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La palabra hincapaz
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Comó se escribe hincapaz o incapaz?

Cual es errónea Incapaz o Hincapaz?

La palabra correcta es Incapaz. Sin Embargo Hincapaz se trata de un error ortográfico.

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Más información sobre la palabra Incapaz en internet

Incapaz en la RAE.
Incapaz en Word Reference.
Incapaz en la wikipedia.
Sinonimos de Incapaz.


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece incapaz

La palabra incapaz puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1134
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Era un infeliz, un muerto de hambre; pero muy honrado e incapaz de emparentar con una familia de ladrones. ...

En la línea 1929
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Tenían sus apasionados, que se encargaban de ocupar el cuarto sitio de la partida, y al llegar la noche, cuando la masa de expectadores se retiraba a sus barracas, quedábanse allí viendo cómo jugaban a la luz de un candil colgado de un chopo, pues Copa era hombre de malas pulgas, incapaz de aguantar la pesada monotonía de esta apuesta, y así que llegaba la hora de dormir cerraba la puerta, dejando en la plazoleta a los jugadores después de renovar su provisión de aguardiente. ...

En la línea 1939
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El, hombre sobrio, incapaz de beber alcohol sin sentir náuseas y dolores de cabeza, no podía ocultar un asombro muy cercano a la admiración ante estos brutos, que, según sus suposiciones, debían de tener el estómago forrado de hojalata. ...

En la línea 769
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Después giró la vista en torno con cierta alarma, y continuó en voz baja como si las cepas pudiesen oírle: --Tú ya me conoces: te trato con confianza porque eres incapaz de andar con soplos y porque has visto mundo y te has desasnado en el extranjero. ...

En la línea 895
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Aquella tierra era la del vino, y Salvatierra, con su frialdad de sobrio, maldecía la influencia que ejercía sobre la gente el veneno alcohólico, transmitiéndose de generación en generación. La bodega era la moderna fortaleza feudal que mantenía a las masas en la servidumbre y la abyección. Los entusiasmos, los crímenes, la alegría, los amores, todo era producto del vino, como si aquel pueblo, que aprendía a beber apenas soltaba el pecho de la madre y contaba las horas del día por el número de copas, careciera de pasiones y de afectos, fuese incapaz de moverse y sentir por propio impulso, necesitando para todos sus actos el resorte de la bebida. ...

En la línea 1599
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Un cariño de grandes señores, que ellos, pobres y humildes, no sabían cómo agradecer. Además, Fermín apreciaba el carácter de su principal: su religiosidad, incapaz de transigir con el vicio y la injusticia. Por esto, en un momento difícil para su familia, acudía a él, en busca de consejo, de apoyo moral. ...

En la línea 1743
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La gente se esparció, dividiéndose en pequeños grupos. Improvisábanse jefes, guiando cada uno a los camaradas en distinta dirección. La ciudad era suya: ¡ahora comenzaba lo bueno! Aparecía el instinto atómico de la raza, incapaz de acometer nada en conjunto, privada del valor colectivo, y que únicamente se siente fuerte y emprendedora cuando cada individuo puede obrar por inspiración propia. ...

En la línea 1678
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Para poneros bajo su protección?-¡Oh! No, pobre hombre, yo sabía de sobra que él era incapaz de defenderme; pero como podía servirnos para otra cosa, quería preve nirle. ...

En la línea 2340
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Sí, monseñor; pero yo le he dicho que se equivocaba por man tener tales opiniones, y qu e Su Eminencia era incapaz. ...

En la línea 8542
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Buckingham podia haber adivinado que era ella quien había cortado los dos herretes, y vengarse de aquella pe queña traición; pero Buckingham era incapaz de entregarse a ningún exceso contra una mujer, sobre todo si suponía que aquella mujer ha bía actuado movida por un sentimiento de celos. ...

