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La palabra zordo
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Comó se escribe zordo o sordo?

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Errores Ortográficos típicos con la palabra Sordo

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la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece sordo

La palabra sordo puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1051
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Gran parte del día lo pasaba la muchacha sola en el rincón más oscuro del dormitorio de los gañanes. Algún perro del cortijo, entrando de tarde en tarde, daba vueltas en torno de ella con un gruñido sordo, que expresaba su extrañeza, y después de intentar lamer su cara pálida, alejábase repelido por las manos exangües, transparentes, infantiles. ...

En la línea 1151
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y sus alaridos, en los que vibraba la exuberancia aparatosa del dolor oriental, acompañábalos de arañazos que ensangrentaban las arrugas de su rostro. Un choque sordo conmovía al mismo tiempo el suelo de tierra apisonada. Era _Alcaparrón_, que, caído de bruces, golpeaba con su cabeza el piso. ...

En la línea 1711
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La avalancha negra y muda avanzaba con sordo tropel de pasos que conmovía el piso. Cerrábanse las puertas de las casas, apagábanse las luces en las ventanas. Desde un balcón los insultó una mujer. ...

En la línea 5433
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por eso, en forma de mea culpa y golpeándose el pecho, ella lanzó un ¡hum! tan vigoroso que todo el mundo, incluso la dama del cojín rojo, se volvió hacia su lado; Porthos permaneció impasible, aunque había comprendido bien, pero se hizo el sordo. ...

En la línea 7703
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... A estas palabras que le traían recuerdos espantosos, Milady bajó la cabeza con un gemido sordo. ...

En la línea 8600
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Milady lanzó un rugido sordo y retrocedió hasta el ángulo de la ha bitación como una pantera que quiere acularse para abalanzarse. ...

En la línea 9307
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Tanteé todos los mu ros con objeto de descubrir una puerta: en todas las partes los muros devolvieron un sonido plano y sordo. ...

En la línea 3165
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Al relámpago siguió el estampido de un trueno, no menos terrible, pero lejano, sordo y profundo; las montañas recogieron su sonido y lo repitieron llevándolo de cumbre en cumbre, hasta que se perdió en el espacio sin límites. ...

En la línea 4513
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Ahora voy a escribir una carta a mi mujer diciéndole que no volveré a Ribadeo en unos cuantos días.» Martín salió del aposento cantando la siguiente copla: Un manco escribió una carta; un ciego la está mirando; un mudo la está leyendo, y un sordo la está escuchando. ...

En la línea 5771
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Ochenta y cuatro años han pasado sobre su cabeza, y está casi enteramente sordo; no obstante, lee en alta voz el segundo capítulo de Mateo: tres días antes encargó un Testamento, pero como no disponía del dinero no lo ha pagado hasta este momento. ...

En la línea 2518
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento, y siempre hallo, en mi mortal porfía, al cielo, sordo; a Clori, sin oídos. ...

En la línea 6178
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y no lo dijo a tonto ni a sordo, porque luego partió como un rayo y fue a lo que se le mandaba. ...

En la línea 6864
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Dios lo oiga y el pecado sea sordo -dijo Sancho a esta ocasión. ...

En la línea 7373
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... -Dios lo oiga -dijo Sancho-, y el pecado sea sordo, que siempre he oído decir que más vale buena esperanza que ruin posesión. ...

En la línea 1844
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —La Virgen está conmigo —pensaba Ana en el lecho, allá en Loreto, y acababa por llorar, por rezar fervorosamente y sentir sobre su cabeza las caricias de la mano invisible de Dios; pero sobrevenía un ataque nervioso, sentía la congoja de la soledad, de la frialdad ambiente, del abandono sordo y mudo, y entonces las imágenes místicas no acudían. ...

En la línea 7010
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Ya se oía el rumor sordo y como subterráneo de las ruedas. ...

En la línea 7039
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Sintió un alivio su furor sordo. ...

