Cual es errónea Generaciones o Generacionez?
La palabra correcta es Generaciones. Sin Embargo Generacionez se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino generacionez es que hay un Intercambio de las letras s;z con respecto la palabra correcta la palabra generaciones
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Sinonimos de Generaciones.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Generaciones
Cómo se escribe generaciones o generraciones?
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Cómo se escribe generaciones o generaziones?
Cómo se escribe generaciones o jeneraciones?

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece generaciones
La palabra generaciones puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 673
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Arriba, al final de la portada, abríase, como gigantesca flor cubierta de alambrado, el rosetón de colores que daba luz a la iglesia, y en la parte baja, en la base de las columnas adornadas con escudos de Aragón, la piedra estaba gastada, las aristas y los follajes, borrosos por el frote de innumerables generaciones. ...
En la línea 1102
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Debía de ser la virgen rodeada de ángeles: una obra del arte grosero y cándido de la Edad Media: algún voto de los tiempos de la conquista; pero unas generaciones picando la piedra para marcar mejor las figuras borradas por los años, y otras blanqueándola con escrúpulos de bárbara curiosidad, habían dejado la losa de tal modo, que sólo se distinguía un bulto informe de mujer, la reina, que daba su nombre a la fuente; reina de los moros, como forzosamente han de serlo todas en los cuentos del campo. ...
En la línea 41
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Las bodegas de Dupont ocupaban todo un barrio de Jerez. Eran aglomeraciones de techumbres que cubrían la pendiente de una colina, asomando entre ellas la arboleda de un gran jardín. Todos los Duponts habían ido añadiendo nuevas construcciones a la antigua bodega, conforme se agrandaban sus negocios, convirtiéndose a las tres generaciones, el primitivo y modesto cobertizo, en una ciudad industrial, sin humo, sin ruido, plácida y sonriente bajo el cielo azul cargado de luz, con las paredes de una blancura nítida y creciendo las flores entre los toneles alineados en las grandes explanadas. ...
En la línea 579
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El _Maestrico_ seguía afirmando sus convicciones con una fe, que iluminaba sus ojos cándidos. ¡Ay! ¡Si los pobres supieran lo que saben los ricos!... Estos son fuertes y gobiernan, porque la sabiduría está a su servicio. Todos los descubrimientos e invenciones de la ciencia caen en sus manos, son para ellos, llegando apenas los residuos a los de abajo. Si alguien salía de la masa miserable, elevándose por su capacidad, en vez de permanecer fiel a su origen, prestando apoyo a los hermanos, desertaba de su puesto, volviendo las espaldas a cien generaciones de abuelos esclavos, aplastados por la injusticia, y vendía su cuerpo y su inteligencia a los verdugos, mendigando un puesto entre ellos. La ignorancia era la peor servidumbre, el más atroz martirio de los pobres. Pero la instrucción aislada e individual resultaba inútil: sólo servía para formar desertores, tránsfugas, que se apresuraban a alinearse con el enemigo. Debían instruirse todos al mismo tiempo: adquirir la gran masa el conocimiento de su fuerza, apropiarse de golpe las grandes conquistas de la razón humana. ...
En la línea 1949
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Salvatierra sintió saltársele las lágrimas. Todas sus amistades, los recuerdos de su pasado, desvanecíanse esparcidos por la muerte o la desgracia. Se quedaba solo en medio de un pueblo, al que había intentado libertar y que ya no le conocía. Las nuevas generaciones le miraban como un loco que inspiraba cierto interés por su ascetismo; pero no entendían sus palabras. ...
En la línea 1957
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Qué de esfuerzos inútiles! ¡Cuántos sacrificios estériles!... ¡Y la herencia de tanto trabajo parecía perderse para siempre! Las nuevas generaciones desconocían a los viejos, se negaban a recibir de sus brazos, fatigados y débiles, el fardo de odios y esperanzas. ...
En la línea 1457
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Llevaba un sombrero andaluz muy viejo, que, por su estado, parecía como si le hubiesen pisoteado; una capa mugrienta, que acaso había servido a doce generaciones, me cubría el cuerpo; lo demás de mi atuendo no era de mejor calidad, y todo lo que de él parecía estaba manchado de barro, y de barro llevaba también salpicado el rostro, sombreado además por una barba de ocho días. ...
