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La palabra asustado
Cómo se escribe

la palabra asustado

La palabra Asustado ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
El jugador de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece asustado.

Estadisticas de la palabra asustado

Asustado es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 9419 según la RAE.

Asustado aparece de media 8.39 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la asustado en las obras de referencia de la RAE contandose 1275 apariciones .

Errores Ortográficos típicos con la palabra Asustado

Cómo se escribe asustado o hasustado?
Cómo se escribe asustado o azuztado?

Más información sobre la palabra Asustado en internet

Asustado en la RAE.
Asustado en Word Reference.
Asustado en la wikipedia.
Sinonimos de Asustado.


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece asustado

La palabra asustado puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 738
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Batiste, dándose cuenta de su situación, calló asustado por haber incurrido en multa, mientras sonaban al otro lado de la verja las risas y los aullidos de alegría de sus contrarios. ...

En la línea 1251
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Tan a ciegas iban los golpes que los demás se apretaban en los bancos, cabeza en el hombro del vecino; y a un chiquitín, el hijo pequeño de Batiste, asustado por el estrépito de la caña, se le fue el cuerpo. ...

En la línea 1554
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y Batiste corrió a través del campo, asustado por el tono de voz de su mujer. ...

En la línea 1585
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Cuando corría hacia la barraca, asustado por los gritos de su madre, había visto venir por el camino un grupo de hombres, gente alegre que reía y cantaba, regresando, sin duda, de la taberna. ...

En la línea 1661
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡Oh, Dios mío! ¿Qué ha hecho? ¡Pobre querido mío, él, la inocencia misma!Y alguna cosa como una sonrisa apuntaba sobre el rostro aún todo asustado de la joven. ...

En la línea 6298
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... D'Ar tagnan mismo quedó asustado por el transtorno de su rostro. ...

En la línea 6598
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Milady no fue para él aquella mujer de intenciones fatales que le habían asustado por un momento, fue una amante ardiente y apasio nada abandonándose por entero a su amor que ella misma parecía ex -perimentar. ...

En la línea 6661
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Aunque el joven fuera valiente, como se sabe, quedó asustado por aquella cara alterada, aquellas pupilas horriblemente dilatadas, aque llas mejillas pálidas y aquellos labios sangrantes; retrocedió hasta que dar entre la cama y la pared, como habría hecho ante la proximidad de una serpiente que reptase hacia él, y al encontrar su espada bajo su mano mojada de sudor, la sacó de la funda. ...

En la línea 6088
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Tiene todo el aire de un duende y me ha asustado. ...

En la línea 6248
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Entró el correo sudando y asustado, y, sacando un pliego del seno, le puso en las manos del gobernador, y Sancho le puso en las del mayordomo, a quien mandó leyese el sobreescrito, que decía así: A don Sancho Panza, gobernador de la ínsula Barataria, en su propia mano o en las de su secretario. ...

En la línea 250
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Ignoraba yo todo eso cuando me puse en camino; y, lo confieso, con cierta inquietud vi a mi guía observar con la más profunda atención a un ciervo, que al otro extremo de la llanura parecía haber sido asustado por alguien. ...

En la línea 717
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... nuestras lanchas. De todo lo que York había visto durante su viaje nada le había sorprendido tanto como un avestruz cerca de Maldonado; jadeando, en fuerza de su admiración, vino corriendo hacia Mr. Bynoe con el cual paseaba: «¡Oh Bynoe! ¡Oh! ¡pájaro, parece caballo!» Mucho les extrañaba a los indígenas, indudablemente, nuestra piel blanca, pero si hemos de creer los relatos de Mr. Low, el cocinero negro de un barco pescador les causó una sorpresa muchísimo mayor; se reunían tantos alrededor de aquel pobre muchacho que no consintió en adelante saltar nunca a tierra. Marchaba todo tan bien, que no dudaba yo en dar largos paseos, en compañía de algunos oficiales, por aquellas colinas y bosques circunvecinos. Sin embargo, el día 27 desaparecieron de improviso todas las mujeres y todos los niños. Tal desaparición nos produjo mayor inquietud por cuanto ni York, ni Jemmy pudieron decirnos la causa. Unos creían que la noche anterior habíamos asustado a los salvajes limpiando y descargando los fusiles; otros opinaban que todo dependía de que un salvaje viejo se había creído insultado porque un centinela le había impedido el paso; bien es verdad que el salvaje había escupido tranquilamente a la cara al centinela; demostrando por los gestos que después hizo junto a un camarada suyo, dormido, que le hubiera cortado con gusto la cabeza y se lo hubiese comido. Para evitar el peligro de una batalla que no hubiese dejado de ser fatal a tantos salvajes, pensó el capitán Fitz-Roy que lo mejor sería pasar la noche en un ansa inmediata. Matthews, con su valor sereno, tan natural en él, a pesar de que no parecía tener un carácter muy enérgico, resolvió quedarse con los fueguenses, que decían que no tenían nada que temer por sí mismos; y los dejamos en su aislamiento para pasar allí la primera noche. ...

