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La palabra calamidad
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la palabra calamidad

La palabra Calamidad ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
La llamada de la selva de Jack London
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece calamidad.

Estadisticas de la palabra calamidad

La palabra calamidad no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE

Algunas Frases de libros en las que aparece calamidad

La palabra calamidad puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1401
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La gente rica, a pesar de sus arrogancias, revelaba cierto miedo. Como era costumbre en ella, había hecho hablar a los periódicos de Madrid de la huelga de Jerez, ennegreciéndola con sombríos colores, hinchándola, como si fuese una calamidad nacional. ...

En la línea 5644
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Finalmente, el colmilludo jabalí quedó atravesado de las cuchillas de muchos venablos que se le pusieron delante; y, volviendo la cabeza don Quijote a los gritos de Sancho, que ya por ellos le había conocido, viole pendiente de la encina y la cabeza abajo, y al rucio junto a él, que no le desamparó en su calamidad; y dice Cide Hamete que pocas veces vio a Sancho Panza sin ver al rucio, ni al rucio sin ver a Sancho: tal era la amistad y buena fe que entre los dos se guardaban. ...

En la línea 856
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Las suscripciones—declaró la Venus de Médicis—, son una calamidad. Aquí José tiene poca suerte… es muy honrado y le engaña cualisquiera. El público es cosa mala, señoras, y suscritor hay que no paga ni aunque le arrastren. Luego, como el mes pasado perdió aquí (este aquí era D. José) un billete de cuatrocientos reales, el encargado de las obras se lo va cobrando, descontándole de las primas que le tocan. Por eso, naturalmente, nos hemos atrasado tanto, y lo poco que se apaña se lo birla el casero. ...

En la línea 1906
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Cuentan que doña Lupe se quedó un buen rato como quien ve visiones. Después dio a entender que algo barruntaba ella, por la conducta anómala de su sobrino. ¡Casarse con una que ha tenido que ver con muchos hombres! ¡Bah!, no sería cierto quizás. Y si lo era, pronto se había de saber; porque, eso sí, a doña Lupe no se le apagaría en el cuerpo la bomba, y aquella misma noche o al día siguiente por la mañana, Maximiliano y ella se verían las caras… Que la señora viuda de Jáuregui estaba volada, lo probó la inseguridad de su paso al recorrer la distancia entre el domicilio de las de la Caña y el suyo. Hablaba sola, y se le cayó el paraguas dos veces, y cuando se bajó a recogerlo, se le cayó el pañuelo, y por fin, en vez de entrar en el portal de su casa, entró en el próximo. ¡Como estuviera en casa el muy hipocritón, su tía le iba a poner verde! Pero no estaría seguramente, porque eran las once de la noche, y el señoritingo no entraba ya nunca antes de las doce o la una… ¡Quién lo había de decir; pero quién lo había de decir… !, aquel cuitado, aquella calamidad de chico, aquella inutilidad, tan fulastre y para poco que no tenía aliento para apagar una vela, y que a los dieciocho años, sí, bien lo podía asegurar doña Lupe, no sabía lo que son mujeres y creía que los niños que nacen vienen de París; aquel hombre fallido enamorarse así, ¡y de quién!, ¡de una mujer perdida… !, pero perdida… en toda la extensión de la palabra. ...

En la línea 2315
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... A pesar de la severidad empleada para impedir las parejas íntimas o grupos, siempre había alguna infracción hipócrita de esta observancia. Era imposible evitar que entre cuarenta o cincuenta mujeres hubiese dos o tres que se pusieran al habla, aprovechando cualquier coyuntura oportuna en las varias ocupaciones de la casa. Un sábado por la mañana Sor Natividad, que era la Superiora (por más señas la madrecita seca que recibió a Fortunata el día de su entrada), mandó a esta que brochase los baldosines de la sala de recibir. Era Sor Natividad vizcaína, y tan celosa por el aseo del convento que lo tenía siempre como tacita de plata, y en viendo ella una mota, un poco de polvo o cualquier suciedad, ya estaba desatinada y fuera de sí, poniendo el grito en el Cielo como si se tratara de una gran calamidad caída sobre el mundo, otro pecado original o cosa así. Apóstol fanático de la limpieza, a la que seguía sus doctrinas la agasajaba y mimaba mucho, arrojando tremendos anatemas sobre las que prevaricaban, aunque sólo fuera venialmente, en aquella moral cerrada del aseo. Cierto día armó un escándalo porque no habían limpiado… ¿qué creeréis?, las cabezas doradas de los clavos que sostenían las estampas de la sala. En cuanto a los cuadros, había que descolgarlos y limpiarlos por detrás lo mismo que por delante. «Si no tenéis alma, ni un adarme de gracia de Dios—les decía—, y no os habéis de condenar por malas, sino por puercas». El sábado aquel mandó, como digo, dar cera y brochado al piso de la sala, encargando a Fortunata y a otra compañera que se lo habían de dejar lo mismo que la cara del Sol. ...

En la línea 3291
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Romper, romper para siempre toda clase de relaciones con esa calamidad es lo que importa—manifestó la Delfina inquietísima, dando vueltas en el lecho—. Que no la veas más, que ni siquiera la saludes si te la encuentras por la calle… ¡Oh, qué mujer!, es mi pesadilla. ...

En la línea 1096
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¿Veinte kopeks, calamidad? ‑exclamó Rasumikhine, indignado‑. Hoy por veinte kopeks ni siquiera a ti se lo podría comprar… ¡Ochenta kopeks… ! Pero la he comprado con una condición: la de que el año que viene, cuando ya esté vieja, te darán otra gratis. Palabra de honor que éste ha sido el trato… Bueno, pasemos ahora a los Estados Unidos, como llamábamos a esta prenda en el colegio. He de advertirte que estoy profundamente orgulloso del pantalón. ...

En la línea 333
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Según avanzaba iba notando cada vez más las señales de una vida nueva. Señales foráneas de seres distintos de los que la habían habitado a lo largo del verano. Ya no se trataba de un hecho del que se percatase de forma sutil, misteriosa. Lo transmitían los pájaros, las ardillas lo comentaban, hasta la misma brisa lo comunicaba susurrando. Varias veces se detuvo a aspirar grandes bocanadas del aire fresco de la mañana, y en él leyó un mensaje que lo indujo a avanzar a grandes saltos. Lo oprimía el presentimiento de una inminente calamidad, de un desastre ya consumado; y cuando atravesó la última divisoria de aguas e inició el descenso para internarse en el valle en dirección al campamento, empezó a andar con mayores precauciones. ...


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Más información sobre la palabra Calamidad en internet

Calamidad en la RAE.
Calamidad en Word Reference.
Calamidad en la wikipedia.
Sinonimos de Calamidad.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Calamidad

Cómo se escribe calamidad o salamidad?

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