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La palabra medicina
Cómo se escribe

la palabra medicina

La palabra Medicina ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece medicina.

Estadisticas de la palabra medicina

Medicina es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 1473 según la RAE.

Medicina tienen una frecuencia media de 63.64 veces en cada libro en castellano

Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la medicina en 150 obras del castellano contandose 9674 apariciones en total.

Más información sobre la palabra Medicina en internet

Medicina en la RAE.
Medicina en Word Reference.
Medicina en la wikipedia.
Sinonimos de Medicina.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece medicina

La palabra medicina puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1050
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y por toda medicina, cuando al amanecer salía al campo a trabajar con la familia, colocaba junto a los andrajos de la cama un jarro siempre lleno. ...

En la línea 1130
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero don Fernando movía la cabeza. Su afición a la medicina, sus lecturas desordenadas pero extensas, durante los largos años de reclusión, su continuo contacto con la desgracia, le bastaban para reconocer la enfermedad a la primera ojeada. Era la tisis, rápida, brutal, fulminante, esparciendo el tubérculo con la florescencia fecunda de la plaga: la tisis en forma sofocante, la terrible granulia que surgía a consecuencia de una fuerte emoción en este organismo pobre, abierto a todas las enfermedades, ávido de incubarlas. Examinaba de cabeza a pies aquel cuerpo descarnado, de una blancura enfermiza, en el que los huesos parecían tener la fragilidad del papel. ...

En la línea 6750
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... —Mi padre—dijo con un modo de hablar que denotaba fuertemente su raza—, natural de Galatia, era un judío de elevado rango, un sabio, pues conocía el Zohar, y era también experto en medicina. ...

En la línea 672
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y, por ahora, bien será que os vais a dormir debajo de techado, porque el sereno os podría dañar la herida, puesto que es tal la medicina que se os ha puesto, que no hay que temer de contrario acidente. ...

En la línea 1483
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Presto habré de morir, que es lo más cierto; que al mal de quien la causa no se sabe milagro es acertar la medicina. ...

En la línea 1955
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Ésta es, ¡oh señores!, la amarga historia de mi desgracia: decidme si es tal, que pueda celebrarse con menos sentimientos que los que en mí habéis visto; y no os canséis en persuadirme ni aconsejarme lo que la razón os dijere que puede ser bueno para mi remedio, porque ha de aprovechar conmigo lo que aprovecha la medicina recetada de famoso médico al enfermo que recebir no la quiere. ...

En la línea 4804
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Dios lo hará mejor -dijo Sancho-; que Dios, que da la llaga, da la medicina; nadie sabe lo que está por venir: de aquí a mañana muchas horas hay, y en una, y aun en un momento, se cae la casa; yo he visto llover y hacer sol, todo a un mesmo punto; tal se acuesta sano la noche, que no se puede mover otro día. ...

En la línea 6303
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... (Eran sus frases) los placeres del mundo pueden ser, para un alma firme y bien alimentada, pasatiempo inocente, hasta soso, insignificante; distracción útil, que se aprovecha como una medicina insípida, pero eficaz. ...

En la línea 8523
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... El Magistral, con una mirada sola, comprendió que su cliente (él era un médico del espíritu) se resistía a tomar la medicina; y pensó, recordando la alegoría de la cuesta: —No quiere tanta pendiente, hagámosela parecida a lo llano. ...

En la línea 9217
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No sabía medicina, pero sabía con quién trataba. ...

En la línea 9220
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La del Banco creía en la medicina casera y renegaba de los médicos. ...

En la línea 593
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Todas las soluciones Importantes de los soberanos y hasta los asuntos de su vida corriente, como, por ejemplo, la recepción de un embajador, un pequeño viaje, o el tomar una medicina, se determinaban consultando antes a las estrellas. Tal era la superstición sideral, que entre las gentes ricas nadie se atrevía a comer, a ponerse un vestido nuevo o a intentar cosa alguna sin estudiar los astros. ...

En la línea 1754
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... No pudo entretenerse en contar su tesoro, porque entró doña Lupe, dirigiéndose inmediatamente a la cocina. Maximiliano se paseaba en su cuarto esperando que le llamasen a comer, y hacía cálculos mentales sobre aquella desconocida suma que tanto le pesaba. «Mucho debe de ser, pero mucho—calculaba—; porque en tal tiempo eché un dobloncito de cuatro, y en cual tiempo otro. Y cuando tomé la medicina aquella que sabía tan mal, me dio mi tía dos duritos, y cada vez que había que tomar purga un durito o medio durito. Lo que es en monedas de a cinco, puede que pasen de quince». ...

