Cómo se escribe.org.es

La palabra roca
Cómo se escribe

la palabra roca

La palabra Roca ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
La llamada de la selva de Jack London
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece roca.

Estadisticas de la palabra roca

Roca es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 3203 según la RAE.

Roca tienen una frecuencia media de 29.38 veces en cada libro en castellano

Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la roca en 150 obras del castellano contandose 4465 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Roca

Cómo se escribe roca o rroca?

Más información sobre la palabra Roca en internet

Roca en la RAE.
Roca en Word Reference.
Roca en la wikipedia.
Sinonimos de Roca.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece roca

La palabra roca puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 7179
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Decidió por tanto largarse cuando, al otro lado de la ruta, tras una roca, divisó la extremidad de un segundo mosquete. ...

En la línea 7228
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... D'Artagnan no quiso abandonar así a su compañero y se inclinó hacia él para levantarlo y ayudarlo a alcanzar las líneas; pero en aquel momento salieron dos disparos de fusil: una bala vino a estrellarse so bre la roca tras haber pasado a dos pulgadas de D'Artagnan. ...

En la línea 3122
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Al cabo pudo alcanzar una veta de roca que emergía del fango; en ella puso los cuatro remos, y con un esfuerzo tremendo saltó el arroyo y se libró del suelo traicionero cayendo en otro de relativa firmeza, donde permaneció jadeante, cubiertos los ijares de espuma y sudor. ...

En la línea 3791
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Las vertientes de las montañas estaban casi todas cubiertas de frondosas arboledas, hasta la misma cúspide, aunque a veces algún pico de roca desnuda asomaba, alzándose hasta las nubes. ...

En la línea 3844
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Altas y escarpadas montañas la defienden por todos lados, menos por el Oeste, abierto sobre el Atlántico; pero en medio de la boca surge una isla, imponente muro de roca, que rompe el oleaje e impide que las mareas del Poniente invadan la bahía con violencia. ...

En la línea 4107
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... No le asustaba el calor del día, ni una gota de sudor surcaba su curtido semblante, ni le faltaba el resuello; brincaba de roca en roca con la irritante agilidad de una cabra montés. ...

En la línea 7531
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Libre mi alma de su estrecha roca, por el estigio lago conducida, celebrándote irá, y aquel sonido hará parar las aguas del olvido. ...

En la línea 42
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Las Peñas de San Pablo, vistas desde cierta distancia, son de una blancura deslumbradora. Este color se debe, en parte, 'a los excrementos de una inmensa multitud de aves marinas, y en parte, a un revestimiento formado por una sustancia dura, reluciente, con brillo de nácar, que se adhiere con fuerza a la superficie de las rocas. Si se examina con una lente de aumento, se ve que este revestimiento consiste en capas numerosas y en extremo delgadas, ascendiendo su espesor total a una décima de pulgada. Esta sustancia contiene materias animales en gran cantidad, y su formación se debe sin duda ninguna a la acción de la lluvia y de la espuma del mar. He hallado en la Ascensión y en las pequeñas islas Abrolhos, sobre algunas masas de guano pequeñas, ciertos cuerpos en forma de ramos que evidentemente están constituidos de la misma manera que el revestimiento blanco de esas rocas. Estos cuerpos ramificados se asemejan de un modo tan perfecto a ciertas nulíporas (plantas marinas calcáreas muy duras), que, últimamente, al examinar mi colección un poco deprisa, no advertí la diferencia. La extremidad globular de las ramas tiene la misma conformación que el nácar o que el esmalte de los dientes; pero es bastante dura para rayar el vidrio. Quizá no esté fuera de propósito el mencionar aquí que una parte de la costa de la Ascensión donde se encuentran inmensos montones de arena con conchas, el agua del mar deposita en las rocas expuestas a la acción de la' marea una incrustación parecida a ciertas plantas criptógamas (Marchantia), que se notan a menudo en las paredes húmedas; la superficie de las hojas está admirablemente pulimentada; las partes expuestas de lleno a la luz son de un color negro, pero las que se encuentran debajo de un reborde de la roca permanecen, grises. He enseñado a varios geólogos algunas muestras de esas incrustaciones ¡y todos creyeron que son de origen volcánico o ígneo! La dureza y la diafanidad de esas incrustaciones, su pulimento tan perfecto como el de las conchas más bonitas, el olor que exhalan y la pérdida de color que sufren cuando se hace actuar sobre ellas el soplete: todo prueba su íntima analogía con las conchas de los moluscos marinos vivos. ...

