La palabra Aspirando ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece aspirando.
Estadisticas de la palabra aspirando
La palabra aspirando no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE
Algunas Frases de libros en las que aparece aspirando
La palabra aspirando puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 600
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Muchos hombres dormían tendidos en sus esterillas con un ronquido fatigoso, aspirando a ras de tierra las emanaciones asfixiantes del rescoldo de boñiga. En el fondo, las mujeres, sentadas en el suelo con las faldas abombadas como hongos, contábanse cuentos o relataban curaciones maravillosas ocurridas en la sierra por milagro de las vírgenes. ...
En la línea 1030
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Ella seguía insultándolo, pero menos iracunda, como si la embriaguez la privase de movimiento y su deseo no pudiera exteriorizarse más que con palabras. Su cabeza resbalaba sobre el pecho de Rafael: inclinábase, con los ojos entornados, aspirando aquel perfume hombruno, que parecía adormecerla. Tenía su busto caído en las rodillas del campesino, y aun le insultaba, como si encontrase en esto una extraña delectación. ...
En la línea 1280
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Esto es vivir, señor Fermín--decía en la explanada de Marchamalo, a la luz de las estrellas, aspirando la brisa nocturna.--A estas horas estarán asándose los señoritos en la acera del _Caballista_. ...
En la línea 623
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La melancolía de Ra-Ra se transmitió a el. La imagen de su novia americana pasó por su recuerdo con tal intensidad, que hasta creyó verla corporalmente, aspirando su perfume. Pero a continuación cayó en una tristeza desesperada al contemplarse en este país inverosímil, sometido a una esclavitud ridícula, sujeto a los caprichos de una humanidad inferior. ...
En la línea 807
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La escolta tuvo que quedarse en el antiguo palacio de caza de los emperadores, que casi era una ruina, y Gillespie se lanzó a través de lo más intrincado de la selva, aspirando con deleite el perfume de vegetación prensada que surgía de sus pasos. ...
En la línea 1654
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Era de cuerpo pequeño y no bien conformado, tan endeble que parecía que se lo iba a llevar el viento, la cabeza chata, el pelo lacio y ralo. Cuando estaban juntos él y su hermano Nicolás, a cualquiera que les viese se le ocurriría proponer al segundo que otorgase al primero los pelos que le sobraban. Nicolás se había llevado todo el cabello de la familia, y por esta usurpación pilosa, la cabeza de Maximiliano anunciaba que tendría calva antes de los treinta años. Su piel era lustrosa, fina, cutis de niño con transparencias de mujer desmedrada y clorótica. Tenía el hueso de la nariz hundido y chafado, como si fuera de sustancia blanda y hubiese recibido un golpe, resultando de esto no sólo fealdad sino obstrucciones de respiración nasal, que eran sin duda la causa de que tuviera siempre la boca abierta. Su dentadura había salido con tanta desigualdad que cada pieza estaba, como si dijéramos, donde le daba la gana. Y menos mal si aquellos condenados huesos no le molestaran nunca; ¡pero si tenía el pobrecito cada dolor de muelas que le hacía poner el grito más allá del Cielo! Padecía también de corizas y las empalmaba, de modo que resultaba un coriza crónico, con la pituitaria echando fuego y destilando sin cesar. Como ya iba aprendiendo el oficio, se administraba el yoduro de potasio en todas las formas posibles, y andaba siempre con un canuto en la boca aspirando brea, demonios o no sé qué. ...
En la línea 1795
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En medio de estos dulcísimos ensueños de su alma arrebatada, sentía Maximiliano unos saetazos que le hacían volver sobresaltado a la realidad. Era como la feroz picada de un mosquito cuando estamos empezando a dormirnos dulcemente… Por mucho que se estirase el dinero sacado de la hucha, al fin se tenía que concluir, porque todo es finito en este mundo, y el metálico precisamente es una de las cosas más finitas que se pueden imaginar… ¡María Santísima!, cuando el temido momento llegase… ¡cuando la última peseta del último duro fuera cambiada… ! Si el mosquito le picaba a Maximiliano cuando estaba en su cama dormido o preparándose a ello, incorporábase tan desvelado cual si fueran las doce del día, o se ponía a dar vueltas en el lecho y a calentarlo con el ardor de su febril zozobra. A veces invocaba al Cielo con íntimo fervor de oración. Esperaba que la obra generosa que había emprendido pesase mucho en las recónditas intenciones de la Providencia para que Esta le sacase del atolladero en que los amantes iban a caer. Él no era un granuja; ella se estaba portando bien, y con su conducta echaba velos y más velos sobre lo pasado. Si la Providencia no tenía en cuenta estas circunstancias, ¿de qué le valía a uno portarse bien y ser un modelo de orden y buena fe? Esto es claro como el agua. Fortunata pensaba lo mismo, cuando él le confiaba sus temores. Tenía que ser así, o todo lo que se habla de la Providencia es patraña. Pronto diré cómo se salieron con la suya, con lo cual se demostró que tenían allá arriba, en los mismos cielos, alguna entidad de peso que les protegía. Bien ganada se tenían esta protección, porque él, enaltecido por su cariño, ella, aspirando a la honradez y ensayándose en practicarla, eran dos seres que valían cualquier dinero, o en otros términos, dignos de que se les facilitaran los medios de continuar su campaña virtuosa. ...
En la línea 2029
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al día siguiente, después de otro altercado con su sobrino, apuntaron vagamente en su alma las ideas de transacción. Ya no cabía duda de que la pasión de Maximiliano era tenaz y profunda, y de que le prestaba energías incontrastables. Ponerse frente a ella era como ponerse delante de una ola muy hinchada en el momento de reventar. Doña Lupe reflexionó mucho todo aquel día, y como tenía un gran sentido de la realidad, empezó a reconocer el poder que ejercen sobre nuestras acciones los hechos consumados, y el escaso valor de las ideas contra ellos. Lo de Maxi sería un disparate, ella seguía creyendo que era una burrada atroz; mas era un hecho, y no había otro remedio que admitirlo como tal. Pensó entonces con admirable tino que cuando en el orden privado, lo mismo que en el público, se inicia un poderoso impulso revolucionario, lógico, motivado, que arranca de la naturaleza misma de las cosas y se fortifica en las circunstancias, es locura plantársele delante; lo práctico es sortearlo y con él dejarse ir aspirando a dirigirlo y encauzarlo. Pues a sortear y dirigir aquella revolución doméstica; que atajarla era imposible, y el que se le pusiera delante, arrollado sería sin remedio… De esta idea provino la relativa tolerancia con que habló a su sobrino en la segunda noche de confianzas, la maña con que le fue sacando noticias y pormenores de su novia, sin aparentar curiosidad, aventurándose a darle algunos consejos. Verdad que entre col y col le soltaba ciertas frescuras; pero esto era muy estudiado para que Maxi no viera el juego. «No cuentes conmigo para nada; allá te las hayas… Ya te he dicho que no quiero saber si tu novia tiene los ojos negros o amarillos. A mí no me vengas con zalamerías. Te oigo por consideración; pero no me importa. ¿Que la vaya yo a ver? ¡Estás tú fresco… !». ...

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Más información sobre la palabra Aspirando en internet
Aspirando en la RAE.
Aspirando en Word Reference.
Aspirando en la wikipedia.
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Errores Ortográficos típicos con la palabra Aspirando
Cómo se escribe aspirando o haspirando?
Cómo se escribe aspirando o aspirrando?
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