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La palabra hinquieta
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Comó se escribe hinquieta o inquieta?

Cual es errónea Inquieta o Hinquieta?

La palabra correcta es Inquieta. Sin Embargo Hinquieta se trata de un error ortográfico.

La falta ortográfica detectada en la palabra hinquieta es que se ha eliminado o se ha añadido la letra h a la palabra inquieta

Errores Ortográficos típicos con la palabra Inquieta

Cómo se escribe inquieta o hinquieta?
Cómo se escribe inquieta o inkieta?


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece inquieta

La palabra inquieta puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 901
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Colocaba la mísera comida en una cestita, luego se pasaba un peine por los pelos de un rubio claro, como si el sol hubiese devorado su color; se anudaba el pañuelo bajo la barba, y antes de salir volvíase con un cariño de hermana mayor para ver si los chicos estaban bien tapados, inquieta por esta gente menuda, que dormía en el suelo de su mismo estudi, y acostada en orden de mayor a menor desde el grandullón Batistet hasta el pequeñuelo que apenas hablaba, parecía la tubería de un órgano. ...

En la línea 946
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La pobre muchacha componía el gesto al entrar en la barraca, y a las preguntas de su madre, inquieta, contestaba echándola de valerosa y afirmando que había llegado con unas compañeras. ...

En la línea 982
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Se despidieron con el laconismo del día anterior; pero aquella noche la muchacha se revolvió en la cama, inquieta, nerviosa, soñando mil disparates, viéndose en un camino negro, muy negro, acompañada por un perro enorme que le lamía las manos y tenía la misma cara que Tonet. ...

En la línea 2056
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Las niñas de los lacitos le apodaban el de las cadenas; la mamá sentíase inquieta con la presencia de este bárbaro de negra fama, que olía a vino y hablaba accionando con la navaja; y convencida, al fin, de que nada había de sacar de él, indicábale que se fuese; pero él experimentaba un hondo gozo siendo molesto y procuraba prolongar la entrevista. ...

En la línea 953
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Y ¿sabéis por casualidad quién soy?-Lo ignoro completamente, y no me inquieta. ...

En la línea 2417
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Y cómo?-Durante el día, la señora de Lannoy, en su calidad de azafata de atavío de la reina, ha buscado ese cofre, se ha mostrado inquieta al no encontrarlo y ha terminado por pedir noticias a la reina. ...

En la línea 4028
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿El señor no renuncia entonces a su paseo de esta noche?-Al contrario, Planchet, cuanto más moleste al señor Bonacleux, tanto más iré a la cita que me ha dado esa carta que tanto lo inquieta. ...

En la línea 5843
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Maese Coquenard no prosiguió más lejos sus investigaciones ge nealógicas, pero volviendo su mirada inquieta del armario a Porthos, se encontró con decir:-Señor primo, antes de su partida parala campaña, nos hará el favor de cenar una vez con nosotros, ¿no es así, señora Coque nard?En esta ocasión Porthos recibió el golpe en pleno estómago y lo sintió; parece que por su lado la señora Coquenard tampoco fue in sensible a él porque añadió:-Mi primo no volvería si cree que le tratamos mal; en caso contra rio, tiene demasiado poco tiempo que pasar en París y, por consiguiente, para vernos, para que no le pidamos casi todos los instantes de quo pueda disponer hasta su partida. ...

En la línea 4840
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Ni la ambición te inquieta, ni la pompa vana del mundo te fatiga, pues los límites de tus deseos no se estienden a más que a pensar tu jumento; que el de tu persona sobre mis hombros le tienes puesto: contrapeso y carga que puso la naturaleza y la costumbre a los señores. ...

