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La palabra demencia
Cómo se escribe

la palabra demencia

La palabra Demencia ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece demencia.

Estadisticas de la palabra demencia

Demencia es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 13316 según la RAE.

Demencia aparece de media 5.34 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la demencia en las obras de referencia de la RAE contandose 811 apariciones .


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece demencia

La palabra demencia puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1192
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... «Este hispanoitaliano—se dijo Borja—, sereno y frío en los cálculos de la política y la guerra, mostraba una furia que casi era demencia cuando alguien insultaba a sus más próximos parientes. Algunos de sus crímenes no tuvieron otro origen. Además, por un pundonor que parecía heredado de sus abuelos valencianos, nunca quiso encargar a otros sus venganzas de familia. Era él quien debía realizarías por su propia mano.» ...

En la línea 1220
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Tan violento fue el dolor de Alejandro, que tomó aspecto de demencia. El hombre meridional, con sus complejidades inexplicables y sus arrepentimientos ardorosos, reaparecía en este varón siempre sereno y jocundo. Tres días estuvo encerrado en su cámara, sollozando como un niño. A través de las puertas se escuchaban sus lamentos entremezclados con rezos o imprecaciones terribles. Del miércoles al sábado no tuvo un solo instante de calma. El cardenal de Segovia, su allegado más íntimo, permaneció en el umbral de su puerta durante los tres días, siendo el único que pudo decidirle finalmente a que comiese un poco. ...

En la línea 418
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... No pretendo hacerle creer, gentleman, que la guerra era algo nuevo en nuestra historia y solo la habíamos conocido después que Eulame trajo sus inventos del país de los gigantes. Habíamos tenido guerras desde las épocas más remotas, como creo que las tuvieron todos los grupos humanos. Pero eran guerras con pequeños ejércitos, que no alteraban la vida del país; guerras sostenidas por tropas de combatientes voluntarios y profesionales; una especie de lujo sangriento, de elegancia mortífera, que se permitían nuestros viejos emperadores de tarde en tarde. Pero después de la demencia ambiciosa de Eulame y del perfeccionamiento de los medios de destrucción, las guerras fueron de pueblo a pueblo, y toda la juventud de un país, abandonando campos y talleres, corría a matar la juventud vigorosa del otro país que había hecho lo mismo. ...

En la línea 425
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... No había un país que dejase de alabar la paz, pero esta paz debía hacerse de acuerdo con sus gustos y ambiciones. Todos querían que las cosas fuesen no como deben ser, sino con arreglo a sus conveniencias. Y los catorce artículos o puntos se vieron retorcidos y desfigurados de tal modo, que acabaron por convertirse prácticamente en otras tantas calamidades. Así ocurre siempre con las leyes hechas por los hombres y aplicadas por los hombres. Los pueblos sintieron la necesidad de poner remedio a esta demencia general. Era preciso suprimir las guerras, resolver las cuestiones entre los países por medio de tribunales, como se resuelven las diferencias entre los individuos. Y cada Estado designó varios representantes, que se reunieron en esta ciudad, formando un organismo llamado Sociedad de las Naciones. ...

En la línea 491
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La asociación benéfica a que pertenecía no se acomodaba al ánimo emprendedor de Guillermina, pues quería ella picar más alto, intentando cosas verdaderamente difíciles y tenidas por imposibles. Sus talentos de fundadora se revelaron entonces, asustando a todo aquel señorío que no sabía salir de ciertas rutinas. Algunas amigas suyas aseguraron que estaba loca, porque demencia era pensar en la fundación de un asilo para huerfanitos, y mayor locura dotarle de recursos permanentes. Pero la infatigable iniciadora no desmayaba, y el asilo fue hecho, sosteniéndose en los tres primeros años de su difícil existencia con parte de la renta que le quedaba a Guillermina y con los donativos de sus parientes ricos. Pero de pronto la institución empezó a crecer; se hinchaba y cundía como las miserias humanas, y sus necesidades subían en proporciones aterradoras. La dama pignoró los restos de su legítima; después tuvo que venderlos. Gracias a sus parientes, no se vio en el trance fatal de tener que mandar a la calle a los asilados a que pidieran limosna para sí y para la fundadora. Y al propio tiempo repartía periódicamente cuantiosas limosnas entre la gente pobre de los distritos de la Inclusa y Hospital; vestía muchos niños, daba ropa a los viejos, medicinas a los enfermos, alimentos y socorros diversos a todos. Para no suspender estos auxilios y seguir sosteniendo el asilo era forzoso buscar nuevos recursos. ¿Dónde y cómo? Ya las amistades y parentescos estaban tan explotados, que si se tiraba un poco más de la cuerda, era fácil que se rompiera. Los más generosos empezaban a poner mala cara, y los cicateros, cuando se les iba a cobrar la cuota, decían que no estaban en casa. ...

En la línea 682
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Su mirada infundió tanto terror a Jacinta, que dijo por señas a su marido que le dejara salir. Pero el otro, queriendo divertirse un rato, hostigó la demencia de aquel pobre hombre para que saltara. ...

En la línea 707
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Es lo más inofensivo que te puedes figurar. Siempre que va a casa de Joaquín, le pinchamos para que hable de la adúuultera. Su demencia es que su mujer se la pega con un grande de España. Fuera de eso, es razonable y muy veraz en cuanto habla. ¿De qué provendrá esto, Dios mío? Lo que tú dices, el no comer. Este hombre ha sido también autor de novelas, y de escribir tanto adulterio, no comiendo más que judías, se le reblandeció el cerebro. ...

En la línea 1422
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fueron todos a almorzar y el misterio continuaba. Cuenta Jacinta que nunca como en aquella ocasión sintió ganas de dar a una persona de bofetadas y machacarla contra el suelo. Hubiera destrozado a Federico Ruiz, cuya charla insustancial y mareante, como zumbido de abejón, se interponía entre ella y su marido. El maldito tenía en aquella época la demencia de los castillos; estaba haciendo averiguaciones sobre todos los que en España existen más o menos ruinosos, para escribir una gran obra heráldica, arqueológica y de castrametación sentimental, que aunque estuviese bien hecha no había de servir para nada. Mareaba a Cristo con sus aspavientos por si tales o cuales ruinas eran bizantinas, mudéjares o lombardas con influencia mozárabe y perfiles románicos. «¡Oh!, ¡el castillo de Coca!, ¿pues y el de Turégano?… Pero ninguno llegaba a los del Bierzo… ¡Ah!, ¡el Bierzo!… la riqueza que hay en ese país es un asombro». Luego resultaba que la tal riqueza era de muros despedazados, de aleros podridos y de bastiones que se caían piedra a piedra. Ponía los ojos en blanco, las manos en cruz y los hombros a la altura de las orejas para decir: «hay una ventana en el Castillo de Ponferrada que… vamos… no puedo expresar lo que es aquello… ». Creeríase que por la tal ventana se veía al Padre Eterno y a toda la Corte Celestial. «Caramba con la ventana—pensaba Jacinta, a quien le estaba haciendo daño el almuerzo—. Me gustaría de veras si sirviera para tirarte por ella a la calle con todos tus condenados castillos». ...

Más información sobre la palabra Demencia en internet

Demencia en la RAE.
Demencia en Word Reference.
Demencia en la wikipedia.
Sinonimos de Demencia.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Demencia

Cómo se escribe demencia o demenzia?

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