubrimientos industriales empleados por los hombres para exterminarse. Un día, para bien de la humanidad, inventó unos rayos prodigiosos, que debían haberse titulado 'la aurora de la nueva vida', pero que la sabia mujer, poco dada a los términos imaginativos, designó áridamente con el nombre de 'rayos negros'. ...

En la línea 464
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Al terminar la influencia de los hombres, disminuyó el descontento social y perdieron su fuerza amenazante las teorías sobre la supresión de la propiedad, el nuevo reparto de la riqueza y otras utopías. La mujer es profundamente conservadora y ama la propiedad y el orden. Ella ha sido la que, a pesar de su papel secundario, mantuvo al hombre en la razón durante miles de años y le impidió hacer tonterías irremediables. Sin ella no hubiese podido subsistir la sociedad. El hombre es tan vano y presuntuoso, que apenas discurre un disparate para remediar lo que tal vez no tiene remedio, intenta ponerlo en práctica, lo considera infalible por ser suyo, y se siente capaz de prender fuego al mundo entero a cambio de que triunfe su orgullo de autor. ...

En la línea 742
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Gillespie no experimentó extrañeza al oír esto. Le parecía extremadamente lógico, y hasta se asombró de que no se le hubiera ocurrido antes. Siendo mistress Augusta Haynes el Padre de los Maestros, era natural que Popito fuese su hija. ¿Cómo iría a terminar toda esta historia empezada al otro extremo de la tierra para reproducirse aquí en proporciones de burlesca exigüidad, pero con un carácter mas dramático y peligroso?… ...

En la línea 1552
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Lo primero que procuró fue librar el bote de las amarras puestas por los pigmeos. Lamentaba no tener un simple cortaplumas para terminar más pronto, partiendo los cables que lo tenían sujeto. Dos de estos le unian al muelle, atados a dos troncos de pino que hacían oficio de pilotes. Gillespie, para no perder tiempo desenredando los nudos hechos por la marinería enana, tiró simplemente de estos cables, enormes para los habitantes del país, pero menos gruesos que su dedo menique, arrancando los dos maderos de la tierra en que estaban clavados. Luego se dirigió hacia la proa para levantar las anclas hundidas en el fondo del puerto. ...

En la línea 4396
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «¿En qué piensa usted? ¿Por qué me mira tanto?» le preguntó Guillermina, que ya estaba impaciente por terminar.—La miro a usted porque me gusta mirarla… Anoche y anteanoche, y todos los días desde aquel en que hablamos, la tengo a usted metidita dentro de mis ojos, la veo cuando duermo y cuando no duermo. Ayer, cuando me pasó lo que me pasó, dije: «No tengo sosiego hasta que no se lo cuente a la señora». ...

En la línea 484
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Antes de terminar Hendon estas palabras el rey estaba de nuevo en el país de los sueños. Miles salió sin hacer ruido y volvió a entrar, también de puntillas, a los treinta minutos, con un traje de segunda mano, completo, de niño, de tela barata y mostrando señales de uso, pero limpio y apropiado a la estación del año. Sentóse y empezó a examinar su compra, diciéndose entre dientes: ...

En la línea 1311
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Al terminar el castigo de Hendon en el cepo, fue puesto en libertad y se le ordenó salir de la comarca y no volver más. Le fue devuelta su espada, y también su mula y su asno. Montó y cabalgó, seguido por el rey, la muchedumbre hendiéndose con silencioso respeto para abrirles paso, y luego dispersandose cuando se hubieron ido. ...

En la línea 2246
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Ahí se detenía el trabajo de Conseil. Le había faltado tiempo para completar la clase de los crustáceos con el examen de los estomatópodos, anfípodos, homópodos, isópodos, trilobites, branquiápodos, ostrácodos y entomostráceos. Y para terminar el estudio de los articulados marinos habría debido citar la clase de los cirrópodos, en la que se incluyen los cídopes y los árgulos, y la de los anélidos que no hubiera dejado de dividir en tubícolas y en dorsibranquios. Pero es que el Nautilus, al dejar atrás el alto fondo del estrecho de Libia, había recuperado su velocidad habitual. Por eso, no fue posible ya ver ni moluscos, ni articulados ni zoófitos, apenas algunos grandes peces que pasaban como sombras. ...

En la línea 2504
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Tras terminar su operación, el capitán Nemo me dijo. ...