En la línea 415
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Se reconocía un hambriento Insaciable de todo lo inédito que guarda nuestra existencia. En sus avances marchaba entre titubeos y dudas, tentado por diversas cosas a la vez. Todo lo que el Destino dio en herencia a los hombres intentaba atesorarlo en su persona. Creía haber conocido últimamente cuantas alegrías sensuales se pueden gustar, mas esto no bastaba a su alma inquieta. Su naturaleza exigía otra cosa, el cambio incesante, ver paisajes renovados en cada excursión sentimental, nuevos rostros, ir al encuentro de la felicidad desconocida o de placeres ya olvidados que tornaban a presentarse. ...

En la línea 1866
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —No crea que vive tranquila y orgullosa después de lo ocurrido. Al contrario, parece muy inquieta. Teme que usted vuelva a tener cuestiones con López Rallo. Dice que conoce su carácter, y que, sin duda buscará al otro para perturbar la felicidad… , de ellos dos… Sé bien lo que digo. Puedo afirmarlo, pues lo he escuchado de su propia boca. ...

En la línea 871
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Varias líneas de infantes y jinetes extendidas ante sus pies le separaban de la inquieta muchedumbre, evitando nuevas familiaridades. ...

En la línea 929
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La vida inquieta, las súbitas apariciones y desapariciones que hacía, y el haber estado en gurapas algunas temporadillas rodearon de misterio su vida, dándole una reputación deplorable. Se contaban de él horrores. Decían que había matado a Demetria, su segunda mujer, y cometido otros nefandos crímenes, violencias y atropellos. Todo era falso. Hay que declarar que parte de su mala reputación la debía a sus fanfarronadas y a toda aquella humareda revolucionaria que tenía en la cabeza. La mayor parte de sus empresas políticas eran soñadas, y sólo las creían ya poquísimos oyentes, entre los cuales Ido del Sagrario era el de mayores tragaderas. Para completar su retrato, sépase que no había estado en Cartagena. De tanto pensar en el dichoso cantón, llegó sin duda a figurarse que había estado en él, hablando por los codos de aquellas tremendas yeciones y dando detalles que engañaban a muchos bobos. Lo de la partida de Callosa sí parece cierto. ...

En la línea 2319
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Mauricia la Dura representaba treinta años o poco más, y su rostro era conocido de todo el que entendiese algo de iconografía histórica, pues era el mismo, exactamente el mismo de Napoleón Bonaparte antes de ser Primer Cónsul. Aquella mujer singularísima, bella y varonil tenía el pelo corto y lo llevaba siempre mal peinado y peor sujeto. Cuando se agitaba mucho trabajando, las melenas se le soltaban, llegándole hasta los hombros, y entonces la semejanza con el precoz caudillo de Italia y Egipto era perfecta. No inspiraba simpatías Mauricia a todos los que la veían; pero el que la viera una vez, no la olvidaba y sentía deseos de volverla a mirar. Porque ejercían indecible fascinación sobre el observador aquellas cejas rectas y prominentes, los ojos grandes y febriles, escondidos como en acecho bajo la concavidad frontal, la pupila inquieta y ávida, mucho hueso en los pómulos, poca carne en las mejillas, la quijada robusta, la nariz romana, la boca acentuada terminando en flexiones enérgicas, y la expresión, en fin, soñadora y melancólica. Pero en cuanto Mauricia hablaba, adiós ilusión. Su voz era bronca, más de hombre que de mujer, y su lenguaje vulgarísimo, revelando una naturaleza desordenada, con alternativas misteriosas de depravación y de afabilidad. ...

En la línea 3656
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Así como en las mutaciones de cuadros disolventes, a medida que unas figuras se borran van apareciendo las líneas de otras, primero una vaguedad o presentimiento de las nuevas formas, después contornos, luego masas de color, y por fin, las actitudes completas, así en la mente de Fortunata empezaron a esbozarse desde aquella noche, cual apariencias que brotan en la nebulosa del sueño, las personas de Maxi, de doña Lupe, de Nicolás Rubín y hasta de la misma Papitos. Eran ellos que salían nuevamente a luz, primero como espectros, después como seres reales con cuerpo, vida y voz. Al amanecer, inquieta y rebelde al sueño, oíales hablar y reconocía hasta los gestos más insignificantes que modelaban la personalidad de cada uno. ...

