Cual es errónea Tranquilamente o Trankilamente?
La palabra correcta es Tranquilamente. Sin Embargo Trankilamente se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino trankilamente es que hay un Intercambio de las letras k;q con respecto la palabra correcta la palabra tranquilamente
Más información sobre la palabra Tranquilamente en internet
Tranquilamente en la RAE.
Tranquilamente en Word Reference.
Tranquilamente en la wikipedia.
Sinonimos de Tranquilamente.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Tranquilamente
Cómo se escribe tranquilamente o trankilamente?
Cómo se escribe tranquilamente o trranquilamente?

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece tranquilamente
La palabra tranquilamente puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1439
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Más allá de los puentes, al través de sus arcos de piedra, veíanse los rebaños de toros, con las patas encogidas, rumiando tranquilamente la hierba que les arrojaban los pastores, o andando perezosamente por el suelo abrasado, sintiendo nostalgia de las frescas dehesas, plantándose fieramente cada vez que los chicuelos les silbaban desde los pretiles. ...
En la línea 1979
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡A matarse, al camino! Y cuando se abrían las navajas y se enarbolaban taburetes en noche de domingo, Copa, sin hablar palabra ni perder la calma, surgía entre los combatientes, agarraba del brazo a los más bravos, los llevaba en vilo hasta la carretera, y, atrancando la puerta por dentro, empezaba a contar tranquilamente el dinero del cajón antes de acostarse, mientras afuera sonaban los golpes y los lamentos de la riña reanudada. ...
En la línea 2177
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Ya que le empujaban a ello, sería valentón y jactancioso por algún tiempo, para que le respetasen, dejándole después vivir tranquilamente. ...
En la línea 2197
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Caminaba sin prisa, tranquilamente, gozándose en respirar la frescura de aquella noche de verano. ...
En la línea 261
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El millonario y el caudillo de los pobres se estrechaban tranquilamente la mano después de tantos años de no verse, como si nada hubiese ocurrido. ...
En la línea 410
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... En cuanto a Athos, lo creyeron muerto, y lo dejaron tranquilamente en el campo de batalla, pensando que no valía la pena llevarlo. ...
En la línea 956
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Pues bien, señor Bernajoux -dijo tranquilamente D'Artagnan -, voy a esperaros a la puerta. ...
En la línea 1054
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Sire -respondió tranquilamente el señor de Tréville-, vengo por el contrario a pedirla. ...
En la línea 1059
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Decid, ¿vais a negar todo esto?-¿Y quién os ha hecho ese hermoso relato, Sire? -preguntó tranquilamente el señor de Tréville. ...
En la línea 4862
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El Nuevo Testamento de Cristo se vendía ya tranquilamente en las principales ciudades del Norte, y contaba con el amigable concurso de los libreros de aquellas partes, especialmente con el del viejo Rey Romero, de Compostela, el más importante de todos. ...
En la línea 5192
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Al cruzar la plaza recordé que, en los buenos tiempos pasados, la Inquisición de España acostumbraba a celebrar allí sus solemnes _autos de fe_, y eché una mirada a los balcones de la Casa de la Villa, desde donde presenció el último rey de la dinastía austriaca el auto más solemne que se recuerda, y, después de ver quemar por grupos de cuatro o de cinco unos treinta herejes, hombres y mujeres, se enjugó el rostro, sudoroso por el calor y ennegrecido por el humo, y tranquilamente preguntó: «_¿No hay más?_»; ejemplar prueba de paciencia muy aplaudida por sus curas y confesores, que, andando el tiempo, le envenenaron. ...