En la línea 10135
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Veamos: decís, señora -prosiguió la señora Bonacieux con una energíade la que se la hubiera creído incapaz-, qué habéis sido o sois su amante? -¡Oh, oh! -exclamó Milady con un acento que no admitía duda sobre su verdad-. ...

En la línea 2675
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Montaba una mula de alquiler, extremadamente ruin en apariencia, incapaz, a juicio mío, de seguir el paso de nuestros fogosos caballos; parecía hermana gemela de la mula de Gil Pérez, en la que su sobrino hizo el famoso viaje de Oviedo a Peñaflor. ...

En la línea 2708
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Hasta entonces me había parecido el cura un viejo ignorante y sencillo, casi un simple, tan incapaz de sentir fuertes emociones como una tortuga dentro de su concha. ...

En la línea 3896
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Repetí mi pregunta con voz más fuerte, cuando después de una larga pausa alzó un poco los ojos, aunque sin mirarme a la cara, y dijo que creía que yo estaba en la idea de que me iba a acompañar hasta Finisterre, y que, si era así, lo sentía mucho, por ser cosa imposible de cumplir, pues ignoraba completamente el camino, y además era incapaz de hacer un viaje tan largo por tan mal terreno, no siendo ya el hombre que antaño había sido, y que él estaba comprometido a llevar aquel mismo día a Pontevedra a un caballero que le aguardaba. ...

En la línea 4295
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Los viajes por Galicia le habían quebrantado mucho, y me pareció incapaz de hacer las largas caminatas por país montañoso que me aguardaban. ...

En la línea 1872
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y si es que vosotros, señores, venís con la mesma intención que otros han venido, antes que paséis adelante en vuestras discretas persuasiones, os ruego que escuchéis el cuento, que no le tiene, de mis desventuras; porque quizá, después de entendido, ahorraréis del trabajo que tomaréis en consolar un mal que de todo consuelo es incapaz. ...

En la línea 4633
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio; hala de tener, el que la tuviere, a raya, no dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos; no ha de ser vendible en ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias, o en comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran. ...

En la línea 1614
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y disparataba sin conciencia; porque él, incapaz de calumniar a sus semejantes, cuando se trataba de santos y curas creía que no estaba de más. ...

En la línea 3114
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y que perdonase don Víctor Quintanar, incapaz de ser escéptico, frío y prosaico por fuera, romántico y dulzón por dentro. ...

En la línea 4944
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No había en aquellas relaciones nada de sentimentalismo falso, pseudo-religioso; eran afectos puros, nada parecidos a los amores de un Lutero, ni siquiera de un Abelardo; era la verdad severa, noble, inmaculada del amor místico; amor anafrodítico, incapaz de mancharse con el lodo de la carne ni en sueños. ...

En la línea 5139
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡La Regenta, la Regenta! dicen que es una señora incapaz de pecar, pero ¿quién lo sabe?. ...

En la línea 735
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Definitivamente era un padre de familia que sólo podía pensar en los suyos; un personaje tranquilo, incapaz de tener una historia secreta; un burgués que debía quedarse para siempre ante las puertas de la bohemia, sin conseguir penetrar en ellas por más que hiciese. Pero esto no disminuía su afecto hacia los que estaban dentro de aquel infierno, cerrado para él. ...

En la línea 748
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Rodrigo de Borja se preocupó en todo momento de mantener la pureza del dogma y ensanchar los dominios de la Iglesia. Esta no perdió nada durante su Pontificado; al contrario, aumentó enormemente su poder temporal. Era sobrio en la mesa, apenas bebía vino, nunca se mostró jugador, como Scarampo, los Piarlos y otros cardenales. Su pecado fue gustarle las mujeres de un modo Irresistible, hasta en su más extrema ancianidad, sin incurrir nunca en el vicio griego, como muchos de sus compañeros de cardenalato… Podía haber ocultado fácilmente sus hijos, por ser Ilegítimos, llamándolos sobrinos, a imitación de otros pontífices: pero este español era incapaz de tapujos as hipocresía» en sus afectos. Amaba a sus retoños con un apasionamiento extremado de meridional; fue un 'padrazo, preocupándose sin recato de engrandecerlos. Una lujuria de toro bravo, siempre fecunda, y un ambicioso deseo de elevar a su prole fueron los dos grandes defectos de este varón, indiscutiblemente superior, por la firmeza de su carácter, por su coraje reposado y sereno y por sus talentos de gobernante, a todos sus contemporáneos. ...

