Cual es errónea Feroces o Ferocez?
La palabra correcta es Feroces. Sin Embargo Ferocez se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino ferocez es que hay un Intercambio de las letras s;z con respecto la palabra correcta la palabra feroces
Errores Ortográficos típicos con la palabra Feroces
Cómo se escribe feroces o ferroces?
Cómo se escribe feroces o ferocez?

la Ortografía es divertida
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras s;z
Reglas relacionadas con los errores de s;z
Las Reglas Ortográficas de la S
Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz
Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad
Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa
Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso
Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima
Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.
Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.
Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.
Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.
Las Reglas Ortográficas de la Z
Se escribe z y no c delante de a, o y u.
Se escriben con z las terminaciones -azo, -aza.
Ejemplos: pedazo, terraza
Se escriben con z los sustantivos derivados que terminan en las voces: -anza, -eza, -ez.
Ejemplos: esperanza, grandeza, honradez
La X y la S

El Español es una gran familia
Algunas Frases de libros en las que aparece feroces
La palabra feroces puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1288
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y al dar estos consejos feroces guiñaba sus ojos, que en el fondo de las profundas órbitas parecían estrellas moribundas próximas a extinguirse. ...
En la línea 1352
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Silbaban los guijarros entre las ramas, haciendo caer una lluvia de hojas y rebotando contra los troncos y ribazos; los perros barraqueros salían con ladridos feroces, atraídos por el estrépito de la lucha, y las mujeres, en las puertas de sus casas, levantaban los brazos al cielo, gritando indignadas: -¡Condenats! ¡Dimonis!. ...
En la línea 2414
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Partían de él relinchos desesperados, cacareos de terror, gruñidos feroces; pero la barraca, insensible a los lamentos de los que se tostaban en sus entrañas, seguía arrojando curvas lenguas de fuego por las puertas y los ventanos. ...
En la línea 308
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El tal Luis había vuelto a Jerez hecho un hombre, después de una continua peregrinación por todas las universidades de España, buscando catedráticos de manga ancha que no tuviesen empeño en malograr futuros abogados. Su tío le había impuesto la obligación de seguir una carrera, y mientras aquél vivió, se había resignado a llevar la vida de estudiante, ajustándose a los estrechos envíos de dinero y ampliándolos con préstamos feroces, por los que firmaba a ojos cerrados cuantos papeles querían presentarle los usureros. Pero al ver al frente de la familia a su primo Pablo y próxima su mayor edad, se había negado a continuar por más tiempo la comedia de sus estudios. Era rico, no quería perder el tiempo en cosas que en nada le interesaban. Y tomando posesión de sus bienes, comenzó la libre existencia de placeres con la que había soñado en su estrecha vida de estudiante. ...
En la línea 634
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... IV Los dos mastines que guardaban durante la noche los alrededores de la torre de Marchamalo, cesaron de dormitar bajo las arcadas de la casa de los lagares, con el cuerpo en círculo, apoyando en el rabo las feroces mandíbulas. ...
En la línea 1084
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y por altivez, no decía que era él quien había metido en la cuadra al animal, librando a la pobre gitana de las astas que removían feroces sus ropas. Y callaba igualmente su pelea con el amo, después de salvar a Mari-Cruz; la franqueza con que le había censurado y el arrebato de don Luis queriendo abofetearle, como si fuese un matón de su comitiva. ...
En la línea 1261
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Pero esto también le parecía anodino e insuficiente, y acto seguido se rectificaba con proposiciones más feroces. Ero mejor acosar a los rebeldes, abortar los planes que venían preparando, «pincharles para que saltasen antes de tiempo», y una vez se colocaran en actitud de rebeldía, ¡a ellos y que no quedase uno! Mucho guardia civil, muchos caballos, mucha artillería. Para eso sostenían los ricos el peso de las contribuciones, cuya mejor parte se llevaba el ejército. De no ser así, ¿para qué servían los soldados, que tan caros costaban, en un país que no había de sostener guerras?... ...
En la línea 7004
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El soldado me llevó a través de un patio hasta un amplio vestíbulo, colgado con pieles de animales feroces de toda especie, desde el majestuoso león hasta el chacal ladrador. ...
En la línea 330
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Los indios formaban un grupo de unas 110 personas (hombres, mujeres y niños); casi todos fueron hechos prisioneros o muertos, pues los soldados no dan cuartel a ningún hombre. Los indios sienten actualmente un terror tan grande, que ya no se resisten en masa; cada cual se apresura a huir por separado, abandonando a mujeres e hijos. Pero cuando se consigue darles alcance, se revuelven como bestias feroces y se baten contra cualquier número de hombres que sean. Un indio moribundo agarró con los dientes el dedo pulgar de uno de los soldados que le perseguían y se dejó arrancar un ojo antes que soltar su presa. Otro, gravemente herido, fingió estar muerto; y cuidó de tener a su alcance el cuchillo para inferir la postrera herida. El español que me daba estos informes añadió que iba él mismo en persecución de un indio, el cual le pedía cuartel a la vez que trataba de soltar sus bolas a fin de herirle con ellas. «Pero de un sablazo le hice caer del caballo; y echando yo también pie a tierra con presteza, le corté el pescuezo con mi cuchillo». Sin disputa, esas escenas son horribles. Pero, ¡cuánto más horrible es aún el hecho cierto de que se asesina a sangre fría a todas las mujeres indias que parecen tener más de veinte años de edad! Cuando protesté en nombre de la humanidad, me respondieron: «Sin embargo, ¿qué hemos de hacer? ¡Tienen tantos hijos esas salvajes!». ...
