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La palabra furioza
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Comó se escribe furioza o furiosa?

Cual es errónea Furiosa o Furioza?

La palabra correcta es Furiosa. Sin Embargo Furioza se trata de un error ortográfico.

El Error ortográfico detectado en el termino furioza es que hay un Intercambio de las letras s;z con respecto la palabra correcta la palabra furiosa

Más información sobre la palabra Furiosa en internet

Furiosa en la RAE.
Furiosa en Word Reference.
Furiosa en la wikipedia.
Sinonimos de Furiosa.

Algunas Frases de libros en las que aparece furiosa

La palabra furiosa puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 381
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Derrumbáronse a puntapiés las bóvedas de cañas por las cuales trepaban las verdes hebras de las judías tiernas y los guisantes; cayeron las habas partidas por la furiosa hoz, y las filas de lechugas y coles saltaron a distancia a impulsos del agudo acero, como cabezas cortadas, esparciendo en torno su cabellera de hojas. ...

En la línea 798
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Batiste miró sus campos y toda la rabia sufrida una hora antes ante el Tribunal de las Aguas volvió de golpe, como una oleada furiosa, a invadir su cerebro. ...

En la línea 1154
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero Roseta, más fuerte o más furiosa, logró desasirse, e iba a arrastrar a su adversaria, tal vez a propinarle una zurra interior, pues con la mano libre pugnaba por despojarse de un zapato, cuando ocurrió algo inaudito, irritable, brutal. ...

En la línea 2236
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Resbalaban los dos en el blanducho suelo, sin poder agarrarse a las cañas por no soltar la escopeta; arremolinábase el agua, batida por la furiosa carrera, y Batiste, que cayó de rodillas varias veces, sólo pensó en estirar los brazos para mantener su arma fuera de la superficie, salvando el tiro de reserva. ...

En la línea 6658
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Ella se volvió, no ya como una mujer furiosa, sino como una pantera herida. ...

En la línea 6728
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¡Es capaz de todo! ¿La habéis visto alguna vez furiosa?-No -dijo Athos. ...

En la línea 8559
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... La primera idea que vino al espíritu de Milad y fue que había sido traicionada por Ketty, y que ésta le había contado al barón esa aversión interesada cuya señal había dejado escapar imprudentemente ante su criada; recordó tam bién la salida furiosa a imprudente que había hecho contra D'Artagnan cuand o había salvado la vida de su cuñado. ...

En la línea 9593
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Milady sonrió de alegría; podría, pues, entregarse a sus transportes sin ser observada: recorria la habitación con la exaltación de una loca furiosa o de una tigresa encerrada en una jaula de hierro. ...

En la línea 5428
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... «_Tenez, gueux enragé_», me gritó, tirándome una furiosa estocada; pero no había acabado de decir esas palabras, cuando resbaló, y cayó hacia adelante todo lo largo que era, y la espada se le escapó de la mano _comme une flêche_. ...

En la línea 2563
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Díjole asimismo lo que, instigado de la furiosa rabia de los celos, había dicho a Anselmo, y cómo estaba concertado de esconderse en la recámara, para ver desde allí a la clara la poca lealtad que ella le guardaba. ...

En la línea 624
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Interesante espectáculo fue ver cómo en pocos minutos la inteligencia triunfó sobre la fuerza bruta. En el momento en que se precipitaba sobre el caballo de uno de mis compañeros de viaje, un lazo le envolvió los cuernos y otro las patas traseras: en un instante, la fiera caía impotente al suelo. Parecía muy difícil, sin matar al animal, desembarazar del lazo los cuernos de aquella furiosa fiera; para un hombre solo, creo que imposible en absoluto. Pero arrojando otro hombre el lazo alrededor de las patas traseras, la operación es muy sencilla. En efecto, el animal permanece tendido y por completo inerte mientras se le sostiene sujetas con fuerza las patas; el hombre puede acercarse entonces y desprenderle el lazo con las manos y montar después a caballo con toda tranquilidad; pero tan pronto como el otro afloja lo más mínimo la tensión del lazo, escurre éste por las piernas del toro, que se revuelve furioso y trata, aunque en vano, de precipitarse sobre su adversario. ...

