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La palabra muerre
Cómo se escribe

Comó se escribe muerre o muere?

Cual es errónea Muere o Muerre?

La palabra correcta es Muere. Sin Embargo Muerre se trata de un error ortográfico.

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Errores Ortográficos típicos con la palabra Muere

Cómo se escribe muere o muerre?


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece muere

La palabra muere puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1064
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Esto no es cristiano, tía _Alcaparrona_. Esa criatura se muere como una bestia. ...

En la línea 1108
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Se muere, señó Rafaé. Lleva ya ocho días de paecer. La pobrecita no puede tenderse, y está sentada día y noche con los brazos extendíos y moviendo las manos así... así; como si buscase la salusita que se jué pa siempre. ¡Ay, mi pobre Mari-Cruz! ¡Mi prima del arma!... ...

En la línea 1122
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --¡Jozé María!--gimió la vieja.--¡Que se muere!... ¡Que se me quea entre las manos! ¡Hijo mío! Y _Alcaparrón_, en vez de acudir al llamamiento de su madre, salió corriendo como un loco. Había visto pasar a un hombre, una hora antes, por el camino de Jerez con dirección al ventorro del Grajo. ...

En la línea 1125
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --¡Don Fernando! ¡Su mercé lo puee too!... ¡Su mercé hase milagros, si quiere! Mi prima... mi Mari-Crú... ¡que se muere, don Fernando, que se muere!... ...

En la línea 351
del libro El cuervo
del afamado autor Leopoldo Alias Clarín
... ¿Por que no han de alegrarse, cómo no han de alegrarse cuando se muere un Pachu, de éstos, que deja mandado un entierro de verdad, como una boda? Van a comer bien, como no suelen; van a tener conversación de amigos y compañeros, que casi siempre les falta; van a echar un tresillejo, que constituye sus delicias; van a cobrar una buena pitanza, que les viene de perlas, ¿y han de estar tristes? ¡Porque se ha muerto uno! ¿Pues no se han de morir todos? Usted, señor framasón, que censura, ¿no lee todos los días en los periódicos noticias de grandes desgracias, de horrendas catástrofes? ¿Y cómo se queda usted? ¡Tan fresco! Ayer, que el río Colorado, en China, se llevó de calle más de cien pueblos con millares de millares de chinitos. ...

En la línea 10965
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... «Medita con qué clase de suplicio me hará morir -se dijo en voz baja D'Artagnan-; pues a fe que verá cómo muere un gentilhombre. ...

En la línea 77
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... EL CABALLERO DEL FEBO A DON QUIJOTE DE LA MANCHA Soneto A vuestra espada no igualó la mía, Febo español, curioso cortesano, ni a la alta gloria de valor mi mano, que rayo fue do nace y muere el día. ...

En la línea 794
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Este general desengaño sirva a cada uno de los que me solicitan de su particular provecho; y entiéndase, de aquí adelante, que si alguno por mí muriere, no muere de celoso ni desdichado, porque quien a nadie quiere, a ninguno debe dar celos; que los desengaños no se han de tomar en cuenta de desdenes. ...

En la línea 6527
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Volvió otra y otra vez el preguntante a referir lo que primero había dicho, y Sancho dijo: -A mi parecer, este negocio en dos paletas le declararé yo, y es así: el tal hombre jura que va a morir en la horca, y si muere en ella, juró verdad, y por la ley puesta merece ser libre y que pase la puente; y si no le ahorcan, juró mentira, y por la misma ley merece que le ahorquen. ...

En la línea 7582
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pero dígame, señora, así el cielo la acomode con otro más blando amante que mi amo: ¿qué es lo que vio en el otro mundo? ¿Qué hay en el infierno? Porque quien muere desesperado, por fuerza ha de tener aquel paradero. ...