En la línea 13576
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Vinagre, en su afán de mortificar a cuantas generaciones pasaban por su mano, se gozaba en lastimar a la suya, en su propia persona. ...
En la línea 466
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Esta Asamblea, creadora de un mundo nuevo, se dio cuenta de que para consolidar su obra era preciso que las futuras generaciones ignorasen el pasado. Todo lo que hacia referencia al periodo de miles y miles de años durante el cual dominaron los hombres quedó suprimido. Se destruyeron los libros, los periódicos, los monumentos, todo lo que pudiera hacer sospechar a los varones del porvenir, la autoridad despótica ejercida por sus antecesores. Únicamente en las bibliotecas de las universidades conservamos las obras de aquellos tiempos; pero sólo tienen permiso para leerlas los profesores de indiscutible lealtad que se dedican al estudio de la Historia. ...
En la línea 478
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Además, le revelaré que todos estos hombres forzudos son descendientes de los militares y los personajes masculinos que monopolizaban el poder antes de la Revolución. Ahora viven aparte, formando una casta especial, y, ¿por qué no decirlo?, están sometidos a la esclavitud, y solo la muerte puede librarles de ella. No lo hacemos por venganza, sino por necesidad y conveniencia. Ya le dije que nuestra Revolución (semejante en esto a todas las revoluciones de los hombres) ha tenido que valerse de ciertos medios antihumanos, que benefician a la mayoría. La casta de los vencidos vigorosos se reproduce de un modo alarmante, como todo lo que pertenece a un género inferior. Pero no crea que nos infunde miedo. Nuestra ciencia ha encontrado el medio de extirpar a estos hombres la memoria y la ambición. Los hijos resultan más estúpidos y más forzudos que los padres. Pasadas unas cuantas generaciones, estas máquinas de músculos, sin iniciativa ni voluntad, resultarán perfectas. ...
En la línea 509
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Así son los hombres de nuestras familias distinguidas, únicos varones que resultan temibles porque conservan integra su inteligencia. Dos generaciones educadas con arreglo a nuestro sistema han bastado para que los hombres no guarden el menor recuerdo de lo que fue su dominación en otros tiempos y se resignen a su estado actual, encontrando dulces placeres dentro de la vida doméstica y una felicidad pasiva en sentirse dirigidos por la mujer… . ...
En la línea 519
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Gracias a la revisión histórica ideada por Momaren, todo iba a quedar en su verdadero lugar, y las generaciones futuras se enterarían de que en ningún tiempo había existido un hombre verdaderamente célebre, pues los que aparecían en la Historia como tales eran mujeres que los varones habían cambiado de sexo. Edwin, al oír mencionar al Padre de los Maestros, quiso saber por que razón su máquina rodante y su litera tenían la forma de una lechuza. ...
En la línea 119
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Juanito reconoció el número 11 en la puerta de una tienda de aves y huevos. Por allí se había de entrar sin duda, pisando plumas y aplastando cascarones. Preguntó a dos mujeres que pelaban gallinas y pollos, y le contestaron, señalando una mampara, que aquella era la entrada de la escalera del 11. Portal y tienda eran una misma cosa en aquel edificio característico del Madrid primitivo. Y entonces se explicó Juanito por qué llevaba muchos días Estupiñá, pegadas a las botas, plumas de diferentes aves. Las cogía al salir, como las había cogido él, por más cuidado que tuvo de evitar al paso los sitios en que había plumas y algo de sangre. Daba dolor ver las anatomías de aquellos pobres animales, que apenas desplumados eran suspendidos por la cabeza, conservando la cola como un sarcasmo de su mísero destino. A la izquierda de la entrada vio el Delfín cajones llenos de huevos, acopio de aquel comercio. La voracidad del hombre no tiene límites, y sacrifica a su apetito no sólo las presentes sino las futuras generaciones gallináceas. A la derecha, en la prolongación de aquella cuadra lóbrega, un sicario manchado de sangre daba garrote a las aves. Retorcía los pescuezos con esa presteza y donaire que da el hábito, y apenas soltaba una víctima y la entregaba agonizante a las desplumadoras, cogía otra para hacerle la misma caricia. Jaulones enormes había por todas partes, llenos de pollos y gallos, los cuales asomaban la cabeza roja por entre las cañas, sedientos y fatigados, para respirar un poco de aire, y aun allí los infelices presos se daban de picotazos por aquello de si tú sacaste más pico que yo… si ahora me toca a mí sacar todo el pescuezo. ...
