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La palabra anciano
Cómo se escribe

la palabra anciano

La palabra Anciano ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Barraca de Vicente Blasco Ibañez
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
La Biblia en España de Tomás Borrow y Manuel Azaña
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra
Viaje de un naturalista alrededor del mundo de Charles Darwin
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Grandes Esperanzas de Charles Dickens
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
Fantina Los miserables Libro 1 de Victor Hugo
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece anciano.

Estadisticas de la palabra anciano

Anciano es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 5062 según la RAE.

Anciano aparece de media 17.91 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la anciano en las obras de referencia de la RAE contandose 2722 apariciones .

Algunas Frases de libros en las que aparece anciano

La palabra anciano puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 580
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¿De veras que ahora estaban cultivados? Y el anciano pastor avanzaba la cabeza, haciendo esfuerzos para ver con sus ojos casi muertos al hombre audaz que osaba realizar lo que toda la huerta tenía por imposible. ...

En la línea 592
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Todos hablaban únicamente de los respetos que merecía el anciano pastor, un hombre que en sus mocedades se comía los franceses crudos, que había visto mucho mundo, y cuya sabiduría, demostrada con medias palabras y consejos incoherentes, inspiraba un respeto supersticioso a la gente de las barracas. ...

En la línea 794
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Al fin, recordó que era nieto del tío Tomba, el pastor ciego a quien respetaba toda la huerta; un buen muchacho, que servía de criado al carnicero de Alboraya, cuyo rebaño cuidaba el anciano. ...

En la línea 958
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El anciano seguía bailando como una caricatura femenil entre las lúbricas excitaciones que le dirigía la _Marquesita_. ...

En la línea 771
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Me excusé, y al querer retirarme, el anciano me rogó que aguardara unos minutos, hasta que, terminada la comida, los directores del colegio pudieran tener el gusto de acompañarme. ...

En la línea 774
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Burke.) Nos sentamos en el poyo de piedra, y después de examinarme atentamente un poco de tiempo, el anciano clavó los ojos en Antonio. ...

En la línea 776
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... «Yo servía en casa de la condesa de..., en Cintra, cuando vuestra reverencia era su director espiritual.» «Cierto, cierto—dijo el anciano varón, suspirando—. ...

En la línea 1801
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Los reos eran dos jóvenes, dos hermanos, culpables de haber escalado de noche la casa de un anciano y asesinádole cruelmente para robarle. ...

En la línea 2336
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pues, ¿qué me dirán del bueno de don Cirongilio de Tracia, que fue tan valiente y animoso como se verá en el libro, donde cuenta que, navegando por un río, le salió de la mitad del agua una serpiente de fuego, y él, así como la vio, se arrojó sobre ella, y se puso a horcajadas encima de sus escamosas espaldas, y le apretó con ambas manos la garganta, con tanta fuerza que, viendo la serpiente que la iba ahogando, no tuvo otro remedio sino dejarse ir a lo hondo del río, llevándose tras sí al caballero, que nunca la quiso soltar? Y, cuando llegaron allá bajo, se halló en unos palacios y en unos jardines tan lindos que era maravilla; y luego la sierpe se volvió en un viejo anciano, que le dijo tantas de cosas que no hay más que oír. ...

En la línea 5029
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Ofrecióseme luego a la vista un real y suntuoso palacio o alcázar, cuyos muros y paredes parecían de transparente y claro cristal fabricados; del cual abriéndose dos grandes puertas, vi que por ellas salía y hacía mí se venía un venerable anciano, vestido con un capuz de bayeta morada, que por el suelo le arrastraba: ceñíale los hombros y los pechos una beca de colegial, de raso verde; cubríale la cabeza una gorra milanesa negra, y la barba, canísima, le pasaba de la cintura; no traía arma ninguna, sino un rosario de cuentas en la mano, mayores que medianas nueces, y los dieces asimismo como huevos medianos de avestruz; el continente, el paso, la gravedad y la anchísima presencia, cada cosa de por sí y todas juntas, me suspendieron y admiraron. ...