En la línea 450
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Un testigo ocular me refiere que las bestias de ganadería se precipitaban por ir a beber en el Paraná en rebaños de muchos miles de cabezas; agotados por la falta de alimento esos animales, érales imposible volver a subir luego las escurridizas márgenes del río y se ahogaban. El brazo del río que pasa por San Pedro estaba tan lleno de cadáveres en putrefacción, que un capitán de barco me dijo haberle sido imposible pasar por allí: tan fétido era el olor. Sin duda ninguna, perecieron así en el río cientos de miles de animales; viéronse flotar sus cadáveres descompuestos dirigiéndose hacia el mar, y probablemente gran número de ellos se depositaron en el estuario de la Plata. El agua de todos los riachuelos volviose salobre; y este hecho produjo la muerte a muchos animales en ciertos sitios, pues cuando un animal bebe de esa clase de aguas muere siempre, de un modo infalible Azara9 describe el furor de los caballos en semejante ocasión: todos se arrojan a los pantanos, y los primeros que llegan son aplastados por la multitud que los sigue. Añade que ha visto más de una vez los cadáveres de más de mil caballos salvajes que habían perecido así. He notado que el cauce de los riachuelos de las Pampas está cubierto por una verdadera capa de osamentas; pero esta capa proviene probablemente de una acumulación gradual, más bien que de una gran destrucción en un período cualquiera. Después de la gran sequía de 1827-1832 sobrevino una estación muy lluviosa que trajo consigo vastas inundaciones. Por tanto, es casi seguro que millares de esqueletos han quedado sepultos por los sedimentos del año mismo que siguió a la sequía. ¿Qué diría un geólogo al ver una colección tan enorme de osamentas pertenecientes a animales de todas las especies y de todas las edades, sepultada bajo una gran masa de tierra? ¿No estaría dispuesto a atribuirla a un diluvio, más bien que al curso natural de las cosas10. ...

En la línea 567
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Al día siguiente de nuestro regreso a bordo del Beagle fui con varios oficiales a reconocer una antigua tumba india que había descubierto en la cúspide de una colina próxima. Dos inmensos bloques de piedra, que pesarían por lo menos dos toneladas cada uno, habían sido colocados delante de un saliente de la roca, que tendría próximamente seis pies de elevación. En el fondo de la tumba, y sobre la roca había una capa de tierra como de un pie de espesor, tierra que deberían haber traído del llano. Por encima de esta capa de tierra, una especie de embaldosado hecho de piedras planas sobre las cuales habían apilado una gran cantidad de piedras como para llenar el espacio comprendido entre el reborde de la roca y los dos grandes bloques. Y por último, para completar el monumento, habían desprendido los indios del saliente de la roca un fragmento considerable que descansaba sobre los dos bloques. Reconocimos esta tumba sin lograr encontrar en ella ni huesos ni otro resto alguno. Los huesos deberían haberse pulverizado desde hacía mucho tiempo, en cuyo caso sería la tumba muy antigua; porque yo he encontrado en otro punto montones de piedras más pequeñas, debajo de las cuales he descubierto algunos fragmentos de huesos que todavía pude reconocer como pertenecientes a un hombre. Falconer refiere que se entierra al indio allí donde muere; pero que más adelante sus parientes recogen con cuidado los huesos para depositarlos a orillas del mar sea cual fuere la distancia que para esto haya que recorrer. ...

En la línea 3656
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡Cómo se ríe cuando está en el ataque! Tiene los ojos llenos de lágrimas, y en la boca unos pliegues tentadores, y dentro de la remonísima garganta suenan unos ruidos, unos ayes, unas quejas subterráneas; parece que allá dentro se lamenta el amor siempre callado y en prisiones ¡qué sé yo! ¡Suspira de un modo, da unos abrazos a las almohadas! ¡Y se encoge con una pereza! Cualquiera diría que en los ataques tiene pesadillas, y que rabia de celos o se muere de amor. ...

En la línea 7785
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Con Octubre muere en Vetusta el buen tiempo. ...

En la línea 11022
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¿Y de qué dirán ustedes que se muere? —preguntaba Foja en un corrillo, delante de la catedral, al salir de misa de doce. ...

En la línea 11024
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —No señor, ¡se muere de hambre!. ...

En la línea 2038
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La esposa de Torquemada estaba hecha tan a semejanza de este, que doña Lupe la oía y la trataba como al propio don Francisco. Y con el trato frecuente que las dos señoras tenían, doña Silvia llegó también a ejercer gran influencia sobre su amiga, imprimiendo en esta algunos rasgos de su fisonomía moral. Era hombruna, descarada y cuando se ponía en jarras hacía temblar a medio mundo. Más de una vez aguardó en la calle a un acreedor, con acecho de asesino apostado, para insultarle sin piedad delante de la gente que pasaba. A esto no llegó ni podía llegar la de Jáuregui, porque tenía ciertas delicadezas de índole y de educación que se sobreponían a sus enconos de usurera. Pero sí fueron juntas alguna vez a la casa de una infeliz viuda que les debía dinero, y después de apremiarla inútilmente para que les pagara, echaron miradas codiciosas hacia los muebles. Las dos harpías cambiaron breves palabras frente a la víctima, que por poco se muere del susto. «A usted le conviene esta copa-brasero—dijo doña Silvia—, y a mí aquella cómoda». Hicieron subir a los mozos de cordel y se llevaron los citados objetos, después de quitarle a la cómoda la ropa y a la copa el fuego. La deudora se avino a todo por perder de vista a las dos infernales mujeres que tanto pavor le causaban. ...