En la línea 3203
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Señor -me dijo aquel día-, esto debe terminar. Voy a hablarle francamente. Su Nemo se aparta de tierra y sube hacia el Norte. Le digo a usted que ya tengo bastante con el Polo Sur y que no le seguiré al Polo Norte. ...

En la línea 3204
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Pero, Ned, ¿qué podemos hacer, puesto que la huida es impracticable en estos momentos? -Vuelvo a mi idea. Hay que hablar con el capitán. Usted no le dijo nada cuando estuvimos en los mares de su país. Yo quiero hablar, ahora que estamos en los mares del mío. ¡Cuando pienso que, dentro de unos días, el Nautilus va a encontrarse a la altura de la Nueva Escocia, y que allí, hacia Terranova, se abre una ancha bahía, que en esa bahía desemboca el San Lorenzo, mi río, el río de Quebec, mi ciudad natal! ¡Cuando pienso en eso me enfurezco y se me ponen los pelos de punta! Mire, señor, creo que voy a terminar tirándome al mar. No me quedaré aquí. No aguanto más. Me asfixio aquí. ...

En la línea 33
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Me traerás una lima -dijo echándome hacia atrás-. Y también víveres. -Y volvió a inclinarme-. Me traerás las dos cosas añadió repitiendo la operación. Si no lo haces, te arrancaré el corazón y el hígado. -Y para terminar me dio una nueva sacudida-. ...

En la línea 114
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Nunca me dejaban llevar una vela para acostarme, y cuando subía las escaleras a oscuras, con la cabeza vacilante porque el dedal de la señora Joe repiqueteó en ella para acompañar sus últimas palabras, estaba convencido de que acabaría en los Pontones. Con seguridad seguía el camino apropiado para terminar en ellos. Empecé haciendo preguntas y ya me disponía a robar a la señora Joe. ...

En la línea 233
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Quiero que prueben ustedes dijo mi hermana, dirigiéndose amablemente a sus invitados , quiero que prueben, para terminar, un regalo delicioso del tío Pumblechook. ...

En la línea 529
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Este muchacho llama mozos a las sotas - dijo Estella con desdén antes de terminar el primer juego . Y ¡qué manos tan ordinarias tiene! ¡Qué botas! ...

En la línea 310
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «¡Pobre muchacha! ‑se dijo mirando el pico del banco donde había estado sentada‑. Cuando vuelva en sí, llorará y su madre se enterará de todo. Primero, su madre le pegará, después la azotará cruelmente, como a un ser vil, y acto seguido, a lo mejor, la echará a la calle. Aunque no la eche, una Daría Frantzevna cualquiera acabará por olfatear la presa, y ya tenemos a la pobre muchacha rodando de un lado a otro… Después el hospital (así ocurre siempre a las que tienen madres honestas y se ven obligadas a hacer las cosas discretamente), y después… después… otra vez al hospital. Dos o tres años de esta vida, y ya es un ser acabado; sí, a los dieciocho o diecinueve años, ya es una mujer agotada… ¡Cuántas he visto así! ¡Cuántas han llegado a eso! Sí, todas empiezan como ésta… Pero ¡qué me importa a mí! Un tanto por ciento al año ha de terminar así y desaparecer. Dios sabe dónde… , en el infierno, sin duda, para garantizar la tranquilidad de los demás… ¡Un tanto por ciento! ¡Qué expresiones tan finas, tan tranquilizadoras, tan técnicas, emplea la gente… ! Un tanto por ciento; no hay, pues, razón, para inquietarse… Si se dijera de otro modo, la cosa cambiaria… , la preocupación sería mayor… ...

En la línea 1388
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Momentos después ya estaba en la calle. Eran alrededor de las ocho y el sol se había puesto. La atmósfera era asfixiante, pero él aspiró ávidamente el polvoriento aire, envenenado por las emanaciones pestilentes de la ciudad. Sintió un ligero vértigo, pero sus ardientes ojos y todo su rostro, descarnado y lívido, expresaron de súbito una energía salvaje. No llevaba rumbo fijo, y ni siquiera pensaba en ello. Sólo pensaba en una cosa: que era preciso poner fin a todo aquello inmediatamente y de un modo definitivo, y que si no lo conseguía no volvería a su casa, pues no quería seguir viviendo así. Pero ¿cómo lograrlo? Del modo de «terminar», como él decía, no tenía la menor idea. Sin embargo, procuraba no pensar en ello; es más, rechazaba este pensamiento, porque le torturaba. Sólo tenía un sentimiento y una idea: que era necesario que todo cambiara, fuera como fuere y costara lo que costase. «Sí, cueste lo que cueste», repetía con una energía desesperada, con una firmeza indómita. ...

