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La palabra aguanta
Cómo se escribe

la palabra aguanta

La palabra Aguanta ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece aguanta.

Estadisticas de la palabra aguanta

Aguanta es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE, en el puesto 15959 según la RAE.

Aguanta aparece de media 4.16 veces en cada libro en castellano.

Esta es una clasificación de la RAE que se basa en la frecuencia de aparición de la aguanta en las obras de referencia de la RAE contandose 633 apariciones .

Más información sobre la palabra Aguanta en internet

Aguanta en la RAE.
Aguanta en Word Reference.
Aguanta en la wikipedia.
Sinonimos de Aguanta.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece aguanta

La palabra aguanta puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 2235
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «¿Quieres que te diga una cosa?—gritaba el primogénito, descomponiéndose—. Pues don Carlos no ha triunfado ya por vuestra culpa, por culpa de los curas. Hay que ir allá, como he ido yo, para hacerse cargo de las intrigas de la gentualla de sotana, que todo lo quiere para sí, y no va más que a desacreditar con calumnias y chismes a los que verdaderamente trabajan. Yo no podía estar allí; me ahogaba. Le dije a Dorregaray: 'mi general, no sé cómo usted aguanta esto', y él se alzaba de hombros, ¡poniéndome una cara… ! No pasaba día sin que los lechuzos le llevaran un cuento a don Carlos. Que Dorregaray andaba en tratos con Moriones para rendirse, que Moriones le había ofrecido diez millones de reales, en fin, mil indecencias. Cuando llegó a mi noticia que me acusaban de haber ido al Cuartel General de Moriones a llevar recados de mi jefe, me volé, y aquella misma tarde, habiéndome encontrado a la camarilla en el atrio de la iglesia de San Miguel, me lié la manta a la cabeza, y por poco se arma allí un Dos de Mayo. «Aquí no hay más traidores que ustedes. Lo que tienen es envidia del traidor, si le hubiera, por el provecho que saque de su traición. No digo yo por diez millones; pero por diez mil ochavos venderían ustedes al Rey, y toda su descendencia; ladrones infames, tíos de Judas». En fin, que si no acierta a pasar el coronel Goiri, que me quería mucho, y me coge a la fuerza y me arranca de allí y me lleva a mi casa, aquella tarde sale el redaño de un cura a ver la puesta del sol. Estuve tres días en cama con un amago de ataque cerebral. Cuando me levanté, pedí una audiencia a Su Majestad. Su contestación fue ponerme en la mano el canuto y el pasaporte para la frontera. En fin, que los engarza-rosarios dieron conmigo en tierra, porque no me prestaba a ayudarles en sus maquinaciones contra los leales y valientes. Por las sotanas se perdió don Carlos V, y al VII no le aprovechó la lección. Allá se las haya. ¿No querías religión?, pues ahí la tienes; atrácate de curas, indigéstate y revienta. ...

En la línea 3253
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Pues verás. Otra noche, cuando te desnudabas, plin… cayó al suelo un botón. Vino saltando hasta cerca de mi cama. Parecía que me miraba. Era de níquel, labrado, con muchos garabatos. Cuando te dormiste, me eché de la cama y lo cogí. Era un botón de mujer, de los que se usan ahora en las chaquetillas. Lo tengo guardado. Estas ignominias se guardan para en su día sacarlas y decir: ¿me negarás esto?… ¡Y tú siempre tan comediante! ¡Yo pasaba unas fatigas… !, pero nunca quise rebajarme al espionaje. Se me ocurrió preguntar al cochero. Con una buena propinilla, Manuel no me habría ocultado lo que supiera. Pero por respeto a ti y a mí misma y a la familia, no hice nada. ¡Contarle a tu mamá mis sospechas!… ¿Para qué?, ¿para disgustarla sin ventaja ninguna?… Guillermina, con quien únicamente me clareaba, decíame siempre: «paciencia, hija, paciencia». Y por fin llegaba yo a tenerla, y el molinillo que me daba vueltas en el corazón, molía, haciéndomelo polvo, y yo aguanta que aguanta, siempre callada, poniendo cara de Pascua y tragando hiel, tragando hiel. Esta mañana, cuando Amalia me dijo lo que me dijo, toda la sangre se me hizo como un veneno, y me propuse aborrecerte, pero aborrecerte en toda regla, no creas… y no perdonarte aunque te me pusieras delante de rodillas. ¡Pero es una tan débil… ! ¡Si merecemos todo lo que nos pasa… ! Es la mayor desgracia ser así, tan simplona… Como que estamos a merced de esas… secuestradoras, que de tiempo en tiempo nos prestan a nuestros propios maridos para que no alborotemos… ...

En la línea 3253
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Pues verás. Otra noche, cuando te desnudabas, plin… cayó al suelo un botón. Vino saltando hasta cerca de mi cama. Parecía que me miraba. Era de níquel, labrado, con muchos garabatos. Cuando te dormiste, me eché de la cama y lo cogí. Era un botón de mujer, de los que se usan ahora en las chaquetillas. Lo tengo guardado. Estas ignominias se guardan para en su día sacarlas y decir: ¿me negarás esto?… ¡Y tú siempre tan comediante! ¡Yo pasaba unas fatigas… !, pero nunca quise rebajarme al espionaje. Se me ocurrió preguntar al cochero. Con una buena propinilla, Manuel no me habría ocultado lo que supiera. Pero por respeto a ti y a mí misma y a la familia, no hice nada. ¡Contarle a tu mamá mis sospechas!… ¿Para qué?, ¿para disgustarla sin ventaja ninguna?… Guillermina, con quien únicamente me clareaba, decíame siempre: «paciencia, hija, paciencia». Y por fin llegaba yo a tenerla, y el molinillo que me daba vueltas en el corazón, molía, haciéndomelo polvo, y yo aguanta que aguanta, siempre callada, poniendo cara de Pascua y tragando hiel, tragando hiel. Esta mañana, cuando Amalia me dijo lo que me dijo, toda la sangre se me hizo como un veneno, y me propuse aborrecerte, pero aborrecerte en toda regla, no creas… y no perdonarte aunque te me pusieras delante de rodillas. ¡Pero es una tan débil… ! ¡Si merecemos todo lo que nos pasa… ! Es la mayor desgracia ser así, tan simplona… Como que estamos a merced de esas… secuestradoras, que de tiempo en tiempo nos prestan a nuestros propios maridos para que no alborotemos… ...

En la línea 5722
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Sí; buen entusiasmo nos dé Dios. ¡Mire usted que esta… ! ¡Marcharse a paseo!, qué ganas de calle tenía. Ni sé cómo el angelito aguanta tanto tiempo sin mamar… ...


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Errores Ortográficos típicos con la palabra Aguanta

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