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La palabra astros
Cómo se escribe

la palabra astros

La palabra Astros ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece astros.

Estadisticas de la palabra astros

Astros es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 10888 según la RAE.

Astros aparece de media 6.96 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la astros en las obras de referencia de la RAE contandose 1058 apariciones .

Errores Ortográficos típicos con la palabra Astros

Cómo se escribe astros o hastros?
Cómo se escribe astros o astrros?
Cómo se escribe astros o aztroz?

Más información sobre la palabra Astros en internet

Astros en la RAE.
Astros en Word Reference.
Astros en la wikipedia.
Sinonimos de Astros.


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece astros

La palabra astros puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 7990
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Hola, hola, hipógrifo violento que corriste parejas con el viento — dijo don Víctor, que manifestaba a menudo su buen humor recitando versos del Príncipe de nuestros ingenios o de algún otro de los astros de primera magnitud. ...

En la línea 9347
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Él creía que sí, que había habitantes en todos los astros, la generosidad de Dios lo exigía; y citaba a Flammarión, y las cartas de Feijóo y la opinión de un obispo inglés, cuyo nombre no recordaba Mister no sé cuántos, porque para él todos los ingleses eran Mister. ...

En la línea 9522
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Nada de grandes síntesis, de cuadros disolventes, de filosofía panteística; pormenores, historia de los pájaros, de las plantas, de las nubes, de los astros; la experiencia de la vida natural llena de lecciones de una observación riquísima. ...

En la línea 15839
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y las leyes de honor, las preocupaciones de la vida social todas, ¿qué eran al lado de las grandes y fijas y naturales leyes a que obedecían los astros en el cielo, las olas en el mar, el fuego bajo la tierra, la savia circulando por las plantas?. ...

En la línea 593
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Todas las soluciones Importantes de los soberanos y hasta los asuntos de su vida corriente, como, por ejemplo, la recepción de un embajador, un pequeño viaje, o el tomar una medicina, se determinaban consultando antes a las estrellas. Tal era la superstición sideral, que entre las gentes ricas nadie se atrevía a comer, a ponerse un vestido nuevo o a intentar cosa alguna sin estudiar los astros. ...

En la línea 491
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Artegui torció a la derecha, siguiendo el malecón, mientras explicaba a Lucía esas nociones elementales astronómicas, que parecen novela celeste, cuento fantástico escrito con letras de lumbre sobre hojas de zafiro. La niña, embelesada, miraba tan pronto a su acompañante, como al firmamento apacible. Sobre todo, la magnitud y cantidad de los astros la confundía. ...

En la línea 499
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -¿Cuál? -interrogó la niña curiosamente, mirando, a la vaga luz de los astros, el rostro descolorido de Artegui. ...

En la línea 848
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Ínterin llegaba el esperado día de asistir a la fiesta nocturna, Pilar se acostumbró a pasar un par de horas en el salón de Damas del Casino, de una a tres de la tarde generalmente. Es el salón de Damas un atractivo más del hermoso edificio donde se reconcentra la animación termal; allí las señoras abonadas al Casino pueden refugiarse, sin temor a invasiones masculinas; allí están en su casa, y son reinas absolutas, tocan el piano, bordan, charlan, y a veces se deslizan hasta el lujo de un sorbete o de alguna confitura o bombón que roen con igual deleite que si fuesen ratoncillos sueltos en un armario de golosinas. Es un harén de moras civilizadas, un gineceo no oculto en la pudorosa sombra del hogar, sino descaradamente implantado en el sitio más público que darse puede. Allí concurrían y se congregaban todos los astros hembras del firmamento de Vichy, y allí encontraba Pilar reunida a la escasa, pero brillante colonia hispano americana; las de Amézaga, Luisa Natal, la condesa de Monteros: y se formaba una especie de núcleo español, si no el más numeroso, tampoco el menos animado y alegre. Mientras alguna rubia inglesa ejecutaba en el piano trozos de música clásica, y las francesas asían de los cabellos la ocasión de lucir primorosas labores de cañamazo, dando en ellas tres puntos por hora, las españolas, más francas, aceptaban la holgazanería completa, dedicándose a hablar y a manejar el abanico. Una magnífica esfera geográfica, colocada al extremo del salón, parecía preguntarse cuál era su objeto y destino en semejante lugar; y en cambio, los retratos de las dos hermanas de Luis XVI, Victoria y Adelaida, damas tradicionales de Vichy, sonreían, empolvada la cabellera, rosadas y benévolas, presidiendo el certamen de frivolidad continua celebrado a honra suya. Eran murmullos como de voleteos de pájaros en pajarera, ruido de risitas semejante a sartas de perlas que caen desgranándose en una copa de cristal, sedoso crujir de países de abanico, estallido seco de varillajes, ruedecillas de sillón que un punto corrían sobre el encerado piso, ruge-ruge de faldas, que parecía estridor de alitas de insecto. Embalsamaban la atmósfera leves auras de gardenia, de vinagre de tocador, de sal inglesa, de perfumería Rimmel. No se veían sino dijes y prendas graciosas abandonadas sobre sillas y mesas; sombrillas largas, de seda, muy recamadas de cordoncillo de oro; cabás y estuches de labor, ya de cuero de Rusia, ya de paja con moños y borlas de estambre; aquí un chal de encaje, allí un pañuelo de batista; acá un ramo de flores que agoniza exhalando su esencia más deliciosa; acullá un velito de moteado tul, y encima las horquillas que sirven para prenderle… El grupo de españolas, capitaneado por Lola Amézaga, que era muy resuelta, tenía cierta independencia e intimidad, bien distinta de la reserva secatona de las inglesas: y aún entre ambos bandos se advertía disimulada hostilidad y recíproco desdén. ...

En la línea 1204
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Un bulto negro descendía las escaleras del vestíbulo de casa de Artegui. A la luz de los astros, y a la de los lejanos faroles de la calle, se advertía su vacilante andar, y a las manos que frecuentemente llevaba a su rostro. Miranda esperó, esperó como el cazador en acecho. El bulto iba acercándose. De pronto salió de entre un seto de arbustos un hombre y se oyó una imprecación soez, que traducida al lenguaje de las personas beneparlantes pudiera sonar así: ...

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