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La palabra quiciera
Cómo se escribe

Comó se escribe quiciera o quisiera?

Cual es errónea Quisiera o Quiciera?

La palabra correcta es Quisiera. Sin Embargo Quiciera se trata de un error ortográfico.

El Error ortográfico detectado en el termino quiciera es que hay un Intercambio de las letras s;c con respecto la palabra correcta la palabra quisiera


la Ortografía es divertida

Reglas relacionadas con los errores de s;c

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;c


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece quisiera

La palabra quisiera puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1694
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¿Para qué? Bien venida, y si entraba para gozarse en su desgracia, podía reír cuanto quisiera. ...

En la línea 1812
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Era el perro despidiendo al pobre albaet, lanzando un quejido interminable, con los ojos lacrimosos y las patas estiradas, cual si quisiera prolongar el cuerpo hasta donde llegaba su lamento. ...

En la línea 134
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La monarquía era una bandera social, como decía su amigo el padre Urizábal: conforme; pero él se fijaba poco en banderas y colores; lo importante era que Dios estuviese sobre todo, que reinase Cristo con monarquía o con república, y los gobernantes fuesen hijos sumisos del Papa. A él no le infundía miedo la República. Miraba con gran simpatía algunas de la América del Sur, pueblos ideales y felices donde la Purísima Concepción era capitana generala de los ejércitos y el Corazón de Jesús figuraba en las banderas y en los uniformes de los soldados, formándose los gobiernos bajo la sabia inspiración de los Padres de la Compañía. Una república de esta clase podía venir, por él, cuando quisiera. Daría por su triunfo la mitad de su fortuna. ...

En la línea 243
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El señor Fermín extrañábase de la indignación con que la hermana del marqués acogía sus originalidades. ¡Un hombre así, no debía morirse nunca!... Pero, al fin, murió. Murió cuando no le quedaba nada que gastar; cuando los salones de su casa no tenían un mueble; cuando su cuñado Dupont se negó de veras a hacerle nuevos préstamos, ofreciéndole en su casa todo lo que quisiera, cuanto vino desease, pero sin la menor cantidad de dinero. ...

En la línea 414
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El amo de la tierra se resignaba a aceptar lo que esta quisiera darle. ...

En la línea 469
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y como si quisiera pasar apresuradamente sobre este recuerdo, explicó su llegada al cortijo. Había salido por la mañana de Jerez en la _góndola_ de la sierra, uno de aquellos coches que pasaban cargados de gente y de fardos por el inmediato camino. Deseaba ver al señor Antonio Matacardillos, el dueño del ventorro del Grajo, situado en la carretera, cerca del cortijo; un bravo que de joven le había seguido en todas sus aventuras revolucionarias. Estaba enfermo del corazón, con las piernas hinchadas, casi imposibilitado de moverse, no pudiendo llegar a la puerta de su choza más que entre ayes y tropezones. Al saber que Salvatierra vivía en Jerez, sus dolores parecían haberse aumentado con la desesperación que le causaba el no verle. ...

En la línea 3923
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Tanto peor para vos, mi querido huésped, tanto peor; cuando soy feliz quisiera que todo el mundo lo fuese; pero parece que no es posible. ...

En la línea 4284
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Pero no os engañéis - dijo D'Artagnan-, hay quizá más egoís mo de lo que pensáis en mi brindis: sólo e n los establecimientos que prosperan le recibien bien a uno; en los hostales en decadencia todo va manga por hombro, y el viajero es víctima de los apuros de su hués ped; pero yo que viajo mucho y sobre todo por esta ruta, quisiera ver a todos los alberguistas hacer fortuna. ...

En la línea 4546
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Ahora bien -continuó Aramis tomando en su butaca la misma pose graciosa que hubiera tornado de estar en una callejuela, y exami nando con compla ciencia su mano Blanca y regordeta como mano de mujer, que tenía en el aire para hacer bajar la sangre-; ahora bien, como habéis oído, D'Artagnan, el señor principal quisiera que mi tesis fuera dogmática, mientras que yo querría que fuese ideal. ...

En la línea 4767
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por eso, os lo confieso, quisiera partir lo antes posible. ...