En la línea 1149
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No lo conocía él, pero se había asustado. ...

En la línea 1842
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Para aquella ausencia, para la necesidad que sentía de creer que vería a su padre en otro mundo, servíale sin embargo la religión; pero muy poco para consuelo de los propios males, para remediar las angustias del egoísmo asustado, de los apuros del momento que nacían de la soledad y la pobreza. ...

En la línea 5404
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¿Un impío Ronzal? —preguntó asustado Carraspique. ...

En la línea 5944
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Iba el Magistral por el Boulevard adelante, saludando a diestro y siniestro, asustado con que se le ocurrieran a él estos pensamientos de bucólica religiosa. ...

En la línea 449
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Aquí, en la capital, el gobierno de los hombres, asustado por esta revolución catastrófica, intentó apresar al Comité feminista. Toda la guarnición marchó al asalto de nuestro Club. ¡Esfuerzo inútil! El Comité aguardaba tranquilamente en medio de la calle, armado de los famosos 'rayos negros'. Le bastó proyectarlos, para que una mitad de las tropas huyesen a la desbandada y la otra mitad quedase tendida en el suelo. ...

En la línea 815
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... En una replaza abierta entre espesos árboles persiguió a un jabalí, que, al verse acorralado, le acometió con espumarajos de rabia, pretendiendo hundir sus colmillos en el cuero de sus zapatos. Pero una patada del gigante lo envió por alto, yendo a estrellarse contra un árbol copudo y robusto semejante a un cedro. Luego, en un sendero, agarró a un ciervo en mitad de su fuga veloz y lo subió a la altura de su pecho, colocándolo a corta distancia de Flimnap, de modo que el asustado animal, al mover la cabeza, casi le tocaba con las puntas de su cornamenta. ...

En la línea 1009
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¿Qué va a pasar ahora? -continuó diciendo el asustado profesor. ...

En la línea 1701
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Su salud era mejor que nunca; pero había necesitado fingirse enferma durante un mes, con gran abundancia de melancolias y llantos, y hasta privarse de bailar en tanto tiempo. Esto último era lo que había asustado más a la madre, haciéndola creer en una muerte próxima; y como amaba mucho a su hija, la grave señora había acabado por acceder a su matrimonio con el ingeniero. ...

En la línea 1292
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Vaya, abreviemos» dijo esta cogiendo al muchacho que estaba como asustado. ...

En la línea 3786
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Detúvose asustado, a la manera del ladrón que siente ruido, y se volvió a poner la mano sobre la cabeza, como invocando sus canas. Pero sus canas no le dijeron nada. Al punto se envalentonó, y recobró la seguridad de su lenguaje, diciendo: «Tú eres demasiado inexperta para conocer la importancia que tiene en el mundo la forma. ¿Sabes tú lo que es la forma, o mejor dicho, las formas? Pues no te diré que estas sean todo; pero hay casos en que son casi todo. Con ellas marcha la sociedad, no te diré que a pedir de boca, pero sí de la mejor manera que puede marchar. ¡Oh!, los principios son una cosa muy bonita; pero las formas no lo son menos. Entre una sociedad sin principios, y una sociedad sin formas, no sé yo con cuál me quedaría». ...

En la línea 4432
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Entró por fin en casa. Enteramente trastornada, andaba como una máquina. No había nadie más que Papitos, a quien vio, mas no le dijo nada. Encerrose en su alcoba, tiró el manto y se echó en el sofá, dando un rugido. Después de revolcarse como las fieras heridas, se puso boca abajo, oprimiendo el vientre contra los muelles del sofá, y clavando los dedos en un cojín. No tardó en caer en penoso letargo, lleno de visiones disparatadas y horribles, sin darse cuenta del tiempo que estuvo en tal disposición. Cuando volvió en sí, había poca luz en el cuarto. Fijándose bien, pudo distinguir la cara escrutadora de doña Lupe que la observaba… «¿Qué tienes?… Me has asustado. ¡Dabas unos mugidos… !, y de pronto te echabas a reír, ¡y se te escapaban unas palabritas… !». A las reiteradas y capciosas preguntas de su tía, contestaba evasivamente y con mucha torpeza. «¿En dónde has estado hoy? Tú has salido».—«Fui a comprar aquella tela… ».—«¿Y dónde está?».—«¿Que dónde está la tela?… Pues no sé… ».—«Parece que estás en Babia. A ti te pasa algo. Levántate de ese sofá». ...

