La palabra Delirio ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece delirio.
Estadisticas de la palabra delirio
Delirio es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 7397 según la RAE.
Delirio aparece de media 11.41 veces en cada libro en castellano.
Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la delirio en las obras de referencia de la RAE contandose 1734 apariciones .
Errores Ortográficos típicos con la palabra Delirio
Cómo se escribe delirio o delirrio?
Más información sobre la palabra Delirio en internet
Delirio en la RAE.
Delirio en Word Reference.
Delirio en la wikipedia.
Sinonimos de Delirio.

la Ortografía es divertida

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece delirio
La palabra delirio puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1035
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Se imaginó estar en pleno delirio, viendo extravagancias, y varias veces volvió la cabeza creyendo percibir en la oscuridad aquel perro que le lamía las manos y tenía la cara que Tonet, recuerdo que aún le hacía reír. ...
En la línea 2391
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero no; el delirio continuaba todavía. ...
En la línea 4751
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Gracias, D'Artagnan -exclamó Aramis casi en delirio-. ...
En la línea 6295
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Como D'Artagnan había presumido, Milady, al recibir la carta, le había dicho todo a su criada en el delirio de su alegría; luego, como recompensa por la forma de haber hecho el encargo esta vez, le había dado una bolsa. ...
En la línea 9445
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Capítulo LVIIUn recurso de tragedia clásicaTras un momento de silencio, empleado por Milady en observar al joven que la escuchaba, continuó su relato:-Hacía casi tres días que no había comido ni bebido, sufría torturas atroces: a veces pasaban por mí como nubes que me apretaban la frente, que me tapaban los ojos: era el delirio. ...
En la línea 5908
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Tuve varios ataques de delirio; durante uno de ellos me imaginé que estaba en la plaza de Martín Muñoz empeñado en una lucha a muerte con el cabecilla Balmaseda. ...
En la línea 8126
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La ópera, la ópera era el delirio de aquellos escribanos y concejales: pagaban un dineral por oír un cuarteto que a ellos se les antojaba contratado en el cielo y que sonaba como sillas y mesas arrastradas por el suelo con motivo de un desestero. ...
En la línea 9329
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Al saber que había pasado seis días en aquella torpeza con intervalos de exaltación y delirio, extrañó mucho que se le hubiese hecho tan corto aquel largo martirio. ...
En la línea 9397
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Parecíale sentir todavía el roce de los fantasmas groseros y cínicos, cubiertos de peste; oler hediondas emanaciones de sus podredumbres, respirar en la atmósfera fría, casi viscosa, de los subterráneos en que el delirio la aprisionaba. ...
En la línea 11444
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Poco después empezaba el delirio. ...
En la línea 357
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —No, no; esto no es delirio, es arrepentimiento—añadió Santa Cruz, quien, al moverse, por poco se cae, y tuvo que apoyar las manos en el suelo—. ¿Crees acaso que el vino… ? ¡Oh! no, hija mía, no me hagas ese disfavor. Es que la conciencia se me ha subido aquí al cuello, a la cabeza, y me pesa tanto, que no puedo guardar bien el equilibrio… Déjame que me prosterne ante ti y ponga a tus pies todas mis culpas para que las perdones… No te muevas, no me dejes solo, por Dios… ¿A dónde vas? ¿No ves mi aflicción? ...
En la línea 1212
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Las dos damas celebraron aquella broma mientras le arreglaban la cama. Guillermina había salido de la casa sin despedirse, y poco a poco se fueron marchando los demás. Antes de las doce, todo estaba en silencio, y los papás se retiraron a su habitación, después de encargar a Jacinta que estuviese muy a la mira para que el Delfín no se desabrigara. Este parecía dormido profundamente, y su esposa se acostó sin sueño, con el ánimo más dispuesto a la centinela que al descanso. No había transcurrido una hora, cuando Juan despertó intranquilo, rompiendo a hablar de una manera algo descompuesta. Creyó Jacinta que deliraba, y se incorporó en su cama; mas no era delirio, sino inquietud con algo de impertinencia. Procuró calmarle con palabras cariñosas; pero él no se daba a partido. «¿Quieres que llame?».—«No; es tarde, y no quiero alarmar… Es que estoy nervioso. Se me ha espantado el sueño. Ya se ve; todo el día en este pozo del aburrimiento. Las sábanas arden y mi cuerpo está frío». ...
En la línea 2380
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fortunata se manifestó conforme con estas ideas. Algo había oído ella contar del desmedido afán de aquella señora por tener hijos; pero Mauricia le dijo algo más, contándole también el caso del Pituso, a quien Jacinta quiso recoger creyéndolo hijo de su marido y de la propia Fortunata. Tal efecto hizo en esta la historia de aquel increíble caso de delirio maternal y de pasión no satisfecha, que estuvo tres días sin poder apartarlo del pensamiento. ...
