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La palabra hace
Cómo se escribe

la palabra hace

La palabra Hace ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
El cuervo de Leopoldo Alias Clarín
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
Memoria De Las Islas Filipinas. de Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Niebla de Miguel De Unamuno
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
La llamada de la selva de Jack London
Amnesia de Amado Nervo
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece hace.

Estadisticas de la palabra hace

La palabra hace es una de las palabras más comunes del idioma Español, estando en la posición 84 según la RAE.

Hace es una palabra muy común y se encuentra en el Top 500 con una frecuencia media de 753.34 veces en cada obra en castellano

El puesto de esta palabra se basa en la frecuencia de aparición de la hace en 150 obras del castellano contandose 114507 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Hace

Cómo se escribe hace o ace?

Más información sobre la palabra Hace en internet

Hace en la RAE.
Hace en Word Reference.
Hace en la wikipedia.
Sinonimos de Hace.

Algunas Frases de libros en las que aparece hace

La palabra hace puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 276
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Entonces sí que se consideró perdido irremisiblemente el pobre labrador! Con desesperación miró sus campos, que ya no podía cultivar; las hileras de frescas hortalizas, que la gente de la ciudad consumía con indiferencia sin sospechar las angustias que su producción hace sufrir a un pobre en continua batalla con la tierra y la miseria. ...

En la línea 1001
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y sin saber por qué, se deleitaba contemplando sus ojos de un verde claro; las mejillas moteadas de esas pecas que el sol hace surgir de la piel tostada; el pelo rubio blanquecino, con la finura fláccida de la seda; la naricita de alas palpitantes cobijando una boca sombreada por el vello de un fruto sazonado, y que al entreabrirse mostraba una dentadura fuerte e igual, de blancura de leche, cuyo brillo parecía iluminar su rostro: una dentadura de pobre. ...

En la línea 1311
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... -Con permiso de usted, tío Tomba: hace más de dos horas que estamos hablando. ...

En la línea 1783
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La desgracia les hace olvidar, les aproxima a ustedes. ...

En la línea 290
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Cuando el herido abandonó la cama, acompañábale María de la Luz en sus vacilantes paseos por la explanada y los senderos inmediatos. Entre los dos había vuelto a reaparecer esa pudibundez de los amantes campesinos, ese recato tradicional que hace que los novios se adoren sin decírselo, sin declararse su pasión, bastándoles el expresarla mudamente con los ojos. La muchacha, que había vendado su herida, que había visto desnudo su pecho robusto, perforado por aquel rasguño de labios violáceos, no osaba ahora, que le veía de pie, ofrecerle su brazo cuando paseaba vacilante, apoyándose en un bastón. Entre los dos marcábase un ancho espacio, como si sus cuerpos se repeliesen instintivamente; pero los ojos se buscaban, acariciándose con timidez. ...

En la línea 468
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Sí, allí estuve hasta hace poco. Fui a ver la sepultura de mi madre. ...

En la línea 502
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Este es _Alcaparrón_, del que usté habrá oído hablar seguramente. El gitano más ladrón de too Jerez. Si hubiese justicia, hace tiempo que le habrían dao garrote en la plaza de la Cárcel. ...

En la línea 504
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --¡Uy!, zeñó Rafaé y qué malo que es uzté... ¡Jozú! ¡y qué cosas dice este hombre! El aperador continuó con el ceño fruncido y la voz grave: --Trabaja en Matanzuela con su familia hace muchos años, pero es un ladrón como toos los gitanos y debía estar en presidio. ¿Sabe usté por qué se trae dos sombreros? Pa llenarlos de garbanzos o habichuelas así que me descuido: y él no sabe que el mejor día le meto un escopetazo. ...

En la línea 130
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... Mediante una cuenta de dividir, o de quebrados, o no sé qué engañifa, ese señor Resma saca la cuenta de lo que nos toca a cada quisque estar en este mundo; y, según esa cuenta, resulta que yo estoy de sobra hace muchos años. ...

En la línea 138
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... ¿Quién hace pagar el pato ...

En la línea 55
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Y pese a los edictos, las ordenanzas y los arrestos, vedle capitán de los mosqueteros, es decir, jefe de una legión de Césares a quien el rey hace mucho caso y a quien el señor cardenal teme, precisamente él que, como todos saben, no teme a nada. ...

En la línea 236
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Capítulo llLa ante cámara del señor de TréuilleEl señor de Troisville, como todavía se llamaba su familia en Gas cuña, o el señor de Tréville, como había terminado por llamarse él mismo en Paris, había empezado en realidad como D'Artagnan, es de cir, sin un cuarto, pero c on ese caudal de audacia, de ingenio y de en-tendimiemto que hace que el más pobre hidalgucho gascón reciba con frecuencia de sus esperanzas de la herencia paterna más de lo que el más rico gentilhombre de Périgord o de Berry recibe en realidad. ...

En la línea 323
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡No hablemos más! ¡Maldita sea! ¡Qué rápido concluís! ¡Cómo! El car denal hace espiar a un gentilhom bre, hace robar su correspondencia por un traidor, un bergante, un granuja; con la ayuda de ese espía y gracias a esta correspondencia, hace cortar el cuello de Chalais, con el estúpido pretexto de que ha querido matar al rey y casar a Monsieur con la reina. ...

En la línea 323
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡No hablemos más! ¡Maldita sea! ¡Qué rápido concluís! ¡Cómo! El car denal hace espiar a un gentilhom bre, hace robar su correspondencia por un traidor, un bergante, un granuja; con la ayuda de ese espía y gracias a esta correspondencia, hace cortar el cuello de Chalais, con el estúpido pretexto de que ha querido matar al rey y casar a Monsieur con la reina. ...

En la línea 164
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... En efecto, la marcha de la recaudacion del tributo de los indios está reducida al cargo mas ó menos estricto que forman los ministros de la hacienda pública á los alcaldes mayores y correjidores encargados de tal cobranza, y esto se hace por cómputos que los mismos alcaldes pasan á dicha oficina. ...

En la línea 177
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Aqui es donde precisamente es indispensable dispensar al autor de esta memoria, como suplica, toda induljencia por protestar como lo hace que su ánimo no es lastimar en lo mas mínimo el carácter, concepto y opinion de ningun empleado en particular; pues su plan solo se reduce á manifestar el impulso que las rentas podrian tener, é indicar que con el aumento progresivo de empleados que han tenido aquellas oficinas de veinte años acá, si continúa, muy en breve no bastarán los ingresos del tesoro para satisfacer sueldos, pensiones, retiros y demas gravámenes con que se sobrecarga aquel erario, y se empobrece asi como al pais; por lo que es de necesidad atender con tiempo á este daño y cortarle, para no esponerse á esperimentar las funestas consecuencias que pudiera traer, y que pocos habrá dejen de conocerlas. ...