En la línea 45
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Sólo dos clases de aves se encuentran en las Peñas de San Pablo: el pájaro bobo y el búho. Estas dos aves tienen un carácter tan tranquilo, tan estúpidos, y están tan poco habituadas a recibir visitas, que con mi martillo de geólogo hubiera podido matar cuantas quisiese. El pájaro bobo pone los huevos en la roca pelada; el búho, por el contrario, construye un nido muy sencillo con hierbas marinas. Junto a gran número de esos nidos veíase un pececillo volador que el macho (supongo) había llevado para la hembra ocupada en incubar. Un grueso cangrejo de mar muy activo (Grapsus), que habita en las grietas de las rocas, me daba un espectáculo muy divertido: en cuanto separaba yo de allí a la incubadora, acudía él a robar el pez puesto junto al nido. Sir W. ...

En la línea 47
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... La más pequeña roca de los mares tropicales sirve de sostén a innumerables clases de plantas marinas, a increíbles cantidades de seres en parte vegetales, en parte animales; encuéntrase también rodeada de gran número de peces. Nuestros marinos, en los barcos de pesca, tenían que luchar constantemente con los tiburones para saber a 3 Mr. Horner y Sir David Brewster describieron (Philosophical Transactions, 1836, pág. 65), una extraña «sustancia artificial parecida al nácar». Esta sustancia se deposita en láminas morenas, tenues, transparentes, admirablemente pulimentadas, con particulares propiedades ópticas, en el interior de un vaso con agua, dentro del cual se hace girar con rapidez un tejido untado primero de liga y después de cal. Esta sustancia es mucho más blanda, más transparente y contiene más materias animales que las incrustaciones naturales de la Ascensión; pero esa es otra prueba de la facilidad con que el carbonato de cal y las materias animales se combinan para formar una sustancia sólida que se parece al nácar. ...

En la línea 49
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... FERNANDO NORONHA, 20 de febrero de 1832. Según he podido juzgar por las pocas horas pasadas en este sitio, esta isla es de origen volcánico, pero no es probable que sea de fecha reciente. Su carácter más notable consiste en una colina cónica de unos 1.000 pies de altura (300 metros), cuya parte superior es muy escarpada y uno de cuyos lados cae a plomo sobre la base. Este peñón es monolítico y está dividido en columnas irregulares. Al ver una de estas masas aisladas, al pronto se está dispuesto a creer que se elevó de repente en estado semifluido. Pero en Santa Elena he podido darme cuenta de que columnas de forma y de constitución casi análogas provenían de la inyección de la roca fundida en capas blandas, que al cambiar de sitio, sirvieron, digámoslo así, de moldes a esos gigantescos obeliscos. La isla entera está cubierta de bosques, pero la sequedad del clima es tan grande que no hay allí ni el más pequeño verdor. Inmensas masas de peñas, dispuestas en columnas, sombreadas por árboles parececidos a laureles y adornadas por otros árboles que dan bellas flores de color rosa, pero sin una sola hoja, forman en admirable primer término una ladera de la montaña. ...

En la línea 1349
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Continuó el gigante su viaje con una roca en cada mano, y el pescador, recobrando sus remos, se alejó hacia el puerto. ...

