La palabra Finura ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras. 
				 La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
 Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
 Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
 La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
 Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
 Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
				Por tanto puede ser considerada correcta en Español. 
				Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece finura.
				
					 Estadisticas de la palabra  finura
				 La palabra finura no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE 
					 Errores Ortográficos típicos con la palabra Finura  
									
				 
					 Cómo se escribe finura o finurra?
 
								
								 
  la Ortografía es divertida  
 
								 
  El Español es una gran familia 
 
								 							  
							                  
				Algunas Frases de libros en las que aparece finura
				La palabra finura puede ser considerada correcta por su aparición en estas  obras maestras de la literatura. 
							  En la línea 1202
   del libro  La Barraca
 del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
  ... ¡Y pensar que los trato con toda finura, como en un colegio de la ciudad, para que aprendan ustedes buenas formas y sepan hablar como las personas!. ... 
 
 
							  En la línea 1224
   del libro  La Barraca
 del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
  ... ¡Cómo sufría el pobre señor! ¡El, que cifraba los triunfos de la enseñanza en su finura, en su distinción de modales, en lo bien hablado que era, según declaración de su esposa! Cada palabra que sus discípulos pronunciaban mal -y no decían bien una sola- le hacía dar bufidos y levantar las manos con indignación hasta tocar el ahumado techo de su vivienda. ... 
 
 
							  En la línea 2070
   del libro  Los tres mosqueteros
 del afamado autor Alejandro Dumas
  ... Finalmente, sus cabellos, que de rubios que eran e n su juventud se habían vuelto castaños, y que llevaba rizados, muy claros y con mu cho polvo, enmarcaban admirablemente su rostro, en el que el censor más rígido no hubiera podido desear más que un poco menos de rouge, y el escultor más exigente sólo un  poco más de finura en la nariz. ... 
 
 
							  En la línea 1157
   del libro  Viaje de un naturalista alrededor del mundo
 del afamado autor Charles Darwin
  ... ... ta masa de hierbas ha servido de cama con seguridad; cerca hay restos de fuego, y el hombre que ha habitado estos sitios se ha servido de un hacha.  fuego, la cama, la elección del sitio, todo indica la finura y destreza de un indio, pero, sin embargo, no puede ser indio; porque en esta parte del país se ha extinguido la raza, gracias al cuidado que han tenido los católicos en, transformar al mismo tiempo a los indios en católicos y en esclavos ... 
 
 
							  En la línea 1463
   del libro  Viaje de un naturalista alrededor del mundo
 del afamado autor Charles Darwin
  ... ... s aduaneros se muestran muy corteses; tal vez procedía esta finura del pasaporte que me había dado el Presidente de la República; pero puesto que me ocupo de este asunto, debo expresar mi admiración por la natural finura de todos los chilenos.  este caso particular de los aduaneros, contrastaba mucho con lo que se encuentra en el género, en casi todos los países del mundo ... 
 
 
							  En la línea 1463
   del libro  Viaje de un naturalista alrededor del mundo
 del afamado autor Charles Darwin
  ... ... s aduaneros se muestran muy corteses; tal vez procedía esta finura del pasaporte que me había dado el Presidente de la República; pero puesto que me ocupo de este asunto, debo expresar mi admiración por la natural finura de todos los chilenos.  este caso particular de los aduaneros, contrastaba mucho con lo que se encuentra en el género, en casi todos los países del mundo ... 
 
 
							  En la línea 2663
   del libro  La Regenta
 del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
  ... Para él siempre había el guante sido el distintivo de la finura, como decía, del señorío, según decía también. ... 
 
 
							  En la línea 3546
   del libro  La Regenta
 del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
  ... ¡Pero Álvaro estaba hecho un salvaje! La trataba como don Saturnino, antes de atreverse; con la finura del mundo y la miraba con la indiferencia fría y honrada con que la miraba el señor Obispo. ... 
 
 
							  En la línea 6065
   del libro  La Regenta
 del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
  ... Le saludó con la finura que le era característica y se dispuso a acompañarle al salón. ... 
 