En la línea 1364
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Las horas pasan lentas, tediosamente. Toda agitación ha cesado por un rato porque hace mucho que las galerías están ya atestadas. Ahora podemos sentarnos, y mirar y pensar a nuestro gusto. Aquí, allá y acullá, en la vaga media luz de la catedral, podemos divisar parte de muchas galerías y balcones, porque el resto nos lo ocultan a la vista las columnas y salientes arquitectónicos que se interponen. Tenemos a la vista todo el gran crucero, vacío, esperando a los privilegiados de Inglaterra. Vemos también el área amplia de la plataforma, cubierta de rica alfombra, en que se alza el trono. El trono ocupa el centro de la plataforma, y se levanta de ella sobre cuatro escalones. En el asiento del trono está encajada una piedra plana y tosca, la Piedra de Scone, en que muchas generaciones de reyes escoceses se han sentado para ser coronados, por lo cual con el tiempo llegó a ser lo bastante sagrada para servir al mismo fina los monarcas ingleses. Tanto el trono como su escabel están cubiertos con brocado de oro. ...
En la línea 246
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... «La cosa no puede estar más clara ‑pensaba, sonriendo con aire triunfal y malicioso, como si estuviese seguro de su éxito‑. No, mamá; no, Dunia; no conseguiréis engañarme… Y todavía se disculpan de haber decidido la cosa por su propia cuenta y sin pedirme consejo. ¡Claro que no me lo han pedido! Creen que es demasiado tarde para romper el compromiso. Ya veremos si se puede romper o no. ¡Buen pretexto alegan! Piotr Petrovitch está siempre tan ocupado, que sólo puede casarse a toda velocidad, como un ferrocarril en marcha. No, Dunetchka, lo veo todo claro; sé muy bien qué cosas son esas que me tienes que decir, y también lo que pensabas aquella noche en que ibas y venias por la habitación, y lo que confiaste, arrodillada ante la imagen que siempre ha estado en el dormitorio de mamá: la de la Virgen de Kazán. La subida del Gólgota es dura, muy dura… Decís que el asunto está definitivamente concertado. Tú, Avdotia Romanovna, has decidido casarte con un hombre de negocios, un hombre práctico que posee cierto capital (que ha amasado ya cierta fortuna: esto suena mejor e impone más respeto). Trabaja en dos departamentos del Estado y comparte las ideas de las nuevas generaciones (como dice mamá), y, según Dunetchka, parece un hombre bueno. Este 'parece' es lo mejor: Dunetchka se casa impulsada por esta simple apariencia. ¡Magnifico, verdaderamente magnifico! ...
En la línea 247
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »… Me gustaría saber por qué me habla mamá de las nuevas generaciones. ¿Lo habrá hecho sencillamente para caracterizar al personaje o con la segunda intención de que me sea simpático el señor Lujine… ? ¡Las muy astutas! Otra cosa que me gustaría aclarar es hasta qué punto han sido francas una con otra aquel día decisivo, aquella noche y después de aquella noche. ¿Hablarían claramente o comprenderían las dos, sin necesidad de decírselo, que tanto una como otra tenían una sola idea, un solo sentimiento y que las palabras eran inútiles? Me inclino por esta última hipótesis: es la que la carta deja entrever. ...
En la línea 1306
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑A las de tipo más serio, es decir, más fundamental ‑repuso Piotr Petrovitch, al que el tema parecía encantar‑. Hacía ya diez años que no habia venido a Petersburgo. Todas las reformas sociales, todas las nuevas ideas han llegado a provincias, pero para darse exacta cuenta de estas cosas, para verlo todo, hay que estar en Petersburgo. Yo creo que el mejor modo de informarse de estas cuestiones es observar a las generaciones jóvenes… Y créame que estoy encantado. ...