En la línea 1543
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Todos vieron como se inclinaba sobre los peñascos que defendían el lado exterior del muelle formando una línea de rompeolas. Con una roca en cada mano, levantó la cabeza, mirando en torno de él inquietamente. Desde el principio de su fuga le preocupaban más los ruidos del aire que las agresiones de los enemigos que marchaban sobre la tierra. Una flotilla de máquinas voladoras representaba para él un peligro temible. ...

En la línea 1577
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Sintió un escalofrío de angustia al darse cuenta de que sólo le quedaba un pedazo de roca como último proyectil, y lo arrojó con toda la fuerza de su desesperación, casi sin mirar, confiándose al instinto y a la suerte. ...

En la línea 1593
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Popito, al permanecer fuera de su encierro, respirando el aire salino, pareció reanimarse. Sonreía dulcemente, con la cabeza apoyada en una rodilla de Ra-Ra. Sus ojos estaban fijos en los ojos de él, que la contemplaban verticalmente. Después, estrechándose las manos, paseaban los dos sus miradas por aquel mar misterioso y temible, poco frecuentado por los seres de su especie. Pasaron junto a una roca cubierta de plantas marítimas, en la que Gillespie solo hubiera podido dar unos veinte pasos. ...

En la línea 5452
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y no estuvo muy feliz Juan Pablo, en la elección de aquel día para hacer a doña Lupe la proposición de empréstito, pues encontró a la capitalista dada a todos los demonios. Era el hombre de menos suerte que existía, pues nunca daba en el quid de la buena ocasión; lástima grande, porque el discurso que llevaba preparado para convencer a la señora era admirable, y una roca se ablandaría oyéndolo. Su tía no le dejó pasar del exordio, negándose absolutamente a contratar ninguna clase de préstamo ni en las condiciones más usurarias. Total: que salió Juan Pablo de la casa renegando de su estrella, de su tía y de todo el género humano, revolviendo en su mente propósitos de venganza con proyectos de suicidio, pues estaba el infeliz como el náufrago que patalea en medio de las olas, y ya no podía más, ya no podía más. Se ahogaba. ...

En la línea 11
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Abrió la puerta, caminó con paso firme por entre las trincheras y se detuvo al borde de la gran roca, en cuya base rugía el mar. Permaneció allí durante algunos instantes con los brazos cruzados; al rato se retiró y volvió a entrar en la casa. ...

En la línea 13
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Se quedó un rato escuchando por la puerta entreabierta, y por fin salió a toda prisa hacia el extremo de la roca. ...

En la línea 53
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Iba vestido con traje de guerra; calzaba altas botas de cuero rojo; llevaba una magnífica casaca de terciopelo, también rojo, y anchos pantalones de seda azul. En bandolera portaba una carabina india de cañón largo; a la cintura, una pesada cimitarra con la empuñadura de oro macizo, y atravesado en la franja, un kriss, puñal de hoja ondulada y envenenada, arma favorita de los pueblos malayos. Se detuvo un momento en el borde de la alta roca, recorrió con su mirada de águila la superficie del mar, y la detuvo en dirección del Oriente. ...

En la línea 54
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Destino que me empujas hacia allá —dijo al cabo de algunos instantes de contemplación—, dime si esa mujer de ojos azules y cabellos de oro que todas las noches viene a turbar mi sueño será mi perdición! Lentamente descendió por una estrecha escalera abierta en la roca que conducía a la playa. Abajo lo esperaba Yáñez. ...

En la línea 15
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El 5 de marzo de 1867, el Moravian, de la Montreal Ocean Company, navegando durante la noche a 27º 30' de latitud y 72º 15' de longitud, chocó por estribor con una roca no señalada por ningún mapa en esos parajes. Impulsado por la fuerza combinada de viento y de sus cuatrocientos caballos de vapor, el buque navegaba a la velocidad de trece nudos. Abierto por el choque, es indudable que de no ser por la gran calidad de su casco, el Moravian se habría ido a pique con los doscientos treinta y siete pasajeros que había embarcado en Canadá. ...

