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La palabra avanzando
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la palabra avanzando

La palabra Avanzando ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Sandokán: Los tigres de Mompracem de Emilio Salgàri
La llamada de la selva de Jack London
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece avanzando.

Estadisticas de la palabra avanzando

Avanzando es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 8773 según la RAE.

Avanzando aparece de media 9.15 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la avanzando en las obras de referencia de la RAE contandose 1391 apariciones .

Errores Ortográficos típicos con la palabra Avanzando

Cómo se escribe avanzando o havanzando?
Cómo se escribe avanzando o avansando?
Cómo se escribe avanzando o abanzando?


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece avanzando

La palabra avanzando puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 727
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... -Parle vosté (Hable usted) -dijo, avanzando un pie, la acequia más vieja, pues, por servicio secular, el tribunal, en vez de valerse de las manos, señalaba con la blanca alpargata a quien debía hablar. ...

En la línea 1146
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... -gritó, avanzando hacia la insolente-. ...

En la línea 2104
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... -¡Vesten! -dijo con imperio a Batiste, avanzando una mano amenazante hasta rozar su rostro-. ...

En la línea 1804
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... »Sin embargo, la joven seguía avanzando, contando las casas y las ventanas. ...

En la línea 1811
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... La joven continuó avanzando, porque además de la ligereza de su paso, que le había traicionado, acababa de hacer oír una breve tos que denunciaba una voz de las más frescas. ...

En la línea 3431
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¡Bribón! -dijo Athos, avanzando hacia él-. ...

En la línea 7993
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Es muy simple -respondió Athos-:tan pronto como el enemi go esté al alcance del mosquete, nosotros hacemos fuego;si continúa avanzando, nosotros volvemos a hacer fuego; hacemos fuego mientras tengamos los fusiles cargados; si lo que quede de la tropa quiere todavía subir al asalto, dejamos a los asaltantes bajar hasta el foso, y entonces les echamos encima de la cabeza ese lienzo de muralla que sólo está en pie por un milagro de equilibrio. ...

En la línea 1779
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... nforme vamos avanzando hacia el norte se va haciendo cada vez más pobre la vegetación; hasta los grandes cactus en forma de cirio han desaparecido par dar lugar a una especie mucho más pequeña. Chile septentrional y en el Perú, cubre el Pacífico durante los meses del invierno una inmensa faja de nubes inmóviles y poco elevadas ...

En la línea 2583
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... milla y media poco más o menos de esta posada hay un sitio que vale la pena visitarse. extremo de un valle por el cual corre un riachuelo, se abre de repente en medio de los árboles que festonean el sendero, un gran pozo de unos 1.500 pies de profundidad; avanzando unos cuantos pasos más se llega al borde de un gran precipicio; viéndose a los pies del espectador una gran bahía o un golfo, porque no sé qué otro nombre podría darle, literalmente cubierto por espesa selva. riachuelo parece que desemboca a la entrada de una bahía, porque los acantilados se separan cada vez más a uno y- otro lado y se distinguen una serte de promontorios como los que suele haber a orillas del mar ...

En la línea 1722
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Fuera del Palacio no era menor el desorden. La tribu de los Orsinis, que vivía oculta, temiendo a César, se lanzaba a las calles al conocer la muerte de su padre. Los Colonnas formaban un pequeño ejército, avanzando hacia Roma a marchas forzadas. Los Savellis, fugitivos desde años antes, volvían a su palacio, convirtiéndolo en fortaleza. Todos los vasallos de la Iglesia desposeídos de sus feudos y los condottierí enemigos del Papa aparecían repentinamente en la metrópoli pontificia o en sus antiguas tierras. ...

En la línea 538
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Cuando los carpinteros, poco después de la salida del sol, colocaron el taburete del Hombre-Montaña en medio de la meseta, al pie de la cual se extendía el caserío de la Ciudad-Paraíso de las Mujeres, una muchedumbre llenaba ya todo el declive, avanzando poco a poco hacia lo alto, a pesar de los jinetes que intentaban mantenerla inmóvil y a cierta distancia. ...

En la línea 680
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Fue avanzando solemnemente sobre la mesa, y detrás de sus pasos todo el acompañamiento final de graves doctores, que no ocultaban las arrugas y las canas de sus rostros matroniles. ...

En la línea 1245
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Vio Edwin como algunas damas que se paseaban con sus hijas por las terrazas del blanco palacio huían apresuradamente, cual si se acercase un peligro. Distinguió igualmente como iban avanzando por la costa varias compañías de arrogantes muchachas de la Guardia. Las matronas masculinas apresuraron el paso, sintiendo alarmado su pudor por la proximidad de estos guerreros, algo libres en palabras y costumbres. Todas ellas ordenaban a sus hijas masculinas que marchasen rápidamente, antes de que los militares se echasen al agua. No era decente permanecer allí. Algunas mamás barbudas hasta criticaban al gobierno porque no disponía que las tropas de la guarnición nadasen en otro lugar más solitario de la costa. ...