En la línea 448
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Reuniéronse los habitantes y atacaron a los elefantes, resultando una lucha terrible que terminó por la derrota de los invasores; pero éstos habían muerto a un hombre y herido a varios». El capitán añade que esa ciudad tiene unos 3.000 habitantes. El doctor Malcolmson me hace saber que durante una gran sequía que hubo en las Indias penetraron animales feroces en las tiendas de algunos soldados en Ellora; y una liebre fue a beber en el vaso que tenía el ayudante del regimiento. ...
En la línea 1416
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Claudio veía imaginariamente al padre y al hijo como si hubiesen metido los pies en un inmenso avispero, no pudiendo defenderse de sus enjambres irritados. Un Papa español osaba hacer lo que ninguno de los pontífices nacidos en Italia, restableciendo la autoridad de la Santa Sede, desconocida siempre por los tiranuelos que detentaban las tierras de la Iglesia. Un joven romano, cuya sangre era por mitad española, iba a acabar con todos ellos, acariciando el designio de apoderarse más adelante de Florencia y hasta de los estados que tenia Venecia en la tierra firme, para constituir una Italia única… Y todos los señores grandes o mediocres, así como las repúblicas comerciales, difamaban a estos dos extranjeros triunfantes en Roma. Los libelistas escribían contra los Borgias crónicas monstruosas que empezaban siempre por un se dice. Forjaban epigramas feroces o historias inverosímiles, aceptadas sin obstáculo por las muchedumbres, dispuestas siempre a creer todo lo que causa daño a los poderosos. ...
En la línea 239
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Los corsarios, incrustados materialmente en las amuras y agolpados detrás de la barricada hecha con troncos de árbol, apenas respiraban, pero sus rostros feroces revelaban el estado de su ánimo. Sus dedos crispados apretaban las armas, impacientes por oprimir el gatillo. ...
En la línea 418
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... —Así será. ¡A caballo, señores! Cuidado con el tigre, que es muy grande y tiene unas garras feroces. ...
En la línea 915
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Sandokán escogió a noventa piratas, a los más feroces y más robustos. ...
En la línea 1934
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... En efecto, en ese instante dos mortales descargas derribaron a cuatro hombres y siete caballos. Luego, treinta tigres de Mompracem salieron de la espesura, lanzando gritos feroces y atacaron con furia a la escolta. ...
En la línea 2614
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Espere, señor Aronnax -dijo el capitán Nemo-. Vamos a mostrarle una caza que no conoce usted aún. Nada de piedad con estos feroces cetáceos. No son más que boca y dientes. ...
En la línea 89
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Entre tanto, los asombrados perros del equipo, que habían salido a toda prisa de sus refugios, eran atacados por los feroces invasores. Jamás había vis to Buck unos perros como aquéllos. Daba la impresión de que los huesos iban a horadarles la piel. No eran más que simples esqueletos cubiertos de un pellejo embarrado, con los ojos en llamas y los colmillos chorreando baba. Pero la locura del hambre los convertía en seres aterradores, irresistibles. Al primer ataque, los perros del equipo fueron acorralados contra la pared de roca. Buck fue rodeado por tres atacantes, y en un instante tuvo la cabeza y los hombros contusionados y desgarrados. El estruendo era espantoso. Billie, como siempre, gemía. Dave y Sol-leks chorreaban sangre por mil heridas, pero luchaban valerosamente codo a codo. Joe soltaba dentelladas como un demonio. De pronto aferró entre los dientes la pata delantera de un invasor e hizo crujir el hueso al triturarlo. Pike, el ventajista, se abalanzó sobre el animal mutilado y de una dentellada le quebró el pescuezo. Buck aferró por la garganta a un enemigo que echaba espuma por la boca, y la sangre que brotó al hundirle los dientes en la yugular se le esparció por el hocico. El tibio sabor de la sangre en la boca aumentó su ferocidad. Se lanzó sobre otro y, al mismo tiempo, sintió que unos dientes se hundían en su propia garganta. Era Spitz, que lo atacaba a traición. ...
En la línea 312
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Aunque Buck no había hecho ruido, el lobo interrumpió el aullido para localizar la presencia del intruso. Buck salió al claro con precaución, medio agazapado, con el cuerpo en tensión, el rabo extendido y rígido, pisando con inusitada cautela. Cada uno de sus movimientos era una mezcla de amenaza y de ofrecimiento a la amistad. Era la tregua amenazadora que caracteriza el encuentro entre bestias feroces. Pero el lobo huyó al ver a Buck, que salió precipitadamente tras él, desesperado por alcanzarlo. Lo persiguió a lo largo de un conducto sin salida, el cauce de un riachuelo interrumpido por un amontonamiento de troncos que impedía el paso. El lobo giró sobre sí mismo, apoyándose en las patas traseras como lo había hecho Joe y lo hacían todos los perros esquimales cuando estaban acorralados, gruñendo y erizando el pelaje, entrechocando los dientes en una continua y rápida sucesión de chasquidos. ...
Más información sobre la palabra Feroces en internet
Feroces en la RAE.
Feroces en Word Reference.
Feroces en la wikipedia.
Sinonimos de Feroces.
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