La palabra Debate ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece debate.
Estadisticas de la palabra debate
Debate es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 1321 según la RAE.
Debate tienen una frecuencia media de 70.11 veces en cada libro en castellano
Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la debate en 150 obras del castellano contandose 10657 apariciones en total.
Más información sobre la palabra Debate en internet
Debate en la RAE.
Debate en Word Reference.
Debate en la wikipedia.
Sinonimos de Debate.

la Ortografía es divertida

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece debate
La palabra debate puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 6413
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... El Magistral, Ripamilán, don Víctor, don Álvaro, el Marqués y el médico llevaban el peso de la conversación general; Vegallana y el Magistral tendían a los asuntos serios, pero Ripamilán y don Víctor daban a todo debate un sesgo festivo y todos acababan por tomarlo a broma. ...
En la línea 10725
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y sostenía la tesis contraria para mantener animado el debate. ...
En la línea 2104
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Doña Lupe corrió a ver a Maximiliano, que después de empezar a vestirse, había tenido que echarse otra vez en la cama. Provocado sin duda por las emociones de aquellos días, por el largo debate con su hermano Nicolás, y más aún quizás por los insufribles ronquidos de este, apareció el temido acceso. Desde media noche sintió Maxi un entorpecimiento particular dentro de la cabeza, acompañado del presagio del mal. La atonía siguió, con el deseo de sueño no satisfecho y luego una punzada detrás del ojo izquierdo, la cual se aliviaba con la compresión bajo la ceja. El paciente daba vueltas en la cama buscando posturas, sin encontrar la del alivio. Resolvíase luego la punzada en dolor gravitativo, extendiéndose como un cerco de hierro por todo el cráneo. El trastorno general no se hacía esperar, ansiedad, náuseas, ganas de moverse, a las que seguían inmediatamente ganas más vivas todavía de estarse quieto. Esto no podía ser, y por fin le entraba aquella desazón epiléptica, aquel maldito hormigueo por todo el cuerpo. Cuando trató de levantarse parecíale que la cabeza se le abría en dos o tres cascos, como se había abierto la hucha a los golpes de la mano del almirez. Sintió entrar a su tía. Doña Lupe conocía tan bien la enfermedad, que no tenía más que verle para comprender el periodo de ella en que estaba. ...
En la línea 3060
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En las tertulias de los cafés hay siempre dos categorías de individuos, una es la de los que ponen la broza en la conversación, llevando noticias absurdas o diciendo bromas groseras sobre personas y cosas; otra es la de los que dan la última palabra sobre lo que se debate, soltando un juicio doctoral y reduciendo a su verdadero valor las bromas y los dicharachos. Donde quiera que hay hombres, hay autoridad, y estas autoridades de café, definiendo a veces, a veces profetizando y siempre influyendo, por la sensatez aparente de sus juicios, sobre la vulgar multitud, constituyen una especie de opinión, que suele traslucirse a la prensa, allí donde no existe otra de mejor ley. ...
En la línea 3354
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Después hubo debate sobre quesos, diciendo D. Baldomero que los del Reino son también muy buenos. Luego tratose de las casas, que Moreno calificó de inhabitables. «Por eso todo el mundo vive en la calle». ...
En la línea 5501
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al principio no dijo nada, esperando dar la sorpresa de sopetón; pero sus amigos conocieron que no era el mismo hombre. Daba un sonsonete de autoridad a sus palabras, medíalas mucho, tomaba el café con más pausa que de costumbre, y a cada momento echaba una frasecilla de protección. «Pero amigo Montes, no hay que apurarse… ya veremos, ya veremos si se te puede meter en algún hueco… D. Basilio me tiene que dar unos datos que necesito sobre la recaudación de la provincia de X… Oiga usted, Relimpio, no se dé prisa a presentar la memoria, porque esta situación dura. Cánovas tiene para un rato. Es hombre que entiende la aguja de marear». Y como se suscitara un debate político de los más graves, Rubín se puso de parte de los que defendían la tesis más razonable, conciliadora y templada. «Pero ustedes, ¿qué creen, que una sociedad puede vivir siempre soñando con trastornos? Seamos prácticos, señores, seamos prácticos, y no confundamos las pandillas de politicastros con el verdadero país». ...
En la línea 3475
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Usted no comprende nada, se lo repito. La situación de esa muchacha le autoriza a pensar así, desde luego; pero no se trata de eso, no, de ningún modo. Usted la desprecia sin más ni más. Aferrándose a un hecho que le parece, erróneamente, despreciable, se niega a considerar humanamente a un ser humano. Usted no sabe cómo es esa joven. Lo que me contraría es que en estos últimos tiempos ha dejado de leer. Ya no me pide libros, como hacía antes. También me disgusta que, a pesar de toda su energía y de todo el espíritu de protesta que ha demostrado, dé todavía pruebas de cierta falta de resolución, de independencia, por decirlo así; de negación, si quiere usted, que le impide romper con ciertos prejuicios… , con ciertas estupideces. Sin embargo, esa muchacha comprende perfectamente muchas cosas. Por ejemplo se ha dado exacta cuenta de lo que supone la costumbre de besar la mano, mediante la cual el hombre ofende a la mujer, puesto que le demuestra que no la considera igual a él. He debatido esta cuestión con mis compañeros y he expuesto a la chica los resultados del debate. También me escuchó atentamente cuando le hablé de las asociaciones obreras de Francia. Ahora le estoy explicando el problema de la entrada libre en las casas particulares en nuestra sociedad futura. ...
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