En la línea 2719
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Tía—dijo Maxi—, que no se olvide el frasco de láudano. Cógelo tú, Fortunata, y llévalo. Cuando me meta en la cama, trataré de dormir, y si no lo consigo, echarás seis gotas, cuidado… seis gotas nada más de esta medicina en un vaso de agua, y me las darás a beber». ...

En la línea 2722
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Serían las diez cuando la desposada se quedó sola con su marido y con Patricia. Maxi no acababa de tranquilizarse, por lo que fue preciso apelar al remedio heroico. El mismo enfermo lo pidió, dejando oír una voz quejumbrosa que salía de entre las sábanas, y que por su tenuidad no parecía corresponder a la magnitud del lecho. Fortunata cogió el cuenta gotas y acercando la luz preparó la pócima. En vez de siete gotas no puso más que cinco. Le daba miedo aquella medicina. Tomola Maxi y al poco rato se quedaba dormido con la boca abierta, haciendo una mueca que lo mismo podía ser de dolor que de ironía. ...

En la línea 2894
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fortunata movió la lengua y agitó los labios. En la punta de aquella tenía la verdad, y por instantes dudó si soltarla o meterla para adentro. La verdad quería salir. Las palabras se alinearon mudas y decían: «Sí, es cierto que te aborrezco. Vivir contigo es la muerte. Y a él le quiero más que a mi vida». La batalla fue breve, y Fortunata volvió la terrible verdad a los senos de su espíritu. La aflicción de Maxi exigía la mentira, y su mujer tuvo que decírsela… mentiras de esas que inspiran viva compasión al que las dice y consuelan poco al que las oye. Echábalas de sí como enfermera que administra la inútil medicina al agonizante. ...

En la línea 1118
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Mucho después de la desaparición de los policías, mi hermana estaba muy enferma en la cama. Habíase perturbado enormemente su retina, de modo que veía los objetos multiplicados y a veces se empeñaba en coger imaginarias tazas de té y vasos de vino, tomándolos por realidades. El oído y la memoria los conservaba bastante buenos, pero sus palabras resultaban ininteligibles. Cuando, por fin, se recobró bastante para poder ser transportada a la planta baja, fue necesario ponerle al lado mi pizarra, con objeto de que pudiese indicar por escrito lo que no podía mencionar verbalmente. Y como escribía muy mal y pronunciaba peor, aun cuando estaba sana, y, por otra parte, Joe era un mal lector, se originaban tremendas complicaciones entre ellos, que yo era el llamado a resolver. El hecho de que le sirviera carnero en vez de medicina, la confusión entre el té y Joe, o entre el panadero y el tocino, eran los más fáciles de mis propios errores. ...

En la línea 1913
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Manifestó que había encontrado al enfermo en un estado francamente satisfactorio. Según sus observaciones, la enfermedad se debía no sólo a las condiciones materiales en que su paciente había vivido durante mucho tiempo, sino a otras causas de índole moral. Se trataba, por decirlo así, del complejo resultado de diversas influencias: inquietudes, cuidados, ideas, etc. Al advertir, sin demostrarlo, que Avdotia Romanovna le escuchaba con suma atención, Zosimof se extendió sobre el tema con profunda complacencia. Pulquería Alejandrovna le preguntó, inquieta, por «ciertos síntomas de locura» y el doctor repuso, con una sonrisa llena de franqueza y serenidad que se había exagerado el sentido de sus palabras. Sin duda, el enfermo daba muestras de estar dominado por una idea fija, algo así como una monomanía. Él, Zosimof, estaba entonces enfrascado en el estudio de esta rama de la medicina. ...

En la línea 3927
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑No cabe duda de que se ha vuelto loca ‑dijo Andrés Simonovitch a Raskolnikof cuando estuvieron en la calle‑. Si no lo he asegurado ha sido tan sólo para no inquietar demasiado a Sonia Simonovna. Desde luego, su locura es evidente. Dicen que a los tísicos se les forman tubérculos en el cerebro. Lamento no saber medicina. Yo he intentado explicar el asunto a la enfermera, pero ella no ha querido escucharme. ...

En la línea 4013
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Se habló de llamar a un médico y a un sacerdote. El funcionario murmuró al oído de Raskolnikof que la medicina no podía hacer nada en este caso, pero no por eso dejó de aprobar la idea de que se fuera a buscar un doctor. Kapernaumof se encargó de ello. ...

En la línea 824
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Tiene extravagancias y caprichos muy particulares… Hubo un tiempo en que se le antojó trabajar, y entró en una casa de comercio… Después estudió medicina y cirugía, y tengo entendido que deja tamañitos a Rubio y a Camisón… En Madrid se iba a los hospitales, por gusto, a estudiar… En la guerra hizo lo mismo. ¿Sabes tú dónde me lo encontraba yo a veces en Madrid? Pues en el Retiro, mirando al estanque grande fijamente… ¿Qué tienes, chica? ...


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