Cual es errónea Prudencia o Prudenzia?
La palabra correcta es Prudencia. Sin Embargo Prudenzia se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino prudenzia es que hay un Intercambio de las letras c;z con respecto la palabra correcta la palabra prudencia
Más información sobre la palabra Prudencia en internet
Prudencia en la RAE.
Prudencia en Word Reference.
Prudencia en la wikipedia.
Sinonimos de Prudencia.

El Español es una gran familia
Reglas relacionadas con los errores de c;z
Las Reglas Ortográficas de la Z
Se escribe z y no c delante de a, o y u.
Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.
Ejemplos: pedazo, terraza
Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.
Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez
La X y la S
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras c;z
Algunas Frases de libros en las que aparece prudencia
La palabra prudencia puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 2208
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Siguió adelante por el lóbrego camino, andando silenciosamente, como hombre que conoce el terreno a ciegas y por prudencia desea no llamar la atención. ...
En la línea 2308
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Batistet, en tanto, con una prudencia precoz, cogía la escopeta y a la luz del candil la secaba, limpiando sus cañones, esforzándose en borrar de ella toda señal de uso reciente, por lo que pudiera ocurrir. ...
En la línea 665
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... El señor no pospone una cita por prudencia. ...
En la línea 666
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -La prudencia, señor, es una virtud bastante inútil para los mos queteros, lo sé, pero indispensable a las gentes de Iglesia; y como sólo soy mosquetero provisionalmente, tengo que ser prudente. ...
En la línea 1293
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... El burgués hizo una nueva pausa y continuó:-Mi mujer es costurera de la reina, señor, y no carece ni de prudencia ni de belleza. ...
En la línea 1543
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Un momento -exclamó D'Artagnan haciéndoles señas de que devolviesen a la vaina sus espadas medio sacadas-; un momento, no es valor lo que aquí se necesita, es prudencia. ...
En la línea 439
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... , conformidad con el dictámen del asesor de gobierno, hoy digno diputado á Córtes y en virtud de Real confirmacion; de cuyos antecedentes no se hace mas referencia, porque no lo permiten ciertas consideraciones de reserva, de prudencia y de política, que no habrán podido estar al alcance del censurador. ...
En la línea 3721
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Ni el mismo Sócrates se hubiera conducido en tal ocasión con más prudencia que Antonio, quien se encogió de hombros, murmuró unas palabras en griego y guardó silencio. ...
En la línea 6397
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Allí se nos ofreció un espectáculo muy animado: una multitud de mujeres, vistiéndose o desnudándose, pululaba en la orilla, mientras (calculando con prudencia) centenares de ellas jugaban y retozaban en el agua. ...
En la línea 1437
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pero, porque sé que una de las partes de la prudencia es que lo que se puede hacer por bien no se haga por mal, quiero rogar a estos señores guardianes y comisario sean servidos de desataros y dejaros ir en paz, que no faltarán otros que sirvan al rey en mejores ocasiones; porque me parece duro caso hacer esclavos a los que Dios y naturaleza hizo libres. ...
En la línea 1631
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pues, ¡montas que no se librara Cardenio por loco! -Contra cuerdos y contra locos está obligado cualquier caballero andante a volver por la honra de las mujeres, cualesquiera que sean, cuanto más por las reinas de tan alta guisa y pro como fue la reina Madásima, a quien yo tengo particular afición por sus buenas partes; porque, fuera de haber sido fermosa, además fue muy prudente y muy sufrida en sus calamidades, que las tuvo muchas; y los consejos y compañía del maestro Elisabat le fue y le fueron de mucho provecho y alivio para poder llevar sus trabajos con prudencia y paciencia. ...