En la línea 882
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Esbelta y graciosa de jovencita, redondeábase luego de formas, sin perder la elegante ligereza de sus movimientos. Había algo en ella de blando, revelador de una voluntad floja y sin iniciativa. Era de pocos nervios, incapaz de resistirse al Destino, dejándose llevar por él, buscando solamente las alegrías momentáneas, sin energía para ir más allá de los goces de su vanidad, mostrándose en toda ocasión un instrumento dócil de su familia. —No heredó la energía de los Borgias, pero si el talento. Ella y César fueron los hijos de Alejandro más inteligentes. Vivía esclava de su propio medio, haciendo lo mismo que las personas que la rodeaban. Mientras existió su padre mostrose aficionada a los asuntos políticos y hasta gobernó tierras de la Iglesia en ausencia del Pontífice. Al morir Alejandro y quedar en Ferrara como esposa del príncipe Alfonso de Este, vigoroso soldado, la hija del Papa fue la perla de las esposas, la triunfante princesa, la santa madona Lucrecia. El poeta Ariosto cantaba sus virtudes, el pintor Tíciano la admiraba al tratarla en su Corte… Es una esposa que sólo piensa en sus hijos, en el gobierno de su palacio y sobrelleva resignada y afable las infidelidades de un marido rudo, que en el fondo la adora. ...

En la línea 1150
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Veía a Alejandro VI triunfante, mas no por esto seguro, después que el rey de Francia huía de Italia. El de Nápoles había abdicado en su hijo, el joven Ferrantino; pero como era incapaz de reconquistar su reino venciendo a los diez mil franceses acampados en él, España enviaba al célebre Gonzalo de Córdoba, llamado más adelante el Gran Capitán, y éste, con escasos recursos, iba poco a poco expulsando a los enemigos. ...

En la línea 402
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Esta misión consistía en llevar a todas las naciones próximas pobladas por seres de nuestra especie los beneficios de la civilización implantada por él. Además, como disponía de una fuerza superior, necesitaba usarla, lo mismo que el atleta, incapaz de vivir tranquilamente sin dar golpes contra algo para ejercitar sus músculos. ...

En la línea 1039
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Flimnap corrió al palacio del gobierno, entrando en el ala ocupada por el Senado. Su amor por Gillespie le sugería las más atrevidas resoluciones. El tímido profesor, que pocos días antes era incapaz de la más pequeña iniciativa, se asombraba ahora de su audacia. Pensó hablar a Gurdilo, si es que aun no había empezado su interpelación al gobierno. No se conocían, pero el desde unos días antes era un personaje célebre, del que se ocupaban mucho los periódicos, y bien podía permitirse la libertad de hacer una visita a un compañero suyo de gloria. Dentro del Senado, al preguntar por el famoso orador, se convenció de que había llegado tarde. Gurdilo estaba ya en el salón de sesiones, y no admitía visitas que le distrajesen cuando preparaba mentalmente sus terribles discursos. ...

En la línea 1170
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El profesor sabía lo que representaba para Gurdilo esta segunda insinuación. El ser más odiado por él en todo el país era Momaren. Desde su juventud les separaba una rivalidad de condiscípulos. Gurdilo había aspirado luego al alto cargo de Padre de los Maestros, y era Momaren quien lo obtenía. También deseaba vengarse de los sarcasmos y murmuraciones con que le había molestado este último en muchas ocasiones. El grave Momaren, que parecía incapaz de mezclarse en asuntos mezquinos, mostraba una malignidad extraordinaria al hablar del famoso senador. Seguro del apoyo del gobierno, no le inspiraban miedo sus discursos, y hasta se atrevía a criticar su existencia privada, dudando de su aparente severidad y acusándolo de hipocresía. ...