 
							  En la línea 2108
   del libro  Fortunata y Jacinta
 del afamado autor Benito Pérez Galdós
  ... El aviso, puntualmente transmitido por Olmedo, de la visita del cura puso a Fortunata en gran confusión. Pareciole al pronto un honor harto grande, luego compromiso, porque la visita de persona tan respetable indicaba que la cosa iba de veras. No se conceptuaba, además, con bastante finura para recibir a sujetos de tanta autoridad. «¡Un señor eclesiástico!… ¡qué vergüenza voy a pasar! Porque de seguro me preguntará cosas como cuando una se va a confesar… ¿Y cómo me pondré? ¿Me vestiré con los trapitos de cristianar, o de cualquier manera?… Quizás sea mejor ponerme hecha un pingo, a lo pobre, para que no crea… No, no es propio. Me vestiré decente y modestita». Despachados los más urgentes quehaceres del día, peinose con mucha sencillez, se puso su vestido negro, las botas nuevas; púsose también su pañuelo de lana oscuro, sujeto con un imperdible de metal blanco que representaba una golondrina, y mirándose al espejo, aprobó su perfecta facha de mujer honesta. Antes de arreglarse había almorzado precipitadamente, con poca gana, porque no le gustaban visitas tan serias, ni sabía lo que en ellas había de decir. La idea de soltar alguna barbaridad o de no responder derechamente a lo que se le preguntara, le quitó el apetito… Y bien mirado, ¿qué necesidad tenía ella de visitas de curas? Pero no tuvo tiempo de pensar mucho en esto, porque de repente… tilín. Era próximamente la una y media. ... 
 
 
							  En la línea 2601
   del libro  Fortunata y Jacinta
 del afamado autor Benito Pérez Galdós
  ... Molestaban a Fortunata las visitas que, según ella, sólo iban por curiosear. Doña Silvia no había podido resistir la curiosidad y se plantó en la casa el mismo día en que la novia salió del convento. Al otro día fue Paquita Morejón, esposa de D. Basilio Andrés de la Caña, y ambas parecieron a Fortunata impertinentes y entrometidas. Su finura resultole afectada, como de personas ordinarias que se empeñan en no parecerlo. ... 
 
 
							  En la línea 2707
   del libro  Fortunata y Jacinta
 del afamado autor Benito Pérez Galdós
  ... Durante el almuerzo, que fue largo y fastidioso, Fortunata siguió muy encogida, sin atreverse a hablar, o haciéndolo con mucha torpeza cuando no tenía más remedio. Temía no comer con bastante finura y revelar demasiado su escasa educación. El temor de parecer ordinaria era causa de que las palabras se detuvieran en sus labios en el momento de ser pronunciadas. Doña Lupe, que la tenía al lado, estaba al quite para auxiliarla si fuera menester, y en los más de los casos respondía por ella, si algo se le preguntaba, o le soplaba con disimulo lo que debía de decir. ... 
 
 
							  En la línea 3835
   del libro  Fortunata y Jacinta
 del afamado autor Benito Pérez Galdós
  ... La fundadora inspiraba a doña Lupe grandes simpatías. De tanto verla pasar por la calle de Raimundo Lulio, camino del asilo de la de Alburquerque, llegó a imaginar que la trataba. Siempre que había función pública en la capilla del asilo, iba doña Lupe, deseosa de introducirse y de hacer migas con la santa. Admirábala mucho, no exclusivamente por sus santidades, sino más bien por aquel desprecio del mundo, por su actividad varonil y la grandeza de su carácter. Quizás la señora de Jáuregui creía sentir también en su alma algo de aquella levadura autocrática, de aquella iniciativa ardiente y de aquel poder organizador, y esta especie de parentesco espiritual era quizás lo que le infundía mayores ganas de tratarla íntimamente. Sólo le había hablado una o dos veces en las funciones del asilo, así como por entrometimiento y oficiosidad, y cuando en dichas fiestas veíala rodeada de damas de la grandeza y de señoronas ricas, que tenían el coche a la puerta, doña Lupe habría dado el único pecho que poseía por meter las narices entre aquella gente, codearse con ellas y mangonear en los petitorios. Porque ella tenía la vanidad, muy bien fundada por cierto, de no desmerecer de las tales señoras en punto a buena crianza y modales. Harto sabía, además, que no todas habían nacido en doradas cunas, y que la finura es lo que constituye la verdadera aristocracia en estos tiempos liberales. No había razón para que ella, que sabía presentarse como la primera, dejase de alternar con las damas que seguían a Guillermina cual las ovejas siguen al pastor… A mayor abundamiento, en lo tocante a ropa estaba a la sazón la viuda de Jáuregui en excelentes condiciones. Con su talento y su economía se había agenciado un abrigo de terciopelo, con pieles, que la más pintada no lo usara mejor. Y le había salido por poco más de nada, atendido lo que generalmente cuestan estas piezas… Le estaban arreglando una capota, que… vamos; el día que la estrenara había de llamar la atención… Estas reflexiones fueron como un inciso en lo que aquella tarde pensaba la señora, inciso que se abrió al ver pasar a Guillermina, cerrándose cuando la virgen y fundadora desapareció por la calle abajo. ... 
 