En la línea 7308
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... En tanto, pues, que la morisca cristiana su peregrina historia trataba, tuvo clavados los ojos en ella un anciano peregrino que entró en la galera cuando entró el virrey; y, apenas dio fin a su plática la morisca, cuando él se arrojó a sus pies, y, abrazado dellos, con interrumpidas palabras de mil sollozos y suspiros, le dijo: -¡Oh Ana Félix, desdichada hija mía! Yo soy tu padre Ricote, que volvía a buscarte por no poder vivir sin ti, que eres mi alma. ...

En la línea 1310
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... ro lo extraordinario es que al cabo de tres años se ha convertido aquella raíz en un hermoso árbol cargado de fruto, como lo he visto yo mismo. anciano que vive cerca de Valdivia, me decía: «Necesidad es la madre del invención», y me lo probaba contándome todo lo que él hacía con sus manzanas. ...

En la línea 1776
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... ravesamos también el valle de Chañeral, que es el más fértil entre Guasco y Coquimbo; pero es tan estrecho y produce tan pocos forrajes que no podemos proporcionárnoslos para los caballos. Sauce encontramos a un señor anciano muy cortés y muy amable que dirige una fundición de cobre ...

En la línea 7613
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¿qué sería de este anciano?. ...

En la línea 11218
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Foja solía entrar y salir en seguida; en cuanto se cercioraba de la miseria y de la enfermedad del pobre anciano, ya tenía bastante; salía corriendo a decir pestes del otro, del Provisor: así creía servir a la buena causa del progreso y de la humanidad solidaria. ...

En la línea 11377
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Era este un anciano de rostro simpático, de voz dulce, hablaba con el acento del país muy pronunciado. ...

En la línea 13064
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... A su lado un niño pobre, rubio, pálido y delgado, de seis años, sentado en el suelo junto a la falda de su madre cubierta de harapos, cantaba sin pestañear, fijos los ojos en la Dolorosa del altar portátil; cantaba, y de repente, por no se sabe qué asociación de ideas, calló, volvió el rostro a su madre y dijo: —¡Madre, dame pan! Cantaba un anciano junto a un confesonario, con voz temblorosa, grave y dulce. ...

En la línea 291
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Todo el dinero de la Iglesia lo iba dedicando el ardiente anciano a la cruzada contra los turcos. Anunció que iba a empeñar para esto su propia tiara, y hasta arrancó sus encuadernaciones a muchos códices de la biblioteca del Vaticano, porque tenían adornos de metales preciosos. ...

En la línea 293
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Contempló Europa con admiración y al mismo tiempo con apatía los esfuerzos de este anciano, enardecido por una extraordinaria juventud. ...

En la línea 297
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... — Todos los cronistas de entonces se asombraron del celo guerrero y la tuerza de voluntad de este anciano, que muchos creían próximo a morir. Los asuntos generales de la Iglesia los trataba brevemente, pero de la cruzada discurría con gran prolijidad atendiendo a todos sus detalles. ...

En la línea 301
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Las riberas del Tíber, siempre dormidas y casi desiertas, resucitaron a la vida del trabajo por obra de este anciano. En la Ripa Grande estableció arsenales, y junto a San Espíritu construyó un dique para limpiar galeras. ...

En la línea 850
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Pues bien -continuó Ra-Ra con entusiasmo después de una larga pausa-, ese anciano lo sabe; ese guerrero escapado a la venganza de las mujeres prepara la resurrección de un mundo de honor caballeresco y de heroísmo, comunicando sus conocimientos a los jóvenes. ...

En la línea 1207
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El anciano, después de oír al tribuno, se levantó para formular una proposición que podía satisfacer a los dos bandos. Era oportuno no matar al gigante, para que así no quedasen perdidas las grandes sumas que había costado su manutención, y era conveniente también que en adelante no comiera a costa del Estado, consiguiéndose de tal modo la economía que buscaban los amigos del gobierno. Para esto, lo más sencillo era obligar al Hombre-Montaña a que viviese lo mismo que los hombres esclavos, que ganaban su subsistencia trabajando como máquinas de fuerza. ...

En la línea 195
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Pues bueno, allá voy… Como te iba diciendo, conocí a una mujer… Cosas de muchachos. Pero déjame que empiece por el principio. Érase una vez… un caballero anciano muy parecido a una cotorra y llamado Estupiñá, el cual cayó enfermo y… cosa natural, sus amigos fueron a verle… y uno de estos amigos, al subir la escalera de piedra, encontró una muchacha que se estaba comiendo un huevo crudo… ¿Qué tal?… ...