En la línea 1444
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El enamorado capitán era incapaz de abandonar un instante el recuerdo de su protegido, y a la caída de la tarde, cuando ya desesperaba este de satisfacer su apetito, empezando a calcular la posibilidad de una invasión de la capital en busca de comida, vio como avanzaban por la playa unas cuantas máquinas rodantes, negras y sin adornos, de las que servían para el avituallamiento del ejército. Sostenido por dos de ellas reconoció un plato enorme, de los empleados en su servicio allá en la Galería de la Industria. Sobre este plato se elevaban, formando pirámide, cuatro bueyes asados. En los otros vehículos llegaban montañas de panes -cada uno de ellos del tamaño de un grano de maíz ante los ojos del gigante-, pirámides de frutas enormes para los pigmeos, pero que venían a ser del volumen de un cañamon, y montones de quesos. Una sección de atletas agregados al ejército traía en varios vagones una docena de toneles de agua. ...

En la línea 1797
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La única visita que recibían era la de Feliciana y Olmedo. Ni una ni otro agradaban mucho a Maximiliano: ella por ser ordinaria y de sentimientos innobles, incapaz de apetecer la honradez como estado permanente; él por ser muy atropellado, muy hablador, muy amigo de contar cuentos sucios y de decir palabras indecentes. Entraba siempre con el sombrero echado atrás, afectando una grosería de maneras que no tenía, imitando los modales y hasta el andar de los borrachos, arrastrando las palabras, pero absteniéndose de beber con disculpa de mal de estómago, en realidad porque se mareaba y embrutecía a la segunda copa. En confianza dijo Maximiliano a Fortunata que debían mudarse de casa para no tener vecinos tan contrarios al método de personas decentes que se habían impuesto. ...

En la línea 2263
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fortunata estaba pasando la pena negra con aquella visita de tantismo cumplido, y un color se le iba y otro se le venía, sin saber cómo contestar a las preguntas de doña Lupe ni si sonreír o ponerse seria. Lo que deseaba era que se largara pronto. Hablaron de la ida al convento, resolución que la tía de Maxi alabó mucho, esforzándose en sacar de su cabeza los conceptos más alambicados y los vocablos más requetefinos. A tal extremo hubo de llegar en esto, que Fortunata quedose en ayunas de muchas cosas que le oyó. Por fin llegó el instante de la despedida, que Fortunata deseaba con ansia y temía, considerándose incapaz de decir con claridad y sosiego todas aquellas fórmulas últimas y el ofrecimiento de la casa. La de Jáuregui lo hizo como persona corrida en esto; Fortunata tartamudeó, y todo lo dijo al revés. ...

En la línea 2386
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La monja que más empeñadamente abogaba porque se las dejase zarandearse un ratito era Sor Marcela, que por su cojera y su facha parecía incapaz de apreciar el sentimiento estético de la danza. Pero la mujer aquella con su aplastada cara japonesa, sabía mucho del mundo y de las pasiones humanas, tenía el corazón rebosando tolerancia y caridad, y sostenía esta tesis: que la privación absoluta de los apetitos alimentados por la costumbre más o menos viciosa, es el peor de los remedios, por engendrar la desesperación, y que para curar añejos defectos es conveniente permitirlos de vez en cuando con mucha medida. ...

En la línea 504
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¡Y así que eres un imbécii, un necio incapaz! ¡Maldita sea toda tu casta! Pero acaso no haya en ello nada majo. Quizá no se proponen hacerle daño. Voy en su busca. Prepara la mesa. ¡Espérate! Las ropas de la cama estaban puestas como si taparan a alguien. ¿Ha sido casualidad? ...

