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La palabra sentados
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la palabra sentados

La palabra Sentados ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece sentados.

Estadisticas de la palabra sentados

Sentados es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 6894 según la RAE.

Sentados aparece de media 1.24 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la sentados en las obras de referencia de la RAE contandose 189 apariciones .

Errores Ortográficos típicos con la palabra Sentados

Cómo se escribe sentados o zentadoz?

Más información sobre la palabra Sentados en internet

Sentados en la RAE.
Sentados en Word Reference.
Sentados en la wikipedia.
Sinonimos de Sentados.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece sentados

La palabra sentados puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1418
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y mientras se amaestraban infiriendo cortes o poblando las cabezas de trasquilones y peladuras, el amo daba conversación a los parroquianos sentados en el banco del paseo, o leía en alta voz un periódico a este auditorio, que con la quijada en ambas manos, escuchaba impasible. ...

En la línea 1731
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Algunos hombres de los más cachazudos, hombres de su casa, que apenas habían tomado parte en la cruzada contra los forasteros, formaban corro con Batiste en la puerta de la barraca: unos, en cuclillas, a lo moro, otros, sentados en silletas de esparto, fumando y hablando lentamente del tiempo y de las cosechas. ...

En la línea 1925
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Se trataba de permanecer sentados jugando al truque y sin beber más líquido que aguardiente, hasta ver quién era el último que caía. ...

En la línea 1989
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Algunos espectadores estaban sentados en el suelo, con la mandíbula apoyada en ambas manos, la nariz sobre el borde de la mesilla y la vista fija en los jugadores, para no perder detalle del famoso suceso. ...

En la línea 945
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El amo recibía con satisfacción estos informes. No le gustaba divertirse teniendo a la vista a los jornaleros, gentes envidiosas, de corazón duro, que rabiaban con la alegría ajena y andaban después propalando los mayores embustes. Le placía estar a sus anchas en el cortijo. ¿No era el amo?... Y saltando de un pensamiento a otro con su incoherente ligereza, se encaró con los acompañantes. ¿Qué hacían sentados, sin beber, sin hablar, como si estuviesen velando a un muerto?... ...

En la línea 969
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Cuando la alegre banda entró en la gañanía, la vio casi desierta. La noche era de primavera y los manijeros y el arreador estaban sentados en el suelo, cerca de la puerta, viendo el campo que azuleaba silencioso bajo la luz de la luna. Las mujeres dormitaban en los rincones, o formando corrillos oían cuentos de brujas y milagros de santos con un silencio religioso. ...

En la línea 1954
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Afuera, la viuda y los hijos, con la resignación de una desgracia luengamente esperada, medían copas y atendían a los parroquianos sentados en las inmediaciones del ventorrillo. ...

En la línea 1968
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y señalaba a los que se habían quedado sentados sin aproximarse a Salvatierra; todos jóvenes. De vez en cuando miraban al revolucionario con ojos insolentes. «¡Un tío embustero, como todos los que se presentaban en busca de los trabajadores! Los que habían seguido sus doctrinas pudrían tierra en el cementerio, y él estaba allí... Menos sermones y más trigo...» Ellos eran listos, habían visto lo suficiente para enterarse y estaban con el que daba. El verdadero amigo de los pobres era el amo con su jornal; y si encima daba vino, mejor que mejor. ...

En la línea 734
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... A poco de llegar, y cuando mi compañero de viaje y yo estábamos en la cocina, sentados a la lumbre, se nos acercó el hidalgo; podía tener unos sesenta años, y era de aventajada estatura, pero muy encorvado. ...

En la línea 1339
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Al anochecer del tercer día, cuando las tres mujeres y yo estábamos sentados en torno del _brasero_ conversando según costumbre, entró en la habitación un tipo de miserable aspecto, envuelto en una capa mugrienta. ...

En la línea 1429
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Antonio y los otros gitanos se quedaron sentados y hablando alrededor de la hoguera. ...

En la línea 1466
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Quedó muy contento con el precio que le pagué, y me invitó a tomar una _copita_; acepté, y hablando estábamos, sentados a la mesa, cuando llegó el nacional con mi pasaporte en la mano, sentándose a nuestro lado. ...

En la línea 5020
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Tendieron la arpillera del primo sobre la verde yerba, acudieron a la despensa de sus alforjas, y, sentados todos tres en buen amor y compaña, merendaron y cenaron, todo junto. ...