En la línea 4036
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Subieron, y cuando Fortunata pasó a la alcoba de Mauricia, que estaba sola, retirose Maxi, diciendo que volvería a las once. Estaba aquella noche la enferma sumamente inquieta, y lo poco que hablaba no era un modelo de claridad. El temor de pronunciar palabras malas parecía haberse desvanecido en ella, porque escupió de sus labios algunas que ardían. La memoria no debía de estar muy firme, porque cuando su amiga le dijo: «Sosiégate y acuérdate de lo de esta mañana» replicó: «¡Lo de esta mañana… !, ¿qué ha sido… ?». Y mirando con extraviados ojos al techo, parecía entregarse al doloroso trabajo de recordar, cazando las ideas como si fueran moscas. Más presente que la administración del Sacramento tenía el paso con su hija; ¡ay, qué paso!… «¿No vistes a la Jacinta?—preguntó a Fortunata, volviéndose de un costado y poniéndole la mano en el hombro… —. ¿Habló contigo?… Tú eres una sosona y no tienes genio… Si a mí me llega a pasar lo que te ha pasado a ti con esa pastelera; si el hombre mío me lo quita una mona golosa, y se me pone delante, ¡ay!, por algo me llaman Mauricia la Dura. Si me la veo delante, digo, y me viene con palabras superfirolíticas… la trinco por el moño y así, así, le doy cuatro vueltas hasta que la acogoto… ». Uniendo la acción a la palabra, Mauricia hacía contorsiones violentas, se destapaba, rechinaba los dientes… no pudiendo sujetarla Fortunata, llamó a Severiana: «¡Ay, venga usted! Está diciendo mil disparates… por Dios, vea usted de reducirla… Dele algo para que se calme, aguardiente… ». ...

En la línea 2432
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Atacaremos también al lord, si es necesario —dijo Yáñez—. Lo que me inquieta es la manera de apoderarnos del crucero. ¿Te acuerdas de lo que intentó hacer lord James cuando lo atacamos en el sendero de Victoria? ...

En la línea 141
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑No es a Catalina Ivanovna a quien temo ‑balbuceaba, en medio de su inquietud‑. No es la perspectiva de los tirones de pelo lo que me inquieta. ¿Qué es un tirón de pelos? Nada absolutamente. No le quepa duda de que no es nada. Hasta prefiero que me dé unos cuantos tirones. No, no es eso lo que temo. Lo que me da miedo es su mirada… , sí, sus ojos… Y también las manchas rojas de sus mejillas. Y su jadeo… ¿Ha observado cómo respiran estos enfermos cuando los conmueve una emoción violenta… ? También me inquieta la idea de que voy a encontrar llorando a los niños, pues si Sonia no les ha dado de comer, no sé… , yo no sé cómo habrán podido… , no sé, no sé… Pero los golpes no me dan miedo… Le aseguro, señor, que los golpes no sólo no me hacen daño, sino que me proporcionan un placer… No podría pasar sin ellos. Lo mejor es que me pegue… Así se desahoga… Sí, prefiero que me pegue… Hemos llegado… Edificio Kozel… Kozel es un cerrajero alemán, un hombre rico… Lléveme a mi habitación. ...

