La palabra Abanicos ha sido usada en la literatura castellana en las siguientes obras.
La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
El paraíso de las mujeres de Vicente Blasco Ibáñez
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós
Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne
Un viaje de novios de Emilia Pardo Bazán
Por tanto puede ser considerada correcta en Español.
Puedes ver el contexto de su uso en libros en los que aparece abanicos.
Estadisticas de la palabra abanicos
La palabra abanicos no es muy usada pues no es una de las 25000 palabras más comunes del castellano según la RAE
Errores Ortográficos típicos con la palabra Abanicos
Cómo se escribe abanicos o habanicos?
Cómo se escribe abanicos o abanicoz?
Cómo se escribe abanicos o avanicos?

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece abanicos
La palabra abanicos puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1317
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La estancia estaba casi a obscuras; por los grandes balcones no se dejaba pasar más que un rayo de luz; se hablaba poco, se suspiraba y se oía el aleteo de los abanicos. ...
En la línea 6031
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Si entraban raudales de luz y aire fresco, salían corrientes de alegría, carcajadas que iban a perder sus resonancias por las calles solitarias de la Encimada, ruido de faldas, de enaguas almidonadas, de manteos crujientes, de sillas traídas y llevadas, de abanicos que aletean. ...
En la línea 6644
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Ripamilán, casi oculto entre las faldas de doña Petronila, a quien llevaba enfrente, iba en sus glorias; no por su contacto con el Gran Constantino, sino por ir entre damas, bajo sombrillas, oliendo perfumes femeniles, y sintiendo el aliento de los abanicos; ¡salir al campo con señoras! ¡la bucólica cortesana, o poco menos! El bello ideal del poeta setentón, del eterno amador platónico de Filis y Amarilis con corpiño de seda, se estaba cumpliendo. ...
En la línea 306
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La ciencia de Flimnap había podido desentrañar este misterio gracias a la interpretación de los rótulos. Eran latas de conservas. Pero aunque el traductor no hubiese prestado sus servicios científicos, el olfato sutil de aquellos pigmeos habría descubierto el contenido de los enormes cilindros, a pesar de que estaban herméticamente cerrados. Para su agudeza olfativa, el metal dejaba pasar olores casi irresistibles por lo intensos. Todos aspiraban con fuerza el ambiente, desde los cinco jefes del gobierno hasta los pajecillos porta-abanicos. ...
En la línea 325
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Esto fue contagioso, pues inmediatamente estornudaron también las hermosas muchachas de la Guardia, los pajes de los abanicos, los conductores de las literas de honor, y, como si las ondas del aire transmitiesen la epidemia con la rapidez de un huracán, estornudaron igualmente todos los diputados y senadores de las tribunas, así como los altos personajes del estrado del gobierno. Finalmente, el sexo débil de las galerías superiores se unió al estornudo general, cubriéndose con los velos para ocultar las muecas a que le obligaba este gesto. ...
En la línea 37
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Más adelante pudo la niña apreciar la belleza y variedad de los abanicos que había en la casa, y que eran una de las principales riquezas de ella. Quedábase pasmada cuando veía los dedos de su mamá sacándolos de las perfumadas cajas y abriéndolos como saben abrirlos los que comercian en este artículo, es decir, con un desgaire rápido que no los estropea y que hace ver al público la ligereza de la prenda y el blando rasgueo de las varillas. Barbarita abría cada ojo como los de un ternero cuando su mamá, sentándola sobre el mostrador, le enseñaba abanicos sin dejárselos tocar; y se embebecía contemplando aquellas figuras tan monas, que no le parecían personas, sino chinos, con las caras redondas y tersas como hojitas de rosa, todos ellos risueños y estúpidos, pero muy lindos, lo mismo que aquellas casas abiertas por todos lados y aquellos árboles que parecían matitas de albahaca… ¡Y pensar que los árboles eran el té nada menos, estas hojuelas retorcidas, cuyo zumo se toma para el dolor de barriga… ! ...
En la línea 49
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... El inventario de abanicos, tela de nipis, crudillo de seda, tejidos de Madrás y objetos de marfil también arrojaba cifras muy altas, y se hizo minuciosamente. Entonces pasaron por las manos de Barbarita todas las preciosidades que en su niñez le parecían juguetes y que le habían producido fiebre. A pesar de la edad y del juicio adquirido con ella, no vio nunca con indiferencia tales chucherías, y hoy mismo declara que cuando cae en sus manos alguno de aquellos delicados campanarios de marfil, le dan ganas de guardárselo en el seno y echar a correr. ...