En la línea 7520
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... A un lado del patio estaba puesto un teatro, y en dos sillas sentados dos personajes, que, por tener coronas en la cabeza y ceptros en las manos, daban señales de ser algunos reyes, ya verdaderos o ya fingidos. ...

En la línea 363
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... En el curso de la jornada llegaron de la posta siguiente dos hombres encargados de un bulto para el general Rosas. Así, aparte de esos dos hombres, nuestra tropa se componía de mi guía, yo, el teniente y sus cuatro soldados. Estos últimos eran muy estrafalarios: el primero, un hermoso negro muy joven; el segundo, un mestizo de indio y de negro; respecto a los otros era imposible determinar nada, un antiguo minero chileno de color caoba y un mulato cuarterón. Nunca vi mestizo de expresión más odiosa. Por la noche me retiro un poco apartado, mientras juegan ellos a las cartas sentados en derredor del fuego, para contemplar a mis anchas aquella escena digna del pincel de Salvator Rosa. Estaban sentados al pie de un montecillo casi a plomo, de suerte que dominaba yo la escena; alrededor de ellos, perros dormidos, armas, restos de ciervo y de avestruz, y sus lanzones clavados en el suelo. En segundo término, entre una oscuridad relativa, sus caballos atados a estacas y dispuestos para un caso de alerta. ...

En la línea 363
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... En el curso de la jornada llegaron de la posta siguiente dos hombres encargados de un bulto para el general Rosas. Así, aparte de esos dos hombres, nuestra tropa se componía de mi guía, yo, el teniente y sus cuatro soldados. Estos últimos eran muy estrafalarios: el primero, un hermoso negro muy joven; el segundo, un mestizo de indio y de negro; respecto a los otros era imposible determinar nada, un antiguo minero chileno de color caoba y un mulato cuarterón. Nunca vi mestizo de expresión más odiosa. Por la noche me retiro un poco apartado, mientras juegan ellos a las cartas sentados en derredor del fuego, para contemplar a mis anchas aquella escena digna del pincel de Salvator Rosa. Estaban sentados al pie de un montecillo casi a plomo, de suerte que dominaba yo la escena; alrededor de ellos, perros dormidos, armas, restos de ciervo y de avestruz, y sus lanzones clavados en el suelo. En segundo término, entre una oscuridad relativa, sus caballos atados a estacas y dispuestos para un caso de alerta. ...

En la línea 2476
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Encuentro allí muchos niños reunidos para celebrar la Nochebuena; todos están sentados alrededor de una gran mesa y tomando té. Nunca he visto grupo más lindo de niños, ni más alegre; y admira pensar que esto se ve en una isla donde el canibalismo, el asesinato y todos los crímenes más atroces reinan como en propio dominio! Por otra parte, hasta los mismos jefes de la casa de la Misión parecen disfrutar de la alegría y de la felicidad que respiran todas estas caritas. ...

En la línea 6038
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Estas tres personas formaban grupo en el balcón de galería, y desde el gabinete, sentados aquí y allá, y algunos en pie, oían a Glocester tres canónigos más, el capellán de la casa, don Aniceto, tres damas nobles, la gobernadora civil, Joaquinito Orgaz, y otros dos pollos vetustenses, de los que estudiaban en la Corte. ...

En la línea 8976
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Estaban los dos sentados junto a un velador cubierto con fina y blanca servilleta; cenaban con sendas medias botellas de Burdeos al lado, y llegaban al momento necesario de la expansión y las confidencias; Mesía melancólico, pasando a tragos la nostalgia de lo infinito, que también tienen los descreídos a su modo, inclinaba mustia la gallarda y fina cabeza de un rubio pálido, y parecía un poco más viejo que de ordinario. ...

En la línea 381
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Se fueron de paseo por las Delicias abajo, y sentados en solitario banco, vueltos de cara al río, charlaron un rato. Jacinta se quería comer con los ojos a su marido, adivinándole las palabras antes de que las dijera, y confrontándolas con la expresión de los ojos a ver si eran sinceras. ¿Habló Juan con verdad? De todo hubo. Sus declaraciones eran una verdad refundida como las comedias antiguas. El amor propio no le permitía la reproducción fiel de los hechos. Pues señor… al volver de Plencia ya comprometido a casarse y enamorado de su novia, quiso saber qué vuelta llevó Fortunata, de quien no había tenido noticias en tanto tiempo. No le movía ningún sentimiento de ternura, sino la compasión y el deseo de socorrerla si se veía en un mal paso. Platón estaba fuera de Madrid y su mujer en el otro mundo. No se sabía tampoco a dónde diantres había ido a parar el picador; pero Segunda había traspasado la huevería y tenía en la misma Cava un poco más abajo, cerca ya de la escalerilla, una covacha a que daba el nombre de establecimiento. En aquella caverna habitaba y hacía el café que vendía por la mañana a la gente del mercado. Cuatro cacharros, dos sillas y una mesa componían el ajuar. En el resto del día prestaba servicios en la taberna del pulpitillo. Había venido tan a menos en lo físico y en lo económico, que a su antiguo tertulio le costó trabajo reconocerla. ...