En la línea 2459
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »Naturalmente, los crímenes cometidos por estos últimos son relativos y diversos. En la mayoría de los casos, estos hombres reclaman, con distintas fórmulas, la destrucción del orden establecido, en provecho de un mundo mejor. Y, para conseguir el triunfo de sus ideas, pasan si es preciso sobre montones de cadáveres y ríos de sangre. Mi opinión es que pueden permitirse obrar así; pero… , que quede esto bien claro… , teniendo en cuenta la clase e importancia de sus ideas. Sólo en este sentido hablo en mi artículo del derecho de esos hombres a cometer crímenes. (Recuerden ustedes que nuestro punto de partida ha sido una cuestión jurídica.) Por otra parte, no hay motivo para inquietarse demasiado. La masa no les reconoce nunca ese derecho y los decapita o los ahorca, dicho en términos generales, con lo que cumple del modo más radical su papel conservador, en el que se mantiene hasta el día en que generaciones futuras de esta misma masa erigen estatuas a los ajusticiados y crean un culto en torno de ellos… , dicho en términos generales. Los hombres de la primera categoría son dueños del presente; los de la segunda del porvenir. La primera conserva el mundo, multiplicando a la humanidad; la segunda empuja al universo para conducirlo hacia sus fines. Las dos tienen su razón de existir. En una palabra, yo creo que todos tienen los mismos derechos. Vive donc la guerre éternelle… , hasta la Nueva Jerusalén, entiéndase. ...
En la línea 210
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —La capacidad alemana de enriquecerse. Estoy aquí desde hace poco tiempo y, sin embargo, las observaciones que he tenido tiempo de hacer sublevan mi naturaleza tártara. ¡Vaya qué virtudes! Ayer recorrí unos diez kilómetros por las cercanías. Pues bien, es exactamente lo mismo que en los libros de moral, que en esos pequeños libros alemanes ilustrados; todas las casas tienen aquí su papá, su Vater, extraordinariamente virtuoso y honrado. De una honradez tal que uno no se atreve a dirigirse a ellos. Por la noche toda la familia lee obras instructivas. En torno de la casita se oye soplar el viento sobre los olmos y los castaños. El sol poniente dora el tejado donde se posa la cigüeña, espectáculo sumamente poético y conmovedor. Recuerdo que mi difunto padre nos leía por la noche, a mi madre y a mi, libros semejantes, también bajo los tilos de nuestro jardín… Puedo juzgar con conocimiento de causa. Pues bien, aquí cada familia se halla en la servidumbre, ciegamente sometida al Vater. Cuando el Vater ha reunido cierta suma, manifiesta la intención de transmitir a su hijo mayor su oficio o sus tierras. Con esa intención se le niega la dote a una hija que se condena al celibato. El hijo menor se ve obligado a buscar un empleo o a trabajar a destajo y sus ganancias van a engrosar el capital paterno. Sí, esto se practica aquí, estoy bien informado. Todo ello no tiene otro móvil que la honradez, una honradez llevada al último extremo, y el hijo menor se imagina que es por honradez por lo que se le explota. ¿No es esto un ideal, cuando la misma víctima se regocija de ser llevado al sacrificio? ¿Y después?, me preguntaréis. El hijo mayor no es más feliz. Tiene en alguna parte una Amalchen, la elegida de su corazón, pero no puede casarse con ella por hacerle falta una determinada suma de dinero. Ellos también esperan por no faltar a la virtud y van al sacrificio sonriendo. Las mejillas de Amalchen se ajan, la pobre muchacha se marchita. Finalmente, al cabo de veinte años, la fortuna se ha aumentado, los florines han sido honrada y virtuosamente adquiridos. Entonces el Vater bendice la unión de su hijo mayor de cuarenta años con Amalchen, joven muchacha de treinta y cinco años, con el pecho hundido y la nariz colorada… Con esta ocasión vierte lágrimas, predica la moral y exhala acaso el último suspiro. El hijo mayor se convierte a su vez en un virtuoso Vater y vuelta a empezar. Dentro de cincuenta o sesenta años el nieto del primer Vater realizará ya un gran capital y lo transmitirá a su hijo; éste al suyo y después de cinco o seis generaciones, aparece, en fin, el barón de Rothschild en persona, Hope y Compañía o sabe Dios quién… ¿No es ciertamente un espectáculo grandioso? He aquí el coronamiento de uno o dos siglos de trabajo, de perseverancia, de honradez, he aquí a dónde lleva la firmeza de carácter, la economía, la cigüeña sobre el tejado. ¿Qué más podéis pedir? Ya más alto que esto no hay nada, y esos ejemplos de virtud juzgan al mundo entero lanzando el anatema contra aquellos que no los siguen. Pues bien, prefiero más divertirme a la rusa o enriquecerme en la ruleta. No deseo ser Hope y Compañía… al cabo de cinco generaciones. ...
