Cual es errónea Regocijo o Rejocijo?
La palabra correcta es Regocijo. Sin Embargo Rejocijo se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino rejocijo es que hay un Intercambio de las letras j;g con respecto la palabra correcta la palabra regocijo
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Regocijo en la RAE.
Regocijo en Word Reference.
Regocijo en la wikipedia.
Sinonimos de Regocijo.
Algunas Frases de libros en las que aparece regocijo
La palabra regocijo puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 766
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Su condena era un tema de regocijo para la huerta. ...
En la línea 2272
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Teresa y Roseta dieron un grito de regocijo. ...
En la línea 551
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Bajo los sombreros deformes sólo se veían carátulas de miseria, máscaras de sufrimiento y de hambre. Los jóvenes tenían la frescura vigorosa de los pocos años. Reían reflejando en sus ojos el espíritu burlón de la raza, la alegría de vivir, sin el peso de una familia; el regocijo del hombre aislado, que por miserable que se considere, puede siempre seguir adelante. Pero los hombres mostraban un envejecimiento prematuro, arruinados en plena madurez, con el temblor de los valetudinarios; revelando unos su acometividad en los ojos animados por resplandores fosforescentes de fiera, encogidos otros con la resignación del que sólo aguarda la muerte como única libertad. ...
En la línea 1076
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los gañanes, al volver a Matanzuela no vieron al amo. Éste y su comitiva, una vez dormida la borrachera, habían regresado a Jerez alegres como siempre, con un regocijo escandaloso. Los trabajadores, en su indignación, hacían responsables al aperador y todo el _gobierno_ del cortijo. El señorito estaba lejos; y además era quien les proporcionaba el pan. ...
En la línea 1738
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Los curiosos desaparecieron, pero al ocultarse reían, causándoles la aclamación gran regocijo. ¡Mientras se contentasen con gritar!... ...
En la línea 1887
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... »Quedé admirado deste nuevo accidente, hasta allí jamás en ella visto, porque siempre nos hablábamos, las veces que la buena fortuna y mi diligencia lo concedía, con todo regocijo y contento, sin mezclar en nuestras pláticas lágrimas, suspiros, celos, sospechas o temores. ...
En la línea 1999
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Los días eran todos de fiesta y de regocijo en mi calle; las noches no dejaban dormir a nadie las músicas. ...
En la línea 2808
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... De lo demás, de que la señora reina se esté como se estaba, me regocijo en el alma, porque me va mi parte, como a cada hijo de vecino. ...
En la línea 3438
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Sosegadas, pues, estas dos pendencias, que eran las más principales y de más tomo, restaba que los criados de don Luis se contentasen de volver los tres, y que el uno quedase para acompañarle donde don Fernando le quería llevar; y, como ya la buena suerte y mejor fortuna había comenzado a romper lanzas y a facilitar dificultades en favor de los amantes de la venta y de los valientes della, quiso llevarlo al cabo y dar a todo felice suceso, porque los criados se contentaron de cuanto don Luis quería; de que recibió tanto contento doña Clara, que ninguno en aquella sazón la mirara al rostro que no conociera el regocijo de su alma. ...
En la línea 15746
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Crespo, como si no hubiera en el mundo penas, ni amigos que se ahogaban en ellas, alegre, con aquel insultante regocijo que le inspiraba a él la helada en las mañanas más frías del año, frotaba las manos y hablaba del precio de las reses, y de las ventajas de la parcería, locuaz, como nunca se le veía en Vetusta. ...
En la línea 441
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... una vida entera… Nada de ludias; nada de deseos. Todos los días son iguales; todo es lo mismo. Es verdad que mi existencia no conoce el invierno ni las penas, pero tampoco hay para mí primavera, ni regocijo de vivir. ...
En la línea 833
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Tal apodo sacrílego nunca la hizo llorar; antes bien, despertó su regocijo, encontrándolo ingenioso. Representaba una broma, no un insulto. Lo importante para ella era que prosperasen los Farnesios a la sombra del Pontificado. ...
