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La palabra capilla
Cómo se escribe

la palabra capilla

La palabra Capilla ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece capilla.

Estadisticas de la palabra capilla

Capilla es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 5302 según la RAE.

Capilla aparece de media 17.11 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la capilla en las obras de referencia de la RAE contandose 2601 apariciones .

Errores Ortográficos típicos con la palabra Capilla

Cómo se escribe capilla o sapilla?
Cómo se escribe capilla o capiya?

Más información sobre la palabra Capilla en internet

Capilla en la RAE.
Capilla en Word Reference.
Capilla en la wikipedia.
Sinonimos de Capilla.


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece capilla

La palabra capilla puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 641
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... En el centro, la torre señorial, que se veía desde Jerez, dominando las colinas cubiertas de viñas que hacían de los Dupont los primeros propietarios de la comarca: una construcción pretenciosa de ladrillo rojo, con la base y los ángulos de piedra blanca; unidas las agudas almenas de su remate por una barandilla de hierro que convertía en terraza vulgar el coronamiento de una obra semifeudal. A un lado estaba lo mejor de Matanzuela, lo que don Pablo había cuidado más de sus nuevas construcciones, la capilla espaciosa, ornada de columnas y mármoles como un gran templo. Al otro lado permanecía casi intacta la obra del antiguo Marchamalo. Apenas si con una ligera reparación se había fortalecido este cuerpo de edificio, bajo y con arcadas, en el que estaban las habitaciones del capataz y el dormitorio de los viñadores, espacioso y desabrigado, con un _fogaril_ que ennegrecía de humo las paredes. ...

En la línea 642
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Dupont, que había traído artistas de Sevilla para decorar la iglesia, y encargado a los santeros de Valencia varias imágenes deslumbrantes de colorines y oro, sintió cierto remordimiento ante la antigua casa de los viñadores, no atreviéndose a tocarla. Tenía _mucho carácter_; equivalía a un atentado rejuvenecer con reformas este refugio de los braceros. Y el capataz siguió en sus cuartuchos, cuya vejez disimulaba María de la Luz con un cuidadoso enjalbegado, y los jornaleros durmieron vestidos sobre las esterillas de enea que les proporcionaba la generosidad de don Pablo, mientras las santas imágenes permanecían entre mármoles y dorados, semanas enteras, sin ser vistas de nadie, pues las puertas de la capilla sólo se abrían cuando el amo llegaba a Marchamalo. ...

En la línea 725
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La campana de la capilla comenzó a voltear en su espadaña, dando el primer toque para la misa. Nadie había de llegar de fuera de la viña, pero don Pablo deseaba que sonasen los tres toques y que fueran largos, hasta que no pudiese más el gañán que tiraba de la cuerda. Le alegraba este estrépito metálico: creía que era la voz de Dios extendiéndose sobre sus campos, protegiéndolos como tenía el deber de hacerlo, por ser su amo un buen creyente. ...

En la línea 782
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La campana lanzaba en el espacio el tercer toque. Iba a comenzar la misa. Don Pablo, desde los peldaños de la capilla, abarcó en una mirada a todo su rebaño y entró en ella con apresuramiento, pues quería edificar a la gente ayudando la misa. ...

En la línea 3586
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Los dos se encontraron entonces en una pequeña capilla tapizada toda ella de seda de Persia y brocada de oro, ardientemente iluminada por un gran número de bujías. ...

En la línea 3615
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡Patrice! -exclamó el duque, abriendo la puerta de la capilla-. ...

En la línea 3637
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Señor O'Reilly -le dijo el duque, conduciéndolo a la capilla-, ved estos herretes de diamantes y decidme cuánto vale cada pieza. ...

En la línea 10614
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... A la hora indicada, lord de Winter y los cuatro amigos se dirigieron al convento; las campanas tocaban a duelo, la capilla estaba a bierta, la verja del coro estaba cerrada. ...

En la línea 5288
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Por último, había una pequeña capilla, donde los reos de muerte pasan los tres últimos días de su existencia, en compañía de sus directores espirituales. ...

En la línea 7086
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Una linda capilla o mezquita, con su cúpula, se alza allí en su honor, adornada generalmente con banderas de varios colores. ...

En la línea 169
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Díjole también que en aquel su castillo no había capilla alguna donde poder velar las armas, porque estaba derribada para hacerla de nuevo; pero que, en caso de necesidad, él sabía que se podían velar dondequiera, y que aquella noche las podría velar en un patio del castillo; que a la mañana, siendo Dios servido, se harían las debidas ceremonias, de manera que él quedase armado caballero, y tan caballero que no pudiese ser más en el mundo. ...

En la línea 192
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Díjole como ya le había dicho que en aquel castillo no había capilla, y para lo que restaba de hacer tampoco era necesaria; que todo el toque de quedar armado caballero consistía en la pescozada y en el espaldarazo, según él tenía noticia del ceremonial de la orden, y que aquello en mitad de un campo se podía hacer, y que ya había cumplido con lo que tocaba al velar de las armas, que con solas dos horas de vela se cumplía, cuanto más, que él había estado más de cuatro. ...

En la línea 6009
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Si acaso enviudares, cosa que puede suceder, y con el cargo mejorares de consorte, no la tomes tal, que te sirva de anzuelo y de caña de pescar, y del no quiero de tu capilla, porque en verdad te digo que de todo aquello que la mujer del juez recibiere ha de dar cuenta el marido en la residencia universal, donde pagará con el cuatro tanto en la muerte las partidas de que no se hubiere hecho cargo en la vida. ...

