La palabra Ligereza ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece ligereza.
Estadisticas de la palabra ligereza
Ligereza es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 14691 según la RAE.
Ligereza aparece de media 4.68 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la ligereza en las obras de referencia de la RAE contandose 711 apariciones .
Más información sobre la palabra Ligereza en internet
Ligereza en la RAE.
Ligereza en Word Reference.
Ligereza en la wikipedia.
Sinonimos de Ligereza.
Algunas Frases de libros en las que aparece ligereza
La palabra ligereza puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 945
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El amo recibía con satisfacción estos informes. No le gustaba divertirse teniendo a la vista a los jornaleros, gentes envidiosas, de corazón duro, que rabiaban con la alegría ajena y andaban después propalando los mayores embustes. Le placía estar a sus anchas en el cortijo. ¿No era el amo?... Y saltando de un pensamiento a otro con su incoherente ligereza, se encaró con los acompañantes. ¿Qué hacían sentados, sin beber, sin hablar, como si estuviesen velando a un muerto?... ...
En la línea 1460
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --¿Pero tú la has hecho algo, Rafael? ¿No estará enfadada por alguna ligereza tuya? --No: eso tampoco. Soy más inocente que el niño Jesú y el cordero que lleva al lao. Desde que tengo relaciones con tu hermana, que no miro a una moza. Toas me parecen feas, y Mariquilla lo sabe. La última noche que hablé con ella, cuando yo le pedía que me perdonase, sin saber por qué, y le preguntaba si la había ofendío en algo, la pobrecita lloraba como la Malaena. Bien sabe tu hermana que yo no la he fartao en tanto como esta uña. Ella misma lo decía: «¡Pobre Rafaé! ¡Tú eres bueno! Olvídame: serías infeliz conmigo». Y me cerró la ventana... ...
En la línea 2905
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... La señora Bonacieux besó las manos de la reina, ocultó el papel en su blusa y desapareció con la ligereza de un pájaro. ...
En la línea 4800
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Y Aramis se lanzó a la silla con su gracia y su ligereza ordinarias; pero tras algunas vueltas y algunas corvet as del noble animal, su caba llero se resintió de dolores tan insoportables que palideció y se tamba leó. ...
En la línea 7733
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... En cuanto a Athos, montó con ligereza y partió al galope; sólo que, en lugar de seguir la ruta, tomó campo a través, picando con vigor a su caballo y deniéndose de vez en cuando para escuchar. ...
En la línea 10647
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... En aquel momento Planchet trajo el caballo de Athos; el mosque tero saltó con ligereza a la silla. ...
En la línea 5261
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Todo este asunto es baladí; no niego que el jefe político ha procedido con alguna ligereza por informes de una persona quizás no muy digna de crédito; pero no se le han causado a usted graves daños, y a una persona de mundo como usted una aventurilla de este género más le sirve de diversión que de otra cosa. ...
En la línea 514
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Estábaselo con mucho sosiego mirando don Quijote, y, como lo vio caer, saltó de su caballo y con mucha ligereza se llegó a él, y, poniéndole la punta de la espada en los ojos, le dijo que se rindiese; si no, que le cortaría la cabeza. ...
En la línea 1507
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Yendo, pues, con este pensamiento, vio que, por cima de una montañuela que delante de los ojos se le ofrecía, iba saltando un hombre, de risco en risco y de mata en mata, con estraña ligereza. ...
En la línea 1509
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Traía la cabeza descubierta, y, aunque pasó con la ligereza que se ha dicho, todas estas menudencias miró y notó el Caballero de la Triste Figura; y, aunque lo procuró, no pudo seguille, porque no era dado a la debilidad de Rocinante andar por aquellas asperezas, y más siendo él de suyo pisacorto y flemático. ...
En la línea 1530
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Digo, pues, que, en oyendo nuestra respuesta el mancebo, volvió las riendas y encaminó hacia el lugar donde le señalamos, dejándonos a todos contentos de su buen talle, y admirados de su demanda y de la priesa con que le víamos caminar y volverse hacia la sierra; y desde entonces nunca más le vimos, hasta que desde allí a algunos días salió al camino a uno de nuestros pastores, y, sin decille nada, se llegó a él y le dio muchas puñadas y coces, y luego se fue a la borrica del hato y le quitó cuanto pan y queso en ella traía; y, con estraña ligereza, hecho esto, se volvió a emboscar en la sierra. ...