En la línea 860
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —El legado del Papa en Pesaro, un obispo, presidió el baile dado en el castillo para solemnizar la boda. Las danzas duraron toda la noche y dicho obispo las hizo continuar en las calles, guiando una cadena de invitados, que, en forma de farándula, corrió toda la ciudad. En nuestros días resulta difícil imaginarse tal fiesta; un baile en Palacio, el nuncio del Papa dirigiendo las danzas y colocándose, finalmente, con su sotana violeta, a la cabeza de una larguísima fila de caballeros y señoras, saltando con ellos a través de las calles iluminadas, entre los aplausos y aclamaciones de una muchedumbre popular asociada a tal regocijo. En .aquel tiempo parecía todo esto natural y corriente. Por ello insisto, amigo Borja, en que, para juzgar a los remotos antecesores de usted, es preciso conocer antes las costumbres de la época y formarse una opinión de acuerdo con ellas. ...
En la línea 1180
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Los escritores protestantes—continuaba don Manuel—lo descubrieron con verdadero regocijo, y allí donde el texto no se dejaba entender lo interpretaron suponiendo un nuevo crimen de los Borgias. ...
En la línea 123
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Montados en su máquina, que permanecía inmóvil encima de los ojos de Gillespie, a unos tres metros de altura, estos aviadores acogieron con un regocijo pueril el gesto de asombro que puso el gigante al sentir el girón que aprisionaba e inmovilizaba su brazo. Pero luego adivinaron en el prisionero una expresión de dolor. Sentía el hilo metálico hundido en su muñeca como el filo de un cuchillo, y al mismo tiempo un fuerte dolor en la articulación del hombro. Para evitar este tormento, los hombrecillos del aeroplano soltaron una cantidad de cable sutil, lo que permitió a Edwin descender su brazo hasta el suelo. ...
En la línea 126
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Una de las naves aéreas detuvo su vuelo para bajar en graciosa espiral, hasta inmovilizarse sobre el pecho del coloso. Asomaron entre sus alas rígidas los cuatro tripulantes, que reían y saltaban con un regocijo semejante al de las colegialas en las horas de asueto… . Al mismo tiempo otros monstruos de actividad terrestre se deslizaron por el suelo, cerca del cuerpo de Gillespie. Eran a modo de juguetes mecánicos como los que había usado el siendo niño: leones, tigres, lagartos y aves de aspecto fatídico, con vistosos colores y ojos abultados. En el interior de estos automóviles iban sentadas otras personas diminutas, iguales a las que navegaban por el aire. ...
En la línea 127
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Parecían venir de muy lejos, y la muchedumbre pedestre abría paso respetuosamente a sus vehículos. Estos recién llegados también reían al ver al gigante, con un regocijo pueril, mostrando en sus gestos y sus carcajadas algo de femenino, que empezó a llamar la atención de Gillespie. ...
En la línea 415
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Nunca se realizaron inventos con tan asombrosa rapidez; pero todos ellos servían fatalmente para agrandar el arte de las matanzas. La ciencia se había hecho servidora de la guerra; los laboratorios temblaban de patriótico regocijo cuando un descubrimiento proporcionaba la seguridad de poder exterminar mayor número de hombres. Las fábricas mas potentes eran las de materiales para la guerra. Todos los países rivalizaban en una carrera loca, buscando adelantarse los unos a los otros en los medios de destrucción. Los hombres se mataban sobre la tierra y sobre el mar, y hasta en el último momento llegaron a exterminarse en las silenciosas alturas de la atmósfera. ...