En la línea 1649
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y así lo ha de hacer y hace el que quiere alcanzar nombre de prudente y sufrido, imitando a Ulises, en cuya persona y trabajos nos pinta Homero un retrato vivo de prudencia y de sufrimiento; como también nos mostró Virgilio, en persona de Eneas, el valor de un hijo piadoso y la sagacidad de un valiente y entendido capitán, no pintándolo ni descubriéndolo como ellos fueron, sino como habían de ser, para quedar ejemplo a los venideros hombres de sus virtudes. ...
En la línea 1652
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y una de las cosas en que más este caballero mostró su prudencia, valor, valentía, sufrimiento, firmeza y amor, fue cuando se retiró, desdeñado de la señora Oriana, a hacer penitencia en la Peña Pobre, mudado su nombre en el de Beltenebros, nombre, por cierto, significativo y proprio para la vida que él de su voluntad había escogido. ...
En la línea 2652
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Por otra parte, los capitales dan a sus dueños sin el menor trabajo, triple interés que el que pudiera esperarse en Inglaterra; con un poco de prudencia es seguro hacer fortuna ...
En la línea 202
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Por entonces no daba al rostro este defecto apariencias de vejez, sino expresión de prudencia de la que toca en cobarde hipocresía y anuncia frío y calculador egoísmo. ...
En la línea 576
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero a un extraño no le era fácil conocer esta falta de armonía: la prudencia disimulaba tales asperezas, y en conjunto reinaba la mayor y más jovial concordia. ...
En la línea 1280
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... hasta algo imprudente, él que era la prudencia misma, y sólo por esto digno de que ella no se irritara contra su infame intento. ...
En la línea 1459
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¿No se le había dicho que la niña era un peligro para el honor de los Ozores? Pues él veía, por el contrario, una muchacha demasiado tímida y reservada, de una prudencia exagerada para sus años. ...
En la línea 384
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Rodrigo de Borja influía en el ánimo de su hermano, aconsejándole prudencia, haciéndole ver los peligros que arrostraba quedándose en Roma. Gracias a esto, don Pedro Luis entregó todas las fortalezas de la Iglesia, Incluso el castillo de Sant' Angelo y sus tropas de aventureros italianos y españoles prestaron juramento de fidelidad al Sacro Colegio, sin que se diese cuenta de nada de esto al Papa, el cual seguía creyéndose muy lejos de la muerte. La comisión de cardenales se incautó, además, del tesoro de la Iglesia, en el que se hallaron ciento veinte mil ducados. ...
En la línea 551
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La cuñada del embajador fue la única que, en ciertos momentos, por una agresividad irresistible, mostró Intención de recordar a la dama sudamericana, tan aborrecida por ella en otros tiempos. Pero inmediatamente desistía de sus propósitos la viuda de Gamboa, aunque no estuviese presente su ilustre cuñado para llamarla a la prudencia con significativos carraspeos y movimientos de párpados. Estela, por su parte, sentíase tan contenta de ver a Claudio, que para conservar este gozo se abstuvo de preguntarle qué había hecho durante tan largo apartamiento. ...
En la línea 552
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Guiaba y mantenía el hombre ilustre la prudencia de su familia, dando ejemplo de discreción en sus conversaciones con Borja. Continuaba hablando, como siempre, de las grandes familias hispanoamericanas, todas amigas suyas; pero al mismo tiempo, con la pericia del piloto que presiente la cercanía de un peligro oculto, deslizaba su verbosidad entre tantas personas allegadas a la viuda de Pineda, sin nombrar nunca a ésta. ...
En la línea 943
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Hacía gala de sus amoríos con sus dos cuñados: Juan y César. Era, inútil que éstos guardasen cierta prudencia; ella, con cínicos alardes, se encargaba de hacer saber a todos sus placeres incestuosos. Al mismo tiempo se entendía con otros hombres de la Corte papal que eran de su gusto, así eclesiásticos como laicos. Lo raro fue que no atentase contra su propio suegro, el Pontífice, pues éste, a pesar de su vejez, continuaba mostrándose alegre y galante con las damas en las fiestas del Vaticano… Alejandro sentíase, en realidad, indignado por la conducta de su nuera y la triste situación de su hijo Jofre. Este sólo deseaba que su mujer lo dejase tranquilo y olvidado. Ella lo escarnecía por la prudencia con que cuidaba su salud, y tales y tan continuos fueron los escándalos dados por la napolitana, que el Papa, en sus últimos tiempos, acabó por encerrarla en el castillo de Sant' Angelo, para que no hablasen más en Roma de su ostentosa impudicia. ...