En la línea 178
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Pueden comprenderse en esta lista cuatro especies de caracaras o Polyvorus, el buitre, el gallinazo y el cóndor. La conformación de las caracaras las hace colocar en el número de las águilas; veremos sin son dignas de tan alta alcurnia. Sus costumbres las hacen asemejarse mucho a nuestros cuervos, a nuestras picazas, a nuestras cornejas, que se alimentan de carnes muertas; tribu de aves muy difundida en todo el resto del mundo, pero que no existe en la América del Sur. Comencemos por el Polyvorus brasiliensis. Esta ave es muy común y habita en una superficie geográfica muy extensa; está en extremo difundida por las llanuras herbosas del Plata, donde recibe el nombre de carrancha, y se encuentra también bastante a menudo en los llanos estériles de la Patagonia. En el desierto que separa el río Negro del Colorado están en gran número en el camino de las caravanas para devorar los cadáveres de los infelices animales a quienes la sed y la fatiga han hecho morir en el camino. Aunque muy común en estos países secos y abiertos, así como en las costas áridas del Pacífico, habita también en los impenetrables bosques tan húmedos de la Patagonia occidental y de la Tierra de Fuego. Las carranchas, así como los chimangos, están siempre presentes en gran número en las «estancias», así como en los mataderos. Así que muere un animal en la llanura comienzan a comérselo los gallinazos; luego vienen las dos especies de Polyvorus, que no dejan absolutamente más que los huesos. Aunque estas aves se encuentran juntas en la misma presa, distan mucho de ser amigas. Mientras que la carrancha está tranquilamente encaramada sobre una rama de árbol o descansa en el suelo, el chimango continúa a menudo volando durante largo tiempo de acá para allá. ...
En la línea 414
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Sabido es que el viscache1 constituye uno de los rasgos característicos de la zoología de las Pampas. Por el sur se extiende hasta el río Negro, a los 41° de latitud, pero no más allá. No puede, como el agutí, vivir en los llanos pedregosos y desiertos de la Patagonia; prefiere un suelo arcilloso o arenisco, que produce una vegetación diferente y más abundante. Cerca de Mendoza, al pie de la cordillera, habita casi en las mismas regiones que una especie alpestre muy parecida. Circunstancia curiosa, respecto a la distribución geográfica de este animal: por fortuna para los habitantes de la banda oriental, nunca se le ha visto al este del Uruguay; sin embargo, en esta provincia hay llanuras que parecen deber prestarse maravillosamente a sus costumbres. El Uruguay ha presentado un obstáculo insuperable a su emigración, aunque ha atravesado la aún más ancha barrera formada por el Paraná y abunda en la provincia de Entre Ríos, sita entre las dos grandes corrientes de agua. Este animal es muy numeroso en las cercanías de Buenos Aires. Parece habitar de preferencia en las partes de la llanura recubiertas a su debido tiempo por los cardos gigantes con exclusión de todas las demás plantas. Los gauchos afirman que se alimenta de raíces, lo cual parece muy probable a juzgar por la fortaleza de sus dientes y por los lugares que acostumbra a frecuentar. Por la tarde salen los viscaches en gran número de sus madrigueras y se sientan tranquilamente a su entrada. Entonces parecen casi domesticados; y un hombre que pase por delante de ellos a caballo, lejos de asustarlos, parece dar nuevo pábulo a sus graves meditaciones. ...
En la línea 555
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... 6 Estos insectos se encuentran con frecuencia bajo las piedras. Un día he encontrado un escorpión caníbal ocupado tranquilamente en devorar a uno de sus hermanos. ...
En la línea 715
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Todo marchó tranquilamente durante los tres días siguientes, mientras se trazaba el jardín y se construían las barracas (wigwams). Unos ciento veinte indígenas se habían reunido en otro sitio. Las mujeres- trabajaban con ardor, mientras los hombres paseaban todo el día, sin dejar de vigilarnos un instante. Preguntaban por todo lo que veían y robaban cuanto podían. ...
En la línea 6085
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... El Magistral no pudo saborear tranquilamente aquel triunfo vulgar, ordinario, porque sin querer pensaba en el grupo de la ventana del comedor. ...
En la línea 7077
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La dama desconocida, de espalda a la calle, ahora, inclinando la cabeza hacia el interlocutor invisible, hablaba tranquilamente y se defendía como por máquina, con leves manotadas felinas, de unas manos que de vez en cuando intentaban cogerla por los hombros. ...