En la línea 208
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... o El aumento de gastos en mucha parte infructuosos que en el resguardo de mar hace la renta. ...

En la línea 210
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Se ha proyectado en otros tiempos estender ese estanco á todas las provincias del Archipiélago; pero no se ha llevado á efecto, porque las autoridades han considerado que los productos de varias islas no compensarian los gastos de administracion y resguardo del ramo; pero este cálculo es muy errado, porque ademas de que esa falta de productos es un mal pasajero en los primeros años del establecimiento de los estancos, y hasta que estos no se regularicen, la sola prohibicion de sembrar libremente tabaco en las islas exentas hasta hoy, estinguiria el foco del gran contrabando que se hace en las provincias de la isla de Luzon, y este solo aumentaria un doble cuando menos los consumos de los estancos de ésta. ...

En la línea 425
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El paso del río se hace en unas lanchas o faluchos, como les llaman, que prestan servicio regular. ...

En la línea 540
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Pero una vez que la incredulidad endurece el corazón, y la prudencia según la carne refuerza la incredulidad, hace falta para ablandarlo que la gracia de Dios se manifieste con exuberancia desusada, porque en el libro sagrado leemos que el fariseo y el mago llegaron a ser receptáculos de gracia; pero en ninguna parte se menciona la conversión del burlón Saduceo; ¿y qué otra cosa es un incrédulo moderno más que un Saduceo de última hora? La noche cerró antes que llegásemos a Evora, y después de despedirme de mis amigos, que amablemente me ofrecieron su casa, me dirigí con mi criado al _Largo de San Francisco_, donde, según dijo el arriero, estaba la mejor hostería de la ciudad. ...

En la línea 586
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Lo mejor frente al peligro es mirarlo cara a cara, y así generalmente se desvanece como las nieblas de la mañana a la luz del sol; mientras que, desanimándose, el peligro se hace de fijo mayor. ...

En la línea 973
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... No así la piedra druídica: allí se está, batida por los vientos, tan firme y tan acabada de hacer como el día en que, hace acaso treinta siglos, fué erigida por medios hoy desconocidos. ...

En la línea 14
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... AL DUQUE DE BÉJAR, marqués de Gibraleón, conde de Benalcázar y Bañares, vizconde de La Puebla de Alcocer, señor de las villas de Capilla, Curiel y Burguillos En fe del buen acogimiento y honra que hace Vuestra Excelencia a toda suerte de libros, como príncipe tan inclinado a favorecer las buenas artes, mayormente las que por su nobleza no se abaten al servicio y granjerías del vulgo, he determinado de sacar a luz al Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, al abrigo del clarísimo nombre de Vuestra Excelencia, a quien, con el acatamiento que debo a tanta grandeza, suplico le reciba agradablemente en su protección, para que a su sombra, aunque desnudo de aquel precioso ornamento de elegancia y erudición de que suelen andar vestidas las obras que se componen en las casas de los hombres que saben, ose parecer seguramente en el juicio de algunos que, continiéndose en los límites de su ignorancia, suelen condenar con más rigor y menos justicia los trabajos ajenos; que, poniendo los ojos la prudencia de Vuestra Excelencia en mi buen deseo, fío que no desdeñará la cortedad de tan humilde servicio. ...

En la línea 17
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y así, ¿qué podrá engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación? El sosiego, el lugar apacible, la amenidad de los campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu son grande parte para que las musas más estériles se muestren fecundas y ofrezcan partos al mundo que le colmen de maravilla y de contento. ...

En la línea 20
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Todo lo cual te esenta y hace libre de todo respecto y obligación; y así, puedes decir de la historia todo aquello que te pareciere, sin temor que te calunien por el mal ni te premien por el bien que dijeres della. ...

En la línea 67
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Salve otra vez, ¡oh Sancho!, tan buen hombre, que a solo tú nuestro español Ovidio con buzcorona te hace reverencia. ...

En la línea 32
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Durante mi estancia observé las costumbres de algunos animales marinos. Uno de los más comunes es una gran Aplysia. Este limaco de mar tiene unas cinco pulgadas de longitud; es de color amarillo sucio, con jaspeados purpúreos. En cada lado de la superficie inferior o del pie, este animal tiene una ancha membrana que parece representar algunas veces el papel de ventilador, y hace pasar una corriente de agua por las branquias dorsales o los pulmones. Este limaco se alimenta con las delicadas hierbas marinas que crecen entre las piedras, allí donde el agua es fangosa y poco profunda. En su estómago he hallado varias piedrecillas, como las que se encuentran a veces en la molleja de las aves. Cuando se hace cambiar de sitio a este limaco, emite un licor rojo purpúreo muy brillante, que tiñe el agua en un espacio como de un pie en derredor de él. Además de este medio de defensa, el cuerpo de dicho animal está untado con una especie de secreción ácida, que en contacto con la piel produce una sensación de quemadura parecida a la ocasionada por la Physalia o fragata. ...

En la línea 34
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Este pulpo manifiesta su facultad de cambiar de colores lo mismo cuando nada que mientras está quieto en el fondo del agua. Uno de estos animales que parecía darse perfectamente cuenta de que le estaba yo vigilando, me divertía mucho empleando todos los medios posibles para librarse de mis miradas. Permanecía inmóvil durante algún tiempo y después avanzaba furtivamente el espacio de una o dos pulgadas, como hace el gato que trata de acercarse a un ratón; algunas veces cambiaba de color; avanzó así hasta que habiendo llegado a una parte del charco donde el agua era más profunda, se lanzó envolviéndose en una nube de tinta para ocultar el agujero donde se había refugiado. ...