En la línea 16
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El accidente había ocurrido hacia las cinco de la mañana, cuando comenzaba a despuntar el día. Los oficiales de guardia se precipitaron hacia popa y escrutaron el mar con la mayor atención, sin ver otra cosa que un fuerte remolino a unos tres cables de distancia del barco, como si las capas líquidas hubieran sido violentamente batidas. Se tomaron con exactitud las coordenadas del lugar y el Moravian continuó su rumbo sin averías aparentes. ¿Había chocado con una roca submarina o había sido golpeado por un objeto residual, enorme, de un naufragio? No pudo saberse, pero al examinar el buque en el dique carenero se observó que una parte de la quilla había quedado destrozada. ...

En la línea 184
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El 6 de julio, hacia las tres de la tarde, el Abraham Lincoln doblaba a quince millas al sur ese islote solitario, esa roca perdida en la extremidad del continente americano, al que los marinos holandeses impusieron el nombre de su ciudad natal, el cabo de Hornos. Se enderezó el rumbo al Noroeste y, al día siguiente, la hélice de la fragata batía, al fin, las aguas del Pacífico. ...

En la línea 823
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Conocida es la diafanidad del mar. Sabido es que su limpidez es aún mayor que la de las aguas de roca. Las sustancias minerales y orgánicas que mantiene en suspensión aumentan incluso su transparencia. En algunas partes del océano, en las Antillas, ciento cuarenta y cinco metros de agua dejan ver el lecho de arena con una sorprendente nitidez y la fuerza de penetración de los rayos solares no parece detenerse sino hasta una profundidad de trescientos metros. Pero en el medio fluido que recorría el Nautilus el resplandor eléctrico se producía en el seno mismo del agua, que no era ya agua luminosa sino luz líquida. ...

En la línea 1435
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «¿Dónde he leído yo ‑pensaba Raskolnikof al alejarse‑ que un condenado a muerte decía, una hora antes de la ejecución de la sentencia, que antes que morir preferiría pasar la vida en una cumbre, en una roca escarpada donde tuviera el espacio justo para colocar los pies, una roca rodeada de precipicios o perdida en medio del océano sin fin, en una perpetua soledad, aunque esta vida durara mil años o fuera eterna? Vivir, vivir sea como fuere. El caso es vivir… ‑y añadió al cabo de un momento‑: El hombre es cobarde, y cobarde el que le reprocha esta cobardía.» ...

En la línea 4173
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Y aquellos estremecimientos que le acometían… Y aquel cordón de una campanilla de que usted hablaba en su delirio… Después de esto, Rodion Romanovitch, ¿cómo puede usted extrañarse de que procediera con usted como lo hice? ¿Por qué vino usted a mi casa en aquel preciso momento? Era como si el demonio le hubiera impulsado. En verdad, si Mikolka no se hubiese interpuesto entre nosotros en aquel momento… ¿Se acuerda usted de la llegada de Mikolka? Fue como una chispa eléctrica. Pero ¿cómo lo recibí? No di la menor importancia a esta descarga, es decir, que no creí ni una sola de sus palabras. Es más, después de marcharse usted y de oír las razonables respuestas de Mikolka (pues sepa usted que me respondió de modo tan inteligente sobre ciertos puntos, que quedé asombrado), después de esto, yo permanecí tan firme en mis convicciones como una roca. 'Éste no dice una palabra de verdad', pensé… Me refiero a Mikolka. ...

En la línea 84
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Buck cavó su nido bajo la protección de la roca. Tan cómodo y tibio estaba que lo abandonó de mala gana cuando François se puso a distribuir el pescado que previamente había descongelado en el fuego. Y cuando consumió su ración y volvió a su refugio se encontró con que estaba ocupado. Un gruñido de advertencia le dijo que el intruso era Spitz. Hasta entonces, Buck había evitado los problemas con su enemigo, pero aquello era demasiado. La bestia que había en su interior rugió. Se abalanzó sobre Spitz con una furia que sorprendió a ambos, y especialmente a Spitz, ya que su experiencia con Buck le había metido en la cabeza que su contrincante era un perro excepcionalmente tímido, que sólo conseguía hacerse respetar gracias a su gran peso y tamaño. ...