En la línea 13579
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Nadie se había atrevido a seguir su ejemplo; él era el único Nazareno de la población y gozaba de este privilegio tranquilamente muchos años hacía. ...
En la línea 15127
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —Usted dirá —respondió tranquilamente Álvaro, chupando su habano y tapándose la cara con el humo, según su costumbre de enturbiar el aire cuando le convenía. ...
En la línea 701
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Se aposentó Djem en el Vaticano, y allí vivió tranquilamente varios años, sin dejar de inspirar inquietudes a su hermano Bayaceto, pues una parte del pueblo turco, así como los jenízaros, parecían dispuestos a sublevarse a favor suyo si se presentaba en el país. ...
En la línea 802
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Durante los primeros tiempos de su gobierno fue justificando las esperanzas que su elección había hecho sentir a la mayoría de sus contemporáneos. Impuso ante todo el orden en Roma, para que sus habitantes pudiesen vivir tranquilamente. ...
En la línea 1018
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Tal noticia hizo desistir al rey francés de su entrevista con el Santo Padre, y precipitó su retirada hacia los Alpes, al mismo tiempo que Alejandro retrocedía tranquilamente a Roma guiado por César, quien meses antes había salido de su escondrijo en la casa del clérigo Flores, y seguía a su padre en estas hábiles marchas y contramarchas. ...
En la línea 1882
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Pero a tal exclamación unía cierto orgullo, pensando que uno de su familia había expuesto la vida tranquilamente como lo hicieron en otros siglos, yendo de torneo en torneo ciertos caballeros andantes del reino de Aragón que ostentaban ante su nombre el titulo deMosén . ...
En la línea 449
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Aquí, en la capital, el gobierno de los hombres, asustado por esta revolución catastrófica, intentó apresar al Comité feminista. Toda la guarnición marchó al asalto de nuestro Club. ¡Esfuerzo inútil! El Comité aguardaba tranquilamente en medio de la calle, armado de los famosos 'rayos negros'. Le bastó proyectarlos, para que una mitad de las tropas huyesen a la desbandada y la otra mitad quedase tendida en el suelo. ...
En la línea 572
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Así pudieron los barberos continuar tranquilamente el rasuramiento de Edwin, dejando caer sus proyectiles de espuma densa, que al esparcirse sobre la tierra hacían saltar inquietos y asustados a los corceles de los guardias. Cuando dieron por terminada esta operación, se dedicaron al corte de los cabellos del gigante, trabajo más rudo y peligroso. ...
En la línea 1246
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Los grupos de hombres, pudorosos y tímidos, huyeron hacia la ciudad con tanto apresuramiento, que detrás de sus pasos temblaban como banderas fugitivas los extremos de velos y túnicas. Mientras tanto, varios centenares de hembras guerreras se despojaban tranquilamente de sus uniformes, y unas en simples calzoncillos, otras completamente desnudas, se lanzaron al agua, haciendo alegres suertes de natación. ...
En la línea 953
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Sin cuidarse del paso del tiempo, seguía afilando tranquilamente, enfrascado en sus pensamientos, que se traducían a veces en ordenada oración. ...
En la línea 960
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Volvió a su aposento, recogió aquí un andrajo, allá unas tenazas y allá otro harapo, y después regreso, y con el mayor cuidado se las arregló para atar los tobillos del rey sin despertarlo. Intento luego ligarle las muñecas e hizo varias tentativas para cruzarlas, pero el niño apartaba siempre una u otra en el momento en que se disponía a atarlas con la cuerda; al fin, cuando el arcángel estaba próximo a la desesperación, el rey cruzó las manos por sí mismo y un instante después estuvieron atadas. El ermitaño le pasó luego una venda bajo la barbilla y por encima de la cabeza, donde la ató fuerte y con tanta suavidad, tan despacio y haciendo los nudos tan diestramente y con tanta fuerza, que el niño siguió durmiendo tranquilamente durante toda la maniobra, sin dar señales de vida. ...
