La palabra Flotando ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece flotando.
Estadisticas de la palabra flotando
Flotando es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 12218 según la RAE.
Flotando aparece de media 5.99 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la flotando en las obras de referencia de la RAE contandose 911 apariciones .

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece flotando
La palabra flotando puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1859
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Para ella su lecho no estaba ya en aquel caserón de sus mayores, ni en Vetusta, ni en la tierra; estaba flotando en el aire, no sabía dónde. ...
En la línea 14111
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Decía: El Romero y el Clavel torcieron de repente; el landó se dobló sin ruido, nos sacudió un poco, dejamos la carretera de Santianes y las ruedas rebotaron sobre la grava nueva de la carretera estrecha del Vivero; los sauces, como una lluvia de yerba suspendida en el aire, nos hacían cosquillas con las puntas de sus ramas, flotando sobre la frente como cabello movido por el viento. ...
En la línea 237
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Gillespie lo hizo así, y, apenas hubo cruzado sus manos sobre la espalda, sintió en torno de las muñecas algo que parecía vivo y se enrollaba con una prontitud inteligente. Era el cable metálico de la máquina que iba a volar detrás de el. Al mismo tiempo, otro monstruo del aire descendió con toda confianza al verle con las manos sujetas, y quedó flotando cerca de sus ojos. ...
En la línea 1412
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Los buques de guerra que navegaban siguiendo la costa para impedir que el gigante se lanzase mar adentro se metieron en el puerto o se alejaron a toda máquina, perdiéndose en la línea del horizonte, como si se les acabase de ordenar un rápido viaje. Los aparatos aéreos emprendieron el vuelo, desapareciendo igualmente, y sólo quedó uno flotando en el espacio, con el pico vuelto hacia la ciudad, pues a sus tripulantes parecía interesarles más lo que pasaba en ella que la vigilancia del Hombre-Montaña. ...
En la línea 1549
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El Hombre-Montaña levantó una mano y, antes de que los aviadores lograsen enviar de nuevo su lazo metálico, asestó a la máquina una pedrada certera. El ave mecánica se desplomó herida, flotando algunos momentos sobre la copa azul del puerto, mientras las matronas reservistas se salvaban a nado. Al fin se acostó sobre una de sus aletas, desapareciendo entre los circulos concéntricos que había abierto en el agua. ...
En la línea 1684
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Durante varias horas, el Nautilus cortó con su espolón aquella agua blancuzca, deslizándose sin ruido por el agua jabonosa, como si estuviera flotando en los remolinos de espuma que forman las corrientes y contracorrientes de las bahías. ...
En la línea 1877
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... La embarcación se deslizaba rápidamente. Algunos minutos después, vimos el cadáver del tiburón flotando sobre el agua. Por el color negro de la extremidad de sus aletas reconocí al terrible melanóptero del mar de las Indias, de la especie de los tiburones propiamente dichos. Su longitud sobrepasaba los veinticinco pies; su enorme boca ocupaba el tercio de su cuerpo. Era un adulto, como se veía por las seis hileras de dientes en forma de triángulos isósceles sobre la mandílula superior. ...
En la línea 2093
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Estamos flotando en su superficie, amigo Ned. ...
En la línea 2250
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Así, a nuestro rápido paso por esas capas profundas, vi un gran número de restos en el fondo, unos recubiertos ya por los corales y otros revestidos de una capa de orín; áncoras, cañones, obuses, piezas de hierro, paletas de hélices, piezas de máquinas, cilindros rotos, calderas destrozadas, cascos de buque flotando entre dos aguas, unos hacia abajo y otros hacia arriba. ...
En la línea 1017
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Lo que temía era que, en alguna hora desdichada, cuando yo estuviese más sucio y peor vestido, al levantar los ojos viese a Estella mirando a través de una de las ventanas de la fragua. Me atormentaba el miedo de que, más pronto o más tarde, ella me viese con el rostro y las manos ennegrecidos, realizando la parte más ingrata de mi trabajo, y que entonces se alegrara de verme de aquel modo y me manifestara su desprecio. Con frecuencia, al oscurecer, cuando tiraba de la cadena del fuelle y cantábamos a coro Old Clem, recordaba cómo solíamos cantarlo en casa de la señorita Havisham; entonces me parecía ver en el fuego el rostro de Estella con el cabello flotando al viento y los burlones ojos fijos en mí. En tales ocasiones miraba aquellos rectángulos a través de los cuales se veía la negra noche, es decir, las ventanas de la fragua, y me parecía que ella retiraba en aquel momento el rostro y me imaginaba que, por fin, me había descubierto. Después de eso, cuando íbamos a cenar, y la casa y la comida debían haberme parecido más agradables que nunca, entonces era cuando me avergonzaba más de mi hogar en mi ánimo tan mal dispuesto. ...
En la línea 1327
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Mirando hacia la abierta ventana descubrí flotando algunas ligeras columnas de humo procedentes de la pipa de Joe, cosa que me pareció una bendición por su parte, no ante mí, sino saturando el aire que ambos respirábamos. Apagué la luz y me metí en la cama, que entonces me pareció muy incómoda. Y no pude lograr en ella mi acostumbrado sueño profundo. ...
En la línea 987
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Lucía, fascinada, se aproximó a la boca. Los gases mefíticos exhalados del pozo hacían temblar la llama turbia de las lámparas. Allí no hacía calor, sino frío; un frío espeso, sin aire respirable. Entráronse resueltamente por otra galería, y abierta una puerta de hierro, se asustaron todos, menos la guardiana, viendo en torno suyo vasta extensión de agua, una especie de lago subterráneo. Ellos estaban sobre angosta tabla echada a manera de puente a lo ancho del depósito. Aquellas aguas, tendidas en su tumba de piedra, tenían quietud y limpidez lúgubre. La luz de una de las lámparas, dejada exprofeso en la otra orilla por la guardiana para que se viese el grandor del depósito, oscilaba en prolongados rieles sobre la triste transparencia del lago, y remedaba, allá a lo lejos, la tea de un sicario en alguna prisión veneciana. Tal era de fantástico aquel lago, que reflejaba un cielo de granito, que la imaginación se fingía cadáveres flotando en él. Experimentaban Lucía y Pilar vago temor, y sobre todo, cosa pueril, o mejor dicho, eminentemente femenina, les horrorizaba la idea de que en las estrecheces y revueltas de los pasadizos pudiesen encontrar ratas. Sabían que los depósitos comunicaban con las alcantarillas, y ya dos o tres veces palidecieron creyendo ver cruzar una sombra negra, que no era sino la temblona silueta de alguna planta parásita, dibujada en el muro por las luces. De improviso, ambas exhalaron un grito; no cabía duda; sonaba el chillido agrio y agudo de la rata. Lucía, sobre todo, se quedó un punto con los ojos dilatados, inmóvil; allí no era posible correr y huir. Pero el pilluelo y la guardiana soltaron la risa; conocían bien aquel silbido, que no era sino el de las botellas de agua mineral que al otro lado de la pared estaban corchando. Con todo, las mujeres respiraron al salir del sombrío dédalo y ver de nuevo la claridad diurna y sentir el aire fresco que congelaba en su frente las gotas de sudor. ...

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Más información sobre la palabra Flotando en internet
Flotando en la RAE.
Flotando en Word Reference.
Flotando en la wikipedia.
Sinonimos de Flotando.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Flotando
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