En la línea 1078
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Por deferencia al superior entendimiento de usted—continué, dirigiéndome al oficial—, quisiera creer que la prolongación indefinida de la guerra reporta grandes provechos a mi país; pero me haría usted un favor insigne explicándome el proceso químico en virtud del que la sangre vertida en las montañas españolas va a parar al tesoro inglés convertida en monedas de oro.» Como tardara en contestarme, tomé de sobre la mesa un plato con fruta, y pregunté: «¿Cómo se llaman estas frutas?» «Granadas y _bolotas_»—respondió—. ...

En la línea 1312
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... En la tierra de los _corahai_ aprendió muchas cosas que ya quisiera yo saber. ...

En la línea 1338
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Había, a veces, en sus ademanes y modales algo muy singular; en más de una ocasión observé que, en lo más animado de su charla, se callaba de pronto, quedábase mirando fijamente al espacio, y extendía las manos como si quisiera rechazar a un ser invisible; girábanle horriblemente los ojos en las órbitas, y una vez cayó de espaldas, con fuertes convulsiones, sin que su hija y su nieta hicieran gran caso de ello, limitándose a decir que estaba _lilí_ y que pronto volvería en su acuerdo. ...

En la línea 1470
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... NACIONAL.—¿Qué hace Inglaterra? ¿Va, al fin, a prestar ayuda a mi país? Si ella quisiera, podía acabar la guerra en tres meses. ...

En la línea 21
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Sólo quisiera dártela monda y desnuda, sin el ornato de prólogo, ni de la inumerabilidad y catálogo de los acostumbrados sonetos, epigramas y elogios que al principio de los libros suelen ponerse. ...

En la línea 139
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Casi todo aquel día caminó sin acontecerle cosa que de contar fuese, de lo cual se desesperaba, porque quisiera topar luego luego con quien hacer experiencia del valor de su fuerte brazo. ...

En la línea 153
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Miróle el ventero, y no le pareció tan bueno como don Quijote decía, ni aun la mitad; y, acomodándole en la caballeriza, volvió a ver lo que su huésped mandaba, al cual estaban desarmando las doncellas, que ya se habían reconciliado con él; las cuales, aunque le habían quitado el peto y el espaldar, jamás supieron ni pudieron desencajarle la gola, ni quitalle la contrahecha celada, que traía atada con unas cintas verdes, y era menester cortarlas, por no poderse quitar los ñudos; mas él no lo quiso consentir en ninguna manera, y así, se quedó toda aquella noche con la celada puesta, que era la más graciosa y estraña figura que se pudiera pensar; y, al desarmarle, como él se imaginaba que aquellas traídas y llevadas que le desarmaban eran algunas principales señoras y damas de aquel castillo, les dijo con mucho donaire: -Nunca fuera caballero de damas tan bien servido como fuera don Quijote cuando de su aldea vino: doncellas curaban dél; princesas, del su rocino, o Rocinante, que éste es el nombre, señoras mías, de mi caballo, y don Quijote de la Mancha el mío; que, puesto que no quisiera descubrirme fasta que las fazañas fechas en vuestro servicio y pro me descubrieran, la fuerza de acomodar al propósito presente este romance viejo de Lanzarote ha sido causa que sepáis mi nombre antes de toda sazón; pero, tiempo vendrá en que las vuestras señorías me manden y yo obedezca, y el valor de mi brazo descubra el deseo que tengo de serviros. ...

En la línea 476
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... El vizcaíno, que así le vio venir, aunque quisiera apearse de la mula, que, por ser de las malas de alquiler, no había que fiar en ella, no pudo hacer otra cosa sino sacar su espada; pero avínole bien que se halló junto al coche, de donde pudo tomar una almohada que le sirvió de escudo, y luego se fueron el uno para el otro, como si fueran dos mortales enemigos. ...

En la línea 556
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... sino hasta botar y saltar de la manera más ridícula, como si quisiera presentar batalla. ...

En la línea 1947
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... fícil es juzgar por el aspecto de un país si es o no salubre, y si se quisiera elegir entre los trópicos un lugar favorable a la salud se escogería probablemente esta costa. llano que rodea al Callao está cubierto de hierbas bastas y hay también en algunos sitios pequeñísimos estanques de agua parada, de donde según todas las probabilidades se levantan los miasmas ...

En la línea 87
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Bien quisiera no concretar el presente artículo al examen de La Regenta, extendiéndome a expresar lo que siento sobre la obra entera de Leopoldo Alas; pero esto sería trabajo superior a mis cortas facultades de crítico, y además rebasaría la medida que se me impone para esta limitada prefación. ...