En la línea 4985
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Mañana mismo me voy—dijo—, sí, me voy para siempre. ¡Morirme yo aquí, para que me lleven en esos carros tan cursis! No; gracias a Dios que tomo una resolución; y lo que es esta viene fuertecilla. Me ha entrado de repente y con un empuje… No veo la hora de que amanezca para mandarle a Tom que haga el equipaje. Mañana haré mis compras. No puede uno ir de España sin llevar los regalitos de abanicos y panderetas… ¡Ay, qué feliz me siento con esta idea que me ha dado! ¡Irme!… ¡Si esto debiste resolverlo hace tiempo! ¿Para qué estás aquí, para consumirte más? Vamos, no dirá ella que no la obedezco; sus deseos son órdenes. Me ha dicho: 'Amigo mío, vete', y me voy. ...
En la línea 5050
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Luego siguió hablando consigo mismo: «Es un mareo. Si no lleva usted panderetas con figuras de toros, chulos u otras porquerías así, se lo comen vivo. Veremos si encuentro algunas acuarelas. También necesito mantas, moñas de toros, y trataré de encontrar algún cacharro de carácter. No hay peor calamidad que ser amigo de coleccionistas». Estupiñá, que en aquella temporada frecuentaba el trato de Moreno, por haberle este confiado la administración de su casa de la Cava, se presentó dispuesto a llevarle todo el contenido de las tiendas de Madrid para que escogiese. Panderetas de las más abigarradas, abanicos y algunos cuadritos fueron llegando sucesivamente en todo el transcurso del día, y D. Manuel escogía y pagaba. Aquello le entretuvo agradablemente, y se reía pensando en la felicidad que iba a repartir entre sus amistades londonenses. «Esta suerte de picas con el caballo pisándose las tripas está pintiparada para las de Simpson, que son tan marimachos. Esta pandereta, con la chula tocando la guitarra, para miss Newton. Si ella viera los originales, ¡qué desilusión! Esta pareja del andaluz a caballo y la maja en la reja pelando la pava, para la sentimental y romancesca mistress Mitchell, que pone los ojos en blanco al hablar de España, el país del amor, del naranjo y de las aventuras increíbles… ¡Ah!, este D. Quijote reventando a cuchilladas los cueros de vino, para el amigo Davidson, que llama a D. Quijote don Cuiste, y se las tira de hispanófilo… Bien, bien. De cacharros estamos tal cual. Estos botijos son horribles. Toda la cerámica moderna española no vale dos cuartos. A ver, Plácido, ¿serías tú capaz de buscarme un vestido de torero completo?… Lo quiero para un amigo que sueña con ponérselo en un baile de trajes… Estará hecho un mamarracho. Pero a nosotros no nos importa. ¿Podrás buscármelo?». ...
En la línea 1013
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Observé que todas esas plantas se fijaban al suelo muy superficialmente. Desprovistas de raíces, indiferentes al cuerpo sólido arena, conchas, caparazones de moluscos o piedras que las soporta, estas plantas no le piden más que un punto de apoyo, no la vitalidad. Estas plantas no proceden más que de sí mismas, y el principio de su existencia está en el agua que las sostiene y las alimenta. En lugar de hojas, la mayoría de ellas formaban unas tiras de aspectos caprichosos, circunscritas a una restringida gama de colores: rosa, carmín, verdes claro y oliva, rojo oscuro y marrón. Allí vi, pero no disecadas como en las vitrinas del Nautilus, las padinas o pavonias, desplegadas en abanicos que parecían solicitar la brisa; ceramias escarlatas; laminarias que alargaban sus retoños comestibles; nereocísteas filiformes y onduladas que se expandían a una altura de unos quince metros; ramos de acetabularias cuyos tallos crecen por el vértice, y otras muchas plantas pelágicas, todas desprovistas de flores. «Curiosa anomalía, extraño elemento ha dicho un ingenioso naturalista en el que florece el reino animal y no el vegetal.» ...
En la línea 1839
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... La progresiva elevación del sol aumentaba la claridad en el agua. El suelo iba cambiando poco a poco. A la arena fina sucedía una verdadera calzada de rocas redondeadas, revestidas de un tapiz de moluscos y de zoófitos. Entre las numerosas muestras de estas dos ramas, observé placenos de valvas finas y desiguales, especie de ostráceos propios del mar Rojo y del océano índico; lucinas anaranjadas de concha orbicular; tarazas; algunas de esas púrpuras persas que proveían al Nautilus de un tinte admirable; múrices de quince centímetros de largo que se erguían bajo el agua como manos dispuestas a hacer presa; las turbinelas, vulgarmente llamadas dientes de perro, erizadas de espinas; língulas anatinas, conchas comestibles que alimentan los mercados del Indostán; pelagias panópiras, ligeramente luminosas, y admirables oculinas fiabeliformes, magníficos abanicos que forman una de las más ricas arborizaciones de estos mares. ...
En la línea 899
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Levantáronse, y recogieron aprisa abanicos, sombrillas y velos, precipitándose hacia la puerta. ...

El Español es una gran familia
Más información sobre la palabra Abanicos en internet
Abanicos en la RAE.
Abanicos en Word Reference.
Abanicos en la wikipedia.
Sinonimos de Abanicos.
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