En la línea 254
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Es evidente que en este caso sólo se trata de Rodion Romanovitch Raskolnikof: él ocupa el primer plano. ¿Cómo proporcionarle la felicidad, permitirle continuar los estudios universitarios, asociarlo con un hombre bien situado, asegurar su porvenir? Andando el tiempo, tal vez llegue a ser un hombre rico, respetado, cubierto de honores, e incluso puede terminar su vida en plena celebridad… ¿Qué dice la madre? ¿Qué ha de decir? Se trata de Rodia, del incomparable Rodia, del primogénito. ¿Cómo no ha de sacrificar al hijo mayor la hija, aunque esta hija sea una Dunia? ¡Oh adorados e injustos seres! Aceptarían sin duda incluso la suerte de Sonetchka, Sonetchka Marmeladova, la eterna Sonetchka, que durará tanto como el mundo. Pero ¿habéis medido bien la magnitud del sacrificio? ¿Sabéis lo que significa? ¿No es demasiado duro para vosotras? ¿Es útil? ¿Es razonable? Has de saber, Dunetchka, que la suerte de Sonia no es más terrible que la vida al lado del señor Lujine. Mamá ha dicho que no es éste un matrimonio de amor. ¿Y qué ocurrirá si, además de no haber amor, tampoco hay estimación, pues, por el contrario, ya existe la antipatía, el horror, el desprecio? ¿Qué me dices a esto… ? Habrá que conservar la 'limpieza'. Sí, eso es. ¿Comprendéis lo que esta limpieza significa? ¿Sabéis que para Lujine esta limpieza no difiere en nada de la de Sonetchka? E incluso es peor, pues, bien mirado, en tu caso, Dunetchka, hay cierta esperanza de comodidades, de cosas superfluas, cierta compensación, en fin, mientras que en el caso de Sonetchka se trata simplemente de no morirse de hambre. Esta 'limpieza' cuesta cara, Dunetchka, muy cara. ¿Y qué sucederá si el sacrificio es superior a tus fuerzas, si te arrepientes de lo que has hecho? Entonces todo serán lágrimas derramadas en secreto, maldiciones y una amargura infinita, porque, en fin de cuentas, tú no eres una Marfa Petrovna. ¿Y qué será de mamá entonces? Ten presente que ya se siente inquieta y atormentada. ¿Qué será cuando vea las cosas con toda claridad? ¿Y yo? ¿Qué será de mí? Porque, en realidad, no habéis pensado en mí. ¿Por qué? Yo no quiero vuestro sacrificio, Dunetchka; no lo quiero, mamá. Esta boda no se llevará a cabo mientras yo viva. ¡No, no lo consentiré!» ...

En la línea 1015
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof seguía observando lo que ocurría en su presencia, con inquieta atención y fuerte tensión de ánimo. Entre tanto, Rasumikhine se había instalado en el diván, junto a él. Le rodeó el cuello con su brazo izquierdo tan torpemente como lo habría hecho un oso y, aunque tal ayuda era innecesaria, empezó a llevar a la boca de Raskolnikof, con la mano derecha, cucharadas de sopa, después de soplar sobre ellas para enfriarlas. Sin embargo, la sopa estaba apenas tibia. Raskolnikof sorbió ávidamente una, dos, tres cucharadas. Entonces, súbitamente, Rasumikhine se detuvo y dijo que, para darle más, tenía que consultar a Zosimof. ...

En la línea 1069
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «¿Pero qué me sucede? ¿Estoy delirando todavía o todo esto es realidad? Yo creo que es realidad… ¡Ahora me acuerdo de una cosa! ¡Huir, hay que huir, y cuanto antes… ! Pero ¿adónde? Además ¿dónde está mi ropa? No tengo botas tampoco… Ya sé: me las han quitado, las han escondido… Pero ahí está mi abrigo. Sin duda se ha librado de las investigaciones… Y el dinero está sobre la mesa, afortunadamente… ¡Y el pagaré… ! Cogeré el dinero y me iré a alquilar otra habitación, donde no puedan encontrarme… Sí, pero ¿y la oficina de empadronamiento? Me descubrirán. Rasumikhine daría conmigo… Es mejor irse lejos, fuera del país, a América… Desde allí me reiré de ellos… Cogeré el pagaré: en América me será útil… ¿Qué más me llevaré… ? Creen que estoy enfermo y que no me puedo marchar… ¡Ja, ja, ja… ! He leído en sus ojos que lo saben todo… Lo que me inquieta es tener que bajar esta escalera… Porque puede estar vigilada la salida, y entonces me daría de manos a boca con los agentes… Pero ¿qué hay allí? ¡Caramba, té! ¡Y cerveza, media botella de cerveza fresca!» ...

