Cual es errónea Prurito o Prrurrito?
La palabra correcta es Prurito. Sin Embargo Prrurrito se trata de un error ortográfico.
La falta ortográfica detectada en la palabra prrurrito es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra prurito
Más información sobre la palabra Prurito en internet
Prurito en la RAE.
Prurito en Word Reference.
Prurito en la wikipedia.
Sinonimos de Prurito.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Prurito
Cómo se escribe prurito o prrurrito?

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Reglas relacionadas con los errores de r
Las Reglas Ortográficas de la R y la RR
Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.
En castellano no es posible usar más de dos r
Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r
Algunas Frases de libros en las que aparece prurito
La palabra prurito puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 5713
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Visitación fue la primera dama agregada, por su prurito de agregarse a todo. ...
En la línea 10087
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Este prurito era nuevo en él; no lo había sentido hasta que la Regenta le había humillado con su resistencia. ...
En la línea 13577
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero no sólo el prurito de darse tormento como a cada hijo de vecino, le había inspirado aquella diablura de coronarse de espinas y dar un gustazo a los recentales de su rebaño pedagógico, sino que era gran parte en aquella exhibición anual la pícara vanidad. ...
En la línea 1214
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Y cuando pasaba un rato largo sin que él se moviera, Jacinta se entregaba a sus reflexiones. Sacaba sus ideas de la mente, como el avaro saca las monedas, cuando nadie le ve, y se ponía a contarlas y a examinarlas y a mirar si entre ellas había alguna falsa. De repente acordábase de la jugarreta que le tenía preparada a su marido, y su alma se estremecía con el placer de su pueril venganza. El Pituso se le metía al instante entre ceja y ceja. ¡Le estaba viendo! La contemplación ideal de lo que aquellas facciones tenían de desconocido, el trasunto de las facciones de la madre, era lo que más trastornaba a Jacinta, enturbiando su piadosa alegría. Entonces sentía las cosquillas, pues no merecen otro nombre, las cosquillas de aquella infantil rabia que solía acometerla, sintiendo además en sus brazos cierto prurito de apretar y apretar fuerte para hacerle sentir al infiel el furor de la paloma que la dominaba. Pero la verdad era que no apretaba ni pizca, por miedo de turbarle el sueño. Si creía notar que se estremecía con escalofríos, apretaba sí dulcemente, liándose a él para comunicarle todo el calor posible. Cuando él gemía o respiraba muy fuerte, le arrullaba dándole suaves palmadas en la espalda, y por no apartar sus manos de aquella obligación, siempre que quería saber si sudaba o no, acercaba su nariz o su mejilla a la frente de él. ...
En la línea 1664
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... El tal Ulmus sylvestris era un chico simpático, buen mozo, alegre y de cabeza un tanto ligera. De todos los compañeros de Rubinius vulgaris, aquel era el que más le quería, y Maximiliano le pagaba con un cariño que tenía algo de respeto. Llevaba Olmedo una vida muy poco ejemplar, mudando cada mes de casa de huéspedes, pasándose las noches en lugares pecaminosos, y haciendo todos los disparates estudiantiles, como si fueran un programa que había que cumplir sin remedio. Últimamente vivía con una tal Feliciana, graciosa y muy corrida, dándose importancia con ello, como si el entretener mujeres fuese una carrera en que había que matricularse para ganar título de hombre hecho y derecho. Dábale él lo poco que tenía, y ella afanaba por su lado para ir viviendo, un día con estrecheces, otro con rumbo y siempre con la mayor despreocupación. Tomaba él en serio este género de vida, y cuando tenía dinero, invitaba a sus amigos a tomar un bacalao en su hotel, dándose unos aires de hombre de mundo y pillín, con cierta imitación mala del desgaire parisiense que conocía por las novelas de Paul de Kock. Feliciana era de Valencia, y ponía muy bien el arroz; pero el servicio de la mesa y la mesa misma tenían que ver. Y Olmedo lo hacía todo tan al vivo y tan con arreglo a programa, que se emborrachaba sin gustarle el vino, cantaba flamenco sin saberlo cantar, destrozaba la guitarra y hacía todos los desatinos que, a su parecer, constituían el rito de perdido; pues a él se le antojó ser perdido, como otros son masones o caballeros cruzados, por el prurito de desempeñar papeles y de tener una significación. Si existiera el uniforme de perdido, Olmedo se lo hubiera puesto con verdadero entusiasmo, y sentía que no hubiese un distintivo cualquiera, cinta, plumacho o galón, para salir con él, diciendo tácitamente: «Vean ustedes lo perdulario que soy». Y en el fondo era un infeliz. Aquello no era más que una prolongación viciosa de la edad del pavo. ...
En la línea 1899
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La palabra de Ulmus sylvestris, cuando se trataba de algo comprendido en la jurisdicción de la picardía, era sagrada. Pero en aquella ocasión pudo más el prurito chismográfico que el fuero del honor picaresco, y el gran secreto fue revelado a Narciso Puerta (Pseudo—Narcisus odoripherus) con la mayor reserva, y previo juramento de no transmitirlo a nadie. «Te lo digo en confianza, porque sé que ha de quedar de ti para mí». ...
En la línea 1992
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Descollaba doña Lupe por la inteligencia y por el prurito de mostrarla a cada instante. ...
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