En la línea 778
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al oír esto, el bondadoso y parlanchín anciano se desconcertaba. Respondía torpemente, balbuciendo negativas y «¿quién te ha contado esa paparrucha?». A lo mejor, saltaba Juan con esto: «¿Pero di, Plácido, tú no has tenido nunca novia?». ...

En la línea 1358
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La confusión y curiosidad del anciano llegaron al colmo cuando Barbarita, al subir la escalera de la casa, le dijo con cierto misterio: «Dame esos paquetes, y métete este armatoste debajo de la capa. Que no lo vea nadie cuando entremos». ¿Qué significaban estos tapujos? ¡Introducir un Belén cual si fuera matute! Y como expertísimo contrabandista, hizo Plácido su alijo con admirable limpieza. La señora lo tomó de sus manos, y llevándolo a su alcoba con minuciosas precauciones para que de nadie fuera visto, lo escondió, bien cubierto con un pañuelo, en la tabla superior de su armario de luna. ...

En la línea 2930
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Un hombre se había detenido ante los combatientes en el último instante de la reyerta; acercose a Maxi y le miró con recelo. Creyendo que estaba mortalmente herido, no quería meterse en líos con la justicia. Cuando le oyó hablar, acercose más. «Buen hombre, ¿qué es eso?… ¡Pobre chico! Si no parece chico, sino un viejo… ¡Vaya, que pegar así a un pobre anciano!». Luego llegó otro hombre, que se destacó de un grupo de obreros que subían. Auxiliado por este, Maxi logró levantarse y corrió un buen trecho por el camino abajo, gritando: «¡Ladrón!… ¡a ese!… ¡al asesino!… ». Pero el coche estaba ya más allá de la iglesia. Formose en torno a la víctima un corro de cuatro, seis, diez personas de ambos sexos. Mirábales como si fueran amigos que habían de darle la razón reconociendo en él a la justicia pateada y a la humanidad escarnecida. Parecía un insensato. Su descompuesto rostro daba miedo, y su ahilada voz excitaba la mayor extrañeza. ...

En la línea 963
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El anciano se apartó, agachado, cautelosamente, como un gato, y acercó el banco. Se sentó en él, con medio cuerpo expuesto a la débil y vacilante luz, y el otro medio en las sombras; y así, con la mirada clavada en el dormido niño, prosiguió su paciente vela, sin cuidarse del paso del tiempo y sin cesar de afilar suavemente el cuchillo, en tanto que no paraba de refunfuñar y hacer gestos. Por su aspecto y su actitud no parecía sino una araña horrible y misteriosa, que se ensañara sobre un desdichado insecto preso en su tela e indefenso. ...

En la línea 970
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Lanzó el niño un gemido de desesperación, y jadeante cesó en sus forcejeos; luego asomaron a sus ojos las lágrimas, que cayeron una tras otra por su rostro. Pero esta lastimera escena no logró aplacar al feroz anciano. ...

En la línea 1110
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El buen humor del soldado adquirió gran vuelo el último día del viaje. Sin dar paz a la lengua, habló de su anciano padre y de su hermano Arturo, y refirió hartas cosas que revelaban el generoso carácter de ambos. Tuvo palabras de exaltación para su Edita, y, en suma, estaba tan animado que hasta llegó a decir cosas cordiales y fraternales de Hugo.. Habló largo y tendido de la futura llegada a Hendon Hall. ¡Qué sorpresa para todos, y qué estallido de agradecimiento y deleite se manifestaría! ...

En la línea 1215
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... En la semana siguiente, días y noches fueron de monótona igualdad en cuanto a acontecimientos. Hombres cuyos semblantes recordaba Hendon más o menos distintamente, llegaban de día a mirar al 'impostor' y a repudiarle e insultarle, y por la noche los alborotos y las peleas proseguían con insufrible regularidad. No obstante, al fin se ofreció un nuevo episodio. El alcaide hizo entrar a un anciano y le dijo: ...

