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La palabra juzgan
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la palabra juzgan

La palabra Juzgan ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece juzgan.

Estadisticas de la palabra juzgan

La palabra juzgan no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE

Errores Ortográficos típicos con la palabra Juzgan

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Más información sobre la palabra Juzgan en internet

Juzgan en la RAE.
Juzgan en Word Reference.
Juzgan en la wikipedia.
Sinonimos de Juzgan.


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece juzgan

La palabra juzgan puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 839
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Pero el deseo de robustecer la autoridad papal, desobedecida y menospreciada más allá de las puertas de Roma, no le dejó vivir en pacifico egoísmo. Además, era español, y Fernando el Católico, el más astuto diplomático de aquella época, pretendía dirigirlo como un autómata, creándole temibles adversarios y dejándolo abandonado algunas veces después de meterlo en difíciles aventuras. Los que juzgan a Rodrigo de Borja como un político sin entrañas, guiado únicamente por su interés personal, olvidan que vivió en un tiempo de reyes ladinos y complicados: el terrible Luis Once de Francia, Fernando Quinto de España y Enrique Séptimo de Inglaterra. Al lado de estos hombres, de un disimulo y una falsía desconcertante. Alejandro Sexto y aun el mismo César Borgia resultaban trancos y de noble conducta. ...

En la línea 210
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —La capacidad alemana de enriquecerse. Estoy aquí desde hace poco tiempo y, sin embargo, las observaciones que he tenido tiempo de hacer sublevan mi naturaleza tártara. ¡Vaya qué virtudes! Ayer recorrí unos diez kilómetros por las cercanías. Pues bien, es exactamente lo mismo que en los libros de moral, que en esos pequeños libros alemanes ilustrados; todas las casas tienen aquí su papá, su Vater, extraordinariamente virtuoso y honrado. De una honradez tal que uno no se atreve a dirigirse a ellos. Por la noche toda la familia lee obras instructivas. En torno de la casita se oye soplar el viento sobre los olmos y los castaños. El sol poniente dora el tejado donde se posa la cigüeña, espectáculo sumamente poético y conmovedor. Recuerdo que mi difunto padre nos leía por la noche, a mi madre y a mi, libros semejantes, también bajo los tilos de nuestro jardín… Puedo juzgar con conocimiento de causa. Pues bien, aquí cada familia se halla en la servidumbre, ciegamente sometida al Vater. Cuando el Vater ha reunido cierta suma, manifiesta la intención de transmitir a su hijo mayor su oficio o sus tierras. Con esa intención se le niega la dote a una hija que se condena al celibato. El hijo menor se ve obligado a buscar un empleo o a trabajar a destajo y sus ganancias van a engrosar el capital paterno. Sí, esto se practica aquí, estoy bien informado. Todo ello no tiene otro móvil que la honradez, una honradez llevada al último extremo, y el hijo menor se imagina que es por honradez por lo que se le explota. ¿No es esto un ideal, cuando la misma víctima se regocija de ser llevado al sacrificio? ¿Y después?, me preguntaréis. El hijo mayor no es más feliz. Tiene en alguna parte una Amalchen, la elegida de su corazón, pero no puede casarse con ella por hacerle falta una determinada suma de dinero. Ellos también esperan por no faltar a la virtud y van al sacrificio sonriendo. Las mejillas de Amalchen se ajan, la pobre muchacha se marchita. Finalmente, al cabo de veinte años, la fortuna se ha aumentado, los florines han sido honrada y virtuosamente adquiridos. Entonces el Vater bendice la unión de su hijo mayor de cuarenta años con Amalchen, joven muchacha de treinta y cinco años, con el pecho hundido y la nariz colorada… Con esta ocasión vierte lágrimas, predica la moral y exhala acaso el último suspiro. El hijo mayor se convierte a su vez en un virtuoso Vater y vuelta a empezar. Dentro de cincuenta o sesenta años el nieto del primer Vater realizará ya un gran capital y lo transmitirá a su hijo; éste al suyo y después de cinco o seis generaciones, aparece, en fin, el barón de Rothschild en persona, Hope y Compañía o sabe Dios quién… ¿No es ciertamente un espectáculo grandioso? He aquí el coronamiento de uno o dos siglos de trabajo, de perseverancia, de honradez, he aquí a dónde lleva la firmeza de carácter, la economía, la cigüeña sobre el tejado. ¿Qué más podéis pedir? Ya más alto que esto no hay nada, y esos ejemplos de virtud juzgan al mundo entero lanzando el anatema contra aquellos que no los siguen. Pues bien, prefiero más divertirme a la rusa o enriquecerme en la ruleta. No deseo ser Hope y Compañía… al cabo de cinco generaciones. ...


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