En la línea 367
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Tenía los ojos cargados de una curiosidad maliciosa más irritada que satisfecha; se santiguó, como si quisiera comerse la señal de la cruz, y se recogió, sentada sobre los pies, a saborear los pormenores de la confesión, sin moverse del sitio, pegada al confesonario lleno todavía del calor y el olor de don Custodio. ...

En la línea 1156
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Anita no dejó a Víctor tan pronto como él quisiera. ...

En la línea 1410
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La niña quería ir a tierra de moros de verdad, a matar infieles o a convertirlos, como Germán quisiera. ...

En la línea 948
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El poeta nacional se inclinó como si quisiera empequeñecerse delante de Momaren. ...

En la línea 965
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Ya que deseáis que recite, permitid que empiece por las obras del Padre de los Maestros. El gran Momaren no es conocido como merece serlo. Hay muchos que se engañan con la mejor buena fe dividiendo nuestra poesía nacional en dos reinos, uno de los cuales le atribuyen a el y otro a mi. Esos mismos añaden que Momaren es inimitable en la poesía amorosa y Golbasto en la poesía épica. ¡Error, enorme error! Momaren es grande en todos los géneros, y para probarlo voy a recitar su canto heroico a la Verdadera Revolución, obra inimitable de la que quisiera ser autor. ...

En la línea 1510
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La introdujo en el bolsillo superior de su chaqueta, donde otras veces había guardado a Ra-Ra. Ya no necesitaba mantener su cuello rígido ni marchar con cierta precaución, temiendo que Popito cayese desde la inmensa altura de la selva capilar que cubría su cráneo. Ahora podría moverse y correr cuanto quisiera, sin otro inconveniente que el de sacudir un poco a la joven dentro de su encierro. ...

En la línea 340
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Retiráronse de muy buen humor a la fonda, y al llegar a ella vieron que en el comedor había mucha gente. Era un banquete de boda. Los novios eran españoles anglicanizados de Gibraltar. Los esposos Santa Cruz fueron invitados a tomar algo, pero lo rehusaron; únicamente bebieron un poco de Champagne, por que no dijeran. Después un inglés muy pesado, que chapurraba el castellano con la boca fruncida y los dientes apretados, como si quisiera mordiscar las palabras, se empeñó en que habían de tomar unas cañas. «De ninguna manera… muchas gracias». —«¡Ooooh!, sí»… El comedor era un hervidero de alegría y de chistes, entre los cuales empezaban a sonar algunos de gusto dudoso. No tuvo Santa Cruz más remedio que ceder a la exigencia de aquel maldito inglés, y tomando de sus manos la copa, decía a media voz: «Valiente curdela tienes tú». Pero el inglés no entendía… Jacinta vio que aquello se iba poniendo malo. El inglés llamaba al orden, diciendo a los más jóvenes con su boquita cerrada que tuvieran fundamenta. Nadie necesitaba tanto como él que se le llamase al orden, y sobre todo, lo que más falta le hacía era que le recortaran la bebida, porque aquello no era ya boca, era un embudo. Jacinta presintió la jarana, y tomando una resolución súbita, tiró del brazo a su marido y se lo llevó, a punto que este empezaba a tomarle el pelo al inglés. ...

En la línea 432
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Estas y otras tonterías no tenían consecuencias, y al cuarto de hora se echaban a reír, y en paz. Pero aquella noche, al retirarse, sentía la Delfina ganas de llorar. Nunca se había mostrado en su alma de un modo tan imperioso el deseo de tener hijos. Su hermana la había humillado, su hermana se enfadaba de que quisiera tanto al sobrinito. ¿Y aquello qué era sino celos?… Pues cuando ella tuviera un chico, no permitiría a nadie ni siquiera mirarle… Recorrió el espacio desde la calle de las Hileras a la de Pontejos, extraordinariamente excitada, sin ver a nadie. Llovía un poco y ni siquiera se acordó de abrir su paraguas. El gas de los escaparates estaba ya encendido, pero Jacinta, que acostumbraba pararse a ver las novedades, no se detuvo en ninguna parte. Al llegar a la esquina de la plazuela de Pontejos y cuando iba a atravesar la calle para entrar en el portal de su casa, que estaba enfrente, oyó algo que la detuvo. Corriole un frío cortante por todo el cuerpo; quedose parada, el oído atento a un rumor que al parecer venía del suelo, de entre las mismas piedras de la calle. Era un gemido, una voz de la naturaleza animal pidiendo auxilio y defensa contra el abandono y la muerte. Y el lamento era tan penetrante, tan afilado y agudo, que más que voz de un ser viviente parecía el sonido de la prima de un violín herida tenuemente en lo más alto de la escala. Sonaba de esta manera: miiii… Jacinta miraba al suelo; porque sin duda el quejido aquel venía de lo profundo de la tierra. En sus desconsoladas entrañas lo sentía ella penetrar, traspasándole como una aguja el corazón. ...