En la línea 1277
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... erca la vaca al borde de la periagua, le colocan bajo el vientre dos ramas, cuyos extremos se apoyan en el borde; con estas palancas, derriban al animal con la cabeza hacia abajo y las patas en alto en la canoa, y allí la sujetan con cuerdas. Cucao encontramos una choza deshabitada, que es la residencia del cura cuando viene a visitar esta capilla; nos apoderamos de esta habitación, encendemos lumbre y cocemos nuestra cena, hallándonos muy a gusto. ...

En la línea 2363
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Celebró el Oficio Mister Pritchard, misionero principal de la isla. capilla, construida en madera, estaba completamente llena de gente, limpia y muy comedida, de todas edades y sexos. quedé muy satisfecho de la atención que prestaban al Oficio, pero quizá esperaba ya demasiadas lindezas. todas maneras, sería muy difícil encontrar gran diferencia entre el Oficio divino celebrado en Taití y el de una aldea cualquiera de Inglaterra. canto de los himnos era muy agradable, pero el sermón, aunque el orador se expresaba con facilidad, resultaba bastante monótono, quizá por la repetición constantes de las palabras: Tata ta mata mai ...

En la línea 2494
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... istimos al Oficio divino en la capilla de Pahia; parte de él se hace en inglés y parte en lengua indígena ...

En la línea 339
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En la segunda capilla del Norte, la más obscura, don Fermín distinguió dos señoras que hablaban en voz baja. ...

En la línea 345
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Era la capilla del Magistral. ...

En la línea 349
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Sin detenerse pasó el Magistral junto a la puerta de escape del coro; llegó al crucero; la valla que corre del coro a la capilla mayor estaba cerrada. ...

En la línea 369
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Era una capilla en forma de cruz latina, grande, fría, con cuatro bóvedas altas. ...

En la línea 109
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En sus últimos tiempos, del 70 en adelante, vestía con cierta originalidad, no precisamente por miseria, pues los de Santa Cruz cuidaban de que nada le faltase, sino por espíritu de tradición, y por repugnancia a introducir novedades en su guardarropa. Usaba un sombrero chato, de copa muy baja y con las alas planas, el cual pertenecía a una época que se había borrado ya de la memoria de los sombreros, y una capa de paño verde, que no se le caía de los hombros sino en lo que va de Julio a Septiembre. Tenía muy poco pelo, casi se puede decir ninguno; pero no usaba peluca. Para librar su cabeza de las corrientes frías de la iglesia, llevaba en el bolsillo un gorro negro, y se lo calaba al entrar. Era gran madrugador, y por la mañanita con la fresca se iba a Santa Cruz, luego a Santo Tomás y por fin a San Ginés. Después de oír varias misas en cada una de estas iglesias, calado el gorro hasta las orejas, y de echar un parrafito con beatos o sacristanes, iba de capilla en capilla rezando diferentes oraciones. Al despedirse, saludaba con la mano a las imágenes, como se saluda a un amigo que está en el balcón, y luego tomaba su agua bendita, fuera gorro, y a la calle. ...

En la línea 112
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Era Plácido hermano de la Paz y Caridad, cofradía cuyo domicilio estuvo en la derribada parroquia. Iba, pues, a auxiliar a los reos de muerte en la capilla y a darles conversación en la hora tremenda, hablándoles de lo tonta que es esta vida, de lo bueno que es Dios y de lo ricamente que iban a estar en la gloria. ¡Qué sería de los pobrecitos reos si no tuvieran quien les diera un poco de jarabe de pico antes de entregar su cuello al verdugo! ...

En la línea 175
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al día siguiente, cuando fueron a la catedral, ya bastante tarde, sabía Jacinta una porción de expresiones cariñosas y de íntima confianza de amor que hasta entonces no había pronunciado nunca, como no fuera en la vaguedad discreta del pensamiento que recela descubrirse a sí mismo. No le causaba vergüenza el decirle al otro que le idolatraba, así, así, clarito… al pan pan y al vino vino… ni preguntarle a cada momento si era verdad que él también estaba hecho un idólatra y que lo estaría hasta el día del Juicio final. Y a la tal preguntita, que había venido a ser tan frecuente como el pestañear, el que estaba de turno contestaba Chí, dando a esta sílaba un tonillo de pronunciación infantil. El Chí se lo había enseñado Juanito aquella noche, lo mismo que el decir, también en estilo mimoso, ¿me quieles?, y otras tonterías y chiquilladas empalagosas, dichas de la manera más grave del mundo. En la misma catedral, cuando les quitaba la vista de encima el sacristán que les enseñaba alguna capilla o preciosidad reservada, los esposos aprovechaban aquel momento para darse besos a escape y a hurtadillas, frente a la santidad de los altares consagrados o detrás de la estatua yacente de un sepulcro. Es que Juanito era un pillín, y un goloso y un atrevido. A Jacinta le causaban miedo aquellas profanaciones; pero las consentía y toleraba, poniendo su pensamiento en Dios y confiando en que Este, al verlas, volvería la cabeza con aquella indulgencia propia del que es fuente de todo amor. ...

En la línea 453
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Va a salir la de D. Germán en la capilla de los Dolores… Hoy reciben congrio en la casa de Martínez; me han enseñado los despachos de Laredo… llena eres de gracia; el Señor es contigo… coliflor no hay, porque no han venido los arrieros de Villaviciosa por estar perdidos los caminos… ¡Con estas malditas aguas… !, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús… ». ...

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