En la línea 42
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Las Peñas de San Pablo, vistas desde cierta distancia, son de una blancura deslumbradora. Este color se debe, en parte, 'a los excrementos de una inmensa multitud de aves marinas, y en parte, a un revestimiento formado por una sustancia dura, reluciente, con brillo de nácar, que se adhiere con fuerza a la superficie de las rocas. Si se examina con una lente de aumento, se ve que este revestimiento consiste en capas numerosas y en extremo delgadas, ascendiendo su espesor total a una décima de pulgada. Esta sustancia contiene materias animales en gran cantidad, y su formación se debe sin duda ninguna a la acción de la lluvia y de la espuma del mar. He hallado en la Ascensión y en las pequeñas islas Abrolhos, sobre algunas masas de guano pequeñas, ciertos cuerpos en forma de ramos que evidentemente están constituidos de la misma manera que el revestimiento blanco de esas rocas. Estos cuerpos ramificados se asemejan de un modo tan perfecto a ciertas nulíporas (plantas marinas calcáreas muy duras), que, últimamente, al examinar mi colección un poco deprisa, no advertí la diferencia. La extremidad globular de las ramas tiene la misma conformación que el nácar o que el esmalte de los dientes; pero es bastante dura para rayar el vidrio. Quizá no esté fuera de propósito el mencionar aquí que una parte de la costa de la Ascensión donde se encuentran inmensos montones de arena con conchas, el agua del mar deposita en las rocas expuestas a la acción de la' marea una incrustación parecida a ciertas plantas criptógamas (Marchantia), que se notan a menudo en las paredes húmedas; la superficie de las hojas está admirablemente pulimentada; las partes expuestas de lleno a la luz son de un color negro, pero las que se encuentran debajo de un reborde de la roca permanecen, grises. He enseñado a varios geólogos algunas muestras de esas incrustaciones ¡y todos creyeron que son de origen volcánico o ígneo! La dureza y la diafanidad de esas incrustaciones, su pulimento tan perfecto como el de las conchas más bonitas, el olor que exhalan y la pérdida de color que sufren cuando se hace actuar sobre ellas el soplete: todo prueba su íntima analogía con las conchas de los moluscos marinos vivos. ...

En la línea 47
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... La más pequeña roca de los mares tropicales sirve de sostén a innumerables clases de plantas marinas, a increíbles cantidades de seres en parte vegetales, en parte animales; encuéntrase también rodeada de gran número de peces. Nuestros marinos, en los barcos de pesca, tenían que luchar constantemente con los tiburones para saber a 3 Mr. Horner y Sir David Brewster describieron (Philosophical Transactions, 1836, pág. 65), una extraña «sustancia artificial parecida al nácar». Esta sustancia se deposita en láminas morenas, tenues, transparentes, admirablemente pulimentadas, con particulares propiedades ópticas, en el interior de un vaso con agua, dentro del cual se hace girar con rapidez un tejido untado primero de liga y después de cal. Esta sustancia es mucho más blanda, más transparente y contiene más materias animales que las incrustaciones naturales de la Ascensión; pero esa es otra prueba de la facilidad con que el carbonato de cal y las materias animales se combinan para formar una sustancia sólida que se parece al nácar. ...

En la línea 53
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Olor eclesiástico de viejos recintos sahumados por el incienso, cuchicheos de beatas, visos negros de sotanas raídas o elegantes, que de todo hay allí, llenan estas admirables páginas, en las cuales el narrador hace gala de una observación profunda y de los atrevimientos más felices. ...

En la línea 82
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Hermosa es la pintura que Alas nos presenta de la juventud de su personaje, la tremenda lucha del coloso por la posición social, elegida erradamente en el terreno levítico, y con él hace gallarda pareja la vigorosa figura de su madre, modelada en arcilla grosera, con formas impresas a puñetazos. ...

En la línea 558
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —No señor, no hace falta. ...

En la línea 722
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Don Custodio, joven ardentísimo en sus deseos, creía demasiado en los milagros de fortuna que hace la confesión auricular y atribuía a ellos sin razón los progresos del Magistral; por esto acechaba la sucesión del Arcipreste con más avaricia que todos, con pasión imprudente. ...

En la línea 365
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —La función hace al hombre—dijo don Baltasar—, y de todas las funciones existentes, ninguna transforma y engrandece al que la desempeña como la del Pontificado. ...

En la línea 429
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... ¡Haberse embarcado en esta pasión ardorosa e incierta cuando la vida le ofrecía tantos amores fáciles y gratamente desiguales, pudiendo verse adorada lo mismo que el' ídolo cruel e injusto que nunca ve disminuir los fanáticos prosternados a sus pies!… Conocía los peligros que hace arrostrar una primera juventud a las mujeres que se fían de ella, una juventud siempre agitada por el deseo del más allá. Venus recién surgida de la espuma de las ondas sólo representaba para un amante de veinte años el día actual, el triunfo del momento. En esa edad crédula se espera siempre, y la esperanza va acompañada de ingratitud. «Mañana aún se presentará algo mejor», piensa la petulancia juvenil. Sólo el amante en plena madurez sabe el valor del hoy , y lo aprovecha, agradeciendo su fortuna presente. «Guardemos lo que me da mi buena suerte y procuremos no perderlo.» Este era el amor sumiso y agradecido que necesitaba ella. ...

En la línea 438
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —¿Qué piensas?… ¿Qué tienes?… Eres otro desde hace algún tiempo. ¡Habla! Entre nosotros debe existir una franqueza absoluta. Nada nos une que no pueda romperse… ¿Es que te cansas a mi lado? ...

En la línea 471
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —No te excuses; es Inútil—continuó la dama con violencia—. Tú te imaginas de buena fe que la tienes olvidada ; pero las mujeres sabemos de eso mas que los hombres. Es ella la verdadera causa que te aleja de mí. El señor—siguió diciendo irónicamente— siente fatiga de verse querido por una dama chic y desea a la burguesilla tímida y boba. Te conozco, caballero Tannhauser, mejor que tú mismo. Estás cansado de Venus, como me has llamado tantas veces, y quieres hacer una Elisabeta de esa pobre muchacha que vive en Roma, cerca del fantasmón de su padre… Ve en busca de la paz para no encontrarla nunca. Ni paz ni libertad hallarás en ese mundo de gentes vulgares que ahora te hace falta, y del que te has burlado tantas veces en mi presencia, creyéndote de raza superior. ...

En la línea 62
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¿Qué hace usted aquí? -le preguntó severamente-. Embárquese en seguida. El buque va a hundirse en unos minutos. ...

