Cómo se escribe.org.es

La palabra bailar
Cómo se escribe

la palabra bailar

La palabra Bailar ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece bailar.

Estadisticas de la palabra bailar

Bailar es una de las palabras más utilizadas del castellano ya que se encuentra en el Top 5000, en el puesto 4783 según la RAE.

Bailar tienen una frecuencia media de 18.98 veces en cada libro en castellano

Esta clasificación se basa en la frecuencia de aparición de la bailar en 150 obras del castellano contandose 2885 apariciones en total.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Bailar

Cómo se escribe bailar o bailarr?
Cómo se escribe bailar o vailar?


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece bailar

La palabra bailar puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1287
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --¡La grasia e Dió!--exclamaba el padre rasgueando la guitarra con nueva furia. ¡Vaya una parejita de palomos!... ¡Eso es bailá! Y Rafael el aperador, que sólo aparecía en Marchamalo de semana en semana, al ver por dos veces este baile, se mostró orgulloso del honor que el señorito hacía a su novia. Su amo no era malo; lo de antes fueron locuras de la juventud; pero ahora, al sentar la cabeza, resultaba un señorito de chipén, ¡la mar de simpático!, con gran afición a tratar a las gentes bajas, como si fuesen sus iguales. Jaleaba a la pareja de bailadores, sin el menor asomo de celos; él, que se sentía capaz de sacar su navaja apenas se fijaba alguien en María de la Luz. Únicamente sentía un poco de envidia, por no poder bailar con el garbo de su amo. ...

En la línea 1312
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Esto acabará con sangre, señorito--continuaba el capataz.--Hasta ahora sólo chillan los de las viñas, pero piense su mercé que este es el peor mes del año para la gente de los cortijos. La trilla ha acabao en todas partes, y hasta que empiece la sementera, hay miles y miles de hombres con los brazos cruzaos, dispuestos a bailar al son que les toquen. Verá el señorito lo que tardan en juntarse unos y otros, y entonces será ella. Ya se incendian en el campo muchos pajares, sin que se vea la mano que les prende fuego. ...

En la línea 1364
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Nunca la habían visto bailar tan arrebatadamente y con tanta gracia. Sus brazos desnudos, de una palidez de perla, elevábanse en torno de la cabeza, como asas de nácar de voluptuosa redondez. La falda de percal, entre el _fru-fru_, que marcaba el adorable relieve de sus piernas, dejaba ver por debajo de su orla unos pies pequeños, calzados escrupulosamente, como los de una señorita. ...

En la línea 1372
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Eso no vale ná--gritó el señorito.--¡Fuera, fuera! A ver, maestro _Águila_--continuó dirigiéndose al tocador.--Un baile de señorío por todo lo alto. Una polka, un wals, cualquier cosa. Vamos a bailar agarrados como la gente fina. ...

En la línea 4753
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Ven, amigo mío, ven que te abrace; ¡la dicha me ahoga!Y los dos a migos se pusieron a bailar en torno del venerable San Crisóstomo, pisoteando buenamente las hojas de la tesis que habían rodado sobre el suelo. ...

En la línea 6482
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Salióse en esto Teresa fuera de casa, con las cartas, y con la sarta al cuello, y iba tañendo en las cartas como si fuera en un pandero; y, encontrándose acaso con el cura y Sansón Carrasco, comenzó a bailar y a decir: -¡A fee que agora que no hay pariente pobre! ¡Gobiernito tenemos! ¡No, sino tómese conmigo la más pintada hidalga, que yo la pondré como nueva! -¿Qué es esto, Teresa Panza? ¿Qué locuras son éstas, y qué papeles son ésos? -No es otra la locura sino que éstas son cartas de duquesas y de gobernadores, y estos que traigo al cuello son corales finos; las avemarías y los padres nuestros son de oro de martillo, y yo soy gobernadora. ...

En la línea 2704
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Las dos tribus forman dos partidos distintos que suelen bailar uno frente al otro. ...

En la línea 2773
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... spués de algunos preparativos, sostenida la cuchara por dos mujeres, se agitó con movimientos convulsivos y empezó a bailar siguiendo el compás del canto de las mujeres y de los niños ...