En la línea 460
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —No más perdiz. Hoy hemos de ver si Pantaleón tiene buenos cabritos. También quisiera una buena lengua de vaca, cargada, y ver si hay ternera fina. ...

En la línea 614
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¿Qué 13?… Eso quisiera usted—observó el eterno concejal—. Anoche lo ofrecían a 11 en el Bolsín y no lo quería nadie. Esto es el diluvio. ...

En la línea 872
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Al punto vinieron a su mente pensamientos placenteros; la vida adquirió un cariz más alegre. Estaba liberado de las garras de la servidumbre y del crimen, libre de la compañía de villanos y brutales forajidos. Estaba caliente, cobijado; es decir, era feliz. Soplaba el viento de la noche en pavorosas ráfagas que hacían estremecer y temblar el viejo granero, y luego su fuerza expiraba a intervalos, y continuaba mugiendo y gimiendo por los rincones… Pero todo ello era una agradable música para el rey, una vez arropado y cómodo. Soplara y enfureciérase cuanto quisiera, azotara y golpeara, gimiera y rugiere, al rey no le importaba, antes bien gozaba con ello. Se acurrucó más cerca de su amiga, con sibaritismo de cálida alegría, y como un bendito perdió la conciencia del mundo y se sumió en un sueño profundo y sin pesadillas, en paz y sosiego. A lo lejos aullaban los perros, mugían melancólicamente las vacas y el viento seguía rugiendo, en tanto que furiosos aguaceros se abatían sobre el tejado; mas la Majestad de Inglaterra siguió durmiendo imperturbable, y otro tanto la ternera, animal sencillo, y que no se turbaba fácilmente por las tempestades, ni le causaba embarazo dormir con un rey. ...

En la línea 1078
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Me has sido simpático, amigo, y no quisiera que te ocurriera daño. Ten en cuenta que lo he oído todo, como te lo probaré. ...

En la línea 1268
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Así, lealtad por lealtad. Y ahora, como debemos hablar claro, he de decirle que después de todo lo pasado y de cuanto le dije, no podría yo, aunque quisiera, pretender pagarle esa generosa donación de otra manera que con mi más puro agradecimiento. Así como usted, por su parte, creo… ...

En la línea 1328
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –Como usted quiera. Pero le repito que esa mujer le está a usted engañando. Si no fuera así y si usted la quiere y es ese su gusto, ¿qué más quisiera yo sino que usted se casase con ella? ...

En la línea 1458
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... En la calle acercósele un mendigo diciéndole: «¡Una limosna, por Dios, señorito, que tengo siete hijos… !» «¡No haberlos hecho!», le contestó malhumorado Augusto. «Ya quisiera yo haberle visto a usted en mi caso –replicó el mendigo, añadiendo–: y ¿qué quiere usted que hagamos los pobres si no hacemos hijos… para los ricos?» « Tienes razón –replicó Augusto–, y por filósofo, ¡ahí va, toma!» , y le dio una peseta, que el buen hombre se fue al punto a gastar a la taberna próxima. ...

En la línea 2033
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Se llevó las manos a la frente, como si quisiera apartar los pensamientos que oprimían su cansado cerebro. Después de un rato se marchó lentamente a su camarote. ...

En la línea 955
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Ninguna objeción ya por mi parte -respondí-. Únicamente, quisiera saber, capitán, cómo puede usted iluminar su camino por el fondo del océano. ...

En la línea 3254
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... A la lluvia sucedió un chaparrón de fuego. Las gotas de agua se transformaron en chispas fulminantes. Se hubiese dicho que el capitán Nemo, en busca de una muerte digna de él, quisiera hacerse matar por el rayo. ...