En la línea 8959
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Mientras pensaba en el marido abstracto todo iba bien; sabía ella que su deber era amarle, cuidarle, obedecerle; pero se presentaba el señor Quintanar con el lazo de la corbata de seda negra torcido, junto a una oreja; vivaracho, inquieto, lleno de pensamientos insignificantes, ocupado en cualquier cosa baladí, tomando con todo el calor natural lo más mezquino y digno de olvido, y ella sin poder remediarlo, y con más fuerza por causa del disimulo, sentía un rencor sordo, irracional, pero invencible por el momento, y culpaba al universo entero del absurdo de estar unida para siempre con semejante hombre. ...

En la línea 5119
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Tuvo que ponerse rígido, porque desde el centro del cuerpo le subía por el pecho un bulto inmenso, una ola, algo que le cortaba la respiración. Alargó el brazo como quien acompaña del gesto un vocablo; pero el vocablo, expresión de angustia tal vez, o demanda de socorro, no pudo salir de sus labios. La onda crecía, la sintió pasar por la garganta y subir, subir siempre. Dejó de ver la luz. Puso ambas manos sobre el borde de la mesa, e inclinando la cabeza, apoyó la frente en ellas exhalando un sordo gemido. Dejose estar así, inmóvil, mudo. Y en aquella actitud de recogimiento y tristeza, expiró aquel infeliz hombre. ...

En la línea 5283
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Don Evaristo se hallaba ya en lastimoso estado. Las piernas las tenía casi completamente paralizadas, y salía a paseo en un cochecillo o sillón de ruedas, que empujaba su criado. Iba a las Vistillas a tomar el sol, y a veces se extendía hasta la Plaza de Oriente por el Viaducto. Al centro de la Villa no venía nunca, y para las relaciones y amistades que en las partes más animadas de Madrid tenía, aquella existencia paralítica y con tantos achaques, aquella vida circunscrita al barrio extremo, eran como una muerte anticipada, pues del verdadero Feijoo, tal como le conocimos, no quedaba ya más que una sombra. Estaba completamente sordo, teniendo que auxiliarse de una trompetilla para recoger algunos sonidos; su inteligencia sufría eclipses, y la memoria se le perdía en ocasiones casi por completo, quedándose en la tristeza del instante presente, sin ayer, sin historia, como si cayera de una nube en mitad de la vida, a la manera de un bólido. Sus distracciones eran ya puramente pueriles. Se pasaba las horas muertas haciendo el juego del bilboquet, o bien entretenido en enredar con los muchos gatos que había en la casa. Todas las crías de la hermosa menina de doña Paca se conservaban, al menos mientras les duraba el donaire de la infancia gatesca. Sentado al sol junto al balcón en su sillón muy cómodo, Feijoo arrojaba a sus graciosos amigos una pelota atada con un hilo, y se divertía con las monísimas cabriolas y morisquetas que hacían los pequeñuelos. Otras veces les tiraba la pelota a lo largo de la enorme estancia, o ataba al hilo un pedazo de trapo, recogiéndolo como recoge el pescador su aparejo, para verlos correr tras él. Cuando entró Fortunata, el juego del hilo y de la pelota estaba suspendido, por ley de variedad, y D. Evaristo tenía en la mano su bilboquet, saltando la bola, y acertando muy raras veces a clavarla en el palo. Dos o tres gatitos blancos con manchas grises enredaban sobre el buen señor. Uno se le subía por la manta que le envolvía las piernas; otro estaba en su regazo sentado sobre los cuartos traseros, refregándose las patas con la lengua y el hocico con la pata; y un tercero se le había subido a un hombro y allí seguía con vivaracha atención los brincos de la bola del bilboquet, marcándolos con la pata en el aire. Lo que él quería era meterte mano a la bola aquella tan bonita. ...