En la línea 2092
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Un metro cúbico de gas se precipitó a la boca con tanta violencia, que Nicolás tuvo que ponerse tieso para darle salida franca, y a pesar de lo furioso que estaba, supo cuidar de que la mano desempeñara su obligación. Doña Lupe también parecía indignada, aunque si se hubiera ido a examinar bien el interior de la digna señora, se habría visto que en medio del enojo que su dignidad le imponía, nacía tímidamente un sentimiento extraño de regocijo por aquella misma independencia de su sobrino. ¡Si sería efectivamente un hombre, un carácter entero… ! Siempre le disgustó a ella que fuera tan encogido y para poco. ¿Por qué no se había de alegrar de ver en él un rasgo siquiera de personalidad árbitra de sí misma? «Hay que ver por dónde sale este demonches de chico—pensaba con cierta travesura—. ¡Y qué geniazo va sacando!». ...
En la línea 2597
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Aquella misma mañana, cuando estaban almorzando, tuvo ya ocasión, con tanto regocijo en el alma como dignidad en el semblante, de empezar a aplicar sus enseñanzas. «No se dice armejas sino almejas. Hija, hay que irse acostumbrando a hablar como Dios manda». Quería doña Lupe que Fortunata se prestase a reconocerla por directora de sus acciones en lo moral y en lo social, y mostraba desde los primeros momentos una severidad no exenta de tolerancia, como cumple a profesores que saben al pelo su obligación. ...
En la línea 2605
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... De vuelta, ya avanzada la tarde, a la calle de Raimundo Lulio, se ocuparon en disponer varias cosas para el día siguiente. Maximiliano había ido a invitar a algunos amigos, y doña Lupe salió también diciendo que volvería antes de anochecido. Quedose sola Fortunata, y se puso a hacer en su vestido de gro negro, que había de lucir en la ceremonia, ciertos arreglos de escasa importancia. No tenía más compañía que la de Papitos, que se escapaba de la cocina para ponerse al lado de la señorita, cuya hermosura admiraba tanto. El peinado era la principal causa de la estupefacción de la chiquilla, y habría dado esta un dedo de la mano por poder imitarlo. Sentose a su lado y no se hartaba de contemplarla, llenándose de regocijo cuando la otra solicitaba su ayuda, aunque sólo fuera para lo más insignificante. En esto llamaron a la puerta; corrió a abrir la mona, y Fortunata no supo lo que le pasaba cuando vio entrar en la sala a Mauricia la Dura. ...
En la línea 3203
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La noche a que Jacinta se refería, contando estas cosas, noche tristísima para ella por haber adquirido recientemente noticias fidedignas de la infidelidad de su marido, hubo en la casa gran regocijo. Aquel día había entrado en Madrid el Rey Alfonso XII, y D. Baldomero estaba con la Restauración como chiquillo con zapatos nuevos. Barbarita también reventaba de gozo y decía: «¡Pero qué chico más salado y más simpático!». Jacinta tenía que entusiasmarse también, a pesar de aquella procesión que por dentro le andaba, y poner cara de pascua a todos los que entraron felicitándose del suceso. El marqués de Casa-Muñoz oficiaba de chambelán palatino. Había tenido la dicha inmensa de estar en Palacio formando parte de una de las comisiones, y el Rey habló con él… Contaba el caso el marqués, haciendo notar bien el tono familiar con que se había expresado S. M. «Hola, marqués, ¿cómo va?». Nada, lo mismo que si me hubiera tratado toda la vida. ...
En la línea 1306
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Hendon se conmovió. Las lágrimas fluyeron a sus ojos, pero, al mismo tiempo, la comicidad terrible de la situación, y de las circunstancias minó a tal grado su seriedad, que hizo lo que pudo para no mostrar ningún signo, de su regocijo interno. Verse de pronto, desnudo y manando sangre, elevado desde el cepo villano hasta la gran altura y esplendor de un condado, le parecía la última probabilidad en el terreno de lo grotesco. ...
En la línea 109
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... -Los zapatos blancos la proporcionaban sobre todo el más aturdido regocijo. ...
En la línea 263
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... ¡Parecíame tan feliz!, y la sentía con regocijo de todas mis entrañas y de todo mi espíritu, tan mía! ...