En la línea 1256
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Cuando el nuevo visitante se hubo cansado de mirar a Gillespie, medio tendido en la arena, saltó sobre uno de sus tobillos, que eran lo más accesible de las piernas en reposo. Luego empezó a caminar sobre la arista huesosa de la pantorrilla, pasando la redonda plaza de la rotula, para seguir avanzando por el lomo redondo del muslo, deteniéndose únicamente junto al abdomen. ...

En la línea 4306
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Calle usted, cicatero—le contestó la joven avanzando hacia la mesa—. Usted es el que la crucifica a ella, porque pudiendo darle todo lo que le pide, que bien de sobra lo tiene, no se lo da: y hace muy mal en atormentarla si piensa dárselo al fin». ...

En la línea 4316
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Es mío—afirmó la señora de Santa Cruz avanzando más y poniendo la palma de la mano sobre el pupitre—. A ver, rico avariento, dé usted para la obra de Dios. ...

En la línea 4997
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Pues tonto (avanzando hacia él), lo que yo hago es lo fácil, ¿qué más tienes que… hacerlo? ...

En la línea 1373
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Por fin llegó el acto final. El Arzobispo de Canterbury levantó de su cojín la corona de Inglaterra y la suspendió sobre la cabeza temblorosa del fingido rey. En el mismo instante un resplandor de arco iris fulguró en el amplio crucero, porque, en un movimiento simultáneo, cada individuo del gran concurso de nobles levantó la corona y la suspendió sobre su cabeza y la detuvo en esa postura. Un profundo silencio reinó en la Abadía. En este impresionante momento una pasmosa aparición de pronto se hizo presente, avanzando por la gran nave central. Era un niño, con la cabeza descubierta, mal calzado y vestido con burdas prendas plebeyas que se caían a jirones. Levantó su mano, con una solemnidad que no concordaba con su lastimoso sucio aspecto, y pronunció esta advertencia: ...

En la línea 1476
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Perdidos en aquella espesísima selva que en realidad podía llamarse virgen, se encontraron muy pronto en la imposibilidad de seguir avanzando. ...

En la línea 2148
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Durante veinte minutos los tres veleros continuaron avanzando para huir de la encerrona. De pronto vieron que nuevamente viraban los cruceros. ...

En la línea 112
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... El primer día cubrieron el trayecto de cien kilómetros hasta Sixty Mile; y el segundo los encontró avanzando a toda velocidad por el Yukon, camino de Pelly. Pero tan espléndida marcha no se logró sin que François tuviera que afrontar grandes dificultades y contrariedades diversas. La insidiosa revuelta liderada por Buck había destruido la solidaridad en el tiro, que ya no era como un solo perro en acción. El respaldo proporcionado por Buck a los rebeldes los inducía a toda clase de trastadas de poca monta. Spitz había dejado de ser un líder temido. Perdido el respeto temeroso, los demás perros se sentían capaces de desafiarlo. Una noche, Pike, bajo la protección de Buck, le robó la mitad de un pescado y lo engulló. Otra noche, Dub y Joe le hicieron frente y lo forzaron a renunciar al castigo que merecían. Y hasta Billie, el amable, se volvió menos amable y sus gruñidos ya no eran tan cordiales como antes. Buck nunca se acercaba a Spitz sin gruñir ni erizar el pelo, amenazante. De hecho, se comportaba casi como un matón y le daba por pavonearse ante las mismas narices de Spitz. ...

En la línea 328
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... A medida que fue avanzando el día y el sol se fue poniendo por el noroeste (había vuelto la oscuridad y las noches de otoño duraban seis horas), los machos jóvenes se sintieron cada vez menos dispuestos a volver sobre sus pasos en ayuda de su acosado jefe. El invierno inminente los empujaba hacia lugares más protegidos, y les parecía que nunca podrían dejar atrás a aquella criatura que los retrasaba. Además, no era la existencia de la manada ni la de los machos jóvenes, la amenazada. Se les reclamaba la vida de un único miembro del rebaño, en la cual tenían un interés mucho más remoto que en la propia, y en definitiva accedieron a pagar aquel peaje. ...

En la línea 329
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Cuando el sol se puso, el viejo alce se detuvo con la cabeza abatida observando a sus congéneres (las hembras que había fecundado, las crías que había procreado, los machos a los que había dominado), que, a paso ligero, continuaron avanzando torpemente en la semioscuridad. No pudo seguirlos, porque ante él se plantó de un salto el despiadado terror con colmillos que no le daba tregua. Pesaba más de media tonelada; había vivido una existencia plena e intensa, abundante en luchas y dificultades, y al final se enfrentaba a la muerte en los dientes de una criatura cuya cabeza no sobrepasaba la altura de sus grandes patas. ...


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Más información sobre la palabra Avanzando en internet

Avanzando en la RAE.
Avanzando en Word Reference.
Avanzando en la wikipedia.
Sinonimos de Avanzando.

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