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La palabra naturralidad
Cómo se escribe

Comó se escribe naturralidad o naturalidad?

Cual es errónea Naturalidad o Naturralidad?

La palabra correcta es Naturalidad. Sin Embargo Naturralidad se trata de un error ortográfico.

La falta ortográfica detectada en la palabra naturralidad es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra naturalidad

Más información sobre la palabra Naturalidad en internet

Naturalidad en la RAE.
Naturalidad en Word Reference.
Naturalidad en la wikipedia.
Sinonimos de Naturalidad.


la Ortografía es divertida

Reglas relacionadas con los errores de r

Las Reglas Ortográficas de la R y la RR

Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.

En castellano no es posible usar más de dos r


Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r


El Español es una gran familia

Algunas Frases de libros en las que aparece naturalidad

La palabra naturalidad puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 4878
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La condición de dormir cerca del señorito, por si llamaba, se les imponía con una naturalidad edemíaca. ...

En la línea 6219
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Don Álvaro habló mucho y bien, con naturalidad y sencillez, procurando agradar a la Regenta por la bondad de sus sentimientos más que por el brillo y originalidad de las ideas. ...

En la línea 9465
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... no me gustaba su modo de arrastrar la cadena; parecía un perro con maza; yo la manejaba con mucha mayor verosimilitud y naturalidad; arrastraba la cadena, créame usted, como si no hubiese arrastrado otra cosa en mi vida. ...

En la línea 4743
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Como la nueva fase del trastorno de Maxi era pacífica, tía y esposa estaban en expectativa. Por las noches no se movía de la cama, y si bien es verdad que hablaba solo, hacíalo en voz baja, en el tono de los chicos que se aprenden la lección. A pesar de esto, Fortunata se ponía tan nerviosa que no podía pegar los ojos en toda la noche, durmiendo algunos ratos de día. El enfermo no iba ya a la botica, ni mostraba deseos de ir a parte alguna, pareciendo caer en profunda apatía y reconcentrar toda su existencia en el hervidero callado y recóndito de sus propias ideas. Fuera de los paseos que daba en el comedor o en la alcoba, no hacía ejercicio alguno, y después de la inapetencia de los primeros días, le entró un apetito voraz, que las dos mujeres tuvieron por buen síntoma. A la semana, manifestó deseos de salir; pero una y otra trataron de disuadirle. Estaba tranquilo, y como hablara de algo distinto de aquellas manías de la emanación del alma y de la doctrina que iba a predicar, se expresaba con seso y hasta con donaire. Poco a poco iban siendo menos los ratos de extravío, y se pasaba largas horas completamente despejado y tratando de cualquier asunto con discreta naturalidad. Fortunata hacía que le ayudase a estirar la ropa o a devanar madejas, y él se prestaba a todo con sumisión; doña Lupe solía encargarle que le arreglase alguna cuenta, y con esto se entretenía, y nadie le tuviera por dañado en la parte más fina de la máquina humana. A principios de Setiembre, habiendo llegado a estar tres días sin mentar para nada aquel galimatías del alma, las dos señoras estaban muy alegres confiando en que pasaría pronto el ramalazo. Volvieron los paseos de noche, y por fin le permitieron salir solo, y reanudó sus trabajos en la botica, cuidadosamente vigilado por Ballester. ...

En la línea 4822
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Dices bien; una cosa es enamorarse de la muerte, y otra cumplir nuestras obligaciones mientras no llega el momento—dijo doña Lupe con naturalidad—. De mí te sé decir que estoy harta de la vida, pero harta, y si no he tomado ya una determinación es porque como tiene una tanto que hacer, no le queda tiempo ni para pensar en lo que le conviene. Pero ya lo arreglaremos, hijo, y a mí me tienes dispuesta a darle la morrada a la bestia cuando menos ella se lo piense. Ya no la puedo sufrir. ...

En la línea 5477
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¿Piensa usted ir a verla?—le preguntó después el chico con la mayor naturalidad. ...