En la línea 607
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Díganme, si no, ¿de dónde se sacan que puede ser buena crianza el coger a una señorita por la cintura y apretarla contra el pecho? Creía que se bailaba en los salones la polka íntima que él, años atrás, había visto bailar en Madrid, con ocasión de cierto viaje curioso. ...

En la línea 611
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... De todas maneras, figurándose con la abundante y poética fantasía que Dios le había dado, los rigodones en que había lucido garbo y talle, solía, en petit comité —según decía —terciar el manteo, colocar la teja debajo del brazo, levantar un poco la sotana y bailar unos solos muy pespunteados y conceptuosos, llenos de piruetas, genuflexiones y hasta trenzados. ...

En la línea 12262
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Mientras la de Páez daba a entender con su aire melancólico y aburrido que su reino no era de este mundo, y que Ronzal había hecho demasiado atreviéndose a invitarla a bailar, el diputado ponía los cinco sentidos en no equivocarse, en no pisar el vestido ni los pies a ninguna señorita y en imitar servilmente las idas y venidas y las genuflexiones de Trifón. ...

En la línea 12490
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¡A bailar, a bailar! —gritaron Paco, Edelmira, Obdulia y Ronzal. ...

En la línea 1090
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Doña Nati y sus compañeros de diálogo dábanse noticias mutuamente sobre la hermosa argentina, recién llegada a Roma, exagerando la expresión de su voz para mostrarse escandalizadas o desdeñosas… Huía del trato con las personas decentes; por eso no aceptaba invitaciones. Todas las .tardes la veían bailar a la hora del té en el dancing del gran hotel donde estaba alojada. Ahora iba con cierto joven secretario de Legación. ...

En la línea 1269
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Mostraba el Pontífice una afición extraordinaria por el baile atribuyéndolo los italianos a su origen español. Lucrecia y su hermano César eran consumados danzarines. Los cardenales y demás personajes de la Corte tenían verdadero gusto en ver bailar a madona Lucrecia, poseedora de una gracia especial para las danzas españolas, heredadas, sin duda, de sus abuelas pa-ternas. Toda la tribu de los Borjas más o menos auténticos, venidos de España para engrandecerse; los señores romanos afectos a la familia y los cardenales fíeles a Alejandro, figuraron en dichas fiestas. De acuerdo con las costumbres de entonces, era un honor servir los platos y las bebidas al Pontífice. Un prócer le escanciaba los vinos, otro le servia de paje de pañizuelo , ofreciéndole la servilleta. Tres horas duraba el banquete, y antes de levantarse los manteles hacía entrar Su Santidad los regalos destinados a doña Lucrecia: dos fuentes enormes de plata cincelada con dos copas no menores, en cuyo interior había muchas joyas; dos candelabros del mismo metal para sostener hachones; una nave, también de plata, con sus velas desplegadas, y guardando en su casco, bajo llave, toda clase de especias; una caldereta de agua bendita, con su hisopo, y en su interior, un collar de oro con numerosas piedras preciosas. ...

En la línea 1278
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Doña Sancha contaba en su relación que el cardenal de Valencia, fatigado de bailar, venía a sentarse en sus faldas; su marido, el príncipe de Esquilache, en las rodillas de su hermana Lucrecia, y así los demás invitados. ...

En la línea 269
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El buen profesor Flimnap estaba inquieto por la suerte de su protegido. Gillespie le inspiraba un interés que jamás había experimentado por ningún hombre de su propia tierra. Dedicado por completo a los trabajos lingüísticos e históricos, solamente había tratado con mujeres, y estas eran todas profesoras malhumoradas y de austeras costumbres. Sentía una temblorosa timidez siempre que el rector le invitaba a alguna de sus tertulias, donde había hombres jóvenes en edad de casamiento, ansiosos de que alguien los sacase a bailar o que entonaban romanzas sentimentales acompañándose con el arpa. ...

En la línea 930
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¿Cómo vamos a bailar si ha llegado Golbasto, el más acaparador de los poetas?… Toda la reunión será para el. ...

En la línea 946
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Esto era mentira; las señoritas masculinas solo deseaban bailar, y en cuanto a las matronas barbudas, odiaban los versos, porque su declamación las obligaba a permanecer silenciosas, estorbando sus comentarios y murmuraciones. Pero como todas pertenecían a familias universitarias dependientes de Momaren, creyeron prudente acoger el embuste de este con grandes muestras de aprobación. ...