En la línea 1486
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... los ríos que corren en estos valles convendría mejor el nombre de torrentes. lecho tiene considerable pendiente, y sus aguas el color del barro. Maypu lleva su furiosa carrera por un cauce de gruesos cantos redondeados que producen un rugido semejante al del mar. medio del choque de las aguas, que se estrellan por todas partes, se distingue con gran claridad, y hasta a mucha distancia, el ruido de las piedras que rozan unas con otras día y noche en toda la extensión del torrente. Qué elocuencia tiene para el geólogo ese ruido triste y uniforme de millares y millares de piedras frotándose entre sí y precipitándose todas en la misma dirección! A nuestro pesar, este espectáculo hace pensar en el tiempo. Y pensar que cada minuto que transcurre se ha perdido para siempre! ¿Qué es el océano para estas piedras, sino la eternidad; y cada nota de esa música salvaje, qué es sino el signo de que cada piedra ha dado un paso hacia su destino? El espíritu se acostumbra con mucha dificultad a comprender todos los efectos de una causa que se reproduce tantas y tan repetidas veces ...

En la línea 1889
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Más al sur en la cordillera, es frecuente que los viajeros pierdan la vida en medio de las tempestades de nieve: allí se corre otro peligro. cuenta mi guía, que teniendo catorce años atravesaba él la cordillera en el mes de mayo, con una caravana; en la parte central de la cadena se desarrolló una tempestad furiosa que apenas consentía a los hombres sostenerse sobre los mulos, mientras las piedras volaban en todas direcciones. había una nube en el cielo, ni cayó un solo copo de nieve, aun cuando la temperatura era muy baja ...

En la línea 2936
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La Infanzón se lo contó a mamá que se moría de risa; la lugareña estaba furiosa. ...

En la línea 4431
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Y recordaba entre avergonzada y furiosa que su luna de miel había sido una excitación inútil, una alarma de los sentidos, un sarcasmo en el fondo; sí, sí, ¿para qué ocultárselo a sí misma si a voces se lo estaba diciendo el recuerdo?: la primer noche, al despertar en su lecho de esposa, sintió junto a sí la respiración de un magistrado; le pareció un despropósito y una desfachatez que ya que estaba allí dentro el señor Quintanar, no estuviera con su levita larga de tricot y su pantalón negro de castor; recordaba que las delicias materiales, irremediables, la avergonzaban, y se reían de ella al mismo tiempo que la aturdían: el gozar sin querer junto a aquel hombre le sonaba como la frase del miércoles de ceniza, ¡quia pulvis es! eres polvo, eres materia. ...

En la línea 6546
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... —¡Estate quieta! —dijo en voz baja, ronca y furiosa don Álvaro, que de buena gana la hubiera visto caer de cabeza. ...

En la línea 7098
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Cuando su madre callaba y se ponía parches de sebo, daba a entender que no podía estar más enfadada, que estaba furiosa. ...

En la línea 1231
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Y repasaba en su memoria las opiniones de los pocos historiadores modernos que habían estudiado la vida de los Borgias de un modo concienzudo, sin hacer caso de apasionamientos y mentiras procedentes de aquella época. Aun siendo enemigos de los Borgias, reconocían en este asesinato de» hijo mayor del Pontífice una venganza de la familia Orsini, furiosa por la muerte de su mejor capitán, Virgilio Orsini, preso en el castillo del Huevo, en Nápoles, y al que sus parientes supusieron envenenado. ...

En la línea 1547
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Gillespie oyó un silbido, viendo al mismo tiempo ondular en el espacio un serpenteo luminoso semejante a un relámpago blanco. Acababan de arrojar sobre el uno de aquellos cables de platino de los cuales no podía defenderse. Pero echó atrás la cabeza, y el brillante hilo pasó sin tocarle, retorciéndose y doblando su extremo hacia arriba, como una serpiente furiosa. ...

En la línea 1459
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pituso, pobre Juanín!». De repente una idea hirió su mente como un latigazo, sacándola de aquel abatimiento en que estaba. Era la convicción última que se revolvía furiosa en las agonías del vencimiento. No existe nada que se resigne a morir, y el error es quizás lo que con más bravura se defiende de la muerte. Cuando el error se ve amenazado de esa ridiculez a que el lenguaje corriente da el nombre de plancha, hace desesperados esfuerzos, azuzado por el amor propio, para prolongar su existencia. De los escombros de sus ilusiones deshechas sacó, pues, Jacinta el último argumento, el último; pero lo esgrimió con brío, quizás por lo mismo que ya no tenía más. «Todo lo que has dicho será verdad: no lo pongo en duda. Pero yo no te digo sino una cosa: ¿Y el parecido?». ...