En la línea 995
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... ¿Cómo poder transcribir ahora las impresiones indelebles que dejó en mí este paseo bajo las aguas? Las palabras son impotentes para expresar tales maravillas. Cuando el mismo pincel es incapaz de reflejar los efectos particulares del elemento líquido, ¿cómo podría reproducirlos la pluma? El capitán Nemo iba delante y su compañero cerraba la marcha a algunos pasos de nosotros. Conseil y yo nos manteníamos uno cerca del otro, pese a que no fuera posible cambiar una sola palabra a través de nuestros caparazones metálicos. Yo no sentía ya la pesadez de mi revestimiento, ni la de las botas, ni la de mi depósito de aire, ni la de la esfera en cuyo interior mi cabeza se bamboleaba como una almendra en su cascarón. Al sumergirse en el agua, todos estos objetos perdían una parte de su peso igual a la del líquido desplazado, y yo aprovechaba con placer esta ley física descubierta por Arquímedes. Había dejado de ser una masa inerte y tenía una libertad de movimientos relativamente amplia. ...

En la línea 1328
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Al examinar al curioso pájaro vi que Conseil no se equivocaba. El ave del paraíso, embriagada por el jugo espirituoso, estaba reducida a la impotencia, incapaz de volar y apenas de andar. Pero eso no me preocupaba y le dejé dormir «la mona». ...

En la línea 1539
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... No podía apartar de mi mente el recuerdo de la extraña fisonomía del capitán Nemo y, sumido en un abismo de reflexiones, me perdía en las más absurdas hipótesis, incapaz de reunir dos ideas lógicas, cuando Ned Land me sacó de mi concentración al decir, con tono de sorpresa, que el almuerzo estaba servido. ...

En la línea 1860
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Me sentí sobrecogido de horror, incapaz de todo movimiento. ...

En la línea 650
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — En fin, Pip - dijo Joe -. Tanto si es así como no, es preciso ser un escolar ordinario antes de llegar a ser extraordinario. El mismo rey, sentado en el trono y con la corona en la cabeza, sería incapaz de escribir sus actas del Parlamento en letras de imprenta si cuando no era más que príncipe no hubiese empezado a aprender el alfabeto. Esto es indudable - añadió moviendo significativamente la cabeza -. Y tuvo que empezar por la A hasta llegar a la Z, y estoy seguro de eso, aunque no lo sepa por experiencia propia. ...

En la línea 1023
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... La vieja Batería de los marjales era nuestro lugar de estudio, y un trozo de pizarra rota y un pedacito de pizarrín eran el instrumental instructivo. Joe añadía a todo eso una pipa de tabaco. Observé muy pronto que Joe era incapaz de recordar nada de un domingo a otro, o de adquirir, gracias a mis lecciones, alguna instrucción. Sin embargo, él fumaba su pipa en la Batería con aire más inteligente que en otro lugar cualquiera, incluso con aspecto de hombre instruido, como si se considerase en camino de hacer grandes progresos. Y creo que, verdaderamente, los hacía el pobre y querido Joe. ...

En la línea 1307
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Mi hermana estaba en su sillón lleno de almohadones y en el rincón acostumbrado, y en cuanto a Biddy, estaba sentada, ocupada en su labor y ante el fuego. Joe se hallaba cerca de la joven, y yo junto a él, en el rincón opuesto al ocupado por mi hermana. Cuanto más miraba a los brillantes carbones, más incapaz me sentía de mirar a Joe; y cuanto más duraba el silencio, menos capaz me sentía de hablar. Por fin exclamé: ...

En la línea 1582
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Desde luego, él conocía a mi padre por sus relaciones con la señorita Havisham. Mi padre es primo de esta última; eso no indica que existan entre ellos relaciones continuadas, porque él es mal cortesano e incapaz de adularla. ...