En la línea 149
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Algunos, -contestó el sabio-. Recuerde usted que la visita de ese Gulliver fue hace muchos años, muchísimos, un espacio de tiempo que corresponde, según creo, a lo que los Hombres-Montañas llaman dos siglos. Imagínese cuantos naufragios pueden haber ocurrido durante un periodo tan largo; cuantos habrán venido a visitarnos forzosamente de esos hombres gigantescos que navegan en sus casas de madera mas allá de la muralla de rocas y espumas que levantaron nuestros dioses para librarnos de su grosería monstruosa… . Nuestras crónicas no son claras en este punto. Hablan de ciertas visitas de Hombres-Montañas que yo considero apócrifas. Pero con certeza puede decirse que llegaron a esta tierra unos catorce seres de tal clase en distintas épocas de nuestra historia. De esto hablaremos más detenidamente, si el destino nos permite conversar en un sitio mejor y con menos prisa. El último gigante que llegó lo vi cuando estaba todavía en mi infancia; el único que hemos conocido después del triunfo de la Verdadera Revolución. Era un hombre de manos callosas y piel con escamas de suciedad. Bebía un líquido blanco y de hedor insufrible, guardado en una gran botella forrada de juncos. Este líquido ardiente parecía volverle loco. Nuestros sabios creen que era un simple esclavo de los que trabajan en los buques enormes de los mares sin límites. Como el tal líquido despertaba en el una demencia destructiva, mató a varios miles de los nuestros, nos causo otros daños, y tuvimos que suprimirle, encargándose nuestra Facultad de Química de disolver y volatilizar su cadáver para que tanta materia en putrefacción no envenenase la atmósfera. Creo necesario hacerle saber que desde entonces decidimos suprimir todo Hombre-Montaña que apareciese en nuestras costas. ...

En la línea 160
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... También he registrado hasta hace unos momentos el enorme navío que le trajo a nuestras costas. He examinado todo lo que hay en el; he traducido los rótulos de las grandes torres de hoja de lata cerradas por todos lados, que, según revela su etiqueta, guardan conservas animales y vegetales. Los encargados de hacer el inventario han podido adivinar que era usted un gentleman porque tiene la piel fina y limpia, aunque para nosotros siempre resulta horrible por sus manchas de diversos colores y los profundos agujeros de sus poros. Pero este detalle, para un sabio, carece de importancia. También han conocido que es usted un gentleman porque no tiene las manos callosas y porque su olor a humanidad es menos fuerte que el de los otros Hombres-Montañas que nos visitaron, los cuales hacían irrespirable el aire por allí donde pasaban. Usted debe bañarse todos los días, ¿no es cierto, gentleman?… Además, el pedazo de tela blanca, grande como una alfombra de salón, que lleva usted sobre el pecho, junto con el reloj, ha impregnado el ambiente de un olor de jardín. ...

En la línea 474
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El Consejo Ejecutivo le regaló una máquina rodante que tiene la forma de un águila con una lira en las garras, pero ella ha guardado este tributo de la gratitud nacional, y prefiere seguir yendo a todas partes, como otras señoras viejas de su época, en un carrito ligero tirado por tres hombres que están a su servicio, y a los que acaricia frecuentemente con el látigo… . ¿Qué piensa usted, gentleman? Adivino en su rostro hace rato que desea hacerme una pregunta… . ...

En la línea 13
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Empezó entonces para Barbarita nueva época de sobresaltos. Si antes sus oraciones fueron pararrayos puestos sobre la cabeza de Juanito para apartar de ella el tifus y las viruelas, después intentaban librarle de otros enemigos no menos atroces. Temía los escándalos que ocasionan lances personales, las pasiones que destruyen la salud y envilecen el alma, los despilfarros, el desorden moral, físico y económico. Resolviose la insigne señora a tener carácter y a vigilar a su hijo. Hízose fiscalizadora, reparona, entrometida, y unas veces con dulzura, otras con aspereza que le costaba trabajo fingir, tomaba razón de todos los actos del joven, tundiéndole a preguntas: «¿A dónde vas con ese cuerpo?… ¿De dónde vienes ahora?… ¿Por qué entraste anoche a las tres de la mañana?… ¿En qué has gastado los mil reales que ayer te di?… A ver, ¿qué significa este perfume que se te ha pegado a la cara?… ». Daba sus descargos el delincuente como podía, fatigando su imaginación para procurarse respuestas que tuvieran visos de lógica, aunque estos fueran como fulgor de relámpago. Ponía una de cal y otra de arena, mezclando las contestaciones categóricas con los mimos y las zalamerías. Bien sabía cuál era el flanco débil del enemigo. Pero Barbarita, mujer de tanto espíritu como corazón, se las tenía muy tiesas y sabía defenderse. En algunas ocasiones era tan fuerte la acometida de cariñitos, que la mamá estaba a punto de rendirse, fatigada de su entereza disciplinaria. Pero, ¡quia!, no se rendía; y vuelta al ajuste de cuentas, y al inquirir, y al tomar acta de todos los pasos que el predilecto daba por entre los peligros sociales. En honor a la verdad, debo decir que los desvaríos de Juanito no eran ninguna cosa del otro jueves. En esto, como en todo lo malo, hemos progresado de tal modo, que las barrabasadas de aquel niño bonito hace quince años, nos parecerían hoy timideces y aun actos de ejemplaridad relativa. ...

En la línea 17
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —No, si lo que menos falta hace a mi hijo es adquirir soltura, porque la tiene desde que era una criatura… Si no es eso. No se trata aquí de modales, sino de que me le coman esas bribonas… ...

En la línea 26
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En las contratas de vestuario para el Ejército y Milicia Nacional, ni Santa Cruz, ni Arnaiz, ni tampoco Bringas daban la cara. Aparecía como contratista un tal Albert, de origen belga, que había empezado por introducir paños extranjeros con mala fortuna. Este Albert era hombre muy para el caso, activo, despabilado, seguro en sus tratos aunque no estuvieran escritos. Fue el auxiliar eficacísimo de Casarredonda en sus valiosas contratas de lienzos gallegos para la tropa. El pantalón blanco de los soldados de hace cuarenta años ha sido origen de grandísimas riquezas. Los fardos de Coruñas y Viveros dieron a Casarredonda y al tal Albert más dinero que a los Santa Cruz y a los Bringas los capotes y levitas militares de Béjar, aunque en rigor de verdad estos comerciantes no tenían por qué quejarse. Albert murió el 55, dejando una gran fortuna, que heredó su hija casada con el sucesor de Muñoz, el de la inmemorial ferretería de la calle de Tintoreros. ...

En la línea 37
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Más adelante pudo la niña apreciar la belleza y variedad de los abanicos que había en la casa, y que eran una de las principales riquezas de ella. Quedábase pasmada cuando veía los dedos de su mamá sacándolos de las perfumadas cajas y abriéndolos como saben abrirlos los que comercian en este artículo, es decir, con un desgaire rápido que no los estropea y que hace ver al público la ligereza de la prenda y el blando rasgueo de las varillas. Barbarita abría cada ojo como los de un ternero cuando su mamá, sentándola sobre el mostrador, le enseñaba abanicos sin dejárselos tocar; y se embebecía contemplando aquellas figuras tan monas, que no le parecían personas, sino chinos, con las caras redondas y tersas como hojitas de rosa, todos ellos risueños y estúpidos, pero muy lindos, lo mismo que aquellas casas abiertas por todos lados y aquellos árboles que parecían matitas de albahaca… ¡Y pensar que los árboles eran el té nada menos, estas hojuelas retorcidas, cuyo zumo se toma para el dolor de barriga… ! ...