En la línea 2227
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Como Nicolás visitaba algunos días a Fortunata para enseñarle la doctrina cristiana, doña Lupe se ponía furiosa. Tantas idas y venidas decía ella que le tenían revuelto el estómago. Pero el sentimiento que verdaderamente la hacía chillar era como envidia de que fuese Nicolás y no pudiera ir ella. Por este motivo andaban tía y sobrino algo desavenidos. Corría Marzo, y el día de San José dijo Nicolás en la mesa: «Tía, ya hay fresa». Pero la indirecta no hizo efecto en la económica viuda. Volvió a la carga el clérigo en diferentes ocasiones: «¡Qué fresa más rica he visto hoy! Tía, ¿a cómo estará ahora la fresa?». ...

En la línea 2537
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La cojita se presentó otra vez en el corrillo mostrando la enorme llave de la perrera; la esgrimía como si fuera una pistola, con amenaza homicida. Realmente estaba furiosa, y el topetazo de su pie duro sobre el suelo tenía una violencia y sonoridad excepcionales. En esto llegó Fortunata trayendo una botella, que al punto le arrebató Sor Marcela. ...

En la línea 3213
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Cuando se retiraron a su alcoba, Jacinta se esforzaba en aumentar su furor; quería cultivarlo, o alimentarlo como se alimenta una llama, arrojando en ella más combustible. «Esta noche me le como. Quisiera estar más furiosa de lo que estoy, para no dejarme engolosinar. Y eso que lo estoy bastante. Pero aún me vendría bien un poquito más de ira. Es un falso, un hipócrita, y si no le aborrezco, no tengo perdón de Dios». ...

En la línea 924
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Joe no tomaba ninguna parte en tales discusiones, aunque muchas veces le hablaban mientras ocurrían aquellas escenas, solamente porque la señora Joe se daba cuenta de que no le gustaba que me alejaran de la fragua. Yo entonces ya tenía edad más que suficiente para entrar de aprendiz al lado de Joe; y cuando éste se había sentado junto al fuego, con el hierro de atizar las brasas sobre las rodillas, o bien se ocupaba en limpiar la reja de ceniza, mi hermana interpretaba tan inocente pasatiempo como una contradicción a sus ideas, y entonces se arrojaba sobre él, le quitaba el hierro de las manos y le daba un par de sacudidas. Pero había otro final irritante en todos aquellos debates. De pronto y sin que nada lo justificase, mi hermana interrumpía con un bostezo y, echándome la vista encima como si fuese por casualidad, se dirigía a mí furiosa exclamando: ...

En la línea 3537
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... También podía ser que Catalina Ivanovna, en aquellos momentos en que su soledad y su infortunio eran mayores, experimentara el deseo de demostrar a aquella «pobre gente» que ella, como hija de un coronel y persona educada en una noble y aristocrática mansión, no sólo sabía vivir y recibir, sino que no había nacido para barrer ni para lavar por las noches la ropa de sus hijos. Estos arrebatos de orgullo y vanidad se apoderan a veces de las más míseras criaturas y cobran la forma de una necesidad furiosa e irresistible. Por otra parte, Catalina Ivanovna no era de esas personas que se aturden ante la desgracia. Los reveses de fortuna podían abrumarla, pero no abatir su moral ni anular su voluntad. ...

En la línea 3966
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En el malecón, cerca del puente y a dos pasos de casa de Sonia Simonovna, había una verdadera multitud, formada principalmente por chiquillos y rapazuelos. La voz ronca y desgarrada de Catalina Ivanovna llegaba hasta el puente. En verdad, el espectáculo era lo bastante extraño para atraer la atención de los transeúntes. Catalina Ivanovna, con su vieja bata y su chal de paño, cubierta la cabeza con un mísero sombrero de paja ladeado sobre una oreja, parecía presa de su verdadero acceso de locura. Estaba rendida y jadeante. Su pobre cara de tísica nunca había tenido un aspecto tan lamentable (por otra parte, los enfermos del pecho tienen siempre peor cara en la calle, en pleno día, que en su casa). Pero, a pesar de su debilidad, Catalina Ivanovna parecía dominada por una excitación que iba en continuo aumento. Se arrojaba sobre los niños, los reñía, les enseñaba delante de todo el mundo a bailar y cantar, y luego, furiosa al ver que las pobres criaturas no sabían hacer lo que ella les decía, empezaba a azotarlos. ...


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Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;z

Reglas relacionadas con los errores de s;z

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.

Las Reglas Ortográficas de la Z

Se escribe z y no c delante de a, o y u.

Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.

Ejemplos: pedazo, terraza

Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.

Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez

La X y la S


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