En la línea 89
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Entre tanto, los asombrados perros del equipo, que habían salido a toda prisa de sus refugios, eran atacados por los feroces invasores. Jamás había vis to Buck unos perros como aquéllos. Daba la impresión de que los huesos iban a horadarles la piel. No eran más que simples esqueletos cubiertos de un pellejo embarrado, con los ojos en llamas y los colmillos chorreando baba. Pero la locura del hambre los convertía en seres aterradores, irresistibles. Al primer ataque, los perros del equipo fueron acorralados contra la pared de roca. Buck fue rodeado por tres atacantes, y en un instante tuvo la cabeza y los hombros contusionados y desgarrados. El estruendo era espantoso. Billie, como siempre, gemía. Dave y Sol-leks chorreaban sangre por mil heridas, pero luchaban valerosamente codo a codo. Joe soltaba dentelladas como un demonio. De pronto aferró entre los dientes la pata delantera de un invasor e hizo crujir el hueso al triturarlo. Pike, el ventajista, se abalanzó sobre el animal mutilado y de una dentellada le quebró el pescuezo. Buck aferró por la garganta a un enemigo que echaba espuma por la boca, y la sangre que brotó al hundirle los dientes en la yugular se le esparció por el hocico. El tibio sabor de la sangre en la boca aumentó su ferocidad. Se lanzó sobre otro y, al mismo tiempo, sintió que unos dientes se hundían en su propia garganta. Era Spitz, que lo atacaba a traición. ...

En la línea 254
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... En un punto especialmente peligroso, donde había una roca que asomaba por la superficie del agua, Hans liberó la cuerda y, mientras Thornton empujaba con la pértiga la embarcación hacia el centro de la corriente, él corría por la orilla con el extremo del cabo en la mano dispuesto a frenar la canoa una vez que hubiera dejado atrás la roca. Pero, tras superar el escollo, la canoa se deslizó aguas abajo llevada por una corriente tan rápida como la presa de un molino, y entonces Hans la frenó con la cuerda, pero fue demasiado brusco. La embarcación se tambaleó y volcó sobre la orilla, mientras Thornton, despedido por el impulso, era arrastrado por la corriente hacia la parte más peligrosa de los rápidos, un tramo de aguas turbulentas en la que ningún nadador podría sobrevivir. ...

En la línea 254
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... En un punto especialmente peligroso, donde había una roca que asomaba por la superficie del agua, Hans liberó la cuerda y, mientras Thornton empujaba con la pértiga la embarcación hacia el centro de la corriente, él corría por la orilla con el extremo del cabo en la mano dispuesto a frenar la canoa una vez que hubiera dejado atrás la roca. Pero, tras superar el escollo, la canoa se deslizó aguas abajo llevada por una corriente tan rápida como la presa de un molino, y entonces Hans la frenó con la cuerda, pero fue demasiado brusco. La embarcación se tambaleó y volcó sobre la orilla, mientras Thornton, despedido por el impulso, era arrastrado por la corriente hacia la parte más peligrosa de los rápidos, un tramo de aguas turbulentas en la que ningún nadador podría sobrevivir. ...


El Español es una gran familia

Busca otras palabras en esta web

Palabras parecidas a roca

La palabra lindo
La palabra pisoteaba
La palabra reconocimiento
La palabra suponiendo
La palabra empezando
La palabra cubrir
La palabra ciudadela

Webs Amigas:

Ciclos Fp de Administración y Finanzas en Menorca . Ciclos Fp de Automoción en Palencia . Ciclos formativos en Zamora . - Hotel en Pradollano GHM Hoteles