En la línea 496
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof se preguntaba si era esta enfermedad la que motivaba el crimen, o si el crimen, por su misma naturaleza, llevaba consigo fenómenos que se confundían con los síntomas patológicos. Pero era incapaz de resolver este problema. ...

En la línea 713
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Aunque en aquellos momentos fuera incapaz de discurrir con lucidez, se dio cuenta de que estaba recibiendo un trato muy distinto al que se da a una persona a la que van a detener. ...

En la línea 764
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Luego pensó: «La menor torpeza, la menor imprudencia puede perderme… Es lástima que no circule más aire aquí. Uno se ahoga. La cabeza me da más vueltas que nunca y soy incapaz de discurrir.» ...

En la línea 876
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Se dirigió al Neva por la avenida V***. Pero por el camino tuvo otra idea. ¿Por qué ir al Neva? ¿Por qué arrojar los objetos al agua? ¿No era preferible ir a cualquier lugar lejano, a las islas, por ejemplo, buscar un sitio solitario en el interior de un bosque y enterrar las cosas al pie de un árbol, anotando cuidadosamente el lugar donde se hallaba el escondite? Aunque sabía que en aquel momento era incapaz de razonar lógicamente, la idea le pareció sumamente práctica. ...

En la línea 244
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Apuesto a que me juzga usted incapaz de sentir una necesidad verdadera. ...

En la línea 381
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Empecé a darle explicaciones y exponerle mis planes, y él me escuchaba, arrellanado en un sillón, la cabeza ligeramente inclinada hacia mí, con un poco de ironía no disimulada. En suma, afectaba aires de superioridad. Me esforcé en simular que consideraba ese asunto con la mayor seriedad. Añadí que al quejarse de mí al general, como si fuera su criado, el barón me había hecho perder mi colocación, y, en segundo lugar, me había tratado como a un individuo incapaz de responder de sus actos por sí mismo, como si fuese un ser despreciable. ...

En la línea 1300
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Naturalmente, la acogida de Blanche fue el mejor remedio para él, pero el rastro de su enfermedad subsistió largo tiempo, a pesar de su alegría. Era incapaz de razonar y sostener una conversación un poco seguida, a cada momento pronunciaba la palabra hum, se encogía de hombros… y salía así del paso. ...

En la línea 207
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Las quejas de Mercedes tenían que ver con el sexo. Era guapa, bonita y delicada y durante toda su vida había sido tratada con delicadeza. Pero el trato que ahora recibía de su esposo y de su hermano no tenía nada de delicado. Tenía la costumbre de declararse incapaz. Ellos protestaban. Y como no aceptaban lo que ella consideraba su más esencial prerrogativa femenina, les hacía la vida imposible. Ya no le daban pena los perros y, como estaba ofendida y cansada, insistía en viajar subida al trineo. Era bonita y delicada, sí, pero pesaba cincuenta y cinco kilos… un suplemento un poco excesivo para agregarlo al peso que arrastraban aquellos animales débiles y hambrientos. Lo hizo durante días, hasta que los perros cayeron agotados y el trineo quedó inmóvil. Charles y Hal le rogaron que bajara y caminase, se lo suplicaron, se lo imploraron, mientras ella lloraba e importunaba al Altísimo con una relación de sus brutalidades. ...

En la línea 241
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Pero a pesar del gran amor que sentía por John Thornton, un amor que parecía revelar la leve influencia civilizadora, el empuje de lo primitivo que el norte había despertado en él, permanecía vivo y activo. Tenía la fidelidad y la devoción nacidas al amparo del fuego y del techo, pero había conservado la ferocidad y la astucia. Buck era esencialmente un animal salvaje que dejaba de lado su naturaleza para echarse junto al fuego de John Thornton, y no un perro de las templadas tierras del sur, marcado por generaciones de civilización. Debido a su grandísimo amor por aquel hombre, era incapaz de robarle, aunque no vacilaba un instante si se trataba de otro hombre, y de otro campamento. Y lo hacía con tanta astucia que jamás era descubierto. ...