En la línea 1165
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Claudio las veía imaginativamente cubiertas de joyas, vestidas con un lujo asombroso, seguras de su influencia sobre los hombres, atrevidas al poder contar con la más alta de las protecciones, tomándolo todo a risa, con la ligereza e inconstancia propias de su edad, y las llamaba en su interior las niñas del Vaticano. ...
En la línea 1172
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El cardenal César Borgia, completamente solo y disfrazado de caballero de Rodas, salía de Roma para examinar de cerca las operaciones militares. Quería estudiar sobre el terreno la estrategia y las maniobras de un capitán famoso como lo era Guidobaldo, amaestrándose secretamente para sus empresas futuras. Con tanta audacia avanzaba en dichas excursiones, que una vez, a orillas del lago Braciano, sólo pudo salvarse de los enemigos gracias a la ligereza de su corcel. ...
En la línea 1484
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Su verdaden punto de apoyo era aquel ejército siempre invencible, formado con arreglo a la táctica de los tiempos modernos que empezaba a Iniciarse entonces basada en la fuerza demoledora de los cañones y la ligereza de la infantería. Pero este ejército resultaba heterogéneo: los condottieri atraídos por la buena fortuna de; joven capitán, eran demasiado numerosos. César sólo podía tener fe en los dos mil o tres mil españoles alistado» bajo sus banderas. ...
En la línea 1497
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Borgia, por su parte, tenía pensada otra traición como respuesta a tales preparativos. Era un duelo de disimulo y ligereza. El más audaz, el que pegase antes, sería el vencedor. ...
En la línea 228
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... 'Y ahora, perdóneme lo que voy a añadir. Yo no figuro en el gobierno; no soy más que un modesto profesor de Universidad. Si de mi dependiese, le llevaría hasta la capital sin precaución alguna, como un amigo. Pero el gobierno no le conoce a usted y guarda un mal recuerdo de la grosería de los Hombres-Montañas que nos visitaron en otros tiempos. Teme que se le ocurra durante el camino derribar alguna casa de un puntapié o aplastar a las muchas personas que acudirán a verle. Puede usted perder la paciencia; la curiosidad del público es siempre molesta; hay hombres que ríen con la ligereza y la verbosidad propias de su sexo frívolo; hay niños que arrojan piedras, a pesar de la buena educación que se les da en las escuelas. El sexo masculino es así. Por más que se pretenda afinarle, conserva siempre un fondo originario de grosería y de inconsciencia. En fin, gentleman, tenemos orden de llevarle atado hasta nuestra capital, pero marchando por sus propios pies. ...
En la línea 493
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - No tema eso, gentleman. Ya le he hablado de nuestra ciencia, y con la misma ligereza que extirpa la voluntad y la memoria a los esclavos forzudos, puede extirpar también otras cosas. Crea usted que esos hombres de la cimitarra, a pesar de su aspecto terrible, solo piensan en comer y en conservar su caballo limpio y brillante. ...
En la línea 37
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Más adelante pudo la niña apreciar la belleza y variedad de los abanicos que había en la casa, y que eran una de las principales riquezas de ella. Quedábase pasmada cuando veía los dedos de su mamá sacándolos de las perfumadas cajas y abriéndolos como saben abrirlos los que comercian en este artículo, es decir, con un desgaire rápido que no los estropea y que hace ver al público la ligereza de la prenda y el blando rasgueo de las varillas. Barbarita abría cada ojo como los de un ternero cuando su mamá, sentándola sobre el mostrador, le enseñaba abanicos sin dejárselos tocar; y se embebecía contemplando aquellas figuras tan monas, que no le parecían personas, sino chinos, con las caras redondas y tersas como hojitas de rosa, todos ellos risueños y estúpidos, pero muy lindos, lo mismo que aquellas casas abiertas por todos lados y aquellos árboles que parecían matitas de albahaca… ¡Y pensar que los árboles eran el té nada menos, estas hojuelas retorcidas, cuyo zumo se toma para el dolor de barriga… ! ...