En la línea 5920
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Esto lo decía con tanta naturalidad, que Guillermina, por un instante, no supo si indignarse o tomarlo a risa. «Vaya, que las ideas de usted me gustan… Se me figura que marido y mujer allá se van… en sabiduría. Si usted no se desdice al momento en todos esos disparates me voy y no vuelve a verme en su vida más. No se puede tolerar esto… ». ...

En la línea 1717
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Y heme aquí con la mente llena de tiburones, pensando en esas terribles mandíbulas armadas de múltiples hileras de dientes capaces de cortar a un hombre en dos. Creo que llegué a sentir el dolor en los riñones. Y, además, me era difícil digerir la naturalidad con que el capitán me había hecho esa deplorable invitación. Cualquiera hubiese dicho que se trataba simplemente de cazar un inofensivo zorro en el bosque. ...

En la línea 1791
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Tiene usted razón, Ned. A propósito -dije, tratando de remedar la naturalidad del capitán Nemo-, ¿no tiene usted miedo de los tiburones? ...

En la línea 2322
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «Otro que me compadece ‑pensó, con el corazón agitado y palideciendo‑. Ante éste tendré que fingir mejor y con más naturalidad que ante Rasumikhine. Lo más natural sería no decir nada, absolutamente nada… No, no; esto también podría parecer poco natural… En fin, dejémonos llevar de los acontecimientos… En seguida veremos lo que sucede… ¿He hecho bien en venir o no? La mariposa se arroja a la llama ella misma… El corazón me late con violencia… Mala cosa.» ...

En la línea 2380
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Dicho esto, se volvió con toda naturalidad hacia Rasumikhine, que estaba echando sobre la alfombra la ceniza de su cigarrillo, y le acercó un cenicero. Raskolnikof se había estremecido, pero el juez instructor, atento al cigarrillo de Rasumikhine, no pareció haberlo notado. ...

En la línea 638
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Yendo con usted -prosiguió él-, con una criatura joven y leal, que ama la vida y siente, y cree, ¿quién me metía a mí a hablar de nada triste, ni exponer desvaríos abstrusos, convirtiendo el paseo en cátedra? ¡Ridiculez igual! soy un majadero. Lucia -añadió con naturalidad y sin la menor expresión de amargura-, usted dispensa mi falta de tino, ¿no es cierto? ...

En la línea 981
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... No le desagradaban los cuadros; tanto más, cuanto que los comprendía, a diferencia de lo que pasaba con algunos objetos artísticos, que se le antojaban asaz de feos y extravagantes. Claro está que aquel jaque fiero, que espada en mano se arroja sobre su adversario, va a partirle el corazón de una buena estocada. ¡Qué bien amanecía en aquel Daubigny! ¡Con qué naturalidad pastaban aquellos carneros de Jacque, tasados en mil francos cada uno! -doce tenía el cuadro-. ¡Qué piececitos tan blancos mojaba en el marmóreo tazón la sultana favorita, de Cala y Moya! La cabeza de niña, estilo de Greuze, era una maravilla de gracia inocente. Pues ¿y la riña en una posada flamenca? Era cosa de risa ver cómo volaban los tiestos hechos añicos, y rodaban las cacerolas de cobre, y los dos gañanes de Van Oustade, deformes y ridículos, repartían mojicones, menudeaban puñadas y exageraban con lo grotesco de la actitud su simiaca fealdad. ...

En la línea 1199
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Miranda había salido aquella tarde a dar una vuelta, para despejarse, decía él, la cabeza. Cuando volvió al hotel subió a la cámara mortuoria, y allí halló a Juanilla, transida de miedo y de cansancio, velando a la difunta. La criada le dijo, en son de queja, que la señorita Lucía le había encargado velar un rato, pero que el rato era ya muy largo, larguísimo, y que ella no podía más. Por el espíritu suspicaz de Miranda no cruzó ni sombra de recelo entonces, y dijo con naturalidad: ...

Errores Ortográficos típicos con la palabra Naturalidad

Cómo se escribe naturalidad o naturralidad?

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