En la línea 284
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Vuestra Majestad, hace dos días que me lo quitasteis, diciendo que no habría de utilizarse sino hasta que vuestra propia real mano lo usara sobre el decreto del duque de Norfolk. ...

En la línea 492
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Caramba! Me he clavado la aguja en la uña… No importa. Esto no es novedad, pero no me hace gracia tampoco… Allí estaremos muy alegres, pequeño, no lo dudes; Tus trastornos desaparecerán y tu destemplanza lo mismo. ...

En la línea 540
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Se hace tarde. ¿Le placerá a Vuestra Majestad levantarse? ...

En la línea 703
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –A mi ver le costó caro el poder de hacer tan mal tercio. La engañaron, por poco que pagara por ello; y si pagó con su alma y la de su hija, eso demuestra que está loca, y estando loca no sabe lo que hace, y por consiguiente, no delinque. ...

En la línea 41
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... «Vaya –se dijo Augusto–, esta Eugenita, la profesora de piano, me ha cortado un excelente principio de poesía lírica trascendental. Me queda interrumpida. ¿Interrumpida?… Sí, el hombre no hace sino buscar en los sucesos, en las vicisitudes de la suerte, alimento para su tristeza o su alegría nativas. Un mismo caso es triste o alegre según nuestra disposición innata. ¿Y Eugenia? Tengo que escribirle. Pero no desde aquí, sino desde casa. ¿Iré más bien al Casino? No, a casa, a casa. Estas cosas desde casa, desde el hogar. ¿Hogar? Mi casa no es hogar. Hogar.. hogar… ¡Cenicero más bien! ¡Ay, mi Eugenia!» Y se volvió Augusto a su casa. ...

En la línea 54
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... «¡Mi Eugenia, sí, la mía –iba diciéndose–, esta que me estoy forjando a solas, y no la otra, no la de carne y hueso, no la que vi cruzar por la puerta de mi casa, aparición fortuita, no la de la portera! ¿Aparición fortuita? ¿Y qué aparición no lo es? ¿Cuál es la lógica de las apariciones? La de la sucesión de estas figuras que forman las nubes de humo del cigarro. ¡El azar! El azar es el íntimo ritmo del mundo, el azar es el alma de la poesía. ¡Ah, mi azarosa Eugenia! Esta mi vida mansa, rutinaria, humilde, es una oda pindárica tejida con las mil pequeñeces de lo cotidiano. ¡Lo cotidiano! ¡El pan nuestro de cada día, dánosle hoy! Dame, Señor, las mil menudencias de cada día. Los hombres no sucumbimos a las grandes penas ni a las grandes alegrías, y es porque esas penas y esas alegrías vienen embozadas en una inmensa niebla de pequeños incidentes. y la vida es esto, la niebla. La vida es una nebulosa. Ahora surge de ella Eugenia. ¿Y quién es Eugenia? Ah, caigo en la cuenta de que hace tiempo la andaba buscando. Y mientras yo la buscaba ella me ha salido al paso. ¿No es esto acaso encontrar algo? Cuando uno descubre una aparición que buscaba, ¿no es que la aparición, compadecida de su busca, se le viene al encuentro? ¿No salió la América a buscar a Colón? ¿No ha venido Eugenia a buscarme a mí? ¡Eugenia! ¡Eugenia! ¡Eugenia!» ...

En la línea 79
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Sí, hace un momento. ...

En la línea 229
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –¿Qué tal tiempo hace, Domingo? ...

En la línea 35
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Tanto que perderían todos sus barcos con tal de poder ahorcarte. Hermanito mío, hace muchos años que vienes cometiendo fechorías. Todas las costas tienen recuerdos de tus correrías; todas sus aldeas han sido saqueadas por ti; todos los fuertes tienen señales de tus balas, y el fondo del mar está erizado de barcos que has echado a pique. ...

En la línea 305
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Sí, los de Mompracem, porque hace tres días merodeaban por las cercanías de la isla, pero los destruyó uno de nuestros cruceros. ¿Dónde lo asaltaron? ...

En la línea 316
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¿Quién toca? —preguntó presa de una viva agitación cuya causa no podía explicarse—. Me gustaría conocer a la persona que toca tan bien. Su música me llega al corazón y me hace experimentar una sensación nueva para mí. ...

En la línea 341
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —No lo escuché en Shaja —contestó Sandokán, que por poco se traiciona—, sino en las Romades, en cuyas playas desembarqué hace días. Allí me hablaron de una joven de incomparable belleza, que montaba como una amazona y que cazaba fieras; que por las tardes fascinaba a los pescadores con su canto, más dulce que el murmullo de los arroyos. ¡Ah, milady, también yo quise oír esa voz algún día! ...

En la línea 153
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Porque hace falta una fuerza incalculable para mantenerse en las capas profundas y resistir a su presión. ...

En la línea 156
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -¡Oh, las cifras! -replicó Ned-. Se hace lo que se quiere con las cifras. ...

En la línea 192
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -¡Bah! -respondía-, no hay nada, señor Aronnax, y aunque existiese ese animal, ¿qué posibilidades tenemos de verlo, corriendo, como lo estamos haciendo, a la aventura? Se ha dicho que se vio a esa bestia en los altos mares del Pacífico, lo que estoy dispuesto a admitir, pero han pasado ya más de dos meses desde ese hallazgo, y a juzgar por el temperamento de su narval no parece gustarle enmohecerse en los mismos parajes. Parece estar dotado de una prodigiosa facilidad de desplazamiento. Y usted sabe mejor que yo, señor profesor, que la naturaleza no hace nada sin sentido; por eso, no habría dado a un animal lento por constitución la facultad de moverse rápidamente si no tuviera la necesidad de utilizar esa facultad. Luego, si la bestia existe, debe estar ya lejos. ...

En la línea 205
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Tienes razón, Conseil. Después de todo, es una estúpida aventura, y nos hemos lanzado a ella con una excesiva ligereza. ¡Cuánto tiempo perdido y cuántas emociones inútiles! ¡Pensar que hace ya seis meses que podíamos estar en Francia! ...