En la línea 722
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Con la emoción del encuentro los dos amantes habían olvidado toda prudencia, y empezaron a hablarse en el idioma del país. Luego se fijaron en los atletas que permanecían junto a ellos, dentro del retiro formado por el brazo del gigante, y creyeron prudente valerse de otro lenguaje. ...
En la línea 1195
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Su confianza renació al ver la calma con que empezaba a hablar Gurdilo. El orador no había sido nunca amigo del Hombre-Montaña; lo hacía constar desde el principio de su discurso. Si el mismo día de la llegada del gigante al país se hubiese acordado su muerte, el acto le habría parecido muy oportuno e inspirado en una verdadera prudencia política, mereciendo su completa aprobación. ...
En la línea 370
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Al día siguiente Santa Cruz estaba como avergonzado. Tenía conciencia vaga de los disparates que había hecho la noche anterior, y su amor propio padecía horriblemente con la idea de haber estado ridículo. No se atrevía a hablar a su mujer de lo ocurrido, y esta, que era la misma prudencia, además de no decir una palabra, mostrábase tan afable y cariñosa como de costumbre. Por último, no pudo mi hombre resistir el afán de explicarse, y preparando el terreno con un sin fin de zalamerías, le dijo: ...
En la línea 4031
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Muchas lágrimas había derramado cuando sintió el ruido del coche de Jacinta que partía, y entonces salió a la sala. Doña Lupe se despedía de la comandanta, ofreciéndole tomar diez papeletas de la rifa de la colcha, y hacía una seña a su sobrina indicándole que era hora de retirarse. Dieron un vistazo y un apretón de manos a la enferma, y salieron. Cuando iban por la calle, doña Lupe, que comprendió cuánto había impresionado a su sobrina el encuentro con la señora de Santa Cruz, intentó dos o tres veces aludir a esto; pero la prudencia y un sentimiento de delicadeza retuvieron su charlatana lengua. ...
En la línea 5805
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Segismundo observaba a su amiga, y a la verdad, no le parecía su estado muy católico. El falso gozo que la hacía reír a cada instante no era buena señal, y hubiera él deseado que hablase menos. Pero todo se volvía contar el lance con Aurora, dándole proporciones trágicas, y una vez concluido, lo empezaba de nuevo, revelando contra la que fue su amiga una saña implacable. Ballester la contradecía suavemente, recomendándole la prudencia, la tolerancia y el perdón de las injurias. No sabiendo ya qué decirle, llegó hasta sacarle el ejemplo de Maximiliano, que llevaba con tan cristiana mansedumbre el cargamento de sus agravios. La diabla, al oír esto, se reía más, diciendo que su marido era un santo, un verdadero santo, y que si le canonizaban y le ponían en los altares, ella le rezaría y le escupiría. Esto no lo oyó Rubín, que a la sazón estaba jugando a las damas con Izquierdo. ...
En la línea 701
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Varias cabezas ancianas entre los allí presentes hicieron movimientos como de alabar la prudencia de la pregunta, mas el alguacil no vio nada de importancia en ella y respondió sin rodeos: ...