En la línea 617
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Sí, mi bueno de don Augusto, cálmese usted y hablemos tranquilamente. ...
En la línea 1137
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Esta le esperaba tranquilamente y como resignada. Augusto se sentó en un sofá, la llamó: ¡ven acá!, la dijo que se sentara, como la otra vez sobre sus rodillas, y la estuvo un buen rato mirando a los ojos. Ella resistió tranquilamente aquella mirada, pero temblaba toda ella como la hoja de un chopo. ...
En la línea 1137
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Esta le esperaba tranquilamente y como resignada. Augusto se sentó en un sofá, la llamó: ¡ven acá!, la dijo que se sentara, como la otra vez sobre sus rodillas, y la estuvo un buen rato mirando a los ojos. Ella resistió tranquilamente aquella mirada, pero temblaba toda ella como la hoja de un chopo. ...
En la línea 1289
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Y le echó el brazo al cuello, la atrajo a sí y la apretó contra su seno. Y ella tranquilamente se quitó el sombrero. ...
En la línea 208
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -En efecto -respondió muy tranquilamente Conseil-. Creo que van a burlarse del señor. Y ¿puedo permitirme decir que … ? ...
En la línea 424
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El hombre de ojos dulces y serenos me escuchó tranquilamente, cortésmente incluso, y con una notable atención. Pero nada en su rostro indicaba que hubiera comprendido mi historia. Cuando la hube terminado, no pronunció una sola palabra. ...
En la línea 1202
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -¿Y bien, señor? -me preguntó Ned Land, que se había acercado a mí tras la marcha del capitán. -Amigo Ned, que vamos a esperar tranquilamente la marea del día 9, ya que parece que va ser la luna la encargada de ponernos a flote. ...
En la línea 1461
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Cuando le dije que su Nautilus estaba amenazado por los naturales de la Papuasia, me respondió muy irónicamente. Así, pues, ten confianza en él y vete a dormir tranquilamente. ...
En la línea 413
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... A pesar de los pocos años que yo tenía, a partir de aquella noche sentí nuevos motivos de admiración con respecto a Joe. Desde entonces no sólo éramos iguales como antes, sino que, desde aquella noche, cuando estábamos los dos sentados tranquilamente y yo pensaba en él, experimentaba la sensación de que la imagen de mi amigo estaba ya albergada en mi corazón. ...
En la línea 1135
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Tal vez te habré cogido como si fuese un resfriado — dijo Biddy tranquilamente y reanudando su costura. Continuando en mi idea, mientras me reclinaba en el respaldo de mi silla de madera, miré a Biddy, que entonces cosía, con la cabeza ladeada, y empecé a considerarla una muchacha extraordinaria. En aquel momento recordé que ella conocía con igual perfección los términos de nuestro oficio, los nombres de los diferentes trabajos que realizábamos y también los de nuestras herramientas. En una palabra, todo cuanto yo sabía, Biddy lo conocía también. Y, en teoría, era tan buen herrero como yo o quizá mejor. ...
En la línea 1139
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — No lloro — contestó levantando los ojos y echándose a reír —. ¿Por qué te has figurado eso? Si me lo figuré debióse a que sorprendí el brillo de una lágrima que caía sobre su labor. Permanecí silencioso, recordando la lamentable vida de aquella pobre muchacha hasta que la tía abuela del señor Wopsle venció con éxito la mala costumbre de vivir, de que tanto desean verse libres algunas personas. Recordé las circunstancias desagradabilísimas que habían rodeado a la pobre muchacha en la miserable tiendecilla y en la ruidosa y pobre escuela nocturna, sin contar con aquel montón de carne vieja y estúpida, a la que tenía que cuidar constantemente. Entonces reflexioné que, aun en aquellos tiempos desfavorables, debieron de existir latentes en Biddy todas las cualidades que ahora estaba desarrollando, porque en mis primeros apuros y en mi primer descontento me volví a ella en demanda de ayuda, como si fuese la cosa más natural. Biddy cosía tranquilamente y ya no derramaba lágrimas, y mientras yo la miraba y pensaba en ella y en sus cosas, se me ocurrió que tal vez no le habría demostrado bastante mi agradecimiento. Posiblemente fui demasiado reservado, y habría debido confiar más en ella, aunque, como es natural, en mis meditaciones no usé las palabras que quedan transcritas. ...