En la línea 366
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Soltó Lucía la carcajada y miró a Artegui, que sonreía complaciente, lo cual aún la animó a reír más. El almuerzo prosiguió en el mismo tono cordial, alegrado por la charla de Sardiola, por el infantil regocijo de Lucía. Hasta la misma puerta del departamento les siguió el mozo cuando se volvieron a su coche; y a ser Lucía dueña de los brazos de Artegui, los hubiera echado al cuello de Sardiola, a tiempo que éste repetía, entornados los ojos y en el tono con que se reza, si se reza de veras: ...
En la línea 1032
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... No fue posible a los Gonzalvo proseguir a España, porque ya hacia la mitad de la ruta se sintió Pilar presa de tales congojas y sudores, con tales desvanecimientos, arcadas y soponcios, que allí creyeron todos llegado el punto de su muerte; y aún tomaron por feliz suceso el que pudiesen llegar a París, siguiendo el consejo del doctor Duhamel, que les dejó entrever la esperanza de que acaso algunos días de descanso repusiesen las fuerzas de la enferma, consintiéndole emprender la vuelta a su patria. Avinagró el gesto Miranda, que ya se creía libre de la moribunda, a quien si no cuidaba, le enfadaba ver cuidar; ensanchósele el corazón a Lucía, mal hallada con la idea de abandonar a su amiga en la antesala, como quien dice, del sepulcro; y Perico se dispuso a conocer París, seguro como estaba de que no faltarían a su hermana cuidados. Por lo que toca a Pilar misma, poseída del extraño optimismo característico de su padecimiento, mostró gran regocijo por visitar la metrópoli del lujo y elegancia, pensando en hacer allí sus comprillas de invierno, por no ser menos que las currutacas Amézagas. ...

El Español es una gran familia
Reglas relacionadas con los errores de j;g
Las Reglas Ortográficas de La J
Se escriben con j las palabras que terminan en -aje. Por ejemplo: lenguaje, viaje.
Se escriben con j los tiempos de los verbos que llevan esta letra en su infinitivo. Por ejemplo:
viajemos, viajáis (del verbo viajar); trabajábamos, trabajemos (del verbo trabajar).
Hay una serie de verbos que no tienen g ni j en sus infinitivos y que se escriben en sus tiempos
verbales con j delante de e y de i. Por ejemplo: dije (infinitivo decir), traje (infinitivo traer).
Las Reglas Ortográficas de la G
Las palabras que contienen el grupo de letras -gen- se escriben con g.
Observa los ejemplos: origen, genio, general.
Excepciones: berenjena, ajeno.
Se escriben con g o con j las palabras derivadas de otra que lleva g o j.
Por ejemplo: - de caja formamos: cajón, cajita, cajero...
- de ligero formamos: ligereza, aligerado, ligerísimo...
Se escriben con g las palabras terminadas en -ogía, -ógico, -ógica.
Por ejemplo: neurología, neurológico, neurológica.
Se escriben con g las palabras que tienen los grupos -agi-, -igi. Por ejemplo: digiere.
Excepciones: las palabras derivadas de otra que lleva j. Por ejemplo: bajito (derivada de bajo), hijito
(derivada de hijo).
Se escriben con g las palabras que empiezan por geo- y legi-, y con j las palabras que empiezan por
eje-. Por ejemplo: geografía, legión, ejército.
Excepción: lejía.
Los verbos cuyos infinitivos terminan en -ger, -gir se escriben con g delante de e y de i en todos sus
tiempos. Por ejemplo: cogemos, cogiste (del verbo coger); elijes, eligieron (del verbo elegir).
Excepciones: tejer, destejer, crujir.
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras j;g

la Ortografía es divertida
Errores Ortográficos típicos con la palabra Regocijo
Cómo se escribe regocijo o rregocijo?
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Palabras parecidas a regocijo
La palabra insolentes
La palabra juicio
La palabra hondo
La palabra cargados
La palabra ocurrido
La palabra hostil
La palabra prudentemente
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