En la línea 2182
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Si usted quiere mejorar de vida y edificársenos interiormente para adquirir la fuerza necesaria, aquí me tiene. ¿Pues para qué estamos? Cuando yo considere segura la reforma de usted, quizás no ponga tantos peros al casorio con mi hermano. El pobre está loco por usted; me dijo anoche que si no le dejamos casar se muere. Mi tía quiere quitárselo de la cabeza; mas yo le dije: «Calma, calma, las cosas hay que verlas despacio. No nos precipitemos, tía», y por eso me vine aquí. Me comprometo a curarle a usted esa enfermedad de la imaginación que consiste en tener cariño al hombre indigno que la perdió. Conseguido esto, amará usted al que ha de ser su marido, y lo amará con ilusión espiritual, no de los sentidos… ni más ni menos. ¡Oh, he alcanzado yo tantos triunfos de estos; he salvado a tanta gente que se creía dañada para siempre! Convénzase usted, en esto, como en otras cosas, todo es ponerse a ello, todo es empezar… Imagínese usted lo bien que estará cuando se nos reforme; vivirá feliz y considerada, tendrá un nombre respetable, y habrá quien la adore, no por sus gracias personales, que maldito lo que significan, sino por las espirituales, que es lo que importa. Al principio tendrá usted que hacer algunos esfuerzos; será preciso que se olvide de su buen palmito. Esto es quizás lo más difícil, pero hagámonos la cuenta de que la única hermosura verdad es la del alma, hija mía, porque de la del cuerpo dan cuenta los gusanos… ». ...

En la línea 2391
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Ya sabrá usted—dijo luego—, que cayó malo con pulmonía en Febrero de este año. Por poco se muere. En esta casa, que debe mucha protección a los señores de Santa Cruz, pusieron al Señor de Manifiesto, y cuando estuvo fuera de peligro, Jacinta costeó unas funciones solemnes. Como que vino el obispo auxiliar a decirnos la misa… ». ...

En la línea 3145
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Decidieron por fin establecerse en el Siglo de la calle Mayor, donde se encontraron bastantes personas conocidas. Rubín necesitaba algunos días para la aclimatación en nuevo local. Al principio cambiaba frecuentemente de mesa, bien porque el sitio era expuesto a las corrientes de aire, bien por ciertas vecindades un poco molestas. Una de las primeras noches, cuando aún no habían llegado los amigos, Rubín estaba solo en la mesa, y ponía su atención en dos grupos inmediatos a él. En ambos era vivo y animado el diálogo. En el de la derecha decían: «Hoy he hecho yo unas cincuenta arrobas a veinticinco reales. Pero está la plaza perdida. Los paletos van aprendiendo mucho. Hoy han dicho que no traen más escarola si no se la ponemos a diez». En el grupo de la izquierda, compuesto de tres individuos, oyó Rubín lo siguiente: «Te aseguro que yo admito la metempsícosis, según la entendían los egipcios y los caldeos». Comprendió Rubín que los de la derecha eran asentadores de víveres y los de la izquierda filósofos de café. En el del Siglo había una gran reunión de espiritistas, a la que concurría por aquella fecha Federico Ruiz. Viole Rubín, y se acercó a la tertulia, teniendo el gusto de discutir con los individuos más entusiastas de aquella secta. Entendía Juan Pablo que esto de ir corriéndola de mundo en mundo después que uno se muere es muy aceptable; pero lo del periespíritu no lo tragaba, ni la guasa de que vengan Sócrates y Cervantes a ponerse de cháchara con nosotros cuando nos place. Vamos; esto es para bobos. Uno de los más chiflados de la escuela se esforzaba en convencer a Rubín, tomando ese tonillo de unción y ese amaneramiento de cuello torcido y ojos bajos en que cae todo propagandista de doctrina religiosa, cualquiera que sea. Feijoo aparentaba creer, por darles cuerda y oírles desatinar. A aquel círculo iba Federico Ruiz siempre con prisa y con el tiempo tasado, porque a tal hora tenía que asistir a una junta para tratar de la erección del monumento a Jovellanos; después a otra para ocuparse del banquete que se había de dar a los pescadores de provincias que vendrían al Congreso de piscicultura. Hombre más atareado no se vio jamás en nuestro país, y como tenía tantas cosas en el caletre, para no olvidar muchas de ellas se veía obligado a apuntárselas con lápiz en los puños de la camisa. Cuando no tenía que ir a la Sociedad Económica a defender su voto particular como individuo de la comisión informadora de reformas sociales, iba al Fomento de las Ciencias a dar su conferencia sobre la utilidad de elevar a estudio serio el arte de la panificación. Entre col y col, Ruiz pasaba un rato con sus amigos los espiritistas, y les alentaba a organizarse, a establecerse, a alquilar un local, y sobre todo a fundar un órgano en la prensa. Nada adelantarían sin órgano. ...

