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La palabra besugo
Cómo se escribe

la palabra besugo

La palabra Besugo ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece besugo.

Estadisticas de la palabra besugo

La palabra besugo no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE

Errores Ortográficos típicos con la palabra Besugo

Cómo se escribe besugo o bezugo?
Cómo se escribe besugo o vesugo?
Cómo se escribe besugo o besujo?

Más información sobre la palabra Besugo en internet

Besugo en la RAE.
Besugo en Word Reference.
Besugo en la wikipedia.
Sinonimos de Besugo.


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece besugo

La palabra besugo puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 9103
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Señor —le dijo llorando un pobre pescador de barba blanca, con un gorro catalán en la mano —¡señor, que este año nos morimos de hambre! ¡que no da para borona la costera del besugo!. ...

En la línea 9104
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero el Magistral salió sin responder siquiera, pensando en Ana y en Mesía; y a la media hora, cuando paseaba por el Espolón solo y a paso largo, olvidando el compás de su marcha ordinaria, le repetía en los sesos, no sabía qué voz: ¡besugo, besugo! ¿Por qué se acordaba él del besugo?. ...

En la línea 9104
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero el Magistral salió sin responder siquiera, pensando en Ana y en Mesía; y a la media hora, cuando paseaba por el Espolón solo y a paso largo, olvidando el compás de su marcha ordinaria, le repetía en los sesos, no sabía qué voz: ¡besugo, besugo! ¿Por qué se acordaba él del besugo?. ...

En la línea 9104
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero el Magistral salió sin responder siquiera, pensando en Ana y en Mesía; y a la media hora, cuando paseaba por el Espolón solo y a paso largo, olvidando el compás de su marcha ordinaria, le repetía en los sesos, no sabía qué voz: ¡besugo, besugo! ¿Por qué se acordaba él del besugo?. ...

En la línea 1288
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Juntose Rafaela con su ama en la casa de Benigna, y helas aquí por la calle de Toledo abajo. Llevaban plata menuda para repartir a los pobres, y algunas chucherías, entre ellas la sortija que la señorita había prometido a Adoración. Era una soberbia alhaja, comprada aquella mañana por Rafaela en los bazares de Liquidación por saldo, a real y medio la pieza, y tenía un diamante tan grande y bien tallado, que al mismo Regente le dejaría bizco con el fulgor de sus luces. En la fabricación de esta soberbia piedra había sido empleado el casco más valioso de un fondo de vaso. Apenas llegaron a los corredores del primer patio, viéronse rodeadas por pelotones de mujeres y chicos, y para evitar piques y celos, Jacinta tuvo que poner algo en todas las manos. Quién cogía la peseta, quién el duro o el medio duro. Algunas, como Severiana, que, dicho sea entre paréntesis, tenía para aquella noche una magnífica lombarda, lomo adobado y el besugo correspondiente, se contentaban con un saludo afectuoso. Otros no se daban por satisfechos con lo que recibían. A todos preguntaba Jacinta que qué tenían para aquella noche. Algunas entraban con el besugo cogido por las agallas; otras no habían podido traer más que cascajo. Vio a muchas subir con el jarro de leche de almendras, que les dieran en el café de los Naranjeros, y de casi todas las cocinas salía tufo de fritangas y el campaneo de los almireces. Este besaba el duro que la señorita le daba, y el otro tirábalo al aire para cogerlo con algazara, diciendo: «¡Aire, aire, a la plaza!». Y salían por aquellas escaleras abajo camino de la tienda. Había quien preparaba su banquete con un hocico con carrilleras, una libra de tapa del cencerro, u otras despreciadas partes de la res vacuna, o bien con asadura, bofes de cerdo, sangre frita y desperdicios aún peores. Los más opulentos dábanse tono con su pedazo de turrón del que se parte con martillo, y la que había traído una granada tenía buen cuidado de que la vieran. Pero ningún habitante de aquellas regiones de miseria era tan feliz como Adoración, ni excitaba tanto la envidia entre las amigas, pues la rica alhaja que ceñía su dedo y que mostraba con el puño cerrado, era fina y de ley y había costado unos grandes dinerales. Aun las pequeñas que ostentaban zapatos nuevos, debidos a la caridad de doña Jacinta, los habrían cambiado por aquella monstruosa y relumbrante piedra. La poseedora de ella, después que recorrió ambos corredores enseñándola, se pegó otra vez a la señorita, frotándose el lomo contra ella como los gatos. ...

En la línea 2230
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y como doña Lupe era algo golosa, trajo un día un cucurucho de fresa, bien escondido entre la mantilla; mas no lo puso en la mesa. Concluida la comida, y mientras Nicolás leía La Correspondencia o El Papelito en el comedor, doña Lupe se encerraba en su cuarto para comerse la fresa bien espolvoreada con azúcar. En cuanto el cura se echaba a la calle, salía doña Lupe de su escondite para ofrecer a Maximiliano un poco de aquella sabrosa fruta, y entraba en su cuarto con el platito y la cucharilla. Agradecía mucho estas finezas el chico, y se comía la golosina. Mirábale comer su tía con expectante atención, y cuando quedaban en el plato no más que seis o siete fresas, se lo quitaba de las manos diciendo: «Esto para Papitos que está con cada ojo como los de un besugo». ...

En la línea 3398
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¿Haciendo qué?—Escabeche de besugo.—Bien; me gusta. Jormiguita para cuando vengan los malos tiempos—dijo el Delfín con benévola ironía—. Pues hija, yo tengo que hablarte hoy con claridad. Te quiero demasiado para andar en misterios contigo. Tú eres razonable, te haces cargo de las cosas y comprenderás que tengo razón en lo que te voy a decir. ...

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