En la línea 178
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Por eso nos sirvió nuestras rebanadas de pan como si fuésemos dos mil hombres de tropa en una marcha forzada, en vez de un hombre y un chiquillo en la casa; y tomamos algunos tragos de leche y de agua, aunque con muy mala cara, de un jarrito que había en el aparador. Mientras tanto, la señora Joe puso cortinas limpias y blancas, clavó un volante de flores en la chimenea para reemplazar el viejo y quitó las fundas de todos los objetos de la sala, que jamás estaban descubiertos a excepción de aquel día, pues se pasaban el año ocultos en sus forros, los cuales no se limitaban a las sillas, sino que se extendían a los demás objetos, que solían estar cubiertos de papel de plata, incluso los cuatro perritos de lanas blancos que había sobre la chimenea, todos con la nariz negra y una cesta de flores en la boca, formando parejas. La señora Joe era un ama de casa muy limpia, pero tenía el arte exquisito de hacer su limpieza más desagradable y más incómoda que la misma suciedad. La limpieza es lo que está más cerca de la divinidad, y mucha gente hace lo mismo con respecto a su religión. Como mi hermana tenia mucho trabajo, se hacía representar para ir a la iglesia, es decir, que en su lugar íbamos Joe y yo. En su traje de trabajo, Joe tenía completo aspecto de herrero, pero en el traje del día de fiesta parecía más bien un espantajo en traje de ceremonias. Nada de lo que entonces llevaba le caía bien o parecía pertenecerle, y todo le rozaba y le molestaba en gran manera. En aquel día de fiesta salió de su habitación cuando ya repicaban alegremente las campanas, pero su aspecto era el de un desgraciado penitente en traje dominguero. En cuanto a mí, creo que mi hermana tenía la idea general de que yo era un joven criminal, a quien un policía comadrón cogió el día de mi nacimiento para entregarme a ella, a fin de que me castigasen de acuerdo con la ultrajada majestad de la ley. Siempre me trataron como si yo hubiese porfiado para nacer a pesar de los dictados de la razón, de la religión y de la moralidad y contra los argumentos que me hubieran presentado, para disuadirme, mis mejores amigos. E, incluso, cuando me llevaron al sastre para que me hiciese un traje nuevo, sin duda recibió orden de hacerlo de acuerdo con el modelo de algún reformatorio y, desde luego, de manera que no me permitiese el libre uso de mis miembros. ...

En la línea 403
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Espera un poco. Sé perfectamente lo que vas a decir, Pip. Espera un poco. No puedo negar que tu hermana se ha convertido en una especie de rey absoluto para ti y para mí. Y eso desde hace mucho tiempo. Tampoco puedo negar que nos maltrata bastante en los momentos en que se pone furiosa. - Joe pronunció estas palabras en voz baja y miró hacia la puerta, añadiendo -. Y no puedo menos de confesar que tiene la mano dura. ...

En la línea 428
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¿Hay alguna señorita Havisham en el pueblo? - replicó mi hermana -. Quiere que se le mande a ese muchacho para que vaya a jugar a su casa. Y, naturalmente, irá. Y lo mejor que podrá hacer es jugar allí - explicó mi hermana meneando la cabeza al mirarme, como si qu¬isiera infundirme los ánimos necesarios para que me mostrase extremadamente alegre y juguetón -. Pero si no lo hace, se las verá conmigo. ...

En la línea 470
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Sin inconveniente alguno podrías beberte ahora toda la cerveza que ahí se hace, muchacho. ¿No te parece? ...

En la línea 40
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Pero si todavía no me ha devuelto la cantidad que le presté! El plazo terminó hace tres días. ...

En la línea 55
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Aquí tiene, amigo mío. A diez kopeks por rublo y por mes, los intereses del rublo y medio son quince kopeks, que cobro por adelantado. Además, por los dos rublos del préstamo anterior he de descontar veinte kopeks para el mes que empieza, lo que hace un total de treinta y cinco kopeks. Por lo tanto, usted ha de recibir por su reloj un rublo y quince kopeks. Aquí los tiene. ...

En la línea 98
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Bien ‑dijo el orador, y esperó con un aire sosegado y digno el fin de las risas que acababan de estallar nuevamente‑. Bien, yo soy un puerco y ella una dama. Yo parezco una bestia, y Catalina Ivanovna, mi esposa, es una persona bien educada, hija de un oficial superior. Demos por sentado que yo soy un granuja y que ella posee un gran corazón, sentimientos elevados y una educación perfecta. Sin embargo… ¡Ah, si ella se hubiera compadecido de mí! Y es que los hombres tenemos necesidad de ser compadecidos por alguien. Pues bien, Catalina Ivanovna, a pesar de su grandeza de alma, es injusta… , aunque yo comprendo perfectamente que cuando me tira del pelo lo hace por mi bien. Te repito sin vergüenza, joven; ella me tira del pelo ‑insistió en un tono más digno aún, al oír nuevas risas‑. ¡Ah, Dios mío! Si ella, solamente una vez… Pero, ¡bah!, vanas palabras… No hablemos más de esto… Pues es lo cierto que mi deseo se ha visto satisfecho más de una vez; sí, más de una vez me han compadecido. Pero mi carácter… Soy un bruto rematado. ...

