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La palabra excursiones
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la palabra excursiones

La palabra Excursiones ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece excursiones.

Estadisticas de la palabra excursiones

Excursiones es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 13233 según la RAE.

Excursiones aparece de media 5.39 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la excursiones en las obras de referencia de la RAE contandose 820 apariciones .

Errores Ortográficos típicos con la palabra Excursiones

Cómo se escribe excursiones o hexcursiones?
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Más información sobre la palabra Excursiones en internet

Excursiones en la RAE.
Excursiones en Word Reference.
Excursiones en la wikipedia.
Sinonimos de Excursiones.

Algunas Frases de libros en las que aparece excursiones

La palabra excursiones puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 861
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los amigos huían de acompañar en sus excursiones a aquel andarín ágil, de piernas incansables, que proclamaba la marcha como el más eficaz de los remedios, y hablaba de Kant, presentando como un ejemplo los paseos de cuatro horas que daba el filósofo todos los días, llegando sano a una extrema vejez gracias a este apacible ejercicio. ...

En la línea 1308
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El, sólo él, era el responsable de lo que ocurría. Su presencia soliviantaba a la gente trabajadora, haciéndola tan audaz y revoltosa como en tiempos de _La Mano Negra_. Los principales agitadores de las asociaciones obreras, que veneraban al revolucionario, le habían rogado que huyese, temiendo por su vida. Las indicaciones de los poderosos, equivalían a una amenaza de muerte. Acostumbrados los trabajadores a la represión y la violencia, temblaban por Salvatierra. Tal vez le matasen una noche en cualquier calle, sin que la justicia encontrase jamás al autor. Era posible que la autoridad, aprovechando las largas excursiones de Salvatierra por el campo, lo sometiese a mortales tormentos o lo _suprimiera_ de una paliza en despoblado, como lo había hecho con otros más humildes. ...

En la línea 2472
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El _contrabandista_ estuvo conmigo dos días más, al cabo de los cuales se volvió a Córdoba montado en el grotesco animal que me había traído a mí todo el viaje; la _jaca_ se la compré yo, porque en el camino aprecié sus facultades, y pensé que podría utilizarla en mis excursiones futuras. ...

En la línea 5593
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Vaya usted a Villaseca lo primero, y desde allí puede usted emprender excursiones con el _señor_ Antonio. ...

En la línea 106
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Seguí una senda que me condujo a un magnífico bosque, y bien pronto se desplegó ante mis ojos una de esas admirables vistas tan comunes en los alrededores de Río. Me encontraba a una altura como de unos 500 o 600 pies; desde esa elevación el paisaje adquiere sus matices más brillantes; las formas y los colores superan tan por completo en magnificencia a todo cuanto un europeo ha podido ver en su país, que carece de expresiones para pintar lo que siente. El efecto general me recordaba las más brillantes decoraciones de la Opera. Nunca regresaba de esas excursiones con las manos vacías. Esta vez topé con un ejemplar de un hongo curioso, llamado Hymenophallus. ...

En la línea 311
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... En mis diarias excursiones por los alrededores de Bahía Blanca solía encontrar muchos. ...

En la línea 520
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Aparte de las osamentas que he hallado durante mis breves excursiones, he oído hablar de otras muchas y fácilmente se comprende de dónde provienen los nombres de Río del animal, Colina del gigante, etc. En otros sitios he oído hablar de la propiedad maravillosa que tienen ciertos ríos de convertir las osamentas pequeñas en grandes; según otras versiones, las mismas osamentas crecen Por lo que he podido estudiar acerca de este asunto, ninguno de esos animales murió, como se creía antiguamente, en los pantanos o en los ríos fangosos del país tal como hoy está; por el contrario, estoy convencido de que esos esqueletos han quedado descubiertos por las corrientes de agua que cortan los sedimentos subacuosos donde habían quedado sepultos antes. En todo caso, hay una conclusión a la cual se llega forzosamente: que la superficie entera de las Pampas constituye una inmensa sepultura para aquellos gigantescos cuadrúpedos extintos. ...

En la línea 1259
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... s indios guían su marcha, durante esas excursiones, por la posición del sol, de tal manera que cuando está el cielo cubierto se ven obligados a detenerse. ...

En la línea 3329
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En la época en que venían las sobrinas, había además de tertulia conciertos, comidas, excursiones al campo, todo como en los mejores tiempos. ...

En la línea 4574
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¡Programa! —gritó don Víctor —: al teatro dos veces a la semana por lo menos; a la tertulia de la Marquesa cada cinco o seis días, al Espolón todas las tardes que haga bueno; a las reuniones de confianza del Casino en cuanto se inauguren este año; a las meriendas de la Marquesa, a las excursiones de la high life vetustense, y a la catedral cuando predique don Fermín y repiquen gordo. ...

En la línea 6632
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Los demás se acomodaron en un coche antiguo de viaje, sólido, pero de mala facha, tirado por cuatro caballos; era el que servía ordinariamente al Marqués en sus excursiones por la provincia, para llevar y traer electores unas veces y otras para cazar acaso en terreno vedado. ...

En la línea 7846
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Al principio Ana se había dejado llevar a paseo, a todos los paseos, al teatro, a la tertulia de Vegallana, a las excursiones campestres; pero pronto se declaró cansada y opuso una resistencia pasiva que no pudieron vencer D. ...

