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La palabra amargura
Cómo se escribe

la palabra amargura

La palabra Amargura ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Bodega de Vicente Blasco Ibañez
Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
A los pies de Vénus de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
El príncipe y el mendigo de Mark Twain
Crimen y castigo de Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
La llamada de la selva de Jack London
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece amargura.

Estadisticas de la palabra amargura

Amargura es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 9019 según la RAE.

Amargura aparece de media 8.82 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la amargura en las obras de referencia de la RAE contandose 1341 apariciones .

Algunas Frases de libros en las que aparece amargura

La palabra amargura puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1099
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El novillo suelto, persiguiendo a las jornaleras ebrias, hacía prorrumpir en ruidosas carcajadas a una juventud que, bebiendo vino, desbravando caballos y discutiendo mujeres, esperaba el momento de heredar la riqueza y la tierra de todo Jerez... ¡Pero, qué buena sombra tenía el tal Luis! ¡Y pensar que ellos no habían presenciado aquella broma! Algunos recordaban con amargura que les había invitado a la fiesta, y se lamentaban de la ausencia. ...

En la línea 5747
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Athos escuchó sus proyectos; luego movió la cabeza y le reco mendó prudencia con algo de amargura. ...

En la línea 7589
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Pero -replicó aquella a quien el cardenal acababa de dirigir su cumplido adulador-¿si pese a todas estas razones el duque no se rinde y continúa amenazando a Francia? -El duque está enamorado como un loco, o mejor, como un ne cio -contestó Richelieu con profunda amargura-; como los antiguos paladines, ha emprendido esta guerra nada más que por obtener una mirada de su bella. ...

En la línea 3720
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Vio en el rostro de aquella mujer una amargura que revelaban ciertos músculos, mientras otros luchaban por borrar aquel gesto. ...

En la línea 4832
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... En los labios del Magistral asomó una sonrisa de amargura. ...

En la línea 4947
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y al pensar esto, mirándose al espejo, mientras se lavaba y peinaba, De Pas sonreía con amargura mitigada por el dejo de optimismo que le quedaba de sus reflexiones de poco antes. ...

En la línea 9668
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —De aquellas discusiones, que buscaba y provocaba todos los días, afirmaba él que salía su espíritu, llamémosle así, lleno de amargura (y no era verdad, el remordimiento se lo decía), lleno de amargura porque en Vetusta nadie pensaba; se vegetaba y nada más. ...

En la línea 137
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Era la única amargura, intensa en realidad, que perturbaba su vida optimista. Un año u otro, los propietario del edificio, noble familia residente en Madrid, tendrían que echarlo abajo, no sabiendo él adonde ir con todo su bagaje de manuscritos y libros. Retardaba el trágico instante, con riesgo de su propia existencia. En vano los arquitectos habían declarado el caserón próximo a derrumbarse. Don Baltasar inventaba razones para seguir en él, arrostrando el peligro de perecer sepultado bajo escombros y papeles ...

En la línea 1190
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... A lo vergonzoso de esta confesión tácita de impotencia se unió la amargura de tener que restituir la considerable dote que le había aportado Lucrecia, viéndose obligado, de no hacerlo, a la entrega de su señorío de Pésaro, dependiente de la Santa Sede. ...

En la línea 2901
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —No—agregó él conteniendo la amargura que de su alma se desbordaba—, los dos. ...

En la línea 3202
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Me ha contado Jacinta que una noche llegó a tal grado su irritación por causa de los celos, de la curiosidad no satisfecha y de la forzada reserva, que a punto estuvo de estallar y descubrirse, haciendo pedazos la máscara de tranquilidad que ante sus suegros se ponía. Porque la peor de sus mortificaciones era tener que desempeñar el papel de mujer venturosa, y verse obligada a contribuir con sus risitas a la felicidad de D. Baldomero y doña Bárbara, tragándose en silencio su amargura. Ya no le quedaba duda de que su marido entretenía, como se dice ahora, a una mujer, y de estos entretenimientos no tenían ni siquiera sospechas los bienaventurados papás. Sabía que la tarasca que le robaba su marido era la misma con quien tuvo amores antes de casarse, la madre del Pituso muerto, la condenada Fortunata que le había dado tantas jaquecas. Deseaba verla… pero no; más valía que no la viera jamás, porque si la veía, de fijo se le iba el santo al Cielo. ...

En la línea 762
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Pusiéronse Hobbs y Hugo a hablar en voz baja y el rey se apartó cuanto pudo de su desagradable compañía. Retiróse a la penumbra del rincón más lejano del granero, donde encontró que el suelo estaba cubierto con un montón de paja. Allí se tendió, cubriéndose con la paja a guisa de manta, y no tardó en quedar absorto en sus pensamientos. Muchos pesares tenía, mas los pormenores quedaban casi olvidados por el supremo de ellos, la pérdida de su padre. A todo el mundo el nombre de Enrique VIII le producía escalofríos y le sugería la idea de un ogro, cuyas fauces respiraban destrucciones y cuyas manos repartían azotes y muerte; pero para aquel níño el nombre no evocaba más que sensaciones de placer. La figura que invocaba tenía un semblante todo bondad, y afecto, Trajo el niño a la memoria una larga serie de escenas de cariño entre su padre y él, y meditó complacido en ellas mientras fluían sin amargura sus lágrimas, testimonio de cuán honda y verdadera era la pena de su corazón. Conforme pasó la tarde, Eduardo, abrumado por sus pesadumbres, cayó poco a poco en un sueño tranquilo y reparador. ...