 
							  En la línea 1329
   del libro  Veinte mil leguas de viaje submarino
 del afamado autor Julio Verne
  ... Nuestra presa pertenecía a la más hermosa de las ocho especies conocidas en Papuasia y en la islas vecinas, es decir, a la llamada «gran esmeralda» que es, además, una de las más raras. Medía unos tres decímetros de largo. Su cabeza era relativamente pequeña y los ojos, situados cerca de la abertura del pico, eran también de pequeño tamaño. Todo él era una sinfonía de colores: el amarillo del pico, el marrón de las patas y de las uñas, el siena de las alas que en sus extremidades se tornaba en púrpura, el amarillo pajizo de la cabeza y del cuello, el esmeralda de la garganta, el marrón de la pechuga y del vientre. Las plumas, largas y ligeras de la cola, de una finura admirable, realzaban la belleza de este maravilloso pájaro, poéticamente llamado por los indígenas «pájaro de sol». ... 
 
 
							  En la línea 2219
   del libro  Veinte mil leguas de viaje submarino
 del afamado autor Julio Verne
  ... Entre las aguas vivamente iluminadas por nuestra luz eléctrica serpenteaban algunas lampreas, de un metro de longitud, comunes a casi todas las zonas dimáticas. Algunas rayas de cinco pies de ancho, de vientre blanco y dorso gris ceniza con manchas, evolucionaban como grandes chales llevados por la corriente. Otras rayas pasaban tan rápidamente que no pude reconocer si merecían ese nombre de águilas que les dieron los griegos, o las calificaciones de rata, de sapo o de murciélago que les dan los pescadores marinos. Escualos milandros, de doce pies de longitud, tan temidos por los buceadores, competían en velocidad entre ellos. Como grandes sombras azuladas vimos zorras marinas, animales dotados de una extremada finura de olfato, de unos ocho pies de longitud. Las doradas, del género esparo, mostraban sus tonos de plata y de azul cruzados por franjas que contrastaban con lo oscuro de sus aletas; peces consagrados a Venus, con el ojo engastado en un anillo de oro; especie preciosa, amiga de todas las aguas, dulces o saladas, que habita ríos, lagos y océanos, bajo todos los climas, soportando todas las temperaturas, y cuya raza, que remonta sus orígenes a las épocas geológicas de la Tierra, ha conservado la belleza de sus primeros días. Magníficos esturiones, de nueve a diez metros de largo, dotados de gran velocidad, golpeaban con su cola poderosa los cristales de nuestro observatorio y nos mostraban su lomo azulado con manchas marrones; se parecen a los escualos, cuya fuerza no igualan, sin embargo; se encuentran en todos los mares, y en la primavera remontan los grandes ríos, en lucha contra las corrientes del Volga, del Danubio, del Po, del Rin, del Loira, del Oder-… y se alimentan de arenques, caballas, salmones y gádidos; aunque pertenezcan a la clase de los cartilaginosos, son delicados; se comen frescos, en salazón, escabechados, y, en otro tiempo, eran llevados en triunfo a las mesas de los Lúculos. ... 
 
 							  
							    Más información sobre la palabra Finura en internet
								 Finura en la RAE. 
								 Finura en Word Reference. 
								
								 Finura en la wikipedia.  
								
								 Sinonimos de Finura. 
  
								
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