En la línea 1701
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Su salud era mejor que nunca; pero había necesitado fingirse enferma durante un mes, con gran abundancia de melancolias y llantos, y hasta privarse de bailar en tanto tiempo. Esto último era lo que había asustado más a la madre, haciéndola creer en una muerte próxima; y como amaba mucho a su hija, la grave señora había acabado por acceder a su matrimonio con el ingeniero. ...

En la línea 2385
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pero si ya no se veía nada, se oía, pues el tiqui tiqui del taller de canteros parecía formar parte de la atmósfera que rodeaba el convento. Era ya un fenómeno familiar, y los domingos, cuando cesaba, la falta de aquella música era para todas las habitantes de la casa la mejor apreciación de día de fiesta. Los domingos, empezaba a oírse desde las dos el tambor que ameniza el Tío Vivo y balancines que están junto al Depósito de aguas. Este bullicio y el de la muchedumbre que concurre a los merenderos de los Cuatro Caminos y de Tetuán, duraba hasta muy entrada la noche. Mucho molestó en los primeros tiempos a algunas monjas el tal tamboril, no sólo por la pesadez de su toque, sino por la idea de lo mucho que se peca al son de aquel mundano instrumento. Pero se fueron acostumbrando, y por fin lo mismo oían el rumor del Tío Vivo los domingos, que el de los picapedreros los días de labor. Algunas tardes de día de fiesta, cuando las recogidas se paseaban por la huerta o el patio, la tolerancia de las madres llegaba hasta el extremo de permitirles bailar una chispita, con decencia se entiende, al son de aquellas músicas populares. ¡Cuántas memorias evocadas, cuántas sensaciones reverdecidas en aquellos poquitos compases y vueltas de las pobres reclusas! ¡Qué recuerdo tan vivo de las polkas bailadas con horteras en el salón de la Alhambra, de tarde, levantando mucho polvo del piso, las manos muy sudadas y chupando caramelos revenidos! Y lo peor de todo y lo que en definitiva las había perdido era que aquellos benditos horteras iban todos con buen fin. El buen fin precisamente, disculpando los malos medios, era la más negra. Porque después, ni fin ni principio ni nada más que vergüenza y miseria. ...

En la línea 3601
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al llegar aquí, D. Evaristo tenía que alzar mucho la voz para hacerse oír, porque en la calle se situó un pianito de manubrio, tocando polkas y walses. Las del tercero, que eran las amas o sobrinas del ecónomo de San Andrés, que allí vivía, se pusieron a bailar, y al poco rato hicieron lo propio de los del segundo de la derecha. En el principal y segundo de la casa de enfrente armose igual jaleo, y como los chicos alborotaban tanto en la calle, la gritería era espantosa y D. Evaristo y su amiga tuvieron que callarse, mirándose y riendo. ...

En la línea 4008
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En la parte del corredor que había de recorrer el Viático, mandó que se pusieran las niñas que lucían pañuelo de talle, y como no tuvieran velas, ordenó que se les diesen. Abocose a ella la comandanta, como un edecán de parada, para decirle que en la calle, frente al mismo portal, se había puesto un condenado pianito, tocando jotas, polkas, y la canción de la Lola; que esto era una irreverencia y no se podía consentir. A lo que replicó la santa que no debían ocuparse de lo que pasase fuera; pero observando al punto que el profano instrumento molestaba mucho y estorbaba la edificación del vecindario, por el apetito que algunos sentían de ponerse a bailar, bajó al portal y habló con el de Orden Público que allí estaba. Todos los individuos de este cuerpo que conocían a Guillermina, la obedecían como al mismo gobernador. Total, que el piano tuvo que salir pitando, y sus arpegios y trinos se oían después perdidos y revueltos, como si alguien estuviera barriendo sus notas por la calle de Toledo abajo. ...

En la línea 4334
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Dichas otras cuantas bromas, retiráronse las dos santas fundadoras, dejando al hereje con su médico. Iban tan contentas, que cuando entraron en el cuarto de Guillermina, a esta le faltaba poco para ponerse a bailar. ...