En la línea 991
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Entretanto, el reyecito, en el otro aposento, no paraba de temblar tanto de terror como de esperanza, y ponía en sus gemidos de angustia toda la fuerza que podía, esperando siempre que llegaran a oídos de Hendon, y dándose cuenta con amargura de que no llegaban, o por lo menos de que no causaban efecto. Así esta última observación de Hendan llegó a sus oídos como llegaría a un moribundo un aliento vivificante desde una fresca campiña. Hizo un nuevo esfuerzo con la mayor energía, en el mismo momento que el ermitaño decía: ...

En la línea 928
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Ahora recordaba aquellas incertidumbres, aquellas vagas sensaciones, y este recuerdo, a su juicio, no era puramente casual. El simple hecho de haberse detenido en el mismo sitio que antaño, como si hubiese creído que podía tener los mismos pensamientos e interesarse por los mismos espectáculos que entonces, e incluso que hacía poco, le parecía absurdo, extravagante y hasta algo cómico, a pesar de que la amargura oprimía su corazón. Tenía la impresión de que todo este pasado, sus antiguos pensamientos e intenciones, los fines que había perseguido, el esplendor de aquel paisaje que tan bien conocía, se había hundido hasta desaparecer en un abismo abierto a sus pies… Le parecía haber echado a volar y ver desde el espacio como todo aquello se esfumaba. ...

En la línea 2231
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En cambio, Avdotia Romanovna, que parecía haber estado esperando su vez, al pasar ante Sonia detrás de su madre la saludó amable y gentilmente. Sonetchka perdió la calma y se inclinó con temeroso apresuramiento. Por su semblante pasó una sombra de amargura, como si la cortesía y la afabilidad de Avdotia Romanovna le hubieran producido una impresión dolorosa. ...

En la línea 2480
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof no contestó a su amigo. Levantó hacia él su pálido y triste rostro, y Rasumikhine, al ver aquel semblante lleno de amargura, consideró inadecuado el tono cáustico, grosero y provocativo de Porfirio. ...

En la línea 2837
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Al llegar a este punto se detuvo con un gesto de dignidad y amargura. ...

En la línea 212
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Llegó un día en que el afable Billie cayó y no pudo levantarse. Hal, como ya no tenía el revólver, cogió un hacha y allí mismo le asestó un golpe en la cabeza, tras lo cual liberó al cadáver del arnés y lo arrastró a un lado del camino. Buck lo vio todo, lo mismo que sus compañeros, y todos se dieron cuenta de que aquello lo tenían muy cerca. Al día siguiente cayó Koona, y se quedaron en cinco: Joe, demasiado exhausto para tener amargura; Pike, tullido y cojeando, sólo consciente a medias y no lo bastante como para escaquearse; Sol-leks, el tuerto, que todavía se esforzaba lealmente por cumplir su parte y se lamentaba por tener tan pocas fuerzas para tirar del trineo; Teek, que no había viajado tanto como los otros ese invierno y que ahora recibía más golpes que los demás por ser el más nuevo; y Buck, siempre a la cabeza del tiro, pero sin imponer disciplina ni quebrantarla, ciego de debilidad la mitad del tiempo, distinguiendo el camino por los reflejos y por el impreciso tacto de sus patas. ...

En la línea 167
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Seguía corriendo el tren, y la desposada no lloraba ya. Apenas se advertían en su rostro huellas de llanto, ni sus párpados estaban enrojecidos. Así acontece con las lágrimas que vertemos por las primeras penillas de la vida: llanto sin amargura, rocío leve, que antes refresca que abrasa. Comenzaban a entretenerla las estaciones y la gente que se asomaba curiosa a la portezuela, escudriñando el interior del departamento. Llovía preguntas sobre Miranda, el cual daba pormenores de todo, esmerándose en divertirla, y entreverando con las explicaciones alguna terneza, que la niña escuchaba sin turbarse, pareciéndole naturalísimo que el esposo mostrase afecto a la esposa, sin que el más leve oscilar de su corpiño delatara la dulce confusión que el amor despierta. Hallábase ya en su centro Miranda, habiendo cesado los lloros y reaparecido el buen humor y el temple normal del ánimo. Satisfecho de tal resultado, hasta bendecía interiormente a una de sus causas, una vejezuela que con enorme banasta al brazo se coló en el departamento algunas estaciones antes de Palencia, y cuya grotesca facha ayudó a llamar la sonrisa a los labios de Lucía. ...

En la línea 638
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Yendo con usted -prosiguió él-, con una criatura joven y leal, que ama la vida y siente, y cree, ¿quién me metía a mí a hablar de nada triste, ni exponer desvaríos abstrusos, convirtiendo el paseo en cátedra? ¡Ridiculez igual! soy un majadero. Lucia -añadió con naturalidad y sin la menor expresión de amargura-, usted dispensa mi falta de tino, ¿no es cierto? ...


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Más información sobre la palabra Amargura en internet

Amargura en la RAE.
Amargura en Word Reference.
Amargura en la wikipedia.
Sinonimos de Amargura.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Amargura

Cómo se escribe amargura o hamargura?
Cómo se escribe amargura o amarrgurra?
Cómo se escribe amargura o amarjura?

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