En la línea 454
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pasaba tiempo a veces sin que ninguno de los dos chistara, ella a un extremo del banco, él a cierta distancia, detrás, ora de rodillas, ora sentados. Estupiñá se aburría algunas veces por más que no lo declarase, y le gustaba que alguna beata rezagada o beato sobón le preguntara por la misa: «¿Se alcanza esta?». Estupiñá respondía que sí o que no de la manera más cortés, añadiendo siempre en el caso negativo algo que consolara al interrogador: «Pero esté usted tranquilo; va a salir en seguida la del padre Quesada, que es una pólvora… ». Lo que él quería era ver si saltaba conversación. ...

En la línea 1883
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Media hora después estaban sentados a la mesa en amor y compaña; pero en aquel instante se vio Fortunata acometida bruscamente de unos pensamientos tan extraños, que no sabía lo que le pasaba. Ella misma comparó su alma en aquellos días a una veleta. Tan pronto marcaba para un lado como para otro. De improviso, como si se levantara un fuerte viento, la veleta daba la vuelta grande y ponía la punta donde antes tenía la cola. De estos cambiazos había sentido ella muchos; pero ninguno como el de aquel momento, el momento en que metió la cuchara dentro del arroz para servir a su futuro esposo. No sabría ella decir cómo fue ni cómo vino aquel sentimiento a su alma, ocupándola toda; no supo más sino que le miró y sintió una antipatía tan horrible hacia el pobre muchacho, que hubo de violentarse para disimularla. ...

En la línea 2580
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Salió triunfante, echando a una parte y otra miradas de altivez y desprecio. Cuando vio la calle, sus ojos se iluminaron con fulgores de júbilo y gritó: «¡Ay, mi querida calle de mi alma!». Extendió y cerró los brazos, cual si en ellos quisiera apretar amorosamente todo lo que veían sus ojos. Respiró después con fuerza, parose mirando azorada a todos lados, como el toro cuando sale al redondel. Luego, orientándose, tiró muy decidida por el paseo abajo. Era cosa de ver aquella mujerona descalza, desgarrada, melenuda, despidiendo de sus ojos fiereza, con un lío bajo el brazo y las botas colgando de una mano. Las pocas personas que por allí pasaban, miráronla con asombro. Al llegar junto a los almacenes de la Villa, pasó junto a varios chicos, barrenderos, que estaban sentados en sus carretillas con las escobas en la mano. Tuviéronla ellos por persona de poco más o menos y se echaron a reír delante de su cara napoleónica. ...

En la línea 726
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Un instante después, nos hallábamos sentados en un diván del salón, con un cigarro en la boca. El capitán me mostraba un dibujo con el plano, la sección y el alzado del Nautilus. Comenzó su descripción en estos términos: ...

En la línea 2544
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Estábamos sentados sobre la plataforma. El mar estaba en bonanza. El mes de marzo, equivalente en esas latitudes al de septiembre, nos procuraba hermosos días de otoño. Fue el canadiense quien avistó una ballena en el horizonte, al Este. No podía él equivocarse. Mirando atentamente, se veía el lomo negruzco de la ballena elevarse y descender alternativamente sobre la superficie del mar, a unas cinco millas del Nautilus. ...

En la línea 2914
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Me paseé durante algunos instantes del salón a la biblioteca. Mis compañeros, sentados, guardaban silencio. Me senté en un diván y tomé un libro, que comencé a recorrer maquinalmente. Así pasó un cuarto de hora. Conseil se acercó amíyme dijo: ...

En la línea 413
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... A pesar de los pocos años que yo tenía, a partir de aquella noche sentí nuevos motivos de admiración con respecto a Joe. Desde entonces no sólo éramos iguales como antes, sino que, desde aquella noche, cuando estábamos los dos sentados tranquilamente y yo pensaba en él, experimentaba la sensación de que la imagen de mi amigo estaba ya albergada en mi corazón. ...