En la línea 3966
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En el malecón, cerca del puente y a dos pasos de casa de Sonia Simonovna, había una verdadera multitud, formada principalmente por chiquillos y rapazuelos. La voz ronca y desgarrada de Catalina Ivanovna llegaba hasta el puente. En verdad, el espectáculo era lo bastante extraño para atraer la atención de los transeúntes. Catalina Ivanovna, con su vieja bata y su chal de paño, cubierta la cabeza con un mísero sombrero de paja ladeado sobre una oreja, parecía presa de su verdadero acceso de locura. Estaba rendida y jadeante. Su pobre cara de tísica nunca había tenido un aspecto tan lamentable (por otra parte, los enfermos del pecho tienen siempre peor cara en la calle, en pleno día, que en su casa). Pero, a pesar de su debilidad, Catalina Ivanovna parecía dominada por una excitación que iba en continuo aumento. Se arrojaba sobre los niños, los reñía, les enseñaba delante de todo el mundo a bailar y cantar, y luego, furiosa al ver que las pobres criaturas no sabían hacer lo que ella les decía, empezaba a azotarlos. ...

En la línea 3968
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Lebeziatnikof debía de haberse equivocado en lo referente a la sartén. Por lo menos, Raskolnikof no vio ninguna. Catalina Ivanovna se limitaba a llevar el compás batiendo palmas con sus descarnadas manos cuando obligaba a Poletchka a cantar y a Lena y Kolia a bailar. A veces se ponía a cantar ella misma; pero pronto le cortaba el canto una tos violenta que la desesperaba. Entonces empezaba a maldecir de su enfermedad y a llorar. Pero lo que más la enfurecía eran las lágrimas y el terror de Lena y de Kolia. ...

En la línea 3974
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¿Es usted, Rodion Romanovitch? Haga el favor de explicarle a esta tonta que la resolución que he tomado es la más conveniente. Bien se da limosna a los músicos ambulantes. A nosotros nos reconocerán en seguida: verán que somos una familia noble caída en la miseria, y ese detestable general será expulsado del ejército: ya lo verá usted. Iremos todos los días a pedir bajo sus ventanas. Y cuando pase el emperador, me arrojaré a sus pies y le mostraré a mis hijos. «Protéjame, señor», le diré. Es un hombre misericordioso, un padre para los huérfanos, y nos protegerá, ya lo verá usted. Y ese detestable general… Lena, tenez-vous droite. Tú, Kolia, vas a volver a bailar en seguida. Pero ¿por qué lloras? ¿De qué tienes miedo, so tonto? Señor, ¿qué puedo hacer con ellos? Le hacen perder a una la paciencia, Rodion Romanovitch. ...

En la línea 3977
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¿Un pensionado? ¡Ja, ja, ja! ¡Ésa es buena! ‑exclamó Catalina Ivanovna, a la que acometió un acceso de tos en medio de su risa‑. No, Rodion Romanovitch: ese sueño se ha desvanecido. Todo el mundo nos ha abandonado. Y ese general… Sepa usted, Rodion Romanovitch, que le arrojé a la cabeza un tintero que había en una mesa de la antecámara, al lado de la hoja donde han de poner su nombre los visitantes. No escribí el mío, le arrojé el tintero a la cabeza y me marché. ¡Cobardes! ¡Miserables… ! Pero ahora me río de ellos. Me encargaré yo misma de la alimentación de mis hijos y no me humillaré ante nadie. Ya la hemos explotado bastante ‑señalaba a Sonia‑. Poletchka, ¿cuánto dinero hemos recogido? A ver. ¿Cómo? ¿Dos kopeks nada más? ¡Qué gente tan miserable! No dan nada. Lo único que hacen es venir detrás de nosotros como idiotas. ¿De qué se reirá ese cretino? ‑señalaba a uno del grupo de curiosos‑. De todo esto tiene la culpa Kolia, que no entiende nada. La saca a una de quicio… ¿Qué quieres, Poletchka? Háblame en francés, parle-moi français. Te he dado lecciones; sabes muchas frases. Si no hablas en francés, ¿cómo sabrá la gente que perteneces a una familia noble y que sois niños bien educados y no músicos ambulantes? Nosotros no cantaremos cancioncillas ligeras, sino hermosas romanzas. Bueno, vamos a ver qué cantamos ahora. Haced el favor de no interrumpirme… Oiga, Rodion Romanovitch nos hemos detenido aquí para escoger nuestro repertorio… Necesitamos un aire que pueda bailar Kolia… Ya comprenderá usted que no tenemos nada preparado. Primero hay que ensayar, y cuando ya podamos presentar un trabajo de conjunto, nos iremos a la avenida Nevsky, por donde pasa mucha gente distinguida, que se fijará en nosotros inmediatamente. Lena sabe esa canción que se llama La casita de campo, pero ya la conoce todo el mundo y resulta una lata. Necesitamos un repertorio de más calidad. Vamos, Polia, dame alguna idea; ayuda a tu madre… ¡Ah, esta memoria mía! ¡Cómo me falla! Si no me fallase, ya sabría yo lo que tenemos que cantar. Pues no es cosa de que cantemos El húsar apoyado en su sable… ¡Ah, ya sé! Cantaremos en francés Cinq sous. Vosotros sabéis esta canción porque os la he enseñado, y como es una canción francesa, la gente verá en seguida que pertenecéis a una familia noble y se conmoverá También podríamos cantar Marlborough s'en va-t-en guerre, que es una canción infantil que se canta en todas las casas aristocráticas para dormir a los niños. ...