En la línea 1325
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Disfrutaba sus espléndidos vestidos y encargó más; consideró que sus cuatrocientos criados eran muy pocos para su conveniente grandeza y los triplicó. La adulación de los zalameros cortesanos vino a ser dulce música para sus oídos. Siguió bondadoso y gentil, y firme y resuelto campeón de todos los oprimidos, declaró una guerra implacable a las leyes injustas; y, sin embargo, en ocasiones, al ser ofendido, se volvía hacia un conde, e incluso un duque, y le lanzaba una mirada que le hacía temblar. Una vez que su regia 'hermana', la inflexible santa lady María, discutió con él la prudencia de su conducta al perdonar a tantas personas que de otra manera serían encarceladas, colgadas o quemadas, y le recordó que las prisiones de su augusto difunto padre habían tenido a veces hasta sesenta mil convictos a un tiempo, y que durante su admirable reinado había entregado setenta y dos mil rateros y ladrones a la muerte por medio del verdugo, el niño se llenó de generosa indignación, y le ordenó que fuera a su gabinete y rogara a Dios que le quitara la piedra que tenía en el pecho y que le diera un corazón humano. ...
En la línea 1090
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡A la quinta! ¡A la quinta! —respondía Sandokán. No se detuvo hasta llegar a la empalizada del parque, más bien por esperar a su compañero que por prudencia o cansancio. ...
En la línea 1297
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —¡Han crecido bastante en número estos bribones! —murmuró Yáñez— Van a rodearnos, hermanito, y si no actuamos con mucha prudencia caeremos en la red que nos tienden. ...
En la línea 2132
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Amigo Ned, he aquí mi respuesta. Tiene usted razón, y mis argumentos no resisten a los suyos. No podemos contar con la buena volunta del capitán Nemo. La más elemental prudencia le prohibe ponernos en libertad. Por el contrario, la prudencia exige que aprovechemos la primera ocasión de evadirnos del Nautilus. ...
En la línea 2132
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Amigo Ned, he aquí mi respuesta. Tiene usted razón, y mis argumentos no resisten a los suyos. No podemos contar con la buena volunta del capitán Nemo. La más elemental prudencia le prohibe ponernos en libertad. Por el contrario, la prudencia exige que aprovechemos la primera ocasión de evadirnos del Nautilus. ...
En la línea 2224
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Nos hallábamos a la sazón entre Sicilia y la costa de Túnez. En ese espacio delimitado por el cabo Bon y el estrecho de Mesina, el fondo del mar sube bruscamente formando una verdadera cresta a diecisiete metros de la superficie, mientras que a ambos lados de la misma la profundidad es de ciento setenta metros. El Nautilus hubo de maniobrar con prudencia para no chocar con la barrera submarina. ...
En la línea 2726
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Al día siguiente, 19 de marzo, a las cinco de la mañana, me aposté de nuevo en el salón. La corredera eléctrica me indicó que la velocidad del Nautilus había sido reducida. Subía a la superficie, pero con prudencia, vaciando lentamente sus depósitos. ...
En la línea 495
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En el momento de cometer el crimen, el culpable estaba afectado de una pérdida de voluntad y raciocinio, a los que sustituía una especie de inconsciencia infantil, verdaderamente monstruosa, precisamente en el momento en que la prudencia y la cordura le eran más necesarias. Atribuía este eclipse del juicio y esta pérdida de la voluntad a una enfermedad que se desarrollaba lentamente, alcanzaba su máxima intensidad poco antes de la perpetración del crimen, se mantenía en un estado estacionario durante su ejecución y hasta algún tiempo después (el plazo dependía del individuo), y terminaba al fin, como terminan todas las enfermedades. ...
En la línea 555
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof dejó el hacha en el suelo, junto al cadáver, y empezó a registrar, procurando no mancharse de sangre, el bolsillo derecho, aquel bolsillo de donde él había visto, en su última visita, que la vieja sacaba las llaves. Conservaba plenamente la lucidez; no estaba aturdido; no sentía vértigos. Más adelante recordó que en aquellos momentos había procedido con gran atención y prudencia, que incluso había sido capaz de poner sus cinco sentidos en evitar mancharse de sangre… Pronto encontró las llaves, agrupadas en aquel llavero de acero que él ya había visto. ...
