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La palabra ambulante
Cómo se escribe

la palabra ambulante

La palabra Ambulante ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Julio Verne de La vuelta al mundo en 80 días
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece ambulante.

Estadisticas de la palabra ambulante

Ambulante es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 19071 según la RAE.

Ambulante aparece de media 3.26 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la ambulante en las obras de referencia de la RAE contandose 495 apariciones .

Errores Ortográficos típicos con la palabra Ambulante

Cómo se escribe ambulante o hambulante?
Cómo se escribe ambulante o anbulante?
Cómo se escribe ambulante o amvulante?

Más información sobre la palabra Ambulante en internet

Ambulante en la RAE.
Ambulante en Word Reference.
Ambulante en la wikipedia.
Sinonimos de Ambulante.


la Ortografía es divertida


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece ambulante

La palabra ambulante puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1739
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Habían atraído especialmente su atención los pequeños de su familia, colocándolos en el lugar más seguro de dicha comitiva. Cuatro niños marchaban detrás de su cama ambulante. Dos de ellos eran el duque de Sermoneta, hijo de Lucrecia y del napolitano Biseglla, que había de morir pocos años después, y el príncipe de Camerino, último retoño del Pontífice muerto y de la bella Julia Parnesio. César mostraba un afecto paternal po r este hermano tardío. Los otros dos niños eran bastardos suyos habidos de madres desconocidas, pues sus verdaderos amores procuró siempre mantenerlos en el misterio. ...

En la línea 1149
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -No llores -dijo apeándole otra vez el tratamiento-, no llores, regocijate, porque has vencido. ¡Qué mucho, si representas la ilusión más cara al hombre, la ilusión única que vale cien realidades, la ilusión que sólo se disipa en el regazo de la muerte! ¡La más tenaz e invencible de cuantas la naturaleza dispone para adherirnos a la vida y conservar nuestra especie! Escúchame. No quiero decirte que tú eres para mí la felicidad, porque la felicidad no existe y yo no he de engañarte, pero lo que sí te afirmo es que por ti puede ser digno de un espíritu noble preferir la vida a la muerte. Entre los engaños que a la tierra nos apegan, uno hay que ilude más dulcemente con mieles suavísimas, con regalos tan inefables y embriagadores, que es lícito al hombre entregarse a un bien que, con ser fingido, así embellece y dora la existencia. Óyeme, óyeme. Huí siempre de las mujeres, porque, conocedor del triste misterio del inundo, del mal transcendente de la vida, no quería apegarme por ellas a esta tierra mísera, ni dar el ser a criaturas que heredasen el sufrimiento, único legado que todo ser humano tiene certeza de transmitir a sus hijos… Sí, yo consideraba que era un deber de conciencia obrar así, disminuir la suma de dolores y males; cuando pensaba en esta suma enorme, maldecía al sol que engendra en la tierra la vida y el sufrimiento, las estrellas que sólo son orbes de miseria, el mundo este, que es el presidio donde nuestra condena se cumple, y por fin, el amor, el amor que sostiene y conserva y perpetúa la desdicha, rompiendo, para eternizarla, el reposo sacro de la nada… ¡La nada!, la nada era el puerto de salvación a que mi combatido espíritu quiso arribar… La nada, la desaparición, la absorción en el Universo, disolución para el cuerpo, paz y silencio eterno para el espíritu… Si yo tuviese fe, ¡qué hermosísimo y atractivo y dulce me parecería el claustro! Ni voluntad, ni deseo, ni sentidos, ni pasiones… un sayal, un muerto ambulante debajo… Pero… ...

En la línea 1197
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Picaporte se decidió, en su consecuencia, a esperar algunas horas; pero mientras iba caminando, se le ocurrió que parecía demasiado bien vestido para un artista ambulante, y concibió entonces la idea de trocar su traje por unos guiñapos que estuviesen más en armonia con su posición. Este cambio debía producirle, además, un saldo, que podía aplicar, inmediatamente, a satisfacer su apetito. ...

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