En la línea 657
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Cuando me vi en mi cuartito y recé mis oraciones, no olvidé la recomendación de Joe, pero, sin embargo, mi mente infantil se hallaba en un estado tal de intranquilidad y de desagradecimiento, que aun después de mucho rato de estar echado pensé en cuán ordinario hallaría Estella a Joe, que no era más que un pobre herrero, y cuán gruesas y bastas le parecerían sus manos y las suelas de sus botas. Pensé, entonces, en que Joe y mi hermana estaban sentados en la cocina en aquel mismo momento, y también en que tanto la señorita Havisham como Estella no se habrían sentado nunca en la cocina, porque estaban muy por encima del nivel de estas vidas tan vulgares. Me quedé dormido recordando lo que yo solía hacer cuando estaba en casa de la señorita Havisham, como si hubiese permanecido allí durante semanas y meses, en vez de algunas horas, y cual si fuese asunto muy antiguo, en vez de haber ocurrido aquel mismo día. ...

En la línea 1002
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Los jueces estaban sentados en la sala del tribunal, que se hallaba a poca distancia, y en el acto fuimos todos allí con objeto de formalizar mi contrato de aprendizaje a las órdenes de Joe. Digo que fuimos allí, pero, en realidad, fui empujado por Pumblechook del mismo modo como si acabase de robar una bolsa o incendiado algunas gavillas. La impresión general del tribunal fue la de que acababan de cogerme in fraganti, porque cuando el señor Pumblechook me dejó ante los jueces oí que alguien preguntaba: «¿Qué ha hecho?, y otros replicaban: «Es un muchacho muy joven, pero tiene cara de malo, ¿no es verdad?» Una persona de aspecto suave y benévolo me dio, incluso, un folleto adornado con un grabado al boj que representaba a un joven de mala conducta, rodeado de grilletes, y cuyo título daba a entender que era «PARA LEER EN MI CALABOZO». ...

En la línea 1681
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Esperé hasta que fue mediodía y me fui a la Bolsa, en donde vi hombres vellosos sentados allí, en la sección de embarques y a quienes tomé por grandes comerciantes, aunque no pude comprender por qué parecían estar todos tan enojados. ...

En la línea 298
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... De pronto se echó a reír. Estábamos a la sazón sentados en un banco, delante de los niños que jugaban frente al lugar en que los coches se detenían y dejaban al público en la avenida que precede al casino. ...

En la línea 644
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... La policía del casino está, por otra parte, bastante bien organizada. Naturalmente, no es posible evitar las apreturas. La afluencia beneficia a la banca, que gana en proporción al número de jugadores. Los ocho croupieres que están sentados en torno de la mesa no pierden de vista las posturas. Como son ellos lo que pagan las ganancias, hacen de árbitros, con conocimiento de causa, en las disputas eventuales. En último término se llama a la policía y se arregla la cuestión. Los agentes, que van vestidos de paisano, se mezclan con los espectadores, y así nadie puede conocerlos. Vigilan especialmente a los ladrones y rateros profesionales que pululan en la ruleta, donde pueden ejercer con facilidad su industria; en efecto, en cualquier otra parte es preciso explorar los bolsillos y forzar cerraduras, lo que, en caso de fracaso, proporciona graves molestias. Aquí, por el contrario, basta con acercarse al tapete verde, ponerse a jugar y, de pronto, ostensiblemente, dejar caer la mano sobre la ganancia ajena y metérsela en el bolsillo. En caso de reclamación, el ladrón jura por lo más sagrado que aquella postura… le pertenece. ...

En la línea 756
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Yo estaba allí mirando a nuestra buena señora —balbuceaba Marta—, y dije a Potapytch: “¿Qué va a hacer nuestra señora… ?” ¡Y cuánto dinero, cuánto dinero había sobre la mesa, Señor! En mi vida había visto tanto… y en torno nada más que señores sentados. “¿De dónde vienen todos esos señores, Potapytch? —preguntaba. ¡Que la Virgen la ayude!” Rogaba por usted nuestra señora, y mi corazón languidecía y temblaba toda… “¡ Señor, hacedla ganar!”, imploraba, y el Señor la ha protegido. Desde entonces, tiemblo todavía, nuestra buena señora, toda yo estoy temblando. ...


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