En la línea 99
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Las patas de Buck no eran tan resistentes y duras como las de los huskies. Las suyas se habían ablandado a lo largo de muchas generaciones a partir del día en que su último antepasado salvaje fue domesticado por un cavernícola o un hombre del río. Durante todo el día cojeaba con dolor y, una vez armado el campamento, se dejaba caer como muerto. A pesar del hambre, ni se movía para ir a buscar su ración de pescado, y François tenía que llevársela. También todas las noches después de la cena, dedicaba media hora a frotarle a Buck las plantas de los pies, y hasta sacrificó la parte más alta de sus mocasines para hacerle unos a Buck. Aquello le supuso un gran alivio y provocó incluso una mueca parecida a una sonrisa en el rostro curtido de Perrault una mañana en que, habiendo François olvidado los mocasines, Buck se tumbó de espaldas, agitando las cuatro patas en el aire, y se negó en redondo a moverse sin ellos. Con el tiempo, las patas se le endurecieron y aquel tosco calzado fue olvidado para siempre. ...
En la línea 110
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Con la aurora boreal vibrando fríamente en el cielo o con las estrellas brincando su gélida danza y la tierra aterida bajo el manto nevado, aquel canto de los huskies parecía ser un desafío a la vida, pero en ese tono menor, entre larguísimos aullidos quejumbrosos, era más bien una súplica, una queja manifiesta por el duro trabajo de existir. Era una canción antigua, tan antigua como la raza misma, una de las primeras canciones de un mundo más joven, de un tiempo en que todas las canciones eran tristes. El sufrimiento de innumerables generaciones impregnaba aquel lamento que tan extrañamente conmovía a Buck. Cuando aullaba y gruñía, lo hacía con el dolor de vivir de sus remotos antepasados salvajes, y con el mismo miedo y misterio del frío y la oscuridad que fueron antaño su miedo y su misterio. Y esa conmoción de su ser marcaba el final del proceso que lo había hecho retroceder a través de épocas enteras de calor y cobijo hasta los crudos orígenes de la vida en la era del aullido. ...
En la línea 138
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Perrault intervino para ayudar. Los dos hombres estuvieron casi una hora corriendo tras él. Le lanzaban sus garrotes, él los esquivaba. Lo maldecían a él, a todos sus antepasados y a todos sus posibles descendientes hasta la más lejana de las generaciones futuras, incluyendo además cada pelo de su cuerpo y cada gota de la sangre de sus venas; y él respondía con gruñidos y se mantenía fuera de su alcance. No intentaba huir, sino que se replegaba sin alejarse del campamento, dando a entender claramente que cuando su deseo fuera complacido él se acercaría y se portaría bien. ...
En la línea 241
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Pero a pesar del gran amor que sentía por John Thornton, un amor que parecía revelar la leve influencia civilizadora, el empuje de lo primitivo que el norte había despertado en él, permanecía vivo y activo. Tenía la fidelidad y la devoción nacidas al amparo del fuego y del techo, pero había conservado la ferocidad y la astucia. Buck era esencialmente un animal salvaje que dejaba de lado su naturaleza para echarse junto al fuego de John Thornton, y no un perro de las templadas tierras del sur, marcado por generaciones de civilización. Debido a su grandísimo amor por aquel hombre, era incapaz de robarle, aunque no vacilaba un instante si se trataba de otro hombre, y de otro campamento. Y lo hacía con tanta astucia que jamás era descubierto. ...
En la línea 1017
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... A este postrer metrallazo, Lucía dio a correr, cruzó la verja, subió la escalera no menos de prisa que la había bajado, y se encerró en su cuarto, soltando la rienda al dolor. De lo que pensó en aquella larga noche, que pasó tendida en un sofá, dará idea la siguiente carta, no destinada seguramente por su autora a la publicidad, ni menos al aplauso de las generaciones venideras: ...

El Español es una gran familia
Reglas relacionadas con los errores de s;z
Las Reglas Ortográficas de la S
Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz
Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad
Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa
Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso
Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima
Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.
Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.
Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.
Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.
Las Reglas Ortográficas de la Z
Se escribe z y no c delante de a, o y u.
Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.
Ejemplos: pedazo, terraza
Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.
Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez
La X y la S
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;z
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La palabra piedra
La palabra colores
La palabra cubierta
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La palabra portada
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La palabra cortadas
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