En la línea 1172
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El cardenal César Borgia, completamente solo y disfrazado de caballero de Rodas, salía de Roma para examinar de cerca las operaciones militares. Quería estudiar sobre el terreno la estrategia y las maniobras de un capitán famoso como lo era Guidobaldo, amaestrándose secretamente para sus empresas futuras. Con tanta audacia avanzaba en dichas excursiones, que una vez, a orillas del lago Braciano, sólo pudo salvarse de los enemigos gracias a la ligereza de su corcel. ...

En la línea 516
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Las tres señoras estuvieron un momento solas, hablando de aquel proyecto de Guillermina, que seguía cose que te cose, ayudada por Jacinta. Hacía algún tiempo que a esta se le había despertado vivo entusiasmo por las empresas de la Pacheco, y a más de reservarle todo el dinero que podía, se picaba los dedos cosiendo para ella durante largas horas. Es que sentía un cierto consuelo en confeccionar ropas de niño y en suponer que aquellas mangas iban a abrigar bracitos desnudos. Ya había hecho dos visitas al asilo de la calle de Alburquerque y acompañado una vez a Guillermina en sus excursiones a las miserables zahúrdas donde viven los pobres de la Inclusa y Hospital. ...

En la línea 708
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y no se habló más del loco. Por la noche fue Guillermina, y Jacinta, que conservaba la mugrienta tarjeta con las señas de Ido, se la dio a su amiga para que en sus excursiones le socorriese. En efecto, la familia del corredor de obras (Mira el Río 12), merecía que alguien se interesara por ella. Guillermina conocía la casa y tenía en ella muchos parroquianos. Después de visitarla, hizo a su amiguita una pintura muy patética de la miseria que en la madriguera de los Idos reinaba. La esposa era una infeliz mujer, mártir del trabajo y de la inanición, humilde, estropeadísima, fea de encargo, mal pergeñada. Él ganaba poco, casi nada. Vivía la familia de lo que ganaban el hijo mayor, cajista, y la hija, polluela de buen ver que aprendía para peinadora. ...

En la línea 1660
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Por esto le gustaba más, cuando el tiempo no era muy frío, vagar por las calles, embozadito en su pañosa, viendo escaparates y la gente que iba y venía, parándose en los corros en que cantaba un ciego, y mirando por las ventanas de los cafés. En estas excursiones podía muy bien emplear dos horas sin cansarse, y desde que se daba cuerda y cogía impulso, el cerebro se le iba calentando, calentando hasta llegar a una presión altísima en que el joven errante se figuraba estar persiguiendo aventuras y ser muy otro de lo que era. La calle con su bullicio y la diversidad de cosas que en ella se ven, ofrecía gran incentivo a aquella imaginación, que al desarrollarse tarde, solía desplegar los bríos de que dan muestras algunos enfermos graves. Al principio no le llamaban la atención las mujeres que encontraba; pero al poco tiempo empezó a distinguir las guapas de las que no lo eran, y se iba en seguimiento de alguna, por puro éxtasis de aventura, hasta que encontraba otra mejor y la seguía también. Pronto supo distinguir de clases, es decir, llegó a tener tan buen ojo, que conocía al instante las que eran honradas y las que no. Su amigo Ulmus sylvestris, que a veces le acompañaba, indújole a romper la reserva que su encogimiento le imponía, y Maximiliano conoció a algunas que había visto más de una vez y que le habían parecido muy guapetonas. Pero su alma permanecía serena en medio de sus tentativas viciosas: las mismas con quienes pasó ratos agradables le repugnaban después, y como las viera venir por la calle, les huía el bulto. ...

En la línea 4697
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Apretaba el calor, y las escenas que he descrito se repetían, reproduciéndose con ese amaneramiento que suele tomar la vida humana en ciertos periodos, cual fatigado artista que descuida la renovación de la forma. Los paseítos por la noche para tomar el tranvía del barrio; las excursiones a algún teatro de verano; las tertulias en casa de Samaniego o de Rubín; las garatusas del crítico en la calle; la romántica figura de Olimpia colgada en el balcón como una muestra o insignia que dijera: «aquí se ama por lo fino»; las extravagancias de Ballester; los espasmos de Maxi, todo continuaba repitiéndose de día en día con regularidad de programa. ...

En la línea 2360
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Cuando me volvía, veía el blanquecino fanal del Nautilus que comenzaba a palidecer en la lejanía. Las aglomeraciones de piedras de que acabo de hablar estaban dispuestas en el fondo oceánico según una cierta regularidad que no podía explicarme. Veía surcos gigantescos que se perdían en la lejana oscuridad y cuya longitud escapaba a toda evaluación. Habría otras particularidades de dificil interpretación. Me parecía que mis pesadas suelas de plomo iban aplastando un lecho de osamentas que producían secos chasquidos. ¿Qué era esa vasta llanura que íbamos recorriendo? Hubiera querido interrogar al capitán, pero su lenguaje de gestos que le permitía comunicarse con sus compañeros durante sus excursiones submarinas, me era todavía incomprensible. ...

En la línea 361
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... A veces, en el extranjero, los rusos son timoratos en exceso. Obsesionados por las conveniencias, temen enormemente el qué dirán y la manera cómo serán mirados. En una palabra, se diría que llevan corsé, sobre todo los que pretenden darse importancia. Adoptan, desde un principio, una actitud determinada, que siguen servilmente en los hoteles, las excursiones, las reuniones… ...


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