En la línea 1580
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «¡Bueno, vayamos!», se dijo. Y, dejando el puente, se dirigió a la comisaría. Tenía la sensación de que su corazón estaba vacío, y no quería reflexionar. Ya ni siquiera sentía angustia: un estado de apatía había reemplazado a la exaltación con que había salido de casa resuelto a terminar de una vez. ...

En la línea 2314
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Bueno, tal vez he exagerado… Oye; últimamente, es decir, desde que te pusiste enfermo, le he hablado mucho de ti. Naturalmente, él me escuchaba. Y cuando le dije que eras estudiante de Derecho y que no podías terminar tus estudios por falta de dinero, exclamó: «¡Es lamentable!» De esto deduzco… Mejor dicho, del conjunto de todos estos detalles… Ayer, Zamiotof… Oye, Rodia, cuando te llevé ayer a tu casa estaba embriagado y dije una porción de tonterías. Lamentaría que hubieras tomado demasiado en serio mis palabras. ...

En la línea 120
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Presa de una sensación mórbida, únicamente para terminar cuanto antes, puse cinco florines al rojo. El rojo salió. Dejé los diez florines. El rojo se dio de nuevo. Hice nueva postura con el total. Salió también el rojo. En posesión de los cuarenta federicos coloqué veinte sobre los doce números del centro, sin saber lo que iba a resultar. Me pagaron el triple. ...

En la línea 347
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¡Oh, no crea eso, no hay nada de eso! —grité a mi vez al general—. Lo que hice no estuvo bien, lo confieso con toda franqueza. Se puede calificar de chiquillada estúpida e indecorosa, pero… . eso es todo. Y sepa, mi general, que me arrepiento de veras. Pero aquí media una circunstancia que, a mis ojos, me dispensa casi del arrepentimiento. En estos últimos tiempos, desde hace dos o tres semanas, me siento enfermo. Estoy nervioso, irritable, abúlico, y me ocurre que pierdo muchas veces el dominio de mí mismo. Verdaderamente muchas veces tengo gran deseo de dirigirme al marqués Des Grieux y de… Por otra parte, juzgo inútil terminar; tal vez se ofendería. En resumen, son síntomas de enfermedad. ...

En la línea 364
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Mi insensato comportamiento podía terminar por comprometerla también a ella. Además, sensaciones, veleidades nuevas surgían en mí. Si, por ejemplo, me aniquilaba voluntariamente ante Paulina, esto no significaba en modo alguno que fuese un cobarde, y seguramente no era tan fácil al barón eso de “apalearme”. Tenía ganas de burlarme de todos ellos, pero quedando en buen lugar. Ya veríamos. Sin duda ella temería el escándalo y me llamaría. Y aun cuando no me llame, verá, sin embargo, que no soy cobarde. ...

En la línea 437
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Le conté entonces la escena de la víspera con todos sus detalles, la actitud de Paulina, mi aventura con el barón, mi despido, la pusilanimidad extraordinaria del general. Luego le expuse detalladamente la visita matinal de Des Grieux, con todos sus pormenores. Y, para terminar, le enseñé la carta. ...

En la línea 1268
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Además, mistress Aouida se interesaba muchísimo en los proyectos del gentleman. Le inquietaban las contrariedades que pudieran comprometer el éxito del viaje, y a veces hablaba con Picaporte, que no dejaba de leer entre renglones en el corazón de mistress Aouida. Este buen muchacho tenía ahora en su amo una fe ciega; no agotaba los elogios sobre su honradez, la generosidad, la abnegación de Phileas Fogg, y después tranquilizaba a mistress Aouiuda sobre el éxito del viaje, repitiendo que lo más difícil estaba hecho, que ya quedaban atrás los fantásticos países de la China y del Japón, que ya marchaban hacia las naciones civilizadas, y, por último, que un tren de San Francisco a Nueva York, y un transatlántico de Nueva York a Londres, bastarían indudablemente para terminar esa dificultosa vuelta al mundo en los plazos convenidos. ...

En la línea 1764
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Ahora, más tarde, se sabrá de qué modo había de terminar la aventura. Entretanto, mistress Aouida no dejaba de estar inquieta, y Fix quedó de pronto aturdido. En cuanto a Picaporte, le parecía aquello simplemente adorable. ...

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