En la línea 3282
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Mientras recorríamos los fondos del banco de Terranova vi perfectamente las largas líneas armadas de doscientos anzuelos que cada barco tiende por docenas. Cada línea, arrastrada por un extremo mediante un pequeño rezón, quedaba retenida en la superficie por un orinque fijado a una boya de corcho. El Nautilus debió maniobrar con pericia en medio de esa red submarina. Pero no permaneció por mucho tiempo en esos parajes tan frecuentados. Se elevó hasta el grado 42 de latitud, a la altura de San Juan de Terranova y de Heart's Content, donde termina el cable transatlántico. En vez de continuar su marcha al Norte, el Nautilus puso rumbo al Este, como si quisiera seguir la llanura telegráfica en la que reposa el cable y cuyo relieve ha sido revelado con gran exactitud por los múltiples sondeos realizados. ...

En la línea 44
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Al mismo tiempo se abrazó a sí mismo con ambos brazos, como si quisiera impedir la dispersión de su propio cuerpo, y se dirigió cojeando hacia la cerca de poca elevación de la iglesia. Cuando se marchaba, pasando por entre las ortigas y por entre las zarzas que rodeaban los verdes montículos, iba mirando, según pareció a mis infantiles ojos, como si quisiera eludir las manos de los muertos que asomaran cautelosamente de las tumbas para agarrarlo por el tobillo y meterlo en las sepulturas. ...

En la línea 46
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Ahora los marjales parecían una larga y negra línea horizontal. En el cielo había fajas rojizas, separadas por otras muy negras. A orillas del río pude distinguir débilmente las dos únicas cosas oscuras que parecían estar erguidas; una de ellas era la baliza, gracias a la cual se orientaban los marinos, parecida a un barril sin tapa sobre una pértiga, cosa muy fea y desagradable cuando se estaba cerca: era una horca, de la que colgaban algunas cadenas que un día tuvieron suspendido el cuerpo de un pirata. Aquel hombre se acercaba cojeando a esta última, como si fuese el pirata resucitado y quisiera ahorcarse otra vez. Cuando pensé en eso, me asusté de un modo terrible y, al ver que las ovejas levantaban sus cabezas para mirar a aquel hombre, me pregunté si también creerían lo mismo que yo. Volví los ojos alrededor de mí en busca de aquel terrible joven, mas no pude descubrir la menor huella de él. Y como me había asustado otra vez, eché a correr hacia casa sin detenerme. ...

En la línea 103
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... En aquel momento, Joe aumentó en gran manera mi curiosidad, esforzándose en abrir mucho la boca para ponerla en la forma debida a fin de pronunciar una palabra que a mí me pareció que debía ser «malhumor». Por consiguiente, señalé a la señora Joe y dispuse los labios de manera como si quisiera preguntar: «¿Ella?» Pero Joe no quiso oírlo, y de nuevo volvió a abrir mucho la boca para emitir silenciosamente una palabra que, pese a mis esfuerzos, no pude comprender. ...

En la línea 105
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¡Dios te bendiga! - exclamó mi hermana como si no quisiera significar eso, sino, precisamente, todo lo contrario -. De los Pontones. ...

En la línea 569
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Era tan cándida la pobre Lisbeth y estaba tan aturdida por el pánico, que ni siquiera hizo el movimiento instintivo de levantar las manos para proteger su cabeza: se limitó a dirigir el brazo izquierdo hacia el asesino, como si quisiera apartarlo. El hacha cayó de pleno sobre el cráneo, hendió la parte superior del hueso frontal y casi llegó al occipucio. Lisbeth se desplomó. Raskolnikof perdió por completo la cabeza, se apoderó del envoltorio, después lo dejó caer y corrió al vestíbulo. ...

En la línea 1064
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «Señor: sólo quisiera saber una cosa. ¿Lo saben todo o lo ignoran todavía? Tal vez están aleccionados y no dan a entender nada porque estoy enfermo. Acaso me reserven la sorpresa de aparecer un día y decirme que lo saben todo desde hace tiempo y que sólo callaban porque… Pero ¿qué iba yo a hacer? Lo he olvidado. Parece hecho adrede. Lo he olvidado por completo. Sin embargo, estaba pensando en ello hace apenas un minuto… » ...