En la línea 651
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Dile que pare de jugar, que se meta cuanto antes el dinero en el bolsillo y que se vaya. ¡Lo va a perder todo! —decía, inquieta, con emoción—. ¿Dónde está Potapytch? Envíale a Potapytch. Díselo, díselo—decía empujándome—. ¡Salga! ¡Márchese! —gritóle ella misma al joven. ...

En la línea 683
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¡Dios mío! ¡Es demasiado tarde! ¡Ya van a tirar!… ¡Juega, juega, pues! —decía, inquieta, la abuela—. ¡No te entretengas, atolondrado! ...

En la línea 763
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ¡Extraño estado de espíritu! No tengo más que veinte federicos en el bolsillo. Estoy lejos de mi patria, en país extranjero, sin colocación y sin recursos, sin esperanzas ni proyectos, ¡y no me preocupo! Si no fuese por mi amor a Paulina, me entregaría sencillamente al interés cómico del desenlace próximo y me reiría a carcajadas. Pero Paulina me turba. Se decide su suerte. Sin embargo, y lo lamento, no es solamente su suerte lo que me inquieta. Quiero penetrar sus secretos, desearía que viniese a mí y me dijese: “Te amo.” Si es así, si eso es una locura irrealizable… ¿qué desear entonces? ¿Sé, verdaderamente lo que deseo? Me hallo como perdido, me bastaría estar siempre al lado de ella, en su aureola, en su fulgor, eternamente, toda mi vida para ser feliz… ¡No sé nada más! ¿Podré acaso separarme de ella? ...

En la línea 908
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Es verdad que al marcharse salvaba su fortuna. Pero ¿qué iba a ser del general? ¿Quién pagaría a Des Grieux? La señorita Blanche, naturalmente, no esperaría la muerte de la abuela y se marcharía seguramente con el pequeño príncipe o con cualquier pretendiente. Todos se esforzaban en consolar a la inquieta señora. Paulina estaba de nuevo ausente. ...


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Reglas relacionadas con los errores de h

Las Reglas Ortográficas de la H

Regla 1 de la H Se escribe con h todos los tiempos de los verbos que la llevan en sus infinitivos. Observa estas formas verbales: has, hay, habría, hubiera, han, he (el verbo haber), haces, hago, hace (del verbo hacer), hablar, hablemos (del verbo hablar).

Regla 2 de la H Se escriben con h las palabras que empiezan con la sílaba hum- seguida de vocal. Observa estas palabras: humanos, humano.

Se escriben con h las palabras que empiezan por hue-. Por ejemplo: huevo, hueco.

Regla 3 de la H Se escriben con h las palabra que empiezan por hidro- `agua', hiper- `superioridad', o `exceso', hipo `debajo de' o `escasez de'. Por ejemplo: hidrografía, hipertensión, hipotensión.

Regla 4 de la H Se escriben con h las palabras que empiezan por hecto- `ciento', hepta- `siete', hexa- `seis', hemi- `medio', homo- `igual', hemat- `sangre', que a veces adopta las formas hem-, hemo-, y hema-, helio-`sol'. Por ejemplo: hectómetro, heptasílaba, hexámetro, hemisferio, homónimo, hemorragia, helioscopio.

Regla 5 de la H Los derivados de palabras que llevan h también se escriben con dicha letra.

Por ejemplo: habilidad, habilitado e inhábil (derivados de hábil).

Excepciones: - óvulo, ovario, oval... (de huevo)

- oquedad (de hueco)

- orfandad, orfanato (de huérfano)

- osario, óseo, osificar, osamenta (de hueso)


Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra h

Más información sobre la palabra Inquieta en internet

Inquieta en la RAE.
Inquieta en Word Reference.
Inquieta en la wikipedia.
Sinonimos de Inquieta.

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La palabra cestita
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