En la línea 1162
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¿Y quieres ser un caballero para vengarte de sus insultos, o para conquistarla?—me preguntó Biddy tranquilamente después de una pausa. ...
En la línea 507
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Esta feliz casualidad le enardeció extraordinariamente. Ya en la calle, echó a andar tranquilamente, sin apresurarse, con objeto de no despertar sospechas. Apenas miraba a los transeúntes y, desde luego, no fijaba su vista en ninguno; su deseo era pasar lo más inadvertido posible. ...
En la línea 1250
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¿Que cómo puedo explicarlo? Del modo más sencillo. La cosa está perfectamente clara. Por lo menos, el camino que hay que seguir para llegar a la verdad se nos muestra con toda claridad, y es precisamente esa joya la que lo indica. Los pendientes se le cayeron al verdadero culpable. Éste estaba arriba, en el piso de la vieja, mientras Koch y Pestriakof llamaban a la puerta. Koch cometió la tontería de bajar a la entrada poco después que su compañero. Entonces el asesino sale del piso y empieza a bajar la escalera, ya que no tiene otro camino para huir. A fin de no encontrarse con el portero, Koch y Pestriakof, ha de esconderse en el piso vacío que Nicolás y Mitri acaban de abandonar. Permanece oculto detrás de la puerta mientras los otros suben al piso de las víctimas, y, cuando el ruido de los pasos se aleja, sale de su escondite y baja tranquilamente. Es el momento en que Mitri y Nicolás echan a correr por la calle. Todos los que estaban ante la puerta se han dispersado. Tal vez alguien le viera, pero nadie se fijó en él. ¡Entraba y salía tanta gente por aquella puerta! El estuche se le cayó del bolsillo cuando estaba oculto detrás de la puerta, y él no lo advirtió porque tenía otras muchas cosas en que pensar en aquel momento. Que el estuche estuviera allí demuestra que el asesino se escondió en el piso vacío. He aquí explicado todo el misterio. ...
En la línea 3174
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... El visitante paseó por toda la estancia una mirada retadora, preguntándose si habría allí algún esbirro, algún espía encargado de vigilarle para impedir su fuga. Pero no había nada de esto. Sólo veía caras de funcionarios que reflejaban cuidados mezquinos, y rostros de otras personas que, como los funcionarios, no se interesaban lo más mínimo por él. Se podría haber marchado al fin del mundo sin llamar la atención de nadie. Poco a poco se iba convenciendo de que si aquel misterioso personaje, aquel fantasma que parecía haber surgido de la tierra y al que había visto el día anterior, lo hubiera sabido todo, lo hubiera visto todo, él, Raskolnikof, no habría podido permanecer tan tranquilamente en aquella sala de espera. Y ni habrían esperado hasta las once para verle, ni le habrían permitido ir por su propia voluntad. Por lo tanto, aquel hombre no había dicho nada… , porque tal vez no sabía nada, ni nada había visto (¿cómo lo habría podido ver?), y todo lo ocurrido el día anterior no había sido sino un espejismo agrandado por su mente enferma. ...