En la línea 2699
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fortunata estuvo muy desvelada aquella noche. Lloraba a ratos como una Magdalena, y poníase luego a recordar cuanto le dijo el padre Pintado y el remedio de la devoción a la Santísima Virgen. Durmiose al fin rezando, y soñó que la Virgen la casaba, no con Maxi, sino con su verdadero hombre, con el que era suyo a pesar de los pesares. Despertó sobresaltada, diciendo: «Esto no es lo convenido». En el delirio de su febril insomnio, pensó que D. León la había engañado y que la Virgen se pasaba al enemigo, «Pues para esto no se necesitaba tanto Padre Nuestro y tanta Ave María… ». Por la mañana reíase de aquellos disparates, y sus ideas fueron más reposadas. Vio claramente que era locura no seguir el camino por donde la llevaban, que era sin duda el mejor. «¡Hala!, honrada a todo trance. Ya me defenderé de cuantas trampas se me quieran armar». ...
En la línea 276
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Corrió por diez o quince minutos, despertando con sus gritos los ecos de los bosques tenebrosos, pero al cabo se detuvo anhelante y medio muerto. Cayó, rodando por el suelo. Por todas partes veía enemigos. Presa de un espantoso delirio, Sandokán caía y se levantaba, y volvía a caer. ...
En la línea 292
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Me alegra verlo tranquilo. Ya llevaba tres días sin que el delirio lo dejara un solo momento. ...
En la línea 309
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Tendido en una playa, presa de un delirio terrible. ¿Adónde se dirigía cuando lo asaltaron? ...
En la línea 318
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¿Qué me sucede? —se preguntaba—. ¿Me vuelve el delirio? ...
En la línea 327
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Un febril temblor nervioso se había apoderado de él. Se estremecía. Tenía frío a pesar de que el calor era insoportable. Cediendo a una especie de necesidad interior y casi inconsciente, hizo un gran esfuerzo para fijar su atención en las diversas cosas que veía, con objeto de librarse de sus pensamientos; pero el empeño fue vano: a cada momento volvía a caer en su delirio. Estaba absorto unos instantes, se estremecía, levantaba la cabeza, paseaba la mirada a su alrededor y ya no se acordaba de lo que estaba pensando hacía unos segundos. Ni siquiera reconocía las calles que iba recorriendo. Así atravesó toda la isla Vasilievski, llegó ante el Pequeño Neva, pasó el puente y desembocó en las islas menores. ...
En la línea 571
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Sin embargo, poco a poco iban acudiendo a su mente otros pensamientos. Incluso llegó a caer en una especie de delirio. A veces se olvidaba de las cosas esenciales y fijaba su atención en los detalles más superfluos. Sin embargo, como dirigiera una mirada a la cocina y viese que debajo de un banco había un cubo con agua, se le ocurrió lavarse las manos y limpiar el hacha. Sus manos estaban manchadas de sangre, pegajosas. Introdujo el hacha en el cubo; después cogió un trozo de jabón que había en un plato agrietado sobre el alféizar de la ventana y se lavó. ...
En la línea 631
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En pie ante la puerta, Raskolnikof asía fuertemente el mango del hacha. Era presa de una especie de delirio. Estaba dispuesto a luchar con aquellos hombres si conseguían entrar en el departamento. Al oír sus golpes y sus comentarios, más de una vez había estado a punto de poner término a la situación hablándoles a través de la puerta. A veces le dominaba la tentación de insultarlos, de burlarse de ellos, e incluso deseaba que entrasen en el piso. «¡Que acaben de una vez!» pensaba. ...
En la línea 677
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Sintiéndose en el límite de sus fuerzas, se sentó en el diván. Otra vez recorrieron su cuerpo los escalofríos de la fiebre. Maquinalmente se apoderó de su destrozado abrigo de estudiante, que tenía al alcance de la mano, en una silla, y se cubrió con él. Pronto cayó en un sueño que tenía algo de delirio. ...
En la línea 1160
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Era un delirio, delirio que interrumpía de vez en cuando una risa nerviosa que comenzaba a espantarme. ...
En la línea 1185
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Así yo, sin duda, pagaba por Des Grieux y aparecía como culpable sin serlo. Verdad es que todo aquello no era más que puro delirio; y aun sabiendo que deliraba, no hice caso de su locura. ¿Es tal vez eso lo que no puede perdonarme ahora? Sabía muy bien lo que hacía cuando vino a mi habitación con la carta de Des Grieux… En suma, era consciente de sus actos. ...
En la línea 1252
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ¿Qué diré de mi estancia en París? Fue, sin duda, un verdadero delirio, el colmo de la extravagancia. ...
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