En la línea 1784
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... exclamaba: «Ya le he cogido». Los magistrados temblaban cada vez que él se mordía el dedo índice. Los ladrones y sus encubridores estaban pendientes de sus labios, embelesados, aunque muertos de miedo, y se estremecían en cuanto un pelo de sus cejas se movía hacia ellos. Ignoro de qué parte estaba mi tutor, porque me pareció que arremetía contra todos; sólo sé que cuando salí de puntillas, él no estaba apostrofando a los del banquillo, pues hacía temblar convulsivamente las piernas del anciano caballero que presidía el tribunal, censurándole su conducta de aquel día y en tanto que ocupaba aquel elevado sitio, como representante de la justicia y de la ley de Inglaterra. ...

En la línea 1840
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... inconveniente en que nos acompañe mi anciano padre? ...

En la línea 1842
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... - Es porque tengo a mi anciano padre en mi casa. ...

En la línea 1920
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... a un hombre muy anciano, vestido de franela. Estaba muy limpio, alegre y cómodo, así como muy bien ...

En la línea 4849
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Pulqueria Alejandrovna bendijo de todo corazón el enlace de su hija con Rasumikhine, pero después de la boda aumentaron su tristeza y ensimismamiento. Para procurarle un rato agradable, Rasumikhine le explicó la generosa conducta de Rodia con el estudiante enfermo y su anciano padre, y también que había sufrido graves quemaduras por salvar a dos niños de un incendio. Estos dos relatos exaltaron en grado sumo el ya trastornado espíritu de Pulqueria Alejandrovna. Desde entonces no cesó de hablar de aquellos nobles actos. Incluso en la calle los refería a los transeúntes, en las tiendas, allí donde encontraba un auditor paciente empezaba a hablar de su hijo, del artículo que había publicado, de su piadosa conducta con el estudiante, del espíritu de sacrificio que había demostrado en un incendio, de las quemaduras que había recibido, etc. ...

En la línea 5
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... En 1804 el señor Myriel se desempeñaba como cura de Brignolles. Era ya anciano y vivía en un profundo retiro. ...

En la línea 6
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Hacia la época de la coronación de Napoleón, un asunto de su parroquia lo llevó a París; y entre otras personas poderosas cuyo amparo fue a solicitar en favor de sus feligreses, visitó al cardenal Fesch. Un día en que el Emperador fue también a visitarlo, el digno cura que esperaba en la antesala se halló al paso de Su Majestad Imperial. Napoleón, notando la curiosidad con que aquel anciano lo miraba, se volvió, y dijo bruscamente: ...

En la línea 215
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Al abrir los labios sin duda para preguntar al recién llegado lo que deseaba, éste apoyó ambas manos en su garrote, posó su mirada en el anciano y luego en las dos mujeres, y sin esperar a que el obispo hablase dijo en alta voz: ...

En la línea 266
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Pero apenas hubo pronunciado estas palabras de paz, súbitamente, sin transición alguna, hizo un movimiento extraño, que hubiera helado de espanto a las dos santas mujeres si hubieran estado presente. Se volvió bruscamente hacia el anciano, cruzó los brazos, y fijando en él una mirada salvaje, exclamó con voz ronca: ...

En la línea 329
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -¿Es anciano su padre de usted? ...

En la línea 883
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Todas volvieron el rostro, en extremo conmovidas. La puerta del salón de Damas se abría solemnemente; un elegante y correcto anciano, con blancas patillas y delicadamente afeitado el resto de la faz, se quedó en el umbral en diplomática postura; una mujer alta y gallarda penetró en el recinto; acrecentaba su clásica beldad el negro traje de tafetán, muy ceñido y golpeado de azabache; sobre su frente de diosa, el sombrero de tul con espigas de oro, parecía mitológica diadema; era su andar noble y soberano, y sin cuidarse de saludar a nadie, se fue hacia el piano, vacante a la sazón, y sentándose, comenzó a interpretar magistralmente unas mazurcas de Chopín. La postura patentizaba lo brioso de su talle, los largos y tornátiles brazos, las caderas, los omoplatos que, a cada pulsación de la blanca mano, se dibujaban vigorosamente bajo el ajustado corpiño. ...


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Más información sobre la palabra Anciano en internet

Anciano en la RAE.
Anciano en Word Reference.
Anciano en la wikipedia.
Sinonimos de Anciano.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Anciano

Cómo se escribe anciano o hanciano?
Cómo se escribe anciano o anziano?

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