En la línea 3220
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Algunos resultan hasta cómicos. Supongamos que yo dejo a uno de esos señores en libertad. No lo mando detener, no lo molesto para nada. Él debe saber, o por lo menos suponer, que en todo momento, hora por hora, minuto por minuto, yo estoy al corriente de lo que hace, que conozco perfectamente su vida, que le vigilo día y noche. Le sigo por todas partes y sin descanso, y puede estar usted seguro de que, por poco que él se dé cuenta de ello, acabará por perder la cabeza. Y entonces él mismo vendrá a entregarse y, además, me proporcionará los medios de dar a mi sumario un carácter matemático. Esto no deja de tener cierto atractivo. Este sistema puede tener éxito con un burdo mujik, pero aún más con un hombre culto e inteligente. Pues hay en todo esto algo muy importante, amigo mío, y es establecer cómo puede haber procedido el culpable. No nos olvidemos de los nervios. Nuestros contemporáneos los tienen enfermos, excitados, en tensión… ¿Y la bilis? ¡Ah, los que tienen bilis… ! Le aseguro que aquí hay una verdadera fuente de información. ¿Por qué, pues, me ha de inquietar ver a mi hombre ir y venir libremente? Puedo dejarlo pasear, gozar del poco tiempo que le queda, pues sé que está en mi poder y que no se puede escapar… ¿Adónde iría? ¡Je, je, je! ¿Al extranjero, dice usted? Un polaco podría huir al extranjero, pero no él, y menos cuando se le vigila y están tomadas todas las medidas para evitar su evasión. ¿Huir al interior del país? Allí no encontrará más que incultos mujiks, gente primitiva, verdaderos rusos, y un hombre civilizado prefiere el presidio a vivir entre unos mujiks que para él son como extranjeros. ¡Je, je… ! Por otra parte, todo esto no es sino la parte externa de la cuestión. ¡Huir! Esto es sólo una palabra. Él no huirá, no solamente porque no tiene adónde ir, sino porque me pertenece psicológicamente… ¡Je, je! ¿Qué me dice usted de la expresión? No huirá porque se lo impide una ley de la naturaleza. ¿Ha visto usted alguna vez una mariposa ante una bujía? Pues él girará incesantemente alrededor de mi persona como el insecto alrededor de la llama. La libertad ya no tendrá ningún encanto para él. Su inquietud irá en aumento; una sensación creciente de hallarse como enredado en una tela de araña le dominará; un terror indecible se apoderará de él. Y hará tales cosas, que su culpabilidad quedará tan clara como que dos y dos son cuatro. Para que así suceda, bastará proporcionarle un entreacto de suficiente duración. Siempre, siempre irá girando alrededor de mi persona, describiendo círculos cada vez más estrechos, y al fin, ¡plaf!, se meterá en mi propia boca y yo lo engulliré tranquilamente. Esto no deja de tener su encanto, ¿no le parece? ...
En la línea 79
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Si me concede el derecho de hacerle toda clase de preguntas—repliqué tranquilamente es porque estoy dispuesto a pagar cualquier compensación; con mi vida, si es preciso. ...
En la línea 215
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... El francés escuchaba tranquilamente, abriendo mucho los ojos. No había comprendido casi nada de lo que yo decía. Paulina afectaba una indiferencia desdeñosa. Parecía no enterarse de nuestra conversación de sobremesa. ...
En la línea 400
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Si así es, si usted se muestra sordo a todo ruego —añadió con arrogancia—, permítame le participe que se adoptarán algunas medidas. Hay aquí autoridades, usted será expulsado hoy mismo. “¡Que diable! Un brancbec comme vous” quiere provocar a un duelo a todo un personaje como el barón. ¿Cree usted que le van a dejar tranquilo? ¡Sepa que nadie tiene miedo de usted aquí! Si le he dirigido un ruego ha sido más bien por mi propio impulso, pues usted había inquietado al general. ¿Y se imagina usted que el barón no le hará expulsar tranquilamente por un criado? ...
En la línea 361
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... El obispo dormía tranquilamente. Su fisonomía estaba iluminada por una vaga expresión de satisfacción, de esperanza, de beatitud. Esta expresión era más que una sonrisa; era casi un resplandor. ...
En la línea 366
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... El obispo seguía durmiendo tranquilamente bajo aquella mirada aterradora. ...
En la línea 972
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Magdalena había vuelto a su sillón y a sus papeles y los hojeaba tranquilamente, como un hombre muy ocupado. ...