En la línea 103
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Joven ‑continuó mientras volvía a erguirse‑, creo leer en su semblante la expresión de un dolor. Apenas le he visto entrar, he tenido esta impresión. Por eso le he dirigido la palabra. Si le cuento la historia de mi vida no es para divertir a estos ociosos, que, además, ya la conocen, sino porque deseo que me escuche un hombre instruido. Sepa usted, pues, que mi esposa se educó en un pensionado aristocrático provincial, y que el día en que salió bailó la danza del chal ante el gobernador de la provincia y otras altas personalidades. Fue premiada con una medalla de oro y un diploma. La medalla… se vendió hace tiempo. En cuanto al diploma, mi esposa lo tiene guardado en su baúl. Últimamente se lo enseñaba a nuestra patrona. Aunque estaba a matar con esta mujer, lo hacía porque experimentaba la necesidad de vanagloriarse ante alguien de sus éxitos pasados y de evocar sus tiempos felices. Yo no se lo censuro, pues lo único que tiene son estos recuerdos: todo lo demás se ha desvanecido… Sí, es una dama enérgica, orgullosa, intratable. Se friega ella misma el suelo y come pan negro, pero no toleraría de nadie la menor falta de respeto. Aquí tiene usted explicado por qué no consintió las groserías de Lebeziatnikof; y cuando éste, para vengarse, le pegó ella tuvo que guardar cama, no a causa de los golpes recibidos, sino por razones de orden sentimental. Cuando me casé con ella, era viuda y tenía tres hijos de corta edad. Su primer matrimonio había sido de amor. El marido era un oficial de infantería con el que huyó de la casa paterna. Catalina adoraba a su marido, pero él se entregó al juego, tuvo asuntos con la justicia y murió. En los últimos tiempos, él le pegaba. Ella no se lo perdonó, lo sé positivamente; sin embargo, incluso ahora llora cuando lo recuerda, y establece entre él y yo comparaciones nada halagadoras para mi amor propio; pero yo la dejo, porque así ella se imagina, al menos, que ha sido algún día feliz. Después de la muerte de su marido, quedó sola con sus tres hijitos en una región lejana y salvaje, donde yo me encontraba entonces. Vivía en una miseria tan espantosa, que yo, que he visto los cuadros más tristes, no me siento capaz de describirla. Todos sus parientes la habían abandonado. Era orgullosa, demasiado orgullosa. Fue entonces, señor, entonces, como ya le he dicho, cuando yo, viudo también y con una hija de catorce años, le ofrecí mi mano, pues no podía verla sufrir de aquel modo. El hecho de que siendo una mujer instruida y de una familia excelente aceptara casarse conmigo, le permitirá comprender a qué extremo llegaba su miseria. Aceptó llorando, sollozando, retorciéndose las manos; pero aceptó. Y es que no tenía adónde ir. ¿Se da usted cuenta, señor, se da usted cuenta exacta de lo que significa no tener dónde ir? No, usted no lo puede comprender todavía… Durante un año entero cumplí con mi deber honestamente, santamente, sin probar eso ‑y señalaba con el dedo la media botella que tenía delante‑, pues yo soy un hombre de sentimientos. Pero no conseguí atraérmela. Entre tanto, quedé cesante, no por culpa mía, sino a causa de ciertos cambios burocráticos. Entonces me entregué a la bebida… Ya hace año y medio que, tras mil sinsabores y peregrinaciones continuas, nos instalamos en esta capital magnífica, embellecida por incontables monumentos. Aquí encontré un empleo, pero pronto lo perdí. ¿Comprende, señor? Esta vez fui yo el culpable: ya me dominaba el vicio de la bebida. Ahora vivimos en un rincón que nos tiene alquilado Amalia Ivanovna Lipevechsel. Pero ¿cómo vivimos, cómo pagamos el alquiler? Eso lo ignoro. En la casa hay otros muchos inquilinos: aquello es un verdadero infierno. Entre tanto, la hija que tuve de mi primera mujer ha crecido. En cuanto a lo que su madrastra la ha hecho sufrir, prefiero pasarlo por alto. Pues Catalina Ivanovna, a pesar de sus sentimientos magnánimos, es una mujer irascible e incapaz de contener sus impulsos… Sí, así es. Pero ¿a qué mencionar estas cosas? Ya comprenderá usted que Sonia no ha recibido una educación esmerada. Hace muchos años intenté enseñarle geografía e historia universal, pero como yo no estaba muy fuerte en estas materias y, además, no teníamos buenos libros, pues los libros que hubiéramos podido tener… , pues… , ¡bueno, ya no los teníamos!, se acabaron las lecciones. Nos quedamos en Ciro, rey de los persas. Después leyó algunas novelas, y últimamente Lebeziatnikof le prestó La Fisiología, de Lewis. Conoce usted esta obra, ¿verdad? A ella le pareció muy interesante, e incluso nos leyó algunos pasajes en voz alta. A esto se reduce su cultura intelectual. Ahora, señor, me dirijo a usted, por mi propia iniciativa, para hacerle una pregunta de orden privado. Una muchacha pobre pero honesta, ¿puede ganarse bien la vida con un trabajo honesto? No ganará ni quince kopeks al día, señor mío, y eso trabajando hasta la extenuación, si es honesta y no posee ningún talento. Hay más: el consejero de Estado Klopstock Iván Ivanovitch… , ¿ha oído usted hablar de él… ?, no solamente no ha pagado a Sonia media docena de camisas de Holanda que le encargó, sino que la despidió ferozmente con el pretexto de que le había tomado mal las medidas y el cuello le quedaba torcido. ...

En la línea 42
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Los franceses mismos incluso me dejaron relatar que hace unos dos años vi un individuo contra el cual, en 1812, había disparado un soldado francés por el simple placer de descargar su fusil. Era entonces aquel individuo un muchacho de diez años, cuya familia no había tenido tiempo de abandonar Moscú. ...

En la línea 52
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Sí, todos. Desde hace seis meses ésta es la única esperanza. ...

En la línea 115
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... He de manifestarlo así tan sólo para descargo de mi conciencia. Anotaré, sin embargo, que desde hace cierto tiempo experimento una viva repugnancia a aplicar a mis actos y pensamientos una autocrítica moral. Mi impulso es otro… ...

En la línea 146
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Ayer se habló mucho, entre nosotros, de un telegrama enviado a Petersburgo hace cuatro días y que no ha sido aún contestado. El general está visiblemente agitado y pensativo. Se trata, seguramente, de la abuela. ...

En la línea 219
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - Mirad -dijo-, no me habéis comprendido bien: soy un presidiario. Vengo de presidio y sacó del bolsillo una gran hoja de papel amarillo que desdobló-. Ved mi pasaporte amarillo: esto sirve para que me echen de todas partes. ¿Queréis leerlo? Lo leeré yo; sé leer, aprendí en la cárcel. Hay allí una escuela para los que quieren aprender. Ved lo que han puesto en mi pasaporte: 'Jean Valjean, presidiario cumplido, natural de… ' esto no hace al caso… 'Ha estado diecinueve años en presidio: cinco por robo con fractura; catorce por haber intentado evadirse cuatro veces. Es hombre muy peligroso.' Ya lo veis, todo el mundo me tiene miedo. ¿Queréis vos recibirme? ¿Es esta una posada? ¿Queréis darme comida y un lugar donde dormir? ¿Tenéis un establo? ...

En la línea 323
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Trata de defenderse, de sostenerse, hace esfuerzos, nada. ¡Pobre fuerza agotada ya, que combate con lo inagotable! ...