En la línea 1128
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Lo que me contraría es que hoy estreno un nuevo alojamiento cerca de aquí y quisiera que estuviese con nosotros, aunque fuera echado en un diván… Tú sí que vendrás, ¿eh? ‑preguntó de improviso a Zosimof‑. No lo olvides; tienes que venir. ...

En la línea 1973
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Pues bien, Dmitri Prokofitch; yo quisiera saber… cuáles son las opiniones de Rodia, sus ideas, en estos momentos… Es decir… , compréndame… ¡Oh!, no sé cómo decírselo… Mire, yo quisiera saber qué es lo que le gusta y lo que no le gusta… , y si siempre está tan irritado como anoche… , y cuáles son sus deseos, mejor dicho, sus sueños y ambiciones… , y qué es lo que más influye en su ánimo en estos momentos… En una palabra, yo quisiera saber… ...

En la línea 250
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... -No quisiera estar en la piel del tipo que te pusiera una mano encima estando él presente -manifestó Pete, señalando a Buck con la cabeza. ...

En la línea 302
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... John Thornton le exigía poco al hombre y a la naturaleza. No le tenía miedo a un entorno no civilizado. Con un puñado de sal y un rifle era capaz de internarse en un territorio inexplorado y andar por donde quisiera durante el tiempo que se le antojase. Sin prisa alguna, a la manera india, cazaba lo que comía en el curso de la jornada; y si no lo encontraba continuaba andando, como el indio, con la convicción de que tarde o temprano daría con ello. Así pues, en aquel largo viaje hacia el este, el menú consistía en carne fresca, la carga del trineo estaba formada principalmente por municiones y herramientas, y el viaje se perdía en el panorama de un futuro ilimitado. ...

En la línea 432
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Es usted una niña -pronunció él en grave tono-, una niña que no tiene obligación de saber lo que acontece en el mundo. Yo, que lo he visto… más de lo que quisiera, sería imperdonable en no desengañarla. El mundo es un conjunto de ojos, oídos y bocas, que se cierran para lo bueno y se abren para lo malo gustosísimas. Mi compañía le hace a usted ahora más daño que provecho. Si su marido de usted no tiene un criterio excepcional -y no hay razón para que lo tenga-, maldita la gracia que le hará encontrarla a usted tan acompañada. ...

En la línea 582
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Claro está que sí -afirmó Lucía-. Y si usted quisiera ser franco, si usted se decidiese a… confiarme lo que así le aflige, vería cómo en un santiamén le disipaba yo esa sombra que tiene en la cara. No sé por qué se me figura que tanta seriedad, tanto ceño, tanto caimiento de animo, no nace de que usted sea desdichado de veras, sino allá de… ¡qué sé yo!, de niñerías, de ideas sin ton ni son que le bullen a usted en los cascos. ¿A que acerté? ...

En la línea 735
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -No, no quisiera verme en el caso -exclamó Pilar riendo a carcajadas. ...

En la línea 1021
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Perdone la letra, que me tiembla mucho el pulso. Conteste pronto por caridad, que nos vamos luego y antes quisiera tener carta de usted. Besa su mano su hija respetuosa en Jesucristo.-LUCÍA GONZÁLEZ.» ...

En la línea 1766
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Por consiguiente, no alterándose el mar, ni saltando el viento al Este, ni sobreviniendo ninguna avería al buque, ni ningún accidente a la máquina, la 'Enriqueta', en los nueve días, contados desde el 12 de diciermbre al 21, podía salvar las tres mil quinientas millas que separan a Nueva York de Liverpool. Es verdad que, una vez llegados allí, lo ocurrido en la 'Enriqueta', combinado con el negocio del banco, podía llevar al gentleman un poco más lejos de lo que quisiera, razonaba Fix. ...

Errores Ortográficos típicos con la palabra Quisiera

Cómo se escribe quisiera o kisiera?
Cómo se escribe quisiera o quisierra?
Cómo se escribe quisiera o quiciera?
Cómo se escribe quisiera o quiziera?

Más información sobre la palabra Quisiera en internet

Quisiera en la RAE.
Quisiera en Word Reference.
Quisiera en la wikipedia.
Sinonimos de Quisiera.

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La palabra peregrinaciones
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La palabra bandadas
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