En la línea 919
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Unos treinta consumidores ocupaban en la gran sala unas mesetas de junco tejido. Los unos vaciaban pintas de cerveza inglesa, ale o porter, los otros, copas de licores alcohólicos, gin o brandy. Además, la mayor parte de ellos fumaba en largas pipas de barro colorado, llenas de bolitas de opio mezclado con esencia de rosa. Después, de vez en cuando, algún fumador enervado caía bajo la mesa; y los mozos, tomándolo por los pies y la cabeza, lo llevaban al tinglado para que allí durmiera tranquilamente. Estaban allí colocados como treinta de éstos, embriagados, unos junto a otros en el último grado de embrutecimiento. ...
En la línea 1082
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... En vez de embarcarse en Inglaterra para los Estados Unidos, como un bribón vulgar, Fogg había dado la vuelta, atravesando las tres cuartas partes del globo, a fin de alcanzar con más seguridad el continente americano, donde se comería tranquilamente los dineros del Banco, después de haber desorientado a la policía. Pero, una vez en los Estados Unidos, ¿qué haría Fix? ¿Abandonaría a aquel hombre? No, cien veces no. Mientras no hubiese conseguido su extradición, no lo soltaría. Era su deber, y lo cumpliría hasta el fin. En todo caso, se había presentado una circunstancia feliz. Picaporte no estaba ya con su amo, y, sobre todo, después de las confidencias de Fix importaba que amo y criado no volvieran a verse jamás. ...
En la línea 1120
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -Sólo conozco uno- respondió tranquilamente mister Fogg. ...
En la línea 1296
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -Convenido -dijo tranquilamente el inspector de policía. ...
Reglas relacionadas con los errores de k;q
Las Reglas Ortográficas de la K
Regla 1.- K La letra K es muy escasa en castellano y solo aparece dos tipos de palabras, en los vocablos con prefijo de kilo-
Ejemplos: kilómetro kilogramo kilotón kilohertzio ...
Regla 2.- K La otra fuente de palabras que usan k son los prestamos linguisticos de otros idiomas como
por ejemplo en káiser kárate kurdo
Regla 3.- K En general el sonido K (de queso o camino) se transcribe con c ante las vocales 'a', 'o', 'u' y con qu ante 'e' o 'i'
carne coche cuello queso quince
Las Reglas Ortográficas de la Q
Regla 1.- Regla general La letra Q es poco usada en castellano y siempre va acompañada de que o qui, aunque la u no se pronuncia
La mayorias de las palabras que usan k son los prestamos linguisticos de otros idiomas
Ejemplos de palabras con Que :
| aeroparque anaquel arique arqueología arquero arquetipo arranque asquerosidad ataque aunque banqueta banquete bosque cheque desembarque desemboque desempaque |
desenfoque desmarque dique disloque embarque empaque enfoque estanque maqueta quebrar queja quemadura quemar querer querubín queso. |
Excepciones casi todas prestamos extranjeros: bróker búnker cricket hacker hockey karaoke kelvin kendo keniata marketing sketch.
Ejemplos de palabras con Qui : adquirir adquisición alquilar alquimia anarquista aniquilación aniquilar arquitectura esquimal quiebra quietud quijada química quince quincena quincuagésima
Excepciones: aikido bikini kilo kilobyte kilocaloría kilociclo kilogramo kilohercio kilolitro kilometraje kilometrar kilómetro kilovatio kilovoltio kimono kindergarten kiosco kiwi overbooking parking ranking vikingo.
Regla 2.- Plurales de cLos plurales de las palabras de origen extranjero que terminan en c. Ejemplos:
frac – fraques cuello vivac – vivaques clac – claques
Regla 3 .- Doble grafía Existen palabras que tienen doble grafía se escriben con K, pero se pueden usar tambien la Q dos grafías.
Ejemplos: kiosco – quioscov fakir – faquir kimono – quimono kilogramo – quilogramo.
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras k;q

El Español es una gran familia
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