En la línea 5345
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¡Qué ha de ser amiga de usted… qué ha de ser!—replicó Estupiñá con sarcasmo—. Y si quiere usted verla furiosa, háblele de obras que no sean las del asilo. Adiós; que haya salud… ¡Ah!, me olvidaba: cuidado con los tiestos de la ventana. Como yo vea rezumos de agua, la echo a usted; cuente que la echo… ¡María Santísima, y cuánta planta tiene usted aquí! Es un jardín… Me parece mucho peso… ¡Qué vistas tan hermosas! Mal año ha sido este para los puestos de Navidad. Están los pobres vendedores que trinan. Ya se ve… con tanta agua… Y hoy me parece que tenemos nieve. En toda mi vida no he visto un invierno tan frío como este. ¿Sabe usted que se murió el sordo, el del puesto de carne? Anoche… de repente. Yo le vi tan bueno y tan sano anteayer, y… ¡qué vida esta!… En fin, voy a ver si les saco algo a los del segundo de la izquierda. Me deben cinco meses. ¡Ay qué gente! Si la señora me dejara, ya les habría puesto los trastos en la calle; pero mi ama es así, no quiere desahucios.—«Por Dios Plácido, no les eches… los pobrecitos ya pagarán; es que no pueden».—«Pero señora, con que me dieran lo que gastan en aguardiente y lo que se dejan en la pastelería de Botín… ». Total, que con caseras como la mía, estos bribones de inquilinos están como quieren. ...

En la línea 1401
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Ahora se vio regresar al lord St. John. A medida que avanzaba por la nave central, el interés era tan intenso que el apagado murmullo de las conversaciones expiró en la gran asamblea y fue seguida por un profundo silencio, una calma expectante en la cual las pisadas del lord vibraron con un sonido sordo y distante. Todos los ojos se clavaron en él mientras avanzaba. Llegó a la plataforma, se detuvo un momento, luego se inclino ante Tom Canty con una profunda reverencia, y dijo: ...

En la línea 611
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Sandokán lanzó un sordo rugido. De un salto se apoderó de una silla y se subió a la mesa, con las facciones contraídas y una feroz sonrisa en sus labios. ...

En la línea 796
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... De sus labios escapó un gemido sordo. Aspiró el aire de la noche y se acercó lentamente a la casa, en la cual, a pesar de la hora, había luz en una habitación. ...

En la línea 1461
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... En seguida se escuchó un sordo crujido, e inmediatamente cedieron las paredes ante aquel empuje vigoroso. ...

En la línea 2365
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... ¡Qué espectáculo tan indescriptible! ¡Cómo decir el aspecto de esos árboles y de esas rocas en ese medio líquido, el de sus fondos tenebrosos y el de sus cimas coloreadas de tonos rojizos bajo la claridad que difundía la potencia reverberante de las aguas! Escalábamos rocas que se venían en seguida abajo con el sordo fragor de un alud. A derecha e izquierda se abrían tenebrosas galerías por las que se perdía la mirada. De vez en cuando se abrían vastos calveros que parecían practicados por la mano del hombre, y yo me preguntaba a veces si no iba a aparecerse de repente algún habitante de esas regiones submarinas. ...

En la línea 2727
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Me latía con fuerza el corazón ante la incertidumbre de si podríamos salir a la superficie y hallar la atmósfera libre del Polo. Pero no. Un choque me indicó que el Nautilus había golpeado la superficie inferior del banco de hielo, aún muy espeso a juzgar por el sordo ruido que produjo. En efecto, habíamos «tocado», por emplear la expresión marina, pero al revés y a mil pies de profundidad, lo que suponía unos dos mil pies de hielo por encima de nosotros, mil de los cuales fuera del agua. Era poco tranquilizador comprobar que la banca de hielo presentaba una altura superior a la que habíamos estimado en sus bordes. ...

En la línea 969
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... No sé cómo salió Joe de la estancia, pero lo que sí sé es que cuando lo hizo se dispuso a subir la escalera en vez de bajarla, sordo a todas las indicaciones, hasta que fui en su busca y le cogí. Un minuto después estábamos en la parte exterior de la puerta, que quedó cerrada, y Estella se marchó. Cuando de nuevo estuvimos a la luz del día, Joe se apoyó en la pared y exclamó: ...