En la línea 326
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Hay pájaros en las nubes, lo mismo que hay ángeles sobre las miserias humanas; pero, ¿qué pueden hacer por él? Ellos vuelan, cantan y se ciernen en los aires, y él agoniza. Se ve ya sepultado entre dos infinitos, el océano y el cielo; uno es su tumba; otro su mortaja. Llega la noche; hace algunas horas que nada; sus fuerzas se agotan ya; aquel buque, aquella cosa lejana donde hay hombres, ha desaparecido; se encuentra solo en el formidable abismo crepuscular; se sumerge, se estira, se enrosca; ve debajo de sí los indefinibles monstruos del infinito; grita. ...

En la línea 385
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - Señora Magloire; yo retenía injustamente desde hace tiempo esa platería. Pertenecía a los pobres. ¿Quién es ese hombre? Un pobre, evidentemente. ...

En la línea 275
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Thornton tenía la duda pintada claramente en el semblante, pero aquello despertó su espíritu de lucha, el que hace crecer al hombre ante las difi cultades, le impide aceptar lo imposible y lo hace sordo a todo lo que no sea el clamor de la batalla. Llamó a Hans y a Peter. Los recursos de ambos eran exiguos y, sumándolos a los suyos, los tres socios apenas pudieron reunir doscientos dólares. Aunque aquella cantidad constituía el total de su capital, no vacilaron en depositarla junto a los seiscientos dólares de Matthewson. ...

En la línea 275
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Thornton tenía la duda pintada claramente en el semblante, pero aquello despertó su espíritu de lucha, el que hace crecer al hombre ante las difi cultades, le impide aceptar lo imposible y lo hace sordo a todo lo que no sea el clamor de la batalla. Llamó a Hans y a Peter. Los recursos de ambos eran exiguos y, sumándolos a los suyos, los tres socios apenas pudieron reunir doscientos dólares. Aunque aquella cantidad constituía el total de su capital, no vacilaron en depositarla junto a los seiscientos dólares de Matthewson. ...

En la línea 202
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... »Dickens -continúa Wilde- describe esta sensación como muy general. Conocemos -dice- en David Copperfield, por experiencia, el sentimiento que nos invade a veces de que cuanto estamos diciendo o haciendo ha sido dicho y hecho anteriormente, hace largo tiempo; que hemos estado rodeados de las mismas personas y de los mismos objetos, en las mismas circunstancias… que sabemos, en fin, perfectamente lo que se va a decir, como si lo recordáramos de repente. ...

En la línea 238
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... En suma, Él sabe bien lo que hace: para acrisolarme quiso que encontrara y amara yo a Luisa; pero como hasta en lo que parece más inexorable de sus decretos hay (¡es Padre al fin!) un fondo de piedad, habíame otorgado a raíz de un accidente que parecía mortal de necesidad, la merced, incomparable de una mujer angélica, surgida milagrosamente de la otra. ...

En la línea 295
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Eran todas sus actitudes y ademanes como de hombre rendido y exánime. Algo había descompuesto y roto en aquel noble mecanismo, algún resorte de esos que al saltar interrumpen las funciones de la vida íntima. Hasta en su vestir percibíase la languidez y desaliento que tan a las claras revelaba la fisonomía. No era negligencia, era indiferencia y caimiento de ánimo lo que manifestaba aquel traje obscuro de mezclilla, aquella cadena de oro, impropia para un viaje, aquella corbata atada sin esmero y al caer, aquellos guantes nuevos, de fina piel de Suecia, de color delicado, que no iban a durar limpios ni diez minutos. Faltábale al viajero la elegancia primorosa e inteligente que cuida de los detalles, que hace ciencia del tocador; veíase en él al hombre que es superior a la propia elegancia porque no la ignora, pero la desdeña: grado de cultura por donde se ingresa en una esfera más alta que el buen tono, que al fin y al cabo es categoría social, y quien se eleva por cima del buen tono, eximese también de categorías. Miranda vestía la librea del buen gusto, y por eso, antes de reparar en Miranda, se fijaban las gentes en su ropa, al paso que lo que en Artegui atraía la atención, era Artegui mismo. Ni la irregularidad del vestir encubría, antes bien, patentizaba, la distinción de la persona: cuantas prendas componían su traje eran ricas en su género; inglés el paño, holanda la tela de la camisa, de primera el calzado y guantes. Todo esto lo notó Lucía, más con el instinto que con el entendimiento, porque, inexperta y bisoña, no había llegado aún a dominar la filosofía del traje, en que tan maestras son las mujeres. ...

En la línea 305
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Pues en ese caso, diré a usted lo que opino. Indudablemente, su marido de usted, detenido por una circunstancia cualquiera, que no hace al caso, se quedó en Venta de Baños anoche. Por medida de precaución, le haremos, si usted quiere, un telegrama desde Hendaya; pero lo que yo supongo es que tomará el primer tren que vea salir para Francia, corriendo en busca de usted. Si retrocedemos, se expone usted a cruzarse con él en el camino, y a perder tiempo, y a molestarse más. Si se queda usted en la primera estación que encontremos, para esperarle allí… ...

En la línea 422
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Señora… esto no es ningún desierto, ni corre usted el riesgo menor, tiene usted dinero, es lo único que hace falta en tierra francesa; estará usted muy bien servida y atendida, yo se lo fío… ...

En la línea 432
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Es usted una niña -pronunció él en grave tono-, una niña que no tiene obligación de saber lo que acontece en el mundo. Yo, que lo he visto… más de lo que quisiera, sería imperdonable en no desengañarla. El mundo es un conjunto de ojos, oídos y bocas, que se cierran para lo bueno y se abren para lo malo gustosísimas. Mi compañía le hace a usted ahora más daño que provecho. Si su marido de usted no tiene un criterio excepcional -y no hay razón para que lo tenga-, maldita la gracia que le hará encontrarla a usted tan acompañada. ...

En la línea 76
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -Sin duda que sí- respondió Gualterio Ralph-. Opino como míster Fogg. La Tierra ha disminuido, puesto que se recorre hoy diez veces más aprisa que hace cien años. Y esto es lo que, en el caso de que nos ocupamos, hará que las pesquisas sean más rápidas. ...

En la línea 187
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Se publicaron acerca del asunto varios artículos extremadamente apasionados, pero lógicos. Todo el mundo sabe el interés que se dispensa en Inglaterra a todo lo que hace relación con la geografía. Así es que no había lector, cualquiera que fuese la clase a que perteneciese, que no devorase las columnas consagradas al caso de Phileas Fogg ...

En la línea 334
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -¿Y hace mucho tiempo que conocéis a vuestro amo? ...

En la línea 349
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -Señor -dijo al cónsul ; ya no abrigo duda ninguna. Tengo a mi hombre. Se hace pasar por un excéntrico que quiere dar la vuelta al mundo en ochenta días. ...


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