En la línea 853
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Ido, que estaba oyendo a su mujer, como se oye a un orador brillante, despertó de su éxtasis y se puso a desmentir. Llaman así al acto de colocar los pliegos de papel unos sobre otros, escalonados, dejando descubierta en todos una fajita igual, que es lo que se tiñe. Como Jacinta observaba atentamente el trabajo de D. José, este se esmeró en hacerlo con desusada perfección y ligereza. Daba gusto ver aquellos bordes, que por lo iguales parecían hechos a compás. Rosita apilaba pliegos y resmas sin decir una palabra. Nicanora hizo a Jacinta, mirando a su marido, una seña que quería decir: «Hoy está bueno». Después empezó a pasar rápidamente la brocha sobre el papel, como se hace con los estarcidos. ...
En la línea 1764
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Adiós, hermanito! —contestó Yáñez, abrazándolo. Saltó con ligereza al caballo del cipayo, desenvainó el sable y partió al galope, silbando alegremente. ...
En la línea 1651
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Durante algunos días vimos una gran cantidad de aves acuáticas, palmípedas y gaviotas. Algunas de ellas pasaron a la cocina para ofrecernos una aceptable variación a los menús marinos que constituían nuestro régimen. Entre los grandes veleros, que se alejan de tierra a distancias considerables y descansan sobre el agua de la fatiga del vuelo, vi magníficos albatros, aves pertenecientes a la familia de las longipennes y que se caracterizan por sus gritos discordantes como el rebuzno de un asno. La familia de las pelecaniformes estaba representada por rápidas fragatas que pescaban con gran ligereza los peces de la superficie y por numerosos faetones, entre ellos el de manchitas rojas, del tamaño de una paloma, cuyo blanco plumaje está matizado de colores rosáceos que contrastan vivamente con el color negro de las alas. ...
En la línea 2367
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Yo mismo no sentía esa diferencia debida a la poderosa densidad del agua, cuando, pese a mis pesados ropajes, mi esfera de cobre y mis suelas metálicas, me elevaba sobre pendientes de una elevación impracticable, que iba franqueando, por así decirlo, con la ligereza de una gamuza. ...
En la línea 2750
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El capitán Nemo saltó con ligereza sobre la arena. Una viva emoción le aceleraba el corazón. Escaló una roca que dominaba un pequeño promontorio y allí, con los brazos cruzados, inmóvil, mudo, y con una mirada ardiente, permaneció durante cinco minutos en el éxtasis de su toma de posesión de aquellas regiones australes. Luego, se volvió hacia nosotros. ...
En la línea 1030
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Y ahora vete tú también, Alexei Ivanovitch. Me queda un poco más de una hora. Quiero acostarme, pues los huesos me duelen. Ahora ya no acusaré más a los jóvenes de ligereza. Hasta me causa escrúpulos acusar a ese desgraciado general. Sin embargo no le daré dinero, tanto si quiere como si no quiere, porque según mi opinión es un solemne estúpido. Pero yo, vieja y tonta, no estoy tampoco razonable. Bien es verdad que, aunque tarde, Dios castiga la presunción. ¡Que lo pases bien! ¡Marta, ayúdame! ...
En la línea 1050
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Se habrá usted, sin duda, dado cuenta de que he evitado con toda intención una explicación definitiva con usted hasta que todas las circunstancias estuviesen aclaradas. La llegada de la vieille dame, su parienta y su conducta extravagante han puesto fin a mis perplejidades. La difícil situación de mis negocios me veda al fomentar las dulces esperanzas que había osado concebir durante algún tiempo. Deploro lo ocurrido, pero espero que no encontrará usted nada en mi conducta que sea indigno d’un gentilhomme et d’un honnête homme. Habiendo perdido casi todo mi dinero para regular las deudas del general, me veo en la necesidad de sacar partido de lo que aún me queda: he avisado ya a mis amigos de Petersburgo para que proceda inmediatamente a la venta de los bienes hipotecados a mi favor. Sabiendo, sin embargo, que en su ligereza, el general ha disipado la fortuna de usted, he decidido perdonarle cincuenta mil francos y devolverle una parte de los pagarés por dicha suma. De modo que ahora queda usted en situación de recobrar lo perdido y reivindicar su fortuna por vía judicial. Creo, mademoiselle, que en la actual situación mi proceder le será muy ventajoso. Espero también cumplir de este modo el deber de un galant homme. Esté cierta de que su recuerdo quedará para siempre grabado en mi corazón.” ...

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