En la línea 1197
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Creo, en verdad, que así lo pensáis, caballero. No pongo en duda vuestra honradez; no hago sino preveniros. Mi esposo es señor de esta región; su poder apenas reconoce límites; la gente prospera o muere de hambre según sea su voluntad. Si no os parecieseis al hombre que decís ser, mi marido podría consentiros gozar pacíficamente de vuestro sueño; pero lo conozco bien y bien sé lo que hará. Pregonará a todos que no sois sino un loco impostor, y todos le harán coro sin vacilar. –Volvió a clavar en Miles la mirada y añadió–: Si fuerais Miles Hendon y él lo supiera, y lo supiera toda la comarca –fijaos bien en lo que digo y meditadlo bien–, estaríais en el mismo peligro, y vuestro castigo no sería menos cierto. Él os negaría y os denunciaría, y nadie osaría salir en vuestra defensa. ...

En la línea 2096
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –¡Víctima, sí! ¡Crearme para dejarme morir!, ¡usted también se morirá! El que crea se crea y el que se crea se muere. ¡Morirá usted, don Miguel, morirá usted, y morirán todos los que me piensen! ¡A morir, pues! ...

En la línea 2117
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... —Así, así —le decía Liduvina—; coma usted; eso debe de ser debilidad y no más. El que no come se muere. ...

En la línea 2121
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Y luego pensó: «Pero ¡no, no!, ¡yo no puedo morirme; sólo se muere el que está vivo, el que existe, y yo, como no existo, no puedo morirme… soy inmortal! No hay inmortalidad como la de aquello que, cual yo, no ha nacido y no existe. Un ente de ficción es una idea, y una idea es siempre inmortal… » ...

En la línea 2207
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... —Pues yo creo —intervino Liduvina— que a mi señorito se le había metido en la cabeza morirse, y ¡claro!, el que se empeña en morir, al fin se muere. ...

En la línea 2220
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Tengo un medio. Cuando un hombre muere a bordo, ¿qué se hace con él? ...

En la línea 1734
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Hay que perdonar al que muere. Esos sentimientos son un pecado, señora, un gran pecado. ...

En la línea 4005
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Se muere ‑dijo uno. ...

En la línea 1215
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Cuando regresaba al hotel me iba riendo de la asombrosa seguridad de aquel inglés que afirmaba que iría sin falta a París. “¡Quiere matarme en duelo si miss Paulina muere!… —pensaba—. ¡No me faltaba más que eso!” ...

En la línea 340
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... -¿Se nos muere, doctor? ...

En la línea 343
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... -Pues bien, sí… ; pobre amigo mío: ¡se nos muere! ...

En la línea 699
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Me voy a París ahora mismo… Mi madre se muere. ...

En la línea 799
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -¡Bah!, no parece sino que no están dando un cuarto al pregonero desde que llegaron. Albares es un tonto, forrado de lo mismo, que se muere por apariencias… El caso es que todo el mundo en Vichy habla de ellos. ...


El Español es una gran familia

Reglas relacionadas con los errores de r

Las Reglas Ortográficas de la R y la RR

Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.

En castellano no es posible usar más de dos r


Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r

Más información sobre la palabra Muere en internet

Muere en la RAE.
Muere en Word Reference.
Muere en la wikipedia.
Sinonimos de Muere.

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