En la línea 928
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Lucía pidió casi de rodillas a Pilar que renunciase al peligroso goce que anhelaba. Era precisamente la ocasión más crítica; Duhamel esperaba que la Naturaleza, ayudada por el método, venciese en la lucha, y acaso quince días de voluntad y tesón decidiesen el triunfo. Pero no hubo medio de persuadir a la anémica. Pasó el día en un acceso de fiebre registrando su guardarropa; al anochecer, salió del brazo de Miranda; llevaba un traje que hasta entonces no había usado por ligero y veraniego en demasía, una túnica de gasa blanca sembrada de claveles de todos colores; pendía de su cintura el espejillo; en sus orejas brillaban los solitarios, y detrás del rodete, con española gracia, ostentaba un haz de claveles. Así compuesta y encendida de calentura y vanidoso placer, parecía hasta hermosa, a despecho de sus pecas y de la pobreza de sus tejidos devastados por la anemia. Tuvo, pues, gran éxito en el Casino; puede decirse que compartió el cetro de la noche con la sueca y con el lord inglés estrafalario, del cual se contaba que tenía alfombrada con tapiz turco la cuadra de sus caballos y baldosado de piedra el salón de recibir. Gozosa y atendida, veía Pilar una fiesta de las Mil y una noches en el Casino constelado de innumerables mecheros de gas, en el aire tibio poblado con las armonías de la magnifica orquesta, en el salón de baile donde los amorcillos juguetones del techo se bañaban en el vaho dorado de las luces. Jiménez, el marquesito de Cañahejas y Monsieur Anatole, se disputaron el placer de bailar con ella. Miranda reclamó un rigodón, y para colmo de dicha y victoria, las Amézagas se reconcomían mirando de reojo el espejillo, dije que sólo brillaba sobre dos faldas: la de Pilar y la de la sueca. Fue, en suma, uno de esos momentos únicos en la vida de una niña vanidosa, en que el orgullo halagado origina tan dulces impresiones, que casi emula otros goces más íntimos y profundos, eternamente ignotos para semejantes criaturas. Pilar bailó con todas sus parejas como si de cada una de ellas estuviese muy prendada; tanto brillaban sus ojos y tal expansión revelaba su actitud. Perico no pudo menos de decirle sotto voce: ...

En la línea 948
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Ensayaremos un revulsivo enérgico, forte… E um retrocesso ao pulmao… veremos de desviarlo… ¡Bon Deus! ¡bailar, y beber refrescos! Y ahora tenemos que luchar con el sudor… O suor esgota-a. ...

Más información sobre la palabra Bailar en internet

Bailar en la RAE.
Bailar en Word Reference.
Bailar en la wikipedia.
Sinonimos de Bailar.

Busca otras palabras en esta web

Palabras parecidas a bailar

La palabra provocaba
La palabra grasioso
La palabra obedeciendo
La palabra cajones
La palabra transcurrir
La palabra escandalosa
La palabra generosidades

Webs Amigas:

Ciclos Fp de Automoción en Córdoba . Ciclos Fp de Automoción en Valencia . Guia waterland Holanda . - Hotel Copacabana