En la línea 14
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Luisa era frívola, desamorada, amiga del lujo; muñeca de escaparate, incapaz de una sola virtud. ...

En la línea 70
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Pero puede también acontecer esto: que se revele un estado sonambúlico, durante el cual, así como el actor representa un papel, el sujeto encarne el tipo del personaje que se le propone, y lo haga a pedir de boca. Sólo que esta representación no resiste al examen, porque el sujeto continúa en las generalidades y sigue siendo incapaz de dar muestras de conocimientos especiales. Pero surge un nuevo personaje y éste no conoce ya a ninguna de las gentes que le rodean. Se presenta con un nuevo estado civil y muestra que posee ciertos conocimientos que ninguna hipótesis permite atribuir al sujeto sonambúlico, que aparece entonces como poseído por una influencia extraña. Es el fenómeno que ha ofrecido frecuentemente la señora Piper en estado de trance y al cual la Sociedad de Investigaciones Psíquicas ha consagrado muchos gruesos volúmenes de sus anales. ...

En la línea 73
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... El doctor Azam de Burdeos, según creo, ha observado un caso que es ya clásico, en “Félida”, cuyos cambios de personalidad se manifestaron durante largos años. Casi a diario la dominaba una crisis y aparecía otra, persona que ignoraba la romanza que la primera cantaba momentos antes de la crisis y que era incapaz de continuar la labor de costura que traía entre manos. Era indispensable que su familia la pusiese de nuevo al corriente de todo en su nuevo estado. ...

En la línea 806
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Los ojos agudos y perspicaces de Pilar se clavaban, al decir esto, en la fisonomía de Lucía, descubriendo en ella una sombra leve, una especie de veladura parda desde la frente y las sienes a las ojeras, y cierto hundimiento en las comisuras de la boca. Su curiosidad enfermiza se despertaba, infundiéndole deseos de disecar, por solaz y pasatiempo, aquel corazón. Habíale dicho la infalible penetración mujeril muchas cosas, e incapaz de contentarse con la adivinación discreta, quería la confidencia. Era una emoción más que se brindaba a sí propia en el curso de la estación termal. ...


El Español es una gran familia

Reglas relacionadas con los errores de h

Las Reglas Ortográficas de la H

Regla 1 de la H Se escribe con h todos los tiempos de los verbos que la llevan en sus infinitivos. Observa estas formas verbales: has, hay, habría, hubiera, han, he (el verbo haber), haces, hago, hace (del verbo hacer), hablar, hablemos (del verbo hablar).

Regla 2 de la H Se escriben con h las palabras que empiezan con la sílaba hum- seguida de vocal. Observa estas palabras: humanos, humano.

Se escriben con h las palabras que empiezan por hue-. Por ejemplo: huevo, hueco.

Regla 3 de la H Se escriben con h las palabra que empiezan por hidro- `agua', hiper- `superioridad', o `exceso', hipo `debajo de' o `escasez de'. Por ejemplo: hidrografía, hipertensión, hipotensión.

Regla 4 de la H Se escriben con h las palabras que empiezan por hecto- `ciento', hepta- `siete', hexa- `seis', hemi- `medio', homo- `igual', hemat- `sangre', que a veces adopta las formas hem-, hemo-, y hema-, helio-`sol'. Por ejemplo: hectómetro, heptasílaba, hexámetro, hemisferio, homónimo, hemorragia, helioscopio.

Regla 5 de la H Los derivados de palabras que llevan h también se escriben con dicha letra.

Por ejemplo: habilidad, habilitado e inhábil (derivados de hábil).

Excepciones: - óvulo, ovario, oval... (de huevo)

- oquedad (de hueco)

- orfandad, orfanato (de huérfano)

- osario, óseo, osificar, osamenta (de hueso)


Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra h

Errores Ortográficos típicos con la palabra Incapaz

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