En la línea 4944
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¿Yo… que… ? (asustado, como quien despierta de un sueño). Yo… no le he dicho nada. ...

En la línea 354
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El asustado príncipe se incorporó parcialmente de un salto, pero un filoso recuerdo de sus doloridos miembros lo hizo volver en sí y se hundió de nuevo en la sucia paja con un gemido y la exclamación: ...

En la línea 869
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Sintióse el rey hondamente avergonzado de sí mismo por haber experimentado tal espanto y horror ante una cosa tan insignificante como es una ternera dormida; mas no debió haber pensado así, porque lo que le había asustado no era la ternera, sino un terrible no se qué sin vida representado por la misma, y cualquier otro niño en aquellos tiempos supersticiosos habría hecho y padecido lo mismo que él. ...

En la línea 46
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Ahora los marjales parecían una larga y negra línea horizontal. En el cielo había fajas rojizas, separadas por otras muy negras. A orillas del río pude distinguir débilmente las dos únicas cosas oscuras que parecían estar erguidas; una de ellas era la baliza, gracias a la cual se orientaban los marinos, parecida a un barril sin tapa sobre una pértiga, cosa muy fea y desagradable cuando se estaba cerca: era una horca, de la que colgaban algunas cadenas que un día tuvieron suspendido el cuerpo de un pirata. Aquel hombre se acercaba cojeando a esta última, como si fuese el pirata resucitado y quisiera ahorcarse otra vez. Cuando pensé en eso, me asusté de un modo terrible y, al ver que las ovejas levantaban sus cabezas para mirar a aquel hombre, me pregunté si también creerían lo mismo que yo. Volví los ojos alrededor de mí en busca de aquel terrible joven, mas no pude descubrir la menor huella de él. Y como me había asustado otra vez, eché a correr hacia casa sin detenerme. ...

En la línea 80
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Si puedes devolverlo, Pip, hazlo - dijo Joe, asustado -. La limpieza y la buena educación valen mucho, pero, en resumidas cuentas, vale más la salud. ...

En la línea 81
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Mientras tanto, mi hermana, que se había encolerizado ya, se dirigió a Joe y, agarrándole por las dos patillas, le golpeó la cabeza contra la pared varias veces, en tanto que yo, sentado en un rincón, miraba muy asustado. ...

En la línea 146
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Muchas veces había contemplado mientras comía a un gran perro que teníamos, y ahora observaba la mayor semejanza entre el modo de comer del animal y el de aquel hombre. Éste tomaba grandes y repentinos bocados, exactamente del mismo modo que el perro. Se tragaba cada bocado demasiado pronto y demasiado aprisa; y luego miraba de lado, como si temiese que de cualquier dirección pudiera llegar alguien para disputarle lo que estaba comiendo. Estaba demasiado asustado para saborear tranquilamente el pastel, y creí que si alguien se presentase a disputarle la comida, sería capaz de acometerlo a mordiscos. En todo eso se portaba igual que el perro. ...

En la línea 4352
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑En este mismo momento está usted dejando entrever sus fines. ¿De qué se ha asustado? ¿Cómo explica usted esos repentinos temores? ...

En la línea 4353
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¿Que yo me he asustado? ¿Que tengo miedo? ¿Miedo de usted? Es usted el que puede temerme a mí, cher ami. ¡Qué tonterías! Por lo demás, estoy borracho, ya lo veo. Si bebiera un poco más podría cometer algún disparate. ¡Que se vaya al diablo la bebida! ¡Eh, traedme agua! ...

En la línea 342
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¡Usted les ha asustado, señor! —gritó el general. ...

En la línea 459
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¡No, no comprendo! —exclamé dando un tremendo puñetazo en la mesa, que hizo acudir al mozo, asustado—. Dígame, Mr. Astley—añadí con exaltación—, si usted conocía toda esta historia y sabía quién era esa señorita Blanche, ¿por qué no me advirtió de ello, o al mismo general, en último caso, y, sobre todo, a miss Paulina, la cual ha aparecido en público en el casino, dando el brazo a mademoiselle Blanche? ¿Es eso admisible? ...

En la línea 1022
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¿Cómo pagará usted la cuenta del hotel? —exclamé asustado—. Y luego… ¿qué va a hacer? ...

En la línea 1156
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Brevet hizo un movimiento de sorpresa, y lo miró de pies a cabeza, asustado. ...


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