En la línea 1921
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... cuidado, pero era absolutamente sordo. ...

En la línea 695
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «¿Qué querrán? ¿Qué hace aquí el portero? ¡Se ha descubierto todo, no cabe duda! ¿Debo abrir o hacerme el sordo? ¡Así cojan la peste!» ...

En la línea 927
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... El dolor del latigazo iba desapareciendo, y Raskolnikof, olvidándose de la humillación sufrida. Una idea, vaga pero inquietante, le dominaba. Permanecía inmóvil, con la mirada fija en la lejanía. Aquel sitio le era familiar. Cuando iba a la universidad tenía la costumbre de detenerse allí, sobre todo al regresar (lo había hecho más de cien veces), para contemplar el maravilloso panorama. En aquellos momentos experimentaba una sensación imprecisa y confusa que le llenaba de asombro. Aquel cuadro esplendoroso se le mostraba frío, algo así como ciego y sordo a la agitación de la vida… Esta triste y misteriosa impresión que invariablemente recibía le desconcertaba, pero no se detenía a analizarla: siempre dejaba para más adelante la tarea de buscarle una explicación… ...

En la línea 3551
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En fin, que sólo asistieron, además del polaco, un miserable empleadillo, de aspecto horrible, vestido con ropas grasientas, que despedía un olor nauseabundo y, por añadidura, era mudo como un poste; un viejecillo sordo y casi ciego que había sido empleado de correos y cuya pensión en casa de Amalia Ivanovna corría a cargo, desde tiempo inmemorial y sin que nadie supiera por qué, de un desconocido; un teniente retirado, o, mejor dicho, empleado de intendencia… ...

En la línea 3570
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Acto seguido recorrió las caras de todos los invitados con una mirada ceñuda, y de pronto, de un extremo a otro de la mesa, preguntó al viejo sordo si no quería más asado y si había bebido oporto. El viejecito no contestó y tardó un buen rato en comprender lo que le preguntaban, aunque sus vecinos habían empezado a zarandearlo para reírse a su costa. Él no hacía más que mirar confuso en todas direcciones, lo que llevaba al colmo la alegría general. ...

En la línea 275
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Thornton tenía la duda pintada claramente en el semblante, pero aquello despertó su espíritu de lucha, el que hace crecer al hombre ante las difi cultades, le impide aceptar lo imposible y lo hace sordo a todo lo que no sea el clamor de la batalla. Llamó a Hans y a Peter. Los recursos de ambos eran exiguos y, sumándolos a los suyos, los tres socios apenas pudieron reunir doscientos dólares. Aunque aquella cantidad constituía el total de su capital, no vacilaron en depositarla junto a los seiscientos dólares de Matthewson. ...

En la línea 1087
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Hízose todo con tal celeridad y tino, que serían las tres de la tarde no más cuando en la estancia, ordenada ya, y junto al balcón abierto, leía el Padre Arrigoitia en su Breviario las oraciones por los difuntos, y Lucía le contestaba entre sollozos «Amén». La llama de los cirios, devorada por la claridad gloriosa del sol, no era más que un punto rojizo, en cuyo centro se distinguía la negra raya del pábilo. A lo lejos se escuchaba el sordo rodar de los coches, anunciado antes por el retemblido de los vidrios; y dominando los rumores de la calle, la voz del jesuita que decía: ...

Reglas relacionadas con los errores de s;z

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.

Las Reglas Ortográficas de la Z

Se escribe z y no c delante de a, o y u.

Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.

Ejemplos: pedazo, terraza

Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.

Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez

La X y la S


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;z


El Español es una gran familia

Más información sobre la palabra Sordo en internet

Sordo en la RAE.
Sordo en Word Reference.
Sordo en la wikipedia.
Sinonimos de Sordo.

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