En la línea 1242
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Oye, escúchame con atención. El portero, Koch, Pestriakof, el segundo portero, la mujer del primero, otra mujer que estaba en aquel momento en la portería con la portera, el consejero Krukof, que acababa de bajar de un coche y entraba en la casa con una dama cogida a su brazo; todas estas personas, es decir, ocho, afirman que Nicolás tiró a Mitri al suelo y lo mantuvo debajo de él, golpeándole, mientras Mitri cogía a su camarada por el pelo y le devolvía los golpes con creces. Están ante la puerta y dificultan el paso. Se les insulta desde todas partes, y ellos, como dos chiquillos (éstas son las palabras de los testigos), gritan, disputan, lanzan carcajadas, se hacen guiños y se persiguen por la calle. Como verdaderos chiquillos, ¿comprendes? Ten en cuenta que arriba hay dos cadáveres que todavía conservan calor en el cuerpo; sí, calor; no estaban todavía fríos cuando los encontraron… Supongamos que los autores del crimen son los dos pintores, o que sólo lo ha cometido Nicolás, y que han robado, forzando la cerradura del arca, o simplemente participado en el robo. Ahora, admitido esto, permíteme una pregunta. ¿Se puede concebir la indiferencia, la tranquilidad de espíritu que demuestran esos gritos, esas risas, esa riña infantil en personas que acaban de cometer un crimen y están ante la misma casa en que lo han cometido? ¿Es esta conducta compatible con el hacha, la sangre, la astucia criminal y la prudencia que forzosamente han de acompañar a semejante acto? Cinco o diez minutos después de haber cometido el asesinato (no puede haber transcurrido más tiempo, ya que los cuerpos no se han enfriado todavía), salen del piso, dejando la puerta abierta y, aun sabiendo que sube gente a casa de la vieja, se ponen a juguetear ante la puerta de la casa, en vez de huir a toda prisa, y ríen y llaman la atención de la gente, cosa que confirman ocho testigos… ¡Qué absurdo! ...
En la línea 2093
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑O sea que ese hombre no era tan terrible. De serlo, no habría podido comportarse con tanta prudencia durante siete años. Me parece, Dunetchka, que tú piensas así y lo disculpas. ...
En la línea 1004
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Algunas veces estas dos ideas disentían; y entonces el hombre conocido como Magdalena no dudaba en sacrificar la primera a la segunda, su seguridad a su virtud. Así, a pesar de toda su prudencia, había conservado los candelabros del obispo, había llevado luto por su muerte, había interrogado a los saboyanos que pasaban, había pedido informes sobre las familias de Faverolles, y había salvado la vida del viejo Fauchelevent, a pesar de las terribles insinuaciones de Javert. ...
En la línea 623
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... La prudencia más vulgar les recomendaba que se fueran, lo cual hicieron al propio tiempo que Phileas Fogg y sir Francis Comarty. Se ocultaron de nuevo bajo la espesura del bosque, aguardando que la alarma, si la había, se desvaneciese, y dispuestos a proseguir la operación. ...
En la línea 1380
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... El maquinista no había intentado forzar el obstáculo, obrando con sana prudencia, porque hubiera aplastado, indudablemente, a los primeros búfalos atacados por el espolón de la locomotora; pero, por poderosa que fuera la máquina, se habría parado en seguida, dando lugar a un descarrilamiento y a una indefinida detención del tren. ...

la Ortografía es divertida
Errores Ortográficos típicos con la palabra Prudencia
Cómo se escribe prudencia o prrudencia?
Cómo se escribe prudencia o prudenzia?
Palabras parecidas a prudencia
La palabra traidoramente
La palabra sorprenderle
La palabra ondulaban
La palabra respirar
La palabra plomo
La palabra rociada
La palabra postas
Webs amigas:
Ciclos Fp de Automoción en Burgos . Ciclos formativos en Guadalajara